I)       Introducción.

II)     Texto Latino y Traducción.

III)    Comentario.

III.1 La literatura parenética o la exhortación moral.

III.2 Ovidio y las Metamorfosis.

III.3 Dédalo.

III.4 El Dédalo del relato o una historia práctica de las consecuencias contrapuestas del uso y del abuso de la libertad.

IV)    Conclusiones.

 

 

 

I)       Introducción.

 

Vamos a pasar un rato releyendo una muy conocida historia de la Mitogía Clásica: Ovidio, Metamorfosis, VIII, vs. 183 - 235. Y vamos a comprobar lo útil y lo actual que es la enseñanza de un texto tan antiguo y aparentemente tan intranscendente.

 

 

II)     Texto Latino y Traducción.

Daedalus interea Creten longumque perosus

exsilium tactusque loci natalis amore

clausus erat pelago. “Terras licet” inquit “et undas

obstruat: at caelum certe patet; ibimus illac.

Omnia possideat, non possidet aera Minos.”

 

*Mientras  tanto, Dédalo,

no soprtando más Creta y el largo destierro

y aquejado de amor a su tierra nativa,

prisionero era del mar.

«Aunque tierras», dice, «y aguas me prohíba,

el cielo evidentemente está abierto ¡Por allí me escaparé!

¡Todo lo poseerá  Minos, pero del aire no es dueño!».

 

Dixit et ignotas animum dimittit in artes

naturamque novat. Nam ponit in ordine pennas,

a minima coeptas, longam breviore sequenti,

ut clivo crevisse putes. Sic rustica quondam

fistula disparibus paulatim surgit avenis.

 

*Ha dicho y se pone a pensar en unas inéditas técnicas

y la naturaleza revoluciona. Efectivamente, ordena unas plumas

por la menor comenzando, una más corta siguiendo a una larga,

de modo que pensarse pudiera que en pendiente habían crecido.

Así un día la rústica zampoña surgió, poco a poco, con sus desiguales cañas.

 

Tum lino medias et ceris adligat imas,

atque ita compositas parvo curvamine flectit,

ut veras imitetur aves.

 

*Luego las de en medio cose con hilo

y con cera pega las de afuera,

Y, dispuestas así, con una pequeña curvatura las modela,

las aves verdaderas imitando.

 

Puer Icarus una

stabat et, ignarus sua se tractare pericla,

ore renidenti modo, quas vaga moverat aura,

captabat plumas, flavam modo pollice ceram

mollibat lusuque suo mirabile patris

impediebat opus.

 

*El niño Ícaro a su lado estaba de pie y,

no consciente de manipular su propio peligro,

ya con cara sonriente las plumas recogía

que el viento andarín se había llevado,

ya la rojiza cera con el pulgar ablandaba,

y de su padre la obra admirable

estorbaba con su juego.

 

Postquam manus ultima coepto

imposita est, geminas opifex libravit in alas

ipse suum corpus motaque pependit in aura.

 

*Ya dada la última mano a su proyecto,

el propio artífice en las gemelas alas

balanceó su propio cuerpo,

y en el removido aire quedó suspendido.

 

Instruit et natum “medio” que “ut limite curras,

Icare,” ait “moneo, ne, si demissior ibis,

unda gravet pennas, si celsior, ignis adurat.

Inter utrumque vola. Nec te spectare Booten

aut Helicen iubeo strictumque Orionis ensem:

me duce carpe viam.” Pariter praecepta volandi

tradit et ignotas umeris accommodat alas.

 

*Alecciona también a su hijo y “Te advierto, Ícaro,”

le dice, “que avances por el medio del paso,

no sea que, si vas demasiado bajo,

la humedad tus plumas sobrecargue,

y si bastante alto, el calor las abrase.

Vuela entre lo uno y lo otro.

Y que no te fijes en el Boyero ni en la Hélice

ni de Orión en la empuñada espada, te lo ordeno.

Conmigo de guía vete haciendo el camino».

A la vez las instrucciones del vuelo le pasa

 y extrañas a sus hombros le acomoda unas alas.

 

Inter opus monitusque genae maduere seniles,

et patriae tremuere manus. Dedit oscula nato

non iterum repetenda suo, pennisque levatus

ante volat comitique timet, velut ales, ab alto

quae teneram prolem produxit in aera nido,

hortaturque sequi damnosasque erudit artes

et movet ipse suas et nati respicit alas.

 

*En el prepararse  y los avisos, se humedecieron sus mejillas de adulto,

 y temblaron las paternales manos. Dio unos besos a su hijo

 que ya no habrían de repetirse, y por sus alas elevado

 delante vuela y se preocupa por su compañero,

 como el pájaro que, desde el alto nido,

 ha lanzado a los aires a su pequeño  polluelo,

 y a seguirlo lo anima y en arriesgadas técnicas lo  instruye.

 Y él agita sus alas, y las de su hijo vigila.

 

Hos aliquis tremula dum captat harundine pisces,

aut pastor baculo stivave innixus arator

vidit et obstipuit, quique aethera carpere possent

credidit esse deos.

 

*A estos, alguien, cuando con su flexible caña intenta coger unos peces,

 o un pastor, en su cayado o uno que araba, en la esteva apoyado,

 los vio y se quedó atónito, y de ellos que los aires surcar podían

 pensó que eran dioses.

 

 Et iam Iunonia laeva

parte Samos (fuerant Delosque Parosque relictae),

dextra Lebinthos erat fecundaque melle Calymne,

cum puer audaci coepit gaudere volatu

deseruitque ducem caelique cupidine tractus

altius egit iter. Rapidi vicinia solis

mollit odoratas, pennarum vincula, ceras.

Tabuerant cerae: nudos quatit ille lacertos,

remigioque carens non ullas percipit auras,

oraque caerulea patrium clamantia nomen

excipiuntur aqua: quae nomen traxit ab illo.

 

*Y ya a la izquierda, la Samos de Juno

- habían sido sobrepasadas  Delos y Paros -;

 a la derecha quedaban  Lebintos y Calimno, la rica en miel,

 cuando el niño a disfrutar de su atrevido vuelo empezó

 y abandonó a su guía y, tentado por el ansia de cielo,

hacia más arriba dirigió su camino; del arrebatador  sol la cercanía

 va mullendo la fragante cera, la ligadura de las plumas.

 Se había regalado la cera. Desnudos agita él los brazos

 Y, de remos  desprovisto, no apresa nada de viento

Y, su boca, que el paterno nombre gritaba,

 la recogieron  unas aguas azuladas, que de él obtienen su nombre.

 

At pater infelix, nec iam pater, “Icare,” dixit,

“Icare,” dixit “ubi es? qua te regione requiram?”

“Icare” dicebat: pennas adspexit in undis

devovitque suas artes corpusque sepulcro

condidit, et tellus a nomine dicta sepulti.

 

*Por su parte el desgraciado padre, no padre ya

 «¡Ícaro!”,  dijo, “¡Ícaro!”— repitió—«¿Dónde estás?

 “¿Por qué región”—andaba diciendo—“¡Ícaro! hay que buscarte?”

Descubrió  las plumas en el agua  y maldijo sus propios artilugios,

y el cuerpo en un sepulcro  puso,

y la tierra quedó denominada con el nombre del sepultado.

 

 

III)   Comentario

 

II.1 La literatura parenética o la exhortación moral.

Los mitos, en Grecia; los cuentos, fabulas, las ancestrales historias del resto del mundo tienen a menudo un gran valor educativo. Son los vehículos de transmisión de la, nunca mejor llamada, filosofía popular. Son pura literatura moral.

Hay casos, como la parte narrativa de la Torá bíblica, en la que esa tradicional sabiduría moral popular, narrada en ancestrales historietas ejemplares, se convierte en nada menos que en la revelación de la ley divina, curiosamente en nada divergente de la universal ley natural.

Pero  la historia de Dédalo e Ícaro que hemos leído  es, por ejemplo, una excelente lección sobre el uso y el abuso de la libertad, pero una lección estrictamente laica. Los dioses están absolutamente ausentes del texto. Todo es humano. Demasiado humano.

II.2 Ovidio y las Metamorfosis.

Ovidio (Sulmona, Italia, 20 de marzo del año 43 a.C. – Tomi (Constanza, Rumanía), año 17 d.C.) es uno de los grandes poetas latinos de la época de Augusto. Poeta del amor, de los dioses y del dolor del exilio.

Ovidio escribe su obra maestra, las Metamorfosis, a los 45 años. Es el conjunto de relatos mitológicos más interesante que nos ha legado la Antigüedad Clásica y ha tenido una importancia decisiva en la producción narrativa de los mejores artistas de todos los tiempos.

Demostrarlo es muy sencillo. Bata con yuxtaponer, por ejemplo, el texto de  Metamorfosis, I, 540 y ss., el Soneto XIII de Garcilaso de la Vega y la bellísima escultura de Bernini de la romana Galleria Borghese, y ponerles de fondo la hermosa cantata de Georg Friedrich Haendel.

II.3 Dédalo.

Dédalo es un imaginativo, hábil y orgulloso artesano ateniense, al que no le asusta el diseño del artilugio o del edificio o de la instalación más complicados.

 Por orgullo profesional mal entendido comete un crimen y debe partir desterrado de Atenas. Minos lo retiene, primero, a su servicio en Creta y luego, después del “asuntillo” del Minotauro, como su prisionero.

II.4 El Dédalo del relato o una historia práctica de las consecuencias contrapuestas del uso y del abuso de la libertad.

 Dédalo quiere recobrar la libertad y volver a su patria. Conoce bien el poder de Minos en la tierra y el mar y comprende que su única salida es huir volando por el cielo. A nadie antes se le había ocurrido tal cosa porque parecía evidente que la sabia Naturaleza había decretado que los hombres fuesen capaces de casi todo, pero desde luego no de volar.

Dédalo no se arredra por ello y decide ponerse a pensar para conseguir lo aparentemente imposible: revolucionar la naturaleza sometiéndola a sus deseos mediante la invención de insólitas soluciones técnicas (“artes ignotas”) para conseguir que los humanos vuelen como desde siempre lo han hecho los pájaros.

Dédalo, que es un inteligente observador, parte de un supuesto básico: lo nuevo más útil, y por lo tanto más revolucionario, es robarle sus secretos a la Naturaleza para conseguir lo que la Naturaleza se empeña en impedirnos que hagamos.

 La “imitación de la Naturaleza”, la Ciencia—el conocimiento de cómo funciona de verdad la Naturaleza— es la fuente inagotable de la tecnología más revolucionaria. Para que los humanos vuelen, les son necesarias unas alas; unas alas manejadas como lo hacen los virtuosos del vuelo: los pájaros. Si quieren volar, los hombres deberán imitar a los pájaros. (“atque ita compositas parvo curvamine flectit,/ ut veras imitetur aves.”)

 “Volar” es la expresión humana más radical de la libertad. En la Sonatina, ese precioso y siempre maltratado poema del más que genial Rubén Darío, esto se dice de manera inolvidable:

………

“¡Ay!, la pobre princesa de la boca de rosa

quiere ser golondrina, quiere ser mariposa,

tener alas ligeras, bajo el cielo volar;

ir al sol por la escala luminosa de un rayo,

saludar a los lirios con los versos de mayo

o perderse en el viento sobre el trueno del mar.

[…]

¡Pobrecita princesa  de los ojos azules!

Está presa en sus oros, está presa en sus tules,

en la jaula de mármol del palacio real;

el palacio soberbio que vigilan los guardias,

que custodian cien negros con sus cien alabardas,

un lebrel que no duerme y un dragón colosal.

 

¡Oh, quién fuera hipsipila que dejó la crisálida!

(La princesa está triste, la princesa está pálida)

¡Oh visión adorada de oro, rosa y marfil!

¡Quién volara a la tierra donde un príncipe existe,

-la princesa está pálida, la princesa está triste-,

más brillante que el alba, más hermoso que abril!”

…………….

Para ser libre, Dédalo, usando la inteligencia y trabajando con las manos, tiene que lograr convertirse en pájaro. Ovidio nos describe el proceso de fabricación del artilugio para volar, el par de alas artificiales, y su primera prueba experimental que es todo un éxito.

Dédalo—¡¡¡ Mucho ojo!!!— en este aparente cuento fantástico, se convierte en el modelo del científico y del técnico que a base de ciencia racional y de buen oficio vencen las trabas de la Naturaleza y la prepotencia de los poderosos—nos hacen más libres y más felices— construyendo cada vez más útiles e invencibles máquinas.

 Pero con Dédalo está su hijo pequeño y necesita llevárselo consigo. Ícaro, el chiquillo, ajeno por la natural incapacidad de su edad a lo que se trae entre manos su padre, se dedica a jugar irresponsablemente con las plumas y la cera.

Dédalo, es un adulto maduro y experimentado. Sabe por propia experiencia que la libertad no es hacer irracionalmente lo que a uno le dé la realísima gana. La libertad consiste en conseguir lo que uno quiere, pero sometiéndose a las leyes que inexorablemente imponen la Realidad y la sana convivencia. La libertad debe ser siempre responsable. Debe tener muy en cuenta las consecuencias físicas y las morales que puede acarrear su ejercicio.

Dédalo es un buen padre, un educador natural nato. Al niño le advierte, explicándoselo razonadamente, el cuidado que debe tener en seguir siempre la más adecuada ruta de vuelo. Le aconseja  que siga su ejemplo. Le enseña a manejar las alas y se las coloca en los hombros.

Dédalo es un modelo también de padre y de maestro, de transmisor del conocimiento moral y, a la vez, del conocimiento científico y técnico. Y Ovidio subraya con una bella comparación, obtenida en el mundo de las aves, que en esto también es Dédalo un puro imitador de la Naturaleza. Dédalo es como un pájaro que enseña a volar a su cría.

Pero el inconsciente e inmaduro crío, en un determinado momento, se cree omnipotente, dueño absoluto de su artilugio y de su gusto, y se lanza por libre a la conquista del inmenso cielo.

Y pasa lo que inevitablemente tiene que pasar. La desobediencia irracional le lleva a quebrantar las inflexibles leyes de la cazurra Naturaleza, se queda sin alas y se precipita al mar, donde perece sin que nadie, ni su impotente padre, pueda salvarle.

Dédalo lamenta que su invento, la útil máquina que  a los ignorantes espectadores les parece convertirlo en un dios, haya sido la tentación que le haya hecho perder a su ser más querido.

¡¡¡Mala cosa el que los humanos lleguemos a creernos que somos omnipotentes y despóticos dioses a quienes todo, absolutamente todo, les está permitido!!!

Las consecuencias son siempre mortales de necesidad.

 

IV) Conclusiones

 

Resumiendo. En esta entretenida historia mitológica, como quien no quiere la cosa, o sea: entreteniendo, deleitando e instruyendo—como en el más ilustrado siglo XVIII—  se nos ha enseñado:

—Cuál es el verdadero origen de la Ciencia y la Técnica: el conocimiento e imitación de la Naturaleza.

— Para qué sirven  la Ciencia y la Técnica: para hacernos más libres y felices, librándonos de las trabas de la Naturaleza y de la prepotencia de los poderosos.

—Cómo debemos usar de nuestra libertad, ayudada por una Ciencia y una Técnica, amorales en sí mismas, pero susceptibles de ser bien o mal utilizadas. El malo no es el cuchillo, sino quien lo usa.

—Cómo debemos educar a nuestros hijos transmitiéndoles, a la vez, la útil sabiduría moral, acumulada durante generaciones, y los modernos saberes científicos y técnicos. Tradición y progreso son las dos caras de la misma y única moneda.

—Cuál es la misión de la verdadera y natural autoridad paterna: el ser ejemplo y tutor (los que van por delante, abriendo el camino) de sus hijos.

—  A qué resultados tan distintos conducen el buen uso y el abuso de la libertad.

— Y todo ello, en un tono estrictamente laico y secularizado.

 

Bibliografía

 

Ruiz de Elvira Prieto, Antonio, Mitología Clásica, Prólogo de Vicente Cristóbal, 3ª edición, Madrid: Editorial Gredos, 2011.

Ovidio, Metamorfosis; texto revisado y traducido por Antonio Ruiz de Elvira, Madrid: CSIC, 1988, 3 vols.

Ovidio, Metamorfosis; traducción de Consuelo Álvarez y Rosa Mª Iglesias, Madrid: Ediciones Cátedra, 1995. 

Para seguir leyendo a Ovidio: Ovidio, Tristezas, I, 3. Texto, traducción y comentarios ...

www.bibliotecagonzalodeberceo.com/berceo/antoninoperez/ovidiotristezas.htm

 

 

Madrid, Final de curso, 2013.

 

 
 

 

 

 

Dédalo e Ícaro.

Una lección laica sobre la libertad, la ciencia, la técnica y la educación

 

Antonino m. pérez rodrÍguez