Biblioteca Gonzalo de Berceo San Miguel y el dragón; capitel románico s. XIII de la iglesia de San Juan de Acre de Navarrete (La Rioja), y hoy en la portada del cementerio del municipio riojano.

 
 

 

El maestro Tomás Navarro Tomás editó hace veinte años, con exacta escrupulosidad, ciento cincuenta diplomas y escrituras notariales, en un libro (1) de utilidad inapreciable para conocer o precisar aspectos lingüísticos e históricos del Pirineo oscense Durante los siglos XIII al XV, recopilación que ha sido parcialmente estudiada por J. Reidy Fritz (2).

Con el número 8, hay en la obra de Navarro Tomás, pp. 8-9, un diploma escrito en Siresa, el cual se conserva en el Libro de la Cadena del Archivo catedralicio de Huesca. Siendo rey de Aragón Don Jaime I el Conquistador, extendió el documento, en la misma iglesia siresense de San Pedro, el notario público de Echo que se llamaba Aznar Jiménez. Está datado el día 20 de agosto de 1266 (3), año entre los supuestos para el fallecimiento de Berceo (1265-1270). Dicha carta es un inventario del tesoro (tresoro lo llama el notario) o bienes que guardaba, en la "sacristanía de la eglesia de Sant Per de Siresa", el racionero y sacristán don García de Sarnés, quien se comprometía formalmente a su custodia y, en caso de pérdida negligente, a la restitución pecuniaria. Este don García debería ser oriundo de Sarnés (4), pueblecito desaparecido hace siglos, y que estaba en el mismo valle de Echo, próximo a la localidad de Embún. Cinco personas le encomendaron la conservación de los bienes eclesiásticos: un don Domingo de don Gil, el alcalde de Echo llamado don Gil, el capellán —también cheso— don Alamán y los racioneros de Siresa don Fertuyno y don Pedro de Laurés.

 

NOTICIAS SOBRE SIRESA

Todos los historiadores están concordes en resaltar la importancia del cenobio siresano durante los siglos medievales (5). Todavía el visitante de Siresa, localidad aledaña a la villa de Echo, puede admirar su iglesia, monumento de extrema sobriedad y de gran sentido estético, uno de los más bellos del arte románico jacetano, cuya fábrica nos ha llegado bastante bien conservada. Su construcción, iniciada a mediados del siglo XI, no se terminaría totalmente hasta el XIII. Es el único resto —ciertamente, el más noble— que nos ha quedado del que fuera famosísimo monasterio de San Pedro, cuyo origen data de la primera mitad del siglo IX.

Al parecer ya existía en Siresa un cenobio en la época visigoda. Lo que se conoce de su historia, se encuentra estrechamente relacionado con la del Condado de Aragón, en su período más antiguo, cuando algunos pequeños propietarios, descendientes de los godos, mantenían cierta independencia respecto a los musulmanes de Huesca y a los francos. Se dice que el monasterio fue fundado el 25 de noviembre del año 833 por el conde Galindo Aznárez I, hijo del esforzado Aznar Galindo (o Aznar Galíndez I), creador del Condado de Aragón (6). La extensión territorial del núcleo originario del Condado no superaba, según Lacarra, los 600 kilómetros cuadrados, es decir, abarcaba el territorio de los Aragonés (Aragonum), limitado a los valles de Echo y de Canfranc, regados respectivamente por los ríos Aragón Subordán y por el Aragón propiamente dicho. Ambos valles, con relativas buenas comunicaciones transpirenaicas, eran excelente refugio en momentos de peligro, ya que sus entradas se hallaban cerradas por estrechos pasos. Corría por el valle de Echo la antigua calzada romana del Bearn, obra extraordinaria de ingeniería romana, que atravesaba los Pirineos por el puerto de Palo (7); iba por el de Canfranc otra vía romana, la de Somport (Summus Portus), posiblemente la más utilizada en los contactos con los francos. A estos dos valles, Lacarra agrega los secundarios e intermedios de Borau, Aísa y Aragüés del Puerto.

El centro espiritual del Condado, carente en los primeros años de una sede episcopal, era el recogido monasterio de Siresa, llamado también en alguna ocasión de San Zacarías, como recuerdo de su primer abad (8). El Condado estaba muy poblado de cenobios: baste recordar el de Navasal, a la entrada del valle de Echo, o el de San Martín de Cercito, en Acumuer, a orillas del río Aurín, cuyos primitivos abades procedían quizá de Siresa.

Testigo elocuente de la importancia de este monasterio Duránte el siglo IX fue el célebre escritor y obispo cordobés Eulogio, quien, con su martirio en el año 859, alcanzaría la santidad. Desde el cenobio navarro de San Salvador de Leire, subió en 848 al de San Pedro de Siresa para visitarlo, donde se quedó maravillado al percatarse de la virtud y ciencia del abad Odoario y del centenar de sus monjes, monasterio que, según las propias palabras del prelado cordobés en una carta a Wilesindo, obispo de Pamplona, "resplandecía en todo Occidente por sus estudios y por el ejercicio de la disciplina regular". De Siresa llevó el santo a la España del Sur obras de Virgilio, Horacio, Juvenal, San Agustín y otros autores, más una preciosa colección de himnos cristianos, títulos inexistentes en Al-Andalus y que fueron acogidos con júbilo por las escuelas mozárabes de Córdoba. Sospecha Lacarra que "tan rica biblioteca sólo podía ser fruto del renacimiento cultural [del Condado de Aragón] en torno a Carlomagno y a su hijo Ludovico Pío". La disciplina regular —añade—, que tanto admiró San Eulogio, sería un reflejo de la restauración monástica emprendida por San Benito de Aniano, consejero de Ludovico Pío y reformador de la obediencia eclesiástica, por lo que Siresa posiblemente fue la vía de penetración religioso-cultural de los monarcas carolingios.

Al restablecimiento de la vida monacal, seguirá la diocesana: en el año 922 se crea un obispado privativo para Aragón, cuya sede no estuvo originariamente en Jaca, sino en Sasabe, en el valle de Borau. Su primer obispo Ferriolo, con jurisdicción sobre todas las tierras del Condado, será un elemento valiosísimo para reforzar la unidad interna de los primeros aragoneses, quienes fundamentalmente eran pastores y pequeños labradores, sin grandes diferencias económicas entre sí (Lacarra).

Los historiadores han destacado la relevancia que en el camino de Santiago tuvo Siresa Duránte los siglos X y XI, compartida por Santa Cristina de Somport. Los peregrinos que venían de Francia, seguían desde Olorón el rio Aspe para atravesar la cadena pirenaica por dos puntos: el puerto de Palo, continuando por el valle cheso del río Aragón Suborden, con obligada detención en el monasterio de Siresa; y el puerto de Somport, con descanso en el hospital de Santa Cristina (hoy Candanchú), para bajar por el valle del río Aragón hasta Jaca. Ambas vías —de recuerdos romanos— se unían en la confluencia de los dos Aragonés en el jacetano Puente la Reina, para proseguir hasta el monasterio de Leire; de aquí iban a Sangüesa, desde donde algunos se desviaban hacia Pamplona, para coincidir en la localidad navarra de Puente la Reina. En los siglos XII y XIII adquiriría más importancia el camino por Roncesvalles, siguiendo el río Irati.

La gran consideración Duránte el siglo X de Siresa —el primer santuario aragonés— aparece reflejada tanto por el gran número de visitantes ilustres como por las donaciones que recibe de reyes, nobles y señores, los cuales continuaban la tradición iniciada por su fundador el conde Galindo Aznárez I, quien en el año 864 le concedió la villa de Echo. El monarca pamplonés Sancho Garcés I, que había incorporado el Condado aragonés a su reino, encontrándose el año 922 en el valle de Echo, confirma los privilegios "desde Oza hasta abajo para el servicio de Dios y de San Pedro". El conde Galindo Aznar II otorga nuevas tierras del valle, a partir de la Foz. En 933 lo visita la animosa reina Tota (viuda de Sancho Garcés I de Pamplona), acompañada de su hijo el futuro rey García Sánchez I, y ambos confirman las gracias dadas con anterioridad. La villa de Javierregay, situada en el valle de Echo, la concede en 971 la reina Doña Endregoto, que tanto había intrigado en las luchas dinásticas del Reino de León a favor de su nieto Sancho I el Craso (956-966); esta reina, como hija del conde aragonés Galindo Aznar II (tatara-nieta, por lo tanto, de Don Aznar, el fundador del Condado), al casarse con el rey pamplonés García Sánchez I (925-970), había aportado como dote el Condado (9). Su hijo Sancho Garcés IT Abarca (970-994) confirma en 978 la donación de unas salinas que había cedido su padre. A finales del siglo X, el rey pamplonés García Sánchez II el Temblón (994-1000) ofrece al santuario siresense la villa de Berdún.

Cuando fallece el gran rey Sancho el Mayor de Navarra (1035), su hijo Ramiro continúa rigiendo los territorios del antiguo Condado, a los que, acrecentándolos considerablemente, les da la estructura de un Estado organizado y erige "una ciudad que sea la capital del Estado —residencia real y sede episcopal al mismo tiempo—, asiento de una pequeña burocracia y de una población artesana y comerciante, allí donde sólo había habido hasta entonces campesinos y guerreros" (Lacarra). La creación de esta capital —Jaca— supondrá una auténtica revolución, tanto en el orden político como en los aspectos social y económico. En ella nace —precisa Lacarra— una sociedad nueva, con nuevas bases jurídicas, que es el fundamento ele un derecho urbano de hombres libres que gozan de un estatuto de libertad personal. El Reino de Aragón había nacido.

En 1063 Ramiro I reúne en Jaca un importante concilio con la finalidad de reorganizar a fondo la diócesis de Aragón, empresa en la que le ayuda su hijo Sancho Ramírez: se restablecen muchas disposiciones de los sagrados cánones y se reforman los principales monasterios del Reino, instalando en algunos, como en el de San Pedro de Siresa, a canónigos regulares de San Agustín. La época áurea de nuestro cenobio tocaba a su fin. Dos hechos, con funestas consecuencias, lo debilitarán: uno sería su tenencia en manos de laicos; otro, el gobierno de la comunidad religiosa por priores y no por abades. Aunque a principios del XII se restableció el abadiazgo, parece ser que éste era sólo una "categoría de prebenda más o menos pingüe" (Durán).

El penúltimo rey de la dinastía jacetana, el conquistador de Zaragoza Alfonso I el Batallador (1104-1134), hijo de Sancho Ramírez y de su segunda esposa Felicia, pasó parte de su infancia y fue educado en Siresa (10), posiblemente bajo el cuidado de su tía carnal Doña Sancha, condesa que desde 1082 hasta 1095, año de su fallecimiento, fue la encomendera del cenobio. No olvidaría Don Alfonso al monasterio que tanto recuerdos tendría para él; así, según un documento otorgado en Astorito en el año 1116, confirmó todas las concesiones y derechos que reyes y condes le habían hecho, y poco después de haber ocupado Zaragoza le confiere la iglesia zaragozana de Santiago. Su hermano Ramiro II el Monje, además de hacer merced en Jaca, en 1134, a los vecinos del valle de Echo, del privilegio de ingenuidad, agració con varias donaciones a Siresa.

En la segunda mitad del XII, se incorpora Siresa a la catedral de Jaca, la cual —al parecer— ya desde 1116 ejercía cierta tutela sobre el monasterio. Avanzado dicho siglo, se convierte definitivamente en priorato, residiendo sus titulares en Jaca; sólo una escasa comunidad de clérigos vivía en el cenobio, y a su cargo estaba la atención espiritual de las iglesias del valle.

La decadencia no sólo material, sino también espiritual, continúa en el XIII, hasta tal punto que, cuando el famoso obispo de Huesca-Jaca Vidal de Canellas lo visitó el 12 de junio de 1252, se quedó tan apesadumbrado por el lamentable estado del monasterio, que le impulsó a restaurarlo. Este prelado, personaje de gran relevancia, era pariente por consanguinidad del Rey Don Jaime el Conquistador, de quien había sido su privado, consejero y fiel acompañante; con él estuvo en el asedio de Valencia, en 1238. Hábil político y excelente componedor de discordias como arbitro sensato e imparcial, se haría célebre entre historiadores y juristas por la compilación del Derecho aragonés. En el propio monasterio siresano escribe una dolorida carta (11), donde manifiesta el deseo de remediar su ruina mediante nuevas concesiones y la fijación de una comunidad, constituida por trece clérigos, entre cuyas obligaciones estaría el cuidado religioso del valle. Consecuente con su afecto hacia Siresa, le deja en su testamento del 12 de octubre de 1252 un legado de quinientos sueldos jaqueses para la adquisición de fincas, con cuyas rentas pudiera vivir la nueva comunidad sin graves preocupaciones. Poco después moriría el buen obispo Vidal de Canellas. Pero ¡qué lejos —no sólo en el tiempo— estaba el monasterio siresense de aquel floreciente que cuatrocientos años atrás conociera el cordobés San Eulogio!

Otros prelados del siglo XIII —Jaime Sarroca o fray Ademar—, siguiendo el ejemplo de Vidal de Canellas, hicieron donaciones y concedieron indulgencias para que los fieles con sus limosnas ayudaran a terminar las obras de reconstrucción.

EL INVENTARIO SIRESENSE

Los bienes —fundamentalmente ornamentos y objetos litúrgicos— que en 1266 componían "todo el tresoro et todas las cosas de la sacristanía de la eglesia de Sant Per de Siresa", y que se ponían en custodesça (12) del racionero y sacristán don García de Sarnés, eran los siguientes:

"syet cidaras, et diez frontales, et catorçe dalmáticas, et cinquanta et tres litteras, et çinquo linçuelos, et vint et nueue capas de seda de coro, et vient sobrepelliços, et siet vestimientes, et quatro casulas, et quinze tapetes, et dotze cabeçals, et quatro calices de plata, et un test, et una cruz de plata, et vn assenserio de plata, et una cruç de la obra de Lymoges, et una cruz de crystayll, et un aventayllo, et un crystayll, et xixanta et dos libros, et otros priuilegios" (N. Tomás, p. 9).

Respetando el mismo orden con que aparecen en el inventario, comentaré las voces y a menudo haré referencias a vocabularios y testimonios medievales, en especial a Berceo, poeta coetáneo del documento cheso, quien ayudará a precisar o aclarar algunas voces.

1. Syet cidaras. Reidy, p. 128, identifica cidara con 'cítara'; de aceptarse esta interpretación, se trataría de un semicultismo derivado de c í t h a r a, con sonorización de la oclusiva sorda intervocálica. No he encontrado cidara en la bibliografía consultada, pero sí la voz popular cedra 'cítara, cierto instrumento músico de cuerda' en Berceo, Duelo, 176, y en el anónimo Libro de Alexandre, 1383c (A. Castro, RFE, V, 36); utiliza Berceo SDom., 701b, el término sufijado çedrero 'citarista', aplicándolo a un caballero que no era "joglar nin çedrero". Estas formas con e, en lugar de i, se basan en la variante cǐtĕra del latín vulgar, documentada por el Appendix Probi en vez de la culta c ǐ t h ă r a (DCELC). Otros nombres medievales de este instrumento —fundamentalmente pastoril— son çitola, çítula, también en Berceo, SMillán, 7b, y además en el Libro de Buen Amor, 1213d, 1516c (Lanchetas (13), Cejador (14), Oelschäger; Tent.); asimismo çítula en Fernán González, 682; un juglar de Alfonso el Sabio se apodaba Citóla, voz que se encuentra en Juan de Mena (DCELC). Berceo, SMillán, 7b, usó también el cultismo çítara (Lanchetas; Tent.). Más datos en Oreste Macrí, RFE, XL, 131, 134, 137, y sobre todo en DCELC para los derivados del grecismo latino c ǐ t h ă r a.

Pese a su semejanza fónica, no parece aconsejable identificar el cidara siresense con cítara, aunque este instrumento —empleadísimo por los juglares— pudiera acompañar al coro de la capilla musical de las iglesias, según reflejan miniaturas y capiteles románicos, como el del rey David y sus músicos, capitel que figura en el atrio meridional de la catedral de Jaca. Independientemente de que en inventarios eclesiásticos no abundan útiles músicos, salvo en ocasiones alguna campanilla (15), aparece cidara en primer lugar en la relación siresana —indicio de su posible relevancia— y va seguido por los nombres de diez piezas textiles, importantes todas en el ámbito religioso, de donde se infiere que debe referirse a algún tejido o tela como la acitara (con acentuación paroxítona), palabra que en la Edad Media significaba 'velo, cortina, tapiz', sentidos que además del general 'lo que oculta algo a sus miradas' tiene el étimo árabe assităra, derivado a su vez de s á t a r 'cubrir' (Dozy-Engelmann (16), p. 38; DHist. (17), p. 442; DCELC). El cheso cidara es, pues, variante de acitara, con aféresis y anómala sonorización de la -t- intervocálica.

Gómez Moreno (18), p. 334, entre otros nombres procedentes de distintas etimologías, recoge acitara y cithara, destacando la importancia que, Duránte los siglos IX al XI, tenían estos velos o cortinas "con que se ocultaba el santuario, ya fuese Duránte una parte de la liturgia, como aún se acostumbra en Oriente; ya en los tiempos penitenciales, de lo que son reminiscencia nuestros velos de cuaresma; ya fuera de las horas litúrgicas, permitiendo esta incomunicación dar empleo con cierta libertad a la parte de iglesia reservada a los laicos, donde consta que efectivamente se celebraban asambleas populares y juicios, dormían los caminantes, etc." (pp. 332-333). Añade que solían colocarse ante el arco de la capilla mayor, y se subían y bajaban mediante poleas. Podían ser de seda o de lino, de color morado o verde y, al menos Duránte los siglos IX al XI, no era raro que los más ricos llevasen bordados con oro y plata.

Otros dos inventarios de la colección altoaragonesa, que se refieren a la iglesia de San Pedro el Viejo, de Huesca, atestiguan también la existencia de unos velos, a los que se les llama cortinas: año 1278, ".i. cortina, et .i. frontal"; año 1360, ".viii. trapos negros de cobrir los altares, vna cortina que esta deran [por deván 'delante'] san Per, otra cortina nel crocificio' (N. Tomás, pp. 68, 176). Ya desde el siglo IX, según el DHist., p. 442, se acusa acitara 'velo, cortina, paño de ornamento', con variantes medievales, açitara, azitara, acithara, acitara (acentuación esdrújula por influjo de citara 'instrumento músico'), azatara: Oviedo, año 812 ("dono eiam frontales, pallas, acitaras auro textas"); Covarrubias, 1112 ("I acitara et I casulla et I baso de plata"); Bugedo, Burgos, 1244 ("e dado [...] al altar de Sancta María III acitaras por a encortinar"); literariamente en Alfonso el Sabio, General Estoria ("Mandó toller de los tiemplos [...] las acitaras e las cortinas que estauan y colgadas" 3596, 11). Castro (19), RFE, VIII, 14, recoge también ejemplos del uso de la acitara 'velo o cortina rica que se ponía ante los altares'; entre otros, menciona el del ms. escurialense de la Biblia: "Moje el saçerdote su dedo en la sangre o destelle de la sangre siete vezes antel sennor, delante el acitara del santuario", y el de un inventario de la catedral de Salamanca, del año 1275: "treynta e tres acitaras entre buenas e malas" (20).

Berceo, en la descripción del altar de la Virgen profanado por los ladrones (Milagro 25, "La iglesia robada", 880), cita un velo, al que llama impla, voz emparentada con el galicismo grímpola (DCELC). La imagen

Tenié en la cabeza         corona muy onrrada,

de suso una impla,         blanca e muy delgada,

a diestro e siniestro             la tenié bien colgada,

asmaron de tollérgela       mas non ganaron nada.

Pocos versos después, curiosamente el poeta lo denomina con el sinónimo toca. Distingue en otro lugar (Milagro 14, "La imagen respetada por el incendio", 320a, b) entre impla y cortina:

Tenié rica corona        como rica reina,

de suso rica impla       en logar de cortina.

Un inventario de la iglesia parroquial de Épila (Zaragoza) diferenciaba también, en 1330, belo y cortina: "Un belo de lino que esta delant el altar [...], dos cortinas figuradas" (BRAE, II, 549).

El adjetivo numeral syet (con grafía siet en otros diplomas alto-aragoneses) es la forma apocopada habitual en el navarro-aragonés de la Edad Media (21); un anómalo seyete aparece en un testamento de Santa Cilia, ayuntamiento de Panzano, partido de Huesca, del año 1306: "mis seyete dias, que sian feytos hondradamente" (N. Tomás, p. 129).

2. Diez frontales. Con plural no específicamente aragonés -Is. Dos veces se halla frontal en un documento de 1278, de Huesca: ".i. cortina, et .i. frontal, et unas touayllas brescadas ['toallas de tela en relieve como un panal'], uiellas [...], et .i. frontal de quarayeyesma, et .i. vestiment blanco" (N. Tomás, pp. 68, 69). Así también en inventarios zaragozanos del XIV y XV (Pottier (22), p. 157). La palabra frontal 'paramento de metal, sedas u otra materia con que se adorna la parte delantera de la mesa del altar' ya se atestigua, según Oelschläger, en 1112, en un diploma castellano de Covarrubias ("XI frontales de altare"), en otro de Toledo de 1161 ("el frontal del altar"); literariamente, en Berceo, Mil., 323a: "Ardieron los armarios e todos los frontales" (Lanchetas, Oelschäger; Tent.).

Gómez Moreno, p. 334, cita ejemplos de la voz en inventarios escritos en latín, de los años 922?, 927, 938 y 1042, y señala que había frontales de oro y plata con pedrería, inaugurados en San Isidoro de León, bajo el reinado de Fernando I. Los documentos de la colección altoaragonesa son más parcos en detalles que los zaragozanos del XIV y XV: parroquia de Épila, año 1330, "un frontal obrado de seda con dos bendas d'albaneca ['albanega']" (BRAE, II, 549); parroquia de Santa María de la Magdalena, de 1411: "Un frontal forado de blanco con flequas ['flecos'], con figuras de Cruxifixo et Sant Pedro et San Paulo" (BRAE, IV, 531); cofradía de Todos los Santos, sita en la catedral de La Seo, del año 1493: "frontal con las armas de Nogueras, et con hun titol de letras de filo de oro, que dize: orate pro nobis omnes Sancti Dei" (BRAE, IX, 263).

El numeral diez se repite en otros cuatro documentos de la misma colección; con grafía dieç en seis, y una sola vez dietz en Jaca, año 1312. Con diptongo ia se testimonia diaç en Huerta de Vero, part. de Barbastro, año 1279; diatz en Huesca, 1274; diaz en Sardas, part. de Jaca, 1344.

3. Catorçe dalmáticas. No recoge Reidy esta palabra para el siresano, ni tampoco la registra en el documento 45 de la iglesia oscense de Sancti Spíritus, año 1278 (".i. dalmática gran, et otra chica"), ni en el doc. 120 de Panzano, part. de Huesca, de 1360 (",in, dalmáticas verdes [...], dos dalmáticas negras"), que se leen en N. Tomás, pp. 176. En cambio, Reidy la refiere al doc. 137, que corresponde a unos bandos publicados en Jaca en 1427 (N. Tomás, pp. 200-201), pero no encuentro la voz en este diploma.

El cultismo dalmática 'cierta vestidura sagrada que se pone encima del alba' procede del latín tardío dalmática vestís, propiamente 'túnica de los dálmatas' (DCELC). Aunque ya figura dalmática vestís en San Isidoro, eran más frecuentes Duránte la Edad Media las formas adamática (Sahagún 1025), almádiga (Covarrubias 1112), dealmádigas (Castilla 1112) (23). Berceo, SDom., utiliza almática (24): "Con almáticas blancas de finos ojolatones" 232a, "Vistié una almática más blanca que la toca" 681d. Menciona Pottier, p. 97, las variantes zaragozanas almatigua (años 1390 y 1411) y balmatica (1330), forma que la explica por error del escribano bajo el influjo de baldaquí 'clase de brocado': "una balmatica de seda, et III balmaticas de baldaqui". Algunas de ellas eran valiosas, como las de la parroquia zaragozana de Santa Cruz, del año 1390: "Dos almatiguas de panyo de oro con atoques ['adornos'] verdes et con floquas vermellas et amariellas" (BRAE, IV, 519); o las de la Magdalena, de 1411: "Dos almatiguas de panyo de maromat ['paño lujoso trenzado'] sines foradura, sanas, viellas" (BRAE, IV, 531).

Siresa, con catorce dalmáticas y sólo cuatro casullas, discrepa de la costumbre española de los siglos IX al XI, en los que eran más abundantes las casullas, no pasando las dalmáticas de una o dos en cada iglesia (Gómez-Moreno, p. 336).

Respecto al numeral catorçe, con grafía quatorçe se lee en un documento de Banastón, part. de Boltaña, del año 1359; con la de quatorze, en otro de Jaca, de 1412 (N. Tomás, pp. 174, 195).

4. Cinquanta et tres litteras. Identifica Reidy, p. 193, el término littera con 'litera', 'silla'; pero como figura junto a nombres de diversas prendas y está en consonancia con acepciones del aragonés antiguo y moderno, que a su vez coinciden con la del español lichera 'en algunas partes manta o cobertor' (DRAE), la voz siresana tiene el claro significado de 'cubrecama, manta', igual que en otros documentos de la colección altoaragonesa: Panzano, part. de Huesca, año 1360, "Leyto de tablas, con vn almadrac ['colchón'] biello, .1. trauesero ['almohada grande'], ,n. literas..., vn par de linçols medio rotos" (N. Tomás, p. 176); un cabo jacetano, según el doc. 138, rendía cuentas a la ciudad pirenaica el 26 de marzo de 1430: "me deue conte[n]tar la ciudat vnas toualyas ['toallas'], .i. litera, ,i. saco que ronpieron hellyos" (N. Tomás, p. 202); Jaca, 1435: "hun almadrach, vna bella cozna (25), dos traueseros, hun par de lincuelos, huna liytera, hun sobreleyto, huna cortina de lienço al derredor del leyto [...], hun trauessero, dos lincuelos, vna liytera et hun sobreleyto" (N. Tomás, p. 205). El término leito, tan abundante en aragonés y navarro de la Edad Media, ocurre también en otros documentos de esta colección.

Oelschäger recoge litera en un diploma oscense de 1196 sin darle ninguna acepción; la misma palabra se halla en un documento aragonés de Alagón-Gallur, de 1292, año en que bajo la variante litora aparece en otro de Zaragoza, formas a las que Gual (26), p. 351, atribuye acertadamente el valor de 'cobertor' o 'sábana'. Los inventarios zaragozanos del XIV y XV testimonian repetidas veces litera, literas (plural literes en 1402), leytera (1487) y el castellanismo lichera (1497); para Pottier, p. 171, significan "couverture de lit", y para Alvar, Textos (27), p. 852, 'colcha'. Con dudas, Savall y Penen, 197, aplican al aragonés antiguo litera el valor de 'lichera'. Un notario zaragozano diferenciaba en 1397 literas de cobertores: "VI literas et dos cobertores de lana, vermellos" (BRAE, IV, 219). El problema de exacta identificación de esta ropa de cama es antiguo, como bien comenta Gómez-Moreno, pp. 343-344, refiriéndose a documentos del IX al XI: "La lectuaria, liteira o superlectile, o sea ropa de cama, ofrece muchas dificultades para ser definida. Recuérdese que san Isidoro prescribía que la cama de sus monjes había de componerse de estera, tapete, dos zaleas, manta, tohalla? [sic] y dos almohadas".

Independientemente de que litera como cierto mueble sólo comienza a aparecer en 1600 (DCELC), el sentido de 'manta, cobertor', normal en aragonés antiguo, es evidente en estos dos ejemplos de una relación zaragozana de 1397: "Un Ieyto encaxado con un almadrach, dos linçuelos ['sábanas'], una litera, un travessero [...]. Una camenya ['catre'] encaxada, con un almadrach, dos linçuelos, una litera et un travessero" (BRAE, IV, 221). Las literas de estos inventarios zaragozanos solían ser en su mayoría de lana cardada y rara vez "de alcotón" o "de borra". En una ocasión, el escribano anotó en 1369 "huna litera ruana" (BRAE, II, 709), ejemplo que recoge el DCELC, IV, 38, donde Corominas, además de relacionar el supuesto significado de 'parihuelas' para ese litera con los del francés bayart y catalán baiard 'litera, parihuelas', vincula cautamente el adjetivo ruana con ruano 'rojizo', igual que hace Pottier, p. 200. Pero como la litera ruana aparece en el documento zaragozano junto a otra prenda de cama (28), como una de las denominaciones actuales aragonesas de las 'parihuelas, angarillas' es balluarte, bollarte, boyarte (29) y nunca litera (vid. más abajo), y como los inventarios zaragozanos emplean vermello para el color rojizo de las literas o mantas, parece más convincente asociar ruana con la ciudad normanda de Rúan, cuyos paños ya eran conocidos en la España del siglo XIII: se mencionan unos pannos de Roan en las Cortes de Jerez de 1268 y en unos Aranceles santanderinos de dicha centuria, según anota el mismo DCELC, IV, 76, ciudad francesa a la que se le debe el español moderno ruana 'tejido de lana', 'manta raída' y en Colombia y Venezuela 'especie de capote o poncho' (DRAE). Las literas zaragozanas del XIV y XV acostumbraban ser blancas, aunque abundaban las que tenían listas "vermellas" o "negras", listas de dos colores ("vermellas e amariellas", "negras e vermellas", "vermellas e cárdenas", "blancas et cárdenas", "morenas e amariellas"), y una, de 1378, con tres, que eran "listas morenas, amariellas et vermellas" (BRAE, IV, 214).

Las formas medievales persisten en las hablas altoaragonesas: leitera en Panticosa 'sábana de lana para la cama', Lanuza 'sábana en que se avienta el trigo', lichero (con fonema palatal castellano) en Echo y Aragüés del Puerto 'sábana con que se cubren las fajinas en la era, en que se avienta' (Kuhn (30), pp. 16, 228), leitera en Sallent de Gállego, Panticosa y Torla 'sábana, mandil' (Andolz (31), s. v.).

Oelschäger anota también 'ropa de cama' para los cultismos leoneses lectuaria (León, 922), lictaria (Sahagún, 970) y litarlo (Sahagún, 922). Todos responden a la etimología lect(u)aria, -u del latín lĕctu 'cama'.

Deben corregirse igualmente las acepciones mencionadas arriba de 'litera', 'silla' (32) que Reidy aplica sin distinción a litera de otros documentos de Navarro Tomás: Huesca, año 1272: "con siradas las cartas del guadanyerio de la eredat de Preuedro, et con sirado el poder del donador, et con siradas las literas qe fueron feitas de nant maestre Aldebet" (N. Tomás, p. 29), donde el contexto aconseja para el crudo latinismo litera el sentido de 'carta', 'escritura'; letras con el significado de 'carta misiva' se atestigua en el Alexandre, 735a, 741a, y Nebrija todavía admitía el singular con esa acepción (DCELC).

En cuanto al numeral cinquanta, con la terminación específica aragonesa -anta, es usual hasta el siglo XV inclusive, y no desconocida en navarro, aunque aquí alterna con cinquoanta, forma que ocasionalmente puede aparecer también en Aragón (33); hay testimonios literarios de ginquanta en Apolonio, 397c, y Juan Ruiz, 1648b (Tent.); M. Sanchis Guarner, RFE, XXXIII, 35, la anotó en Aguaviva.

5. Çinquo linçúelos. Para Reidy, linçuelo significa 'tela de lino, lienzo', valor demasiado general que hay que limitar al de 'cierta ropa de cama', como se deduce por el lugar que ocupa la voz en el inventario de Siresa, inmediatamente detrás de litera 'cubrecama, manta', y en otros textos que, bajo las formas lincuelo y linçol, han sido citados en el número anterior; añádase esta otra referencia del año 1317, según el documento 98 redactado en Jaca: "quando el recebio lacasa fincaron en el colxas et trauesseros et lincuelos et toallas et barrados et otras ropas aquantia de .v. leytos en susso" (N. Tomás, p. 140).

La palabra siresense puede también referirse a 'sábanas', aunque no deja de sorprender que en un monasterio sólo existieran cinco unidades de esa prenda de cama frente a 53 mantas, dificultad salvable si se piensa que el uso de las sábanas supondría cierto refinamiento, poco conforme con la austera vida de los monjes, quienes acaso se acostarían vestidos. De todos modos, G. Ollé da la acepción de 'sábanas' para unos linzuelos de un documento navarro del año 1310. y Alvar, Textos, p. 381, la de 'piezas de lino' para "tres lançoelos sanos" de un inventario zaragozano de 1402, escrito lencuelos pocas líneas después. La forma aragonesa más corriente en el XIV y XV era linçuelo, que Pottier, p. 170, define como 'tela', 'pedazo de tela', lingüista que registra también las variantes lançoelo, lençuelo (año 1402) y lançuelo (1426). Añádanse con grafema c la forma lincuelo (Í365) y con z, en tres inventarios de 1362, linzuelo, escrito linzuello en 1369; con sufijo aumentativo, linçolaz en 1469: "Un cabeçal de lana buena, blanco. Un linçolaz de canyamat de sobre la palla" (BRAE, IX, 121).

La mayoría de estas sábanas zaragozanas era "de lino" o "de cierro de lino"; algunas —de calidad inferior— "entre estopa e lino", de estopa (año 1380, "Dos linçuelos grosos d´estopa", BRAE, II, 556) y rara vez de cáñamo (1369, "Dos linçuelos de cierro de canyamo", BRAE, II, 709) o de cañamat 'estopa de cáñamo'. Las más valiosas serían las originarias de Cataluña, Champaña y Vitré (34): año 1362, "Un linzuelo del lienço de Catalunya, camenyal" (BRAE, III, 224); 1426, "Hun par de lançuelos de Champayna" (BRAE, VI, 738); 1469, "Un par de linçuelos de bitre, de cada tres tercias. Un troç de pieça de bitre verde", que habían pertenecido al prior de Roda, gran señor aragonés (BRAE, IX, 121). Abundaban las sábanas hechas con tres ternas (terna 'trozo de tela cosido por su orilla a otro igual'): año 1373, "Un par de linçuelos primos ['finos, primorosos'] de lino con listas de seda vermella por medio, de cada tres ternas, en vint e quatro sueldos" (BRAE, IV, 347-348); 1497, "un par de linçuelos de tela de cada tres ternas, ya tenidos ['usados']" (BRAE, II, 90). Eran frecuentes sábanas más pequeñas, llamadas cameñales, que se destinaban a las cameñas 'catres': año 1354, "IIII linçuelos camenyales" (BRAE, II, 707); 1379, "Un par de linçuelos, viellos, rotos, camenyales, de lienço de Cataluenya" (BRAE, II, 710), Aparece una sola vez la medida tercia, en las mencionadas sábanas de Vitré, pero debe de ser error por terna. En tres ocasiones se tasa el precio, que oscila entre ocho y veinticuatro sueldos por ambas piezas: 1373: "Dos linçuelos de canyamo, viellos, en hueyto sueldos";1365, "Hun litiçuelo de lino fue estimado nueu solidos" (BRAE, II, 347, 212); en 1373, aquellos "lincuelos primos" con "listas de seda vermella por medio", que se valoraron en veinticuatro.

Para Tilander, Vidal, p. 178, linçuelo es lienzo'; no sé si aciertan Savall y Penen, I, p. 196, al dar a lençuelo y linçuelo los sentidos de 'servilleta', 'toalleja'. La voz lençuelo se recoge, literariamente, en 1201 en la Disputa del Alma y el Cuerpo, 5, así como en Berceo, Duelo, 53b (Oelschäger); el valor de 'mortaja, sudario' consta en el Apolonlo 343c (Tent.) y en Egipciaca, 1363 (35) < lǐnteŏlu (Hanssen, Gram. hist., §§ 42, 75, 287; DEEH 3902).

Son escasas las referencias a linteos de lino 'sábanas' en documentos medievales al IX al XI, pues "el poco valor de estas telas, producto del país y usual materia de tributación, justificará que no se las inventariase generalmente" (Gómez-Moreno, p. 345),

En las hablas altoaragonesas de Ansó, Berdún, Linas, Torla y Fiscal, más en la bajoaragonesa de Iglesuela del Cid, vive linzuelo aplicado a la 'sábana, especialmente a la que se emplea en la faena de la trilla', y en la turolense de Alloza al 'tendal' (36), significados que guardan estrecha correspondencia con el del esp. lenzuelo 'pieza de lienzo fuerte, del tamaño de la sábana, con un cordón o trenza de pezuelo en cada extremo, que se emplea en las faenas de la trilla para llevar la paja y para otros usos' (DRAE); también en Ansó llaman linzuelo a la 'sábana de amortajar' y en Otín al 'cobertor' (Andolz), en alavés a la 'sábana' (37). Se encuentra en sardo el hispanismo lanzólu 'sábana' (Wagner, RFE, IX, 259).

El mencionado linçol del documento 120 (año 1360) aparece ya en un diploma de Huesca, de 1195, al que con reservas Oelschäger le da el significado de 'vestido'; vuelve a encontrarse en un texto aragonés del siglo XII ("una cortina de lino et I linçol", Alvar, Textos, p. 367); con la acepción de 'sábana' hoy se halla linzol en Azaila, llinsol en Ribagorza (38) y Tamarite de Litera (Andolz), llensol en puntos orientales de Huesca y en el turolense de Valderrobres (ALEAr), en consonancia con el cat. llençol y prov. lensol.

La u del numeral çinquo es mera grafía sin valor fonológico, forma que se repite cuatro veces en otros tantos documentos de la colección (Reidy); así también en textos aragoneses y especialmente navarros (39).

6. Vint et nueuc capas de seda de coro. Número bastante respetable en comparación a sólo "vna capa negra" que atestigua en 1360, casi un siglo más tarde, el inventario de la importante iglesia oscense de San Pedro el Viejo (N. Tomás, p. 176). La voz capa 'capa, ropa larga y suelta sin mangas', derivada del latín tardío cappa (que, a su vez, es de origen desconocido, DCELC), aparece ya en el año 952, en un documento de León (Oelschäger) y posteriormente en textos aragoneses y navarros (Tilander, Vidal, p. 47, y FNovenera, p. 130); figura en la literatura medieval: Cid, 1989 ("tanta buena capa e mantos e pelliçones"), Berceo, SDomingo, 23b ("Su cayado en mano, con su capa uellada") y Libro de Buen Amor, 18c ("Como so mala capa yaze buen bevedor") (40).

El empleo de las capas en la iglesia española no se divulgó hasta el siglo XI (Gómez-Moreno, p. 337). Escasea su nombre en los inventarios zaragozanos: iglesia parroquial de Épila, año 1330, "una capa prieta" (BRAE, II, 549), donde prieta es 'negra o muy oscura'. Si aparece, es destacando casi siempre la riqueza del tejido, sus dibujos e imágenes decorativas: parroquia de la Magdalena, año 1411, "Una capa de seda amariella con flores, forada de cárdeno, et en el capiello la ymagen de la Magdalena et el Rector de Torla genollado ['arrodillado']. Otra capa de oro, blanca, con armas del Almunia en el capillo, con un botón de oro" (BRAE, IV, 530); iglesia de San Lorenzo, año 1426, "Huna capa de carmesi con su sobrevesta de lienço, con su fresadura ['galón'] de oro, con Sant Lorent en la capilla" (BRAE, VI, 744).

Para el vocablo seda y el cultismo coro, vid. DCELC.

La forma vint, sin disimilación vocálica (de v ī g ǐ n ti), es la más frecuente en los documentos de esta colección: figura doce veces (41) frente a un vient (en el mismo inventario siresano) y a otro vinte sin apocopar (Ansó, año 1370). Duránte los siglos XIII y XIV, e incluso en los primeros años del XV, es corriente vint en textos aragoneses y navarros (42); pervive en las hablas de Aguaviva (Sanchis Guarner, RFE, XXXIII, 26, 48) y Benasque (Ballarín, Andolz), con fácil apoyo en el cat. vint. El antiguo ansotano vinte del diploma de 1370, sin apócope, se lee en el Yúçuf, Fuero Juzgo y en textos del Occidente peninsular (43).

7. Vient sobrepelliços. Así también en un diploma de 1278, de Huesca: ".iii. sobrepelliços" (N. Tomás, p. 68). Registra esta voz Reidy con la acertada significación de 'sobrepelliz', término para el cual da el DRAE la definición de 'vestidura blanca de lienzo fino, con mangas perdidas o muy anchas, que llevan sobre la sotana los eclesiásticos, y aun los legos que sirven en las funciones de iglesia, y que llega desde el hombro hasta la cintura poco más o menos'. Coexistieron en la Edad Media sobrepelliza, sobrepelliza y sobrepelliz < s ŭ p e r - p ĕ lli cĭ a, -u, M. Pidal, Cid, II, pp. 855-856; la forma femenina en el Cid, 1582 ("sobrepelliças vestidas") (44) y en un documento burgalés de 1292, citado por M. Pidal. Un inventario zaragozano de 1300 ofrece el plural sobrepellices, y otro de 1362 el singular sobrepelliz (BRAE, II, 550; III, 91). Para la ç sorda, cons DCELC, III, 782, y M. Pidal, Gram. hist., § 53.4.

El numeral vient, que llega hasta el siglo XIV. parece proceder de v ī g ĭ n t e, "sin final larga para que no se produzca la inflexión de la ĭ acentuada" (Alvar, Dial, arag, P- 210).

8. Siet vestimientes. Para el diccionario académico, vestimento es voz anticuada, que se usaba más en plural con la acepción de 'vestidura del sacerdote para el culto divino', significado que todavía posee vestimentas y vestiduras. Las variantes medievales fluctúan tanto en las terminaciones como en el diptongo. La colección altoaragonesa sólo registra un caso más con diptongo, pero con forma femenina -mianta, en una donación hecha en Huesca, en 1268: "sosteniando la dita capialla de vestimianta, missas et de lumera quando mester sera" (N. Tomás, p. 15), en donde la voz pudiera aludir a 'ornamentos del altar, como manteles, frontal, etc.', lo mismo que un uestimentes (sin diptongo) de un testamento redactado, en 1276, en Sangarrén, part. de Huesca (45). Posteriormente, repetidas veces se lee vestiment referido a una 'vestidura del sacerdote': Huesca 1278 y 1360, Jaca 1363 (46).

Todas estas formas (que recoge Reidy, p. 277, con el único valor genérico de 'vestido') tienen amplias citas históricas, en las que predomina el morfema adiptongado (47): navarro uestimenta 'vestidura sacerdotal de ceremonia' (Tilander, FNovenera, p. 223, editor que recuerda la voz catalana vestiment 'prenda con que se revisten los sacerdotes para decir misa: alba, amito, cíngulo, casulla, etc.'), vestiment (48), Pamplona 1400 vestimentes 'vestimentas, vestiduras' (G. Ollé); documento castellano de Covarrubias, de 1112, bestimento, como en la Disputa del Alma y el Cuerpo (Oelschäger). Berceo, Milagros, 878b, emplea vestimentas, uestimientas 'vestiduras de los sacerdotes' (Oelschäger, Lanchetas; Tent.):

Despojaron las sábanas       qe cubrién el altar,

libros e vestimentas         con qe solién cantar.

Así también en Sacrif., 31a. Figura vestimentes 'vestidos, trajes' en Santa María Egipciaca, 233:

Contar vos e de los sus vestimentes

e de los guarnimentes

junto a vestimiento ("Non abié otro vestimiento", 956), formas señaladas por Cejador, p. 405, y estudiadas por Alvar, Egipciaca, s. v., quien además menciona vestimenta en Lucanor, 132,28.

Los inventarios zaragozanos del XIV y XV proporcionan vestimenta, vestiment y bestimento, con detalles sobre estas vestiduras eclesiásticas: parroquia de Santa Cruz, año 1390, "Una vestimenta de lienço negro, con cruc blanca, forrada de lienço cárdeno, con todo su arnés ['complemento'] de dezir misa [...']. Un vestiment de lienço blanco, todo su arnés, con cruces cárdenas. Un vestiment de seda, con todo arnés, con listas de diversas colores, con foradura blanca de lienço" (BRAE, IV, 519); cofradía de Todos los Santos, situada en La Seo, año 1493: "Dos bestimentos, el uno biexo, texido de colores, cárdeno y blanquo, con su estolla y manipulo de la mesma color y obra, el otro vestiment de fustán blanquo vergado ['con bandas o tiras'], nuevo, guarnido de tela negra, et en la cara guarnido con su cruz de listón de grana, con cordón blanquo por medio" (BRAE, IX, 262).

Pervive vestimiento 'vestimenta' en el asturiano de Colunga (DCELC).

Para siet, vid. número 1.

9. Quatro casulas. Con grafía I equivalente al fonema palatal /l/. Reidy, p. 126, olvida indicar que por dos veces vuelve a repetirse la misma palabra en una escritura oscense del año 1278: ".i. vestiment conpliclo conso casula de seda [...], .i. casula de alcotón" (N. Tomás, pp. 68, 69). Se atestigua casulas en un documento de las Cortes de 1050? (DCELC) y en otro de Covarrubias, de 1112 (Oelschäger). Literariamente en Berceo, Santa Oria, 58a ("Todos vestién casullas de preciosas colores") y, sobre todo, en el milagro primero "La casulla de San Ildefonso", donde aparece en cuatro ocasiones: "dioli una casulla sin aguja cosida" 60b, "cassulla con qe cantes, preciosa de verdat" 62c, "demandó la cassulla qel dio el Criador" 68b, "mandó a los ministros la casulla traer" 71a (Lanchetas, Oelschäger; Tent.).

No eran muchas las cuatro casullas de que disponían los sacerdotes siresanos (vid. número 3), aunque un siglo más tarde no salían mejor parados, con sólo tres, los de San Pedro el Viejo, de Huesca. Duránte los siglos IX al XI abundaban más las de lino que las de lana y de algodón, siendo más apreciadas las de seda por su riqueza y variedad de colores (Gómez-Moreno, p. 336). Frente a la relativa pobreza de unas casullas que, en 1330, se inventariaron en la parroquia de Épila (49), sobresalían en 1368 por su magnificencia cuatro zaragozanas: "Una casulla de panyo d'oro a bandas, los fullages ['dibujos de adorno'] vermellos, cárdenos et verdes, et a listas de seda morena, forrada de tafatan morada et maniplo. Otra casulla de panyo d'oro, el campo morado et los grifies ['grifos'] et fullages d'oro. Otra casulla vermella de panyo d'oro obrado a águilas et pinias, et forrada de tafatan amariello. Otra casulla de panyo d'oro, el campo vermello, los grifies d'oro con las cabeças de seda, et forrada de lienço amariello" (BRAE, IV, 212). Varias, pertenecientes en 1390 a la iglesia parroquial zaragozana de Santa Cruz, estaban hechas con paños de oro, de cendal o de seda, ornamentadas algunas con imágenes (BRAE, IV, 519, 520). Riquísimas eran cuatro que, en 1411, poseía la parroquia de la Magdalena; el notario describía del siguiente modo dos de ellas: "Una casulla e almatiguas de vellut bermello, foradas de lienço cárdeno, et la casulla con armas de Cerdan et de Lisen [...]. Una casulla de seda morada con listas d'oro, de la ymagen de Sant Tomas, con dos botones de argent bresquados ['en relieve'?]" (BRAE, IV, 530, 531).

La forma etimológica casubla (del bajo latín casubla 'vestidura eclesiástica provista de capucho', con influjo de cuculla 'capa provista de capucho', DCELC) se encuentra tres veces en un inventario de la iglesia oscense de San Pedro el Viejo, del año 1360: "la casubla del rey don Remiro", que se refiere a la de Ramiro II el Monje; "casubla de fil doro", "vna casubla negra" (N. Tomás, p. 176). Comp. galorrománico casubla (en textos merovingios), francés chasuble y occitano ant. casibla, citados por Corominas.

10. Quinze tapetes. La palabra tapete, procedente del grecismo latino tapete 'alfombra', 'tapiz (para recubrir toda clase de cosas)', significaba en la Edad Media unas veces 'alfombra (para un estrado)', otras 'tapete, cubierta de mesa' y, en alguna ocasión, 'cierta clase de paño de vestir'. Reidy le da la acepción de 'tapete', sin ninguna connotación especial. No es seguro el valor que tiene aquí: por encontrarse la voz en una relación de determinadas prendas, podría designar un ornamento sagrado como el 'tapete de los altares'; pero, al seguirle en esa lista la palabra cabezal 'almohada', quizá significara 'alfombra', sobre la que los fatigados viandantes y peregrinos se acostarían para descansar (50), o 'cobertor, manta o cobertura de abrigo para la cama', muy necesaria con el fin de protegerse de un clima tan extremadamente frío como el de Siresa, sentido que guardaría identidad semántica con los tapetes 'ciertas prendas de cama, distintas a las mantas' de inventarios del IX al XI (Gómez-Moreno, p. 344).

Oelschäger cita tapete 'cobertor' en diplomas de León, de los años 908 y 976, y de Sahagún, de 1076, que puede ser crudo latinismo (DCELC). Alvar, Textos, p, 367, recoge un aragonés tapit 'tapete' del siglo XII, en conexión con el occitano y catalán tapit 'alfombra'. Los inventarios zaragozanos proporcionan muchísimas veces, desde 1362, tapet(e) 'alfombra', 'cubierta de mesa', 'un paño de vestir' (Pottier, p. 207). La última acepción es en ellos la más corriente: año 1362, "Dos pedaços de tapetes" (BRAE, III, 224); 1487, "Otro gibon ['jubón'] de panyo con medias mangas y collar de tapet negro [,..']. Otro brial de tapet negro. Un ropón de tapet negro" (BRAE, IX, 123); así también en una relación de efectos pertenecientes a los judíos expulsados en 1492: "Otro panyo de brocado negro con atoques ['ciertos adornos'] de tapete verde, enforado de tela verde" (BRAE, III, 364), y en varios inventarios de 1497: "Otro jubón de tapet negro, ya tenido. Otro jubón de tapet morado escuro" (BRAE, II, 87), "Un tavardo de panyo negro valenciano riuetado de tapet negro. Un mongil ['vestidura de monje"?] de tapet negro, ya viexo" (BRAE, II, 91). No está claro el significado exacto de "dos tapetes nuevos" (1378), intercalados entre un travesero 'almohada grande' y unos bancales 'paños que cubren un mueble o alguna cosa' (BRAE, IV, 217), como tampoco el de la forma femenina "una tapeta pintada", del año 1374, a la que Alvar, Textos, p. 886, da el valor general de 'tapete', que cuadraría bien en su connotación de 'cubierta', por ir en el texto precedida inmediatamente de "un coffre encerado".

El plural tapedes 'alfombras' se encuentra en el Alexandre, 301c y 19596 (DCELC). Parece que es una 'alfombra' el tapete del Libro de Buen Amor, 1400c ("que le vio con su señora jugar en el tapete"), al que Cejador, p. 381, y Tent. le aplican la polisemia de 'tapiz', 'alfombra', 'tela'; es una 'clase de paño' en Baena ("non vysten tapetes velludos", Cejador). El sentido de 'alfombra' todavía persiste en Juan de Valdés (DCELC), que hoy se oye en el español de América.

11. Dotze cabeçals. Esta palabra, que significa 'almohada (que solía rellenarse de lana, plumas o paja)', acusa el plural aragonés < capĭtiale; sólo figura, dentro de la colección, en el inventario siresense (Reidy, p. 121). Tiene, con la misma acepción, amplia vitalidad en la Edad Media: Huesca, año 1195, capezal Oelschäger), con mantenimiento de la oclusiva sorda, que también aparece en "capeçales de pluma" en un documento aragonés del siglo XII; asimismo en este siglo "cabeçals de lana" y, en 1378, "quatro cabeçales viellos de diversas colores" (Alvar, Textos, p. 367); registra Tilander, Vidal, p. 43, cabeçal, forma que se repite varias veces en los inventarios zaragozanos del XIV y XV (Pottier, p. 117): año 1362, "Tres cabeçales de lana, los dos con pluma et el uno con palla" (BRAE, IV, 210); 1469, "Un cabeçal de lana buena, blanco" (BRAE, IX, 121); 1487, "Dos cabeçales plenos de lana" (BRAE, IX, 123), etc. Con grafía z figura en Berceo, Milagros 482d (Lanchetas, Oelschäger; Tent.):

cubriólo con la manta     e con el sobrelecho,

pusol so la cabeza     el cabezal derecho.

Permanece hoy en varios puntos de Aragón con los sentidos de 'almohada', 'funda de almohada' y 'rodete, mullido que se pone en la cabeza para cargar y llevar sobre ella un peso, como un cántaro' (51).

12, Quatro cálices de plata. Con diversas grafías aparece cáliz en la colección altoaragonesa: Huesca, año 1268, "Lexo a la dicta capellanía nuastra aquel vasso dargent nuestro, el mayor, de que fagan un calitz que sia por totz tienpos de la dita capellanía [...], que tienga el dito calitz sienpre de manifiesto" (N. Tomás, p. 15); Sangarrén, part. de Huesca, año 1276, "un caliç dargent" (p. 57); Huesca, i278, ".i. cáliçe de argent bueno, con so buena patena" (p. 68); Jaca, 1317, ",n. cáliçes [,..], quatro calljçes [...] todo de argent [...], .II. caljces" (pp. 140, 141); Panzano, part. de Huesca, 1360, ",n. cáliçes dargent" (p. 176. Los inventarios zaragozanos acusan en 1330 calliçes, en 1390 y 1496 caliç, en 1411 y 1493 cáliz (Pottier, p. 119). Literariamente se registra el crudo latinismo calix en Berceo, Sacrif., 100, 240, y cáliz en Lucanor, 271,25 (Lanchetas; Tent.); la forma semipopular calze aparece en la Primera Crónica General (h. 1295). Para el semicultismo cáliz, tomado de calix, -i c i s 'copa', vid. DCELC.

Obsérvese que todos los cálices altoaragoneses eran de plata. Esta palabra plata sólo se lee en el inventario de Siresa, mientras que los notarios de los restantes documentos publicados por Navarro Tomás prefirieron utilizar argent, en exacta coincidencia con el catalán y francés, y con las escrituras zaragozanas del XIV y XV, donde figura en 1469 el derivado "argentera de cuero", que para Serrano y Sanz, BRAE, IX, 120n, y Pottier, p. 102, significa 'portamonedas'.  En el reino de Aragón, frente al de Castilla, tuvo mucho arraigo el latinismo argent, forma apocopada de argento (DCELC). Recuerda Alvar, Egipciaca, pp. 187-188, que la forma plena argento ya consta en León, año 939, y Aragón, 1029 (Oelschäger), y todavía persistía en el siglo XV (Rodríguez de la Cámara); la usó el autor anónimo de Santa María Egipciaca: "que non é oro ni argento", 344; "non querién aber argento ni horo", 828. Empleó argent Berceo, SDomin-go, 364a: "non avernos dinero, nin oro, nin argent". La variante argente, rehecha sobre el francés argent (Corominas), se acusa en el Alexandre, 1225, y en la Demanda del Santo Grial. Más informes, en Alvar, EMP, II (52), 103.

Rara vez los cálices altoaragoneses eran de plomo: la iglesia de San Pedro el Viejo de Huesca poseía en 1360 ".ii. cálices de plumo", aunque también otros "ii. cálices dargent" (N. Tomás, p. 176). Duránte los siglos IX al XI abundaban los de plata y algunos podían ser de oro con piedras preciosas, perlas e incrustaciones de vidrio; los había asimismo de estaño o de marfil (Gómez-Moreno, p. 330). El Concilio de Coyanza, de 1050, prohibió los que estuvieran hechos con determinados materiales: "Ye non sacrifiquem [los clérigos] cum cálix de madero, nen de vidrio, nen de cobre, nen de latón, si non con cálix d'oro, o de plata, o de plonmo, o d'estaño", interdicción sostenida por las Partidas para ciertos metales: "De cobre nin de arambre non los deben facer otrosí" (Castro, RFE, VIII, 340).

Los cálices zaragozanos del XIV y XV solían ser de plata sobredorada, especialmente el interior del vaso: año 1330, "tres calliçes de plata, el uno sobredorado" (BRAE, II, 548); 1390, "un caliç grant de argent sobredorado, en el pie el Crucifixo" (BRAE, IV, 520); la parroquia de la Magdalena tenía en 1411 siete de plata, entre los que destacaban "un cáliz blanco de argent con una cruc cavada en el pie, con su peana, marco ['peso-patrón, ley'] de Çaragoça" y "otro cáliz de argent, blanco, de dentro dorado, con la maçaña dorada, marquo de Çaragoça" (BRAE, IV, 528, 529).

13. Un test. Con el valor de 'maceta' lo recoge Reidy, p. 267, para el documento siresense y para el que figura con el número 126, del año 1370, que corresponde al valle contiguo de Ansó (N. Tomás, pp. 182-184). Debe desecharse ese significado que Reidy atribuye gratuitamente al plural testes del diploma ansotano, el cual versa sobre unos deslindes de pastos en el puerto; aquí —sin ninguna duda— equivale a 'testigos' (53).

No está claro, sin embargo, el sentido exacto del test siresano. De admitirse su identidad con 'maceta, tiesto', sería un derivado directo, sin diptongo y con apócope, del latín  t ĕ s t u 'tapadera de barro', 'vasija de barro', origen del esp. tiesto y del cat. test 'maceta'. La primera documentación literaria de la voz castellana aparece en Berceo, Duelo, 198 (Oelschäger; Tent.), quien, siguiendo la tendencia medieval a utilizar esta palabra en comparaciones y acepciones figuradas, dice con mucha gracia al tratar de una cosa despreciable que "non vale un tiesto foradado" (DCELC). Unos aplicaban tiesto al 'cráneo' o a la 'parte superior de la cabeza', y otros a la 'maceta'. Si bien, con la última significación, Aragón continúa hoy prefiriendo tiesto a maceta, y aun suponiendo que emplearan entonces, con el mismo gusto estético, popular y ornamental de nuestros días, macetas con plantas y flores para adornar el templo, especialmente el presbiterio, no es fácil comprender qué hace en el inventario siresense una sola y modesta maceta, intercalada entre cuatro cálices de plata y una estimable cruz, también de plata, recipiente que se haría —lo mismo que hoy— con barro cocido, sustancia que por ser tan humilde, deleznable y quebradiza no merecería la pena de que el notario cheso perdiese el tiempo en registrar su nombre. Tendría que designar test a otro objeto, acaso una maceta de metal, quizá de plata, o una vasija, igualmente de plata, que tuviera la forma de un tiesto como la del acetre 'calderilla para llevar el agua bendita' (54). No estará de más recordar que el latín testa, aparte de significar 'vaso de barro cocido', 'cántaro', podía ser también el nombre del 'ánfora' en Horacio, del 'plato de manos' en Suetonio y de la 'lámpara de arcilla' en Virgilio; t e s t u 'vaso de arcilla' en Ovidio.

Es raro, no obstante, que el notario siresano no mencionara la exacta denominación del acetre con alguna de las variantes aragonesas medievales acelde, celde, aceldre, celare, cétel, que aparecen en los inventarios zaragozanos y recoge el DCELC, fundadas igual que acetre en el árabe s a l t  'vasija con asa, cubo', y éste del latín sĭtula (Corominass). La misma colección altoaragonesa ofrece açetel (Huesca, año 1278: ".ii. anpollas, et .i. açetel, et .i. frontal de quarayeyesma" (N. Tomás, p. 69), que Reidy, p. 100, bajo la forma errónea de açetal, interpreta sin ninguna explicación como 'vinagrera' (?).

La variante más frecuente en los inventarios zaragozanos es celde (Pottier, p. 127) con seis veces: una en los años 1354, 1369, 1379 y 1381; dos en 1397. Ocasionalmente se especifica el material de fabricación: 1379, "Una celde grant de arampne, crebada" (BRAE, II, 710), donde arampne es 'cobre' o 'bronce'; 1381, "Una celde d'argen dorada" (BRAE, IV, 350); 1397, diminutivo celdeta: "Una celdeta. de arambre" (BRAE, IV, 521). El género masculino sólo aparece en un inventario de la parroquia de Épila, de 1330: "Un azeldre e un fagistor verde" (BRAE, II, 550), donde fagistor es el 'paño que recubre a un facistol'; femenino en un documento de la iglesia de San Lorenzo, de 1496: "Huna celdre del agua bendicha" (BRAE, VI, 744); diminutivo celdrica en 1469: "Una celdriqua d'arambre" (BRAE, IX, 119). La variante cétel en 1365: "Una cétel d'arampne, chica" (BRAE, IV, 344).

Pottier da como sinónimos celde y cetril que se hallan en el mismo inventario de los bienes de una casa, del año 1381: "Dos pares de bacines blancos smaltados en meo ['medio']. Una celde d'argen dorada. Hun acetril dorado con sobre copo con su estuyo. Otro acetril cerrado dorado esmaltado a dos cabos" (BRAE, IV, 350-351); otro tanto hace Corominass, quien relaciona este acetril aragonés con la forma catalana setrill. Pero tienen que ser recipientes diferentes la celde (en femenino) y el acetril (en masculino), pues sorprende que el notario nombrara la misma vasija con dos sinónimos tan seguidos en el texto. La celde designaba al 'acetre, caldero pequeño con asa, calderilla', y el acetril —repetido dos veces— a una vasija que podía ser "cerrada" o tener una tapadera (sobre copo) y se guardaba en un estuche o caja (estuyo). Heredero de este acetril es el moderno cetril 'alcuza, aceitera' que anoté en Biscarrués (Huesca), forma que, sin localización, figura en Pardo, s. v., con el sentido 'vasija de barro en forma de jarra, con el asa en la parte superior', y con el de 'botijo' vive en Azanuy (ALEAr), localidad oscense donde Badía (55) acusó setrill 'cántaro', voz que en catalán se aplica al "recipient de terrisa, de vidre o de metall, amb ansa a un costat i broc llarg a l'altre, que serveix per a contenir i abocar líquids, principalment oli; cast. alcuza, aceitera", según Alcover y Moll (56), s. v., quienes lo hacen depender del árabe s e t l 'recipiente para verter agua'. No es imposible que, por similitud fónica, haya interferido semánticamente aceite en alguna de dichas acepciones.

Otra conjetura para test es que se tratara de un valioso evangeliario; en este caso, sería un cultismo fundado en t e x t u s 'texto' (57); con el sentido de 'libro de los Evangelios' ya ocurre teste en el francés de 1112 (58). Comp. testo 'libro', con grafía s que persistió mucho tiempo, en el Arcipreste de Hita, 261b (Tent.). Poca luz facilitan los inventarios zaragozanos para apoyar el sentido de 'evangeliario': varias veces figura test, junto a un solo text con x, en una relación de libros que pertenecieron en 1405 a un jurista; pero aquí, sin ninguna duda, significa 'texto' y no 'libro' (59). Además, si la voz se refiere a un evangeliario, la hubiera escrito posiblemente el notario entre "los xixanta et dos libros" (vid. número 20) y no entre unos objetos de plata —cálices, cruz, incensario—, a no ser que sus tapas de madera (60) estuvieran recubiertas con un metal noble labrado, circunstancia no insólita en la Edad Media.

El laconismo del notario cheso no permite por el momento hacer más elucidaciones sobre el enigmático test siresense.

14. Una cruz de plata. No se especifica su tamaño. La palabra cruz es descendiente semiculto del latín cruce 'cruz', 'horca', 'picota', 'tormento, pena, azote' (DCELC); la forma popular croz aparece en un documento aragonés del año 958 (M. Pidal, Cid, II, p. 609). Los diplomas altoaragoneses de la colección facilitan para cruç cinco casos en el siglo XIII y otros cinco en el XIV; para la forma cruz, un ejemplo en el XIII, tres en el XIV y otros tres en el XV (61).

A las amplias citas históricas que aducen Tent,, Oelschäger y Alvar, Libro infancia (62), p. 170, añádanse Tilander, FAragón (63), p. 335 (cruç) y Vidal, p. 79 (cruz y crutz); Gorosch, FTeruel, s. v. cruz; Cooper, Líber regum (64), p. 121 (cruç); Ynduráin (65), p. 99 (cruz y cruç); Líbano, pp. 78, 91 (cruz y cruc); Castro, RFE, VIII, 344 (cruz, cruzeta).

Cada iglesia solía tener varias cruces. Duránte los siglos IX al XI, unas estaban hechas de bronce o de latón, "y otras, que se llevarían en las procesiones de los días solemnes, eran de oro o de plata, dorada con frecuencia, y a veces con piedras preciosas adornándolas y aun otras pendientes" (Gómez-Moreno, p. 327). La iglesia zaragozana de San Lorenzo guardaba en 1496 dos cruces de plata: "Una cruç grande de argent, dorada, smaltada [...]. Otra cruç blanca de argent con la imagen del Ihs. crucificado" (BRAE, VI, 743).

La voz plata, única que empleó el notario cheso frente a argent de los restantes documentos altoaragoneses (vid. núm. 12), es fuera de Aragón frecuente y general desde el Cid. Además de los testimonios mencionados por Tent., Oelschäger y DCELC, II, pp. 38-39 (a donde remito para su genealogía), existen los de Lanchetas referidos a Berceo, SDomingo, 44a, b:

Tal era como plata    moço quatrogradero.

La plata tornó oro     quando fue epistolero.

Para el aragonés y navarro medievales, están las referencias de Gorosch, FTeruel, s. v.; Tilander, Vidal, p. 239; Cooper, Líber regum, p. 142; Líbano, p. 176; Saralegui, p. 132.

15. Vn assenserio de plata. El semicultismo assenserio 'incensario' responde a incenssu, más el sufijo -a r i u y cambio de la sílaba inicial por falso análisis de prefijos. Comp. ascenser en un inventario de la catedral de Zamora, del año 1265 (Castro, RFE, VIII, 347); la terminación -crio aparece también en sensorio, de un documento de Huesca, de 1276 (N. Tomás, p. 68). Otras variantes altoaragonesas: Jaca, año 1317, "dos encenseros et dos candeleras, e esto todo de argent" (N. Tomás, p. 141); San Pedro el Viejo de Huesca, 1360, "vn ensensero dargent" (N. Tomás, p. 176), forma que también se lee en 1496 (Pottier, p. 144); se documenta encensero en aragonés de 1330 y 1411 (66), en Berceo, Sacrif., 119, y en un inventario de la catedral de Toledo, del siglo XIII, con vitalidad en asturiano (Castro, loco cit.; Oelschäger); un inventario toledano del XIV cita encensser (Castro) y uno aragonés de 1390 ensienser (Pottier); comp. catalán ant. ensenser, ensencer, engenger. Las formas en-cessario y encensario figuran en una escritura de Covarrubias, de 1112 (Oelschäger); la última, también en Berceo, Sacrif., 35, Conquista de Ultramar, 293, y Primera Crónica General (Castro).

Los incensarios de los siglos IX al XI acostumbraban ser de bronce fundido, de latón o de cobre, sin que faltaran los de plata y, esporádicamente, alguno de oro; en las miniaturas suele representárselos bajo la forma usual de copa, con tapadera calada y pendientes de cadenas (Gómez-Moreno, pp. 330-331). Los que registran los inventarios zaragozanos eran de plata, excepto "dos encenseros de cobre" que guardaba en 1330 la iglesia de Épila (BRAE, II, 548); se indica a veces que las cadenas y la naveta eran del mismo metal noble, como en este texto de la iglesia de San Lorenzo, de 1496: "Hun ensensero con su nabicula e cadenas, todo de argent" (BRAE, VI, 743).

Para plata, vid. número 14.

16. Una cruç de la obra de Lymoges. Desde la Edad Media, por lo menos a partir del siglo XII, gozan de gran estima los esmaltes y porcelanas de la ciudad francesa de Limoges, topónimo que escrito Limojas se encuentra en un documento de Huesca, de 1278: ".iiii. candeleros de opera de Limojas, [...] .i. cruç gran de Limojas" (N. Tomás, pp. 68, 69). Los inventarios zaragozanos del XIV (Pottier, p. 170) proporcionan Limoges en 1390 y Limogines en 1330 (67). Fuera del área aragonesa, se localiza Limoges en varios inventarios de Salamanca (1275) y Toledo (siglo XIII); también en Toledo, Limoies (1277), y Limages en una relación del XIV al XV: "Vna corona grande para Santa María, de latón, con piedra de la obra de Limages". Más documentación en Castro, RFE, IX, 275-276. Los objetos más frecuentes importados de esta ciudad francesa solían ser cruces, ciriales, candeleros, tapas de evangeliarios, copas, vasos, vinajeras, arquetas y alguna corona de imagen.

En cuanto a obra, término que también se lee en un texto oscense de 1293, relativo a los trabajos hechos en un pozo (68), comp. el cultismo "opera de Limojas" de 1278, citado arriba, y la voz popular uebra (Santa Cilia de Jaca, año 1296: "cossas sobre ditas, de feyto nin de dreyto nin de pallaura nin por uebra", N. Tomás, p. 104), escrita huebra en una concordia, redactada en Jaca en 1340, que se refiere a las obras efectuadas junto a una capilla de la catedral jaquesa (69). Son derivados de opera 'trabajo, obra, labor'. Ya aparece obra en un documento de Toledo, de 1191; literariamente en el Apolonio, 268c (Tent.) y Berceo, Milagros (Oelschäger), en "La casulla de San Ildefonso", vestidura que "obra era angélica non de omne texida" 60c, y en "El náufrago salvado por la Virgen", 610a, b, gracias a un paño que

Nunqa tan rica obra       vio omne carnal,

obra era angélica        ca non material.

M. Pidal, Cid,II, p. 889, registra huebra 'adorno, labor en las manufacturas de los menestrales' y, con sentido más general de 'trabajo', en el Fuero de Teruel. Hoy está muy difundido en Aragón con los significados, a veces matizados, de 'barbecho' y el académico de 'tierra labrantía que no se siembra, aunque se are' (ALEAr). Más información en DCELC.

17. Una cruz de crystayll (70). No recoge Reidy crystayll (grafía de cristal!), forma apocopada de cristallo < grecismo latino c r y s t a l l u 'cristal' (DCELC). El término pleno aparece en un documento leonés de 1043 (Oelschäger) y en otro aragonés del reinado de Ramiro I, de 1059 (Alvar, Dial, arag., p. 58, y Estudios, I, § 28.1); llega incluso a 1570, en el Vocabulario de Cristóbal de las Casas, y la variante crystall a 1599, en el Dictionary de Richard Pereivale (71). El femenino cristalla 'canica de vidrio' se ha acusado en el altoara-gonés de Estadilla (Andolz). Sobre cristal, que ya figura en un documento leonés de 1043, hay abundantes datos literarios: la primera vez se debe a Berceo, Loores, 210, SDomingo, 230c;, San Millán, 438a (Lanchetas; Tent., Oelschäger), poeta que acostumbra usar la voz para establecer comparaciones, lo mismo que en Santa María Egipciaca, 226 (Alvar, II, p. 209, quien señala que a partir de Alfonso el Sabio se generaliza la palabra), en Infancia y Muerte de Jesús, 182 (Alvar, p. 170) y en el Arcipreste de Hita, 15916 (Tent).

18. Un aventayllo. No figura este derivado de *a d v e n t a c ŭ l u en Reidy. Inventarios zaragozanos de bienes pertenecientes a particulares atestiguan bentallo 'abanico' en 1380, 1403 y 1497, con grafía bentalio en 1469 (Pottier, p. 110). Idéntico sentido tienen el catalán ventall, francés éventail e italiano ventaglio. El español conoce, según el diccionario académico, el término aventalle 'instrumento para dar a uno o para darse uno aire', que está en Alonso Fernández de Patencia, año 1490, y al que Corominas supone ascendencia catalana; en esta lengua, hoy es dialectal ventall 'abanico', 'aventador de la lumbre, soplillo' (72); la misma forma con el valor de 'soplillo' se oye en las localidades aragonesas de Noales, Aren, Azanuy (Huesca) y Valderrobres (Teruel), según el ALEAr; Andolz ha recogido ventall 'abanico' en Fraga (Huesca), Calaceite, Cretas (Teruel), y vental 'artefacto rectangular con rejillas de madera para separar las olivas de sus hojas' en Abiego (Huesca).

Por doble motivo me extrañó que figurara un abanico entre los objetos del tesoro: primeramente, porque en nuestros días es inusitado tal utensilio por los eclesiásticos en los templos, aunque lo empleen en climas cálidos las mujeres; en segundo lugar, los 882 metros de altitud de Siresa —hoy último núcleo poblado en el norte del valle de Echo (73)— no aconsejan precisamente el uso de ningún abanico para hacer aire que proteja de una temperatura calurosa, desconocida incluso Duránte los meses estivales en una iglesia no pequeña, que tiene un ábside de 17 metros de altura. Como el acervo siresense es del XIII, siglo que apreciaba mucho los objetos de marfil, quizá estaría hecho parcialmente de este material, elemento con que en otros sitios elaboraban valiosas lendreras o peines, los cuales, con clara finalidad higiénica, y en parte litúrgica, aparecen en algunos inventarios medievales.

Creo que es Gonzalo de Berceo quien puede ayudar a desentrañar el pequeño misterio. En el milagro 14 sobre "La imagen milagrosamente respetada por el incendio", tras describir el altar y una talla de la Gloriosa, existente en la iglesia de un monasterio de monjas, el poeta riojano indica que delante de la Virgen colgaba un buen abanico, al que llama aventadero (74) (con el mismo lexema que el siresano aventallo), conocido también con el nombre más popular de moscadero, por alusión a su finalidad de espantar a las moscas, abanico que estaba hecho con plumas de pavón 'pavo real', igual que los bentallos zaragozanos del XV (75), plumas siempre tan estimadas debido a sus vistosos colores metálicos:

Colgava delant ella      un buen aventadero, 

en el seglar lenguage      dízenli moscadero;

de alas de pavones      lo fizo el obrero,

luzié como estrellas,     semejant de luzero.(321)

Unos versos después, lo denomina también con el cultismo flabelo, que para el DRAE es un 'abanico grande con mango largo'; todavía hoy, en determinadas y solemnes ceremonias vaticanas, se ven cerca del Papa dos grandes, elegantes y rituales flabelos, cuyo uso tiene origen oriental. El aventallo era, pues, un abanico litúrgico que tendría primitivamente como misión principal la de espantar molestas moscas, tan abundantes en cualquier pueblo ganadero, como lo era en la Edad Media —y sigue siéndolo— Siresa.

19. Un crystayll. Para detalles de este vocablo, vid. número 17. No es raro que se encontrara un cristal —posiblemente una pieza en bruto— entre los objetos del tesoro. A través de la historia, siempre ha sido un cuerpo muy apreciado, en especial el de roca, para hacer objetos decorativos de alto precio. Figura cristal en un inventario vallisoletano de 1258, y en otro de la catedral salmantina se lee piedras cristales, ambos referidos a cristales de adorno (Castro, RFE, VIII, 344). Nebrija en 1492 define cristal como "cristal piedra preciosa"; Covarrubias puntualiza en 1611: "Hazíanse, como también oy se hacen, vasos preciosos, perlucidos y transparentes, de que se seruían los príncipes y ricos hombres" (Gili Gaya, Tesoro, s. v.). Sobre la talla en cristal Duránte los siglos IX al XI da pormenores Gómez-Moreno, pp. 375-376.

20. Xixanta et dos libros. Continuarían modestamente la tradición de aquella valiosa biblioteca que, cuatrocientos años atrás, había conocido San Eulogio. Lástima que no estén registrados los títulos, ni los nombres de sus autores, de esos sesenta y dos libros, que tanto nos ayudarían a conocer las necesidades culturales de los clérigos chesos en la segunda mitad del siglo XIII, aunque serían en su mayoría códices imprescindibles para la vida espiritual, según manifiesta un inventario oscense de la iglesia de San Pedro el Viejo, escrito un siglo después, en 1360: santorals, de lienda (lectura religiosa), de cantos litúrgicos, dominicals de canto, oficieros (libros eclesiásticos de rezo diario), salteres (libros del Antiguo Testamento), misales, pistoleros (epistolarios) y libros de prosesiones (N. Tomás,

Lingüísticamente, el numeral xixanta, aparte de ofrecer la terminación -anta, característica del aragonés medieval frente a la del castellano -énta (vid. número 4), tiene la particularidad de ofrecer el fonema palatal /s-/ inicial no hereditario, producido por repercusión del medial etimológico < s e x á (g i) n t a. La misma forma aparece en 1370, en un texto de Ansó (N. Tomás, p. 184), valle contiguo al de Echo, y está recogida por Savall y Penen, I, p, 201; todavía hoy se la oye en Benabarre (Andolz) y en catalán popular. Un documento oscense de 1304 y otro de Aínsa de 1307 proporcionan sixanta (N. Tomás, pp. 120, 130), mencionada por Alvar, Dial, arag., p. 211 (año 1365?) y Textos, p. 442. Recoge J. Saroïhandy, RFE, IV, 43, sexanta en un documento catalán del XV, del valle pirenaico de Aneu, a la que le atribuye influjo aragonés; la misma forma, en un texto navarro de 1363, dialecto donde también se encuentran sesanta (Pamplona, año 1381), sisanta (Estella, 1269) y sessaynta (1353), según G. Ollé; aduce Oelschäger sexsanta en un diploma de Cabreros, de 1206. Modernamente se ha localizado sisanta en Fraga y Aguaviva (Andolz).

21. Et otros priuilegios. Término culto (del latín p r i v i l e g i u m, DCELC) que, por el contexto, parece significar 'donaciones'. También se acusa con otras grafías en varios diplomas de la misma colección (76): Jaca, priujllegjo (año 1304) y priujlegio (1317); Ansó, priuillegjo (1357). Variantes: Bielsa, preuilegio (1349); Santa María de Buil, part. de Boltaña, preuilege (1263). Aparece priuilegio en Tilander, Vidal, p. 252. Borao define privilegios como 'leyes o fueros políticos', 'código constitucional de los aragoneses'.

Berceo es el primer autor que, en varios versos, usó la palabra con el sentido de 'privilegio, documento': Loores, 104 (Oelschäger); San Millán (Lanchetas; Tent.): "con buenos privilegios fue luego confirmado", 425c, "dizlo el privilegio ond esto fue sacado", 467b. Parece referirse a 'influencia' (DCELC) en Milagros, 866d:

Tú fes por él, Sennora,    prezes al Criador.

ca el tu privilegio    vale a peccador.

Bastantes de los nombres reseñados, por proceder de un ambiente eclesiástico, son cultismos o semicultismos.

Ninguno de los objetos del tesoro de Siresa ha llegado a nosotros: su insólita y casi prodigiosa conservación hubiera dado un realce extraordinario a la iglesia monacal. Virgen siresanaPero el paso indetenible de los siglos iría destruyendo los elementos más fungibles —ropas, librosde los bienes, sin descartar que en su desaparición, lo mismo que en los formados con valiosos materiales, darían buena cuenta guerras, invasiones y disturbios de toda índole, con sus inevitables saqueos y rapiñas, amén de incendios y robos sacrílegos, más posibles peculados de guardianes poco escrupulosos.

Existe en el templo siresano una talla sedente de la Virgen, en madera, con el Niño sentado sobre la rodilla izquierda en actitud de bendecir; la túnica y el manto de Madre e Hijo ostentan talladasuna imitación de piedras preciosas y algunas labores de policromía. A esta notable escultura del siglo XIII, con toca y corona, sobre andas de la época, pueden aplicarse sin desdoro los versos descriptivos, del milagro 14, de su contemporáneo Berceo:

Estava la imagen     en su trono posada,

so Fijo en sus brazos,     cosa es costumnada

....................................................................

Tenié rica corona     como rica reina

....................................................................

era bien entallada    e de lavor muy fina,

valié más essi pueblo     qe la avié vezina.

 

 

 

INDICE DE PALABRAS

(Los números remiten a los párrafos n., a las notas)

aceite, 13

bentallo, 18

cedra, 1

acelde, 13

bestimento, 8

çedrero, 1

aceldre, 13

bitre, 5

celde, 13

*açetal, 13

bollonada, n. 60

celdeta, 13

açétel, 13

celdre, 13

acetre, 13

cabeçal, 11

celdrica, 13

acetril, 13

cabeçales, 11

cétel, 13

acitara, 1

cabeçals, 11

cetril, 13

acitara, 1

cabezal, 10, 11

cidara, 1

acithara, 1

caliç, 12

cinbalet, n. 15

adamática, 3

cáliçe, 12

cinquanta, 4

*adventaculu, lat., 18

cálices, 12

çinquo, 5

almádiga, 3

calitz, .12

cinquoanta, 4

almática, 3

calix, -icis, lat. 12

cítara, 1

almatigua, 3

cáliz, 12

çitara, 1

arampne, 13

caljçes, 12

citera, lat. 1

argent, 12, 14

calze, 12

cithara, lat. 1

argente, 12

calliçes, 12

cithara, 1

argentera, 12

calljçes, 12

çitola, 1

argento, 12

callizo, n. 2

çítula, 1

ascenser, 15

calljço, n. 2

cobertor, 4

assenserio, 15

camenyal, 5

coro, 6

as-sitára, árabe 1

camena, 5

cortina, 1

atestiguar, n. 53

camenal, 5

coxa, lat. n. 25

aventadero, 18

campaneta,n. 15

*coxinum, lat. n. 25

aventalle, 18

canto, 20

*cóxsina, lat. n.25

aventallo, 18

canyamo, 5

cozna, 25

aventayllo, 18

cañamat, 5

cristal, 17, 19

azatara, 1

capa, 6

cristall, 17

azeldre, 13

capeçales, 11

cristalla, 17

azitara, 1

capezal, 11

cristallo, 17

capitiales, lat. 11

croz, 14

baiard, cat. 4

cappa, lat. 6

cruç, 14

baldaquí, 3

Carnés, n. 4

cruce, lat. 14

balmatica, 3

casibla, occ. 9

crutz, 14

baluarte, n. 29

cassulla, 9

cruz, 14

ballarte, 4

casubla, lat. 9

cruzeta, 14

balluarte, 4

casubla, 9

crystall, 17

bancales, 10

casula, 9

crystallu, lat. 17

bayart, fr. 4

casulla, 9

crystayll, 17, 19

bayarte, 4

casullya, n. 49

cuculla, lat. 9

belo, 1

Catalunya, 5

custodesça, n. 12

bentalio, 18

catorçe, 3

custodia, n. 12

 

Champayna, 5

lançuelo, 5

moscadero, 18

chasuble, fr. 9

lanzólu, sardo 5

lectu, lat. 4

noguera, n. 60

dalmática, 3

lect(u)aria, -u, lat. 4

nueu, 5

dealmádiga, 3

lectuaria, 4

diaç, 2

leitera, 4

obra, 16

diaz, 2

leito, 4

octo, lat. ii. 41

dieç, 2

lencuelo, 5

oficieros, 20

dietz, 2

lençuelo, 5

opera, lat. 16

diez, 2

lensol, 5

opera, 16

dominicals, 20

lenzuelo, 5

letras, 4

pago, n. 75

ençençer, cat. 15

leytera, 4

pavón, 18

encensario, 15

leytero, n. 32

pistoleros, 20

encensero, 15

libros, 20

plata, 12, 14, 15

encensser, 15

lictaria, 4

preuilege, 21

encessario, 15

lichera, 4

preuilegio, 21

ensencer, cat. 15

lichero, 4

prieta, 6

ensenser, cat. 15

lienda, 20

priuilegio, 21

ensensero, 15

Limages, 16

priujlegio, 21

ensienser, 15

Limoges, 16

privilegio, 21

enzensero, n. 66

Limogines, 16

privilegium, lat. 21

estopa, 5

Limoies, 16

priuillegjo, 21

Limojas, 16

priujllegjo, 21

estuyo, 13

linçol, 5

prosesiones, 20

éventail, fr. 18

linçolaz, 5

lincuelo, 5

quatorçe, 3

fagistor, 13

linçuelo, 5

quatorze, 3

flabelo, 18

linteolu, lat. 5

frontal, 2

linteos, 5

Roan, 4

fust, n. 60

linzol, 5

ruana, 4

linzuelo, 5

ruano, 4

gallizo, n. 2

linzuello, 5

grímpola, 1

litario, 4

salieres, 20

güeit, n. 41

liteira, 4

salze, n. 75

güeito, n. 41

litera, 4

santorals, 20

gueyto, ii. 41

litera, 4, 5

Sarnés, n. 4

literes, 4

sátar, árabe 1

huebra, 16

littera, 4

satl, árabe 13

hueyt, n. 41

liytera, 4

seda, 6

hueyto, 5, n. 41

Lymoges, 16

senserio, 15

sesanta, 20

impla, 1

llençol, 5

sessaynta, 20

incenssu, lat. 15

llensol, 5

setl, árabe 13

llinsol, 5

setrill, 13

lactariu,lat. n. 32

sexa(gi)nta, lat. 20

lacte, lat. n. 32

maceta, 13

sexanta, 20

lançoelo, 5

misales, 20

sexsanta, 20

 

seyete, 1

terna, 5

vestiduras, 8

siet, 1, 8

test, 13

uestiment, n. 46

sisanta, 20

testa, lat. 13.

vestiment, 8

situla, lat. 13

testar, n. 53

uestimenta, 8

sixanta, 20

teste, 13

vestimenta, 8

sobre copo, 13

testes, 13

uestimentes, 8

sobrepelliças, 7

testigo, n. 53

vestimentes, 8

sobrepellices, 7

testis, lat. n. 53

vestimento, 8

sobrepelliços, 7

testo, 13

vestimianta, 8

sobrepelliz, 7

testu, lat. 13

vestimienta, 8

sobrepelliza, 7

text, 13

uestimientas, 8

sobrepellizo, 7

textus, lat. 13

vestimientes, 8

superlectile, lat. 4

tiestes, n. 53

vestimiento, 8

super-pellicia, lat. 7

tiesto, 13

veyto, n. 41

syet, 1

tist, árabe n. 54

vient, 6, 7

toca, 1

viginte, lat. 7

tapedes, 10

travesero, 10

viginti, lat. 6

tapet, 10

vint, 6

tapeta, 10

uebra, 16

* vinta, n. 41

tapete, lat. 10

ueito, n. 41

vinte, 6

tapete, 10

ventaglio, it. 18

vitre, n. 34

tapit, 10

ventai, 18

Vitré, n. 34

tast, árabe n. 54

ventall, 18

vitré, n. 34

taulas, n. 60

verde, n. 34

tercia, 5

vermello, 4, n. 60

xixanta, 20

 

 

NOTAS

 

(1) Documentos lingüísticos del Alto Aragón. Syracuse University Press, Syracuse, New York 1957. Será citado N. Tomás.

(2) Documentos notariales aragoneses, 1258-1495. Estudio lingüístico. Diputación Foral de Navarra. Institución Príncipe de Viana. C.S.I.C. Pamplona, 1977. Sorprende que para esta "disertación doctoral de la Universidad de Chicago", del año 1974, sólo hayan sido tenidas en cuenta diecisiete obras, que figuran en la "Bibliografía selecta" de la p. 93. Pero más grave, desde el punto de vista histórico, es la siguiente aseveración: "El aragonés es, después de todo, una variante del castellano, un dialecto de este idioma" (!), concepto difícilmente sostenible para la Edad Media. Se echan de menos en el extenso vocabulario de 187 páginas (que además no recoge todas las palabras de los diplomas) precisiones léxicas, así como la oportuna referencia bibliográfica a vocabularios y obras medievales, sean o no literarias. No está libre de inexactitudes en alguna definición, como la de calljço 'terreno que tiene cal', 'callejón' (p. 122), palabra que, en los documentos 31 y 89 a los que se refiere, sólo significa 'callejón' y no 'terreno calizo': "el qual [huerto] afronta en calljço publigo", "dito cellero afruenta in calliço" (N. Tomás, pp. 45, 129); con el valor de 'callejón' están hoy muy difundidos callizo y su variante gallizo en las hablas aragonesas.

(3) Figura en el colofón del texto: "Esto feita en la esgleya de Sant Per de Siresa .xiii. kalendas septenbre, era M.CCC. quarta", fecha que corresponde a la mencionada arriba. La costumbre de datar los documentos según la Era hispánica, la cual parte del año 38 antes de Cristo (Era del César para San Isidoro y otros Padres españoles), perdura en Aragón hasta el reinado de Pedro IV el Ceremonioso, en el siglo XIV.

(4) Una vez aparece escrito Sarnés, y otra Carnés (con grafema C sin cedilla).

(5) Los datos que se señalan a continuación están entresacados de José María Lacarra: Aragón en el pasado, Colección Austral, Espasa-Calpe. Madrid 1972, pp. 19, 20, 25-27; Antonio Durán Gudiol: Arte altoaragonés de tos siglos X y XI, Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Zaragoza, Aragón y Rioja. Sabiñánigo 1973, pp. 17, 89-92, y De la marca superior de Al-Andalus al reino de Aragón, Sobrarbe y Ribagorza, Caja de Ahorros y Monte, de Piedad de Zaragoza, Aragón y Rioja. Huesca 1975; Ángel Canellas López y Ángel San Vicente: Aragón roman, Zodiaque, Abbaye Sainte-Marie de la Pierre-qui-Vire (Yonne) 1971, pp. 259 y ss.

(6) El conde don Aznar posiblemente era un autóctono y gran propietario montañés, muy querido y recordado por los jacetanos de todos los tiempos, a quien se le considera el vencedor en la legendaria batalla del Llano de la Victoria de Jaca, efemérides que desde lejanos tiempos vienen celebrando los jaqueses cada Primer Viernes de Mayo, como gozoso recuerdo del arranque de su. personalidad histórica y de su conciencia aragonesa. Era la época en que los insumisos jacetanos, fieles conservadores de su fe cristiana y de sus autoridades privativas, se negaban a pagar tributo a los conquistadores islámicos del Sur, y recibían con los brazos abiertos a los cristianos rebeldes o disconformes con los moros, para quienes el refugio de los valles del Pirineo venía a ser el soñado símbolo de libertad (Lacarra). Según Durán: Marca, pp. 27-28, 31, aunque Aznar Galindo fue "el primer eslabón conocido de la casa aragonesa, nada tuvo que ver con la creación del condado de Aragón", pues su jurisdicción se centraba en Ribagorza; su hijo Galindo Aznárez I es "el iniciador de la serie condal de Aragón" al poner sus cimientos en el valle de Echo hacia el año 833. Amplios informes sobre la fundación e importancia de San Pedro de Siresa proporciona Durán: op. cit., pp. 39-42. ...

(7) Se conserva en la iglesia de Siresa una lápida conmemorativa de la rectificación de unas obras en esta vía romana, que se realizaron en los años 383-388 de nuestra Era (Durán: Marca, p. 34).

(8) Separado de! territorio primitivamente aragonés, quedaba San Juan de la Peña, cenobio más vinculado a los reyes de Pamplona que a los condes de Aragón (Lacarral; sólo más adelante llegaría a ser por antonomasia el santuario nacional de Aragón.

(9) Durán: Marca, p. 119. No coinciden exactamente esas noticias con las que proporcionan Canellas y San Vicente: Aragon roman, p. 295: "En 933 Endregoto, fille et héritière du comte, apporta Siresa à son époux le roi de Pampelune García I Sánchez, lequel lui accorda une confirmation générale de ses privilèges et de ses domaines - l'abbé était alors Sancho Garcés et neuf ans plus tard ce fut Agilano. En 971 le fils d'Endregoto, Sancho II Garcés, fit don à Siresa, sur les instances de sa mère, du village de Javierremartes".

(10) Tal vez residiera también con su madre doña Felicia en las sedes reales de Bailo, Astorito y Jaca. Parece ser que aprendió gramática con un don Galindo de Arbós, en el monasterio de San Salvador del Pueyo (valle del río Estarrún, territorio jacetano de Sinués). Vid. José María Lacarra: Vida de Alfonso el Batallador, Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Zaragoza, Aragón y Rioja. Zaragoza 1971, p. 18.

(11) El historiador Durán: Arte altoarag., p. 91, traduce así la introducción de esta carta: "Habiendo comprobado Nos Vidal, por la gracia de Dios obispo de Huesca y Jaca, que la iglesia de San Pedro de Siresa, levantada en la raíz del Pirineo, había sido arruinada en tiempos muy lejanos, y que había caído en un estado lamentable por el derrumbamiento tanto de lo temporal, como de lo espiritual, de manera que esta iglesia, en otro tiempo princesa coronada del país y señora de mucho, ahora se halla torpemente sumisa a la servidumbre de sus siervos e ignominiosamente despreciada por todos, igual que si de todos fuera tributaria, queremos ordenarla de manera que, mediante nuestra ordenación, pueda recobrarse de riesgos y miserias".

(12) Voz que ha olvidado recoger Reidy. La primera documentación de custodia, sinónimo del curioso término siresano custodesça, se debe a Berceo, San Millán, 269c (Víctor R. B. Oelschäger: A Medieval Spanish Word-List. A preliminary Dated Vocabulary of first appearances up to Berceo, The University of Wisconsin Press. Madison 1940, s. v.; R. S. Boggs, Lloyd Kasten, Hayward Keniston, H. B. Richardson: Tentative dictionary of medieval Spanish, 2 tomos. Chapel Hill, North Carolina 1946, s. v., obra que será citada con la abreviatura Tent.; J. Corominas, DCELC, s. v.

(13) Rufino Lanchetas: Gramática y vocabulario de las obras de Berceo. Madrid 1900, s. v.

(14) Julio Cejador y Frauca: Vocabulario medieval castellano, 1929;reimpresión, Las Américas Publishing Co.New York 1968, s. v.

(15) Por ejemplo en los inventarios zaragozanos: parroquia de Santa Cruz, año 1390, "Una campaneta de comengar ['comulgar'l" (BRAE, IV, 518); iglesia de San Lorenzo, 1496, "Huna campaneta baxo de tocar a la sagra ['consagración']" (BRAE, VI, 744); catedral de La Seo, 1493, "Un cinbalet" (BRAE, IX, 263).

(16) R. Dozy y W. H. Engelmann: Glossaire des mots espagnols et portugais dérivés de l'arabe, 2.a edición. Leyden 1869.

(17) Real Academia Española: Diccionario histórico de la lengua española.. Madrid 1960.

(18) M. Gómez-Moreno: Iglesias mozárabes. Arte español de los siglos IX a XI, Centro de Estudios Históricos. Madrid 1919.

19) Américo Castro: "Unos aranceles de aduanas del siglo XIII", en RFE, VIII (1921), pp. 1-29, 325-356; IX (1922), pp. 266-276; X (1923), pp. 113-136.

(20) Oelschläger y Tent. registran acithara y acitara. Más documentación histórica en Dozy-Engelmann, pp. 38-40; DHist., p. 442; Castro, RFE, VIII, 14; DCELC, donde se citan también las acepciones secundarias 'cobertura de una silla (de montar)' y 'tabique'. Berceo, Santa Oria, 78a, emplea la voz con la significación 'cobertura o paramento de una silla de estrado":

Vedié sobre la siella      muy rica acithara,

non podrié en est mundo     cosa seer tan clara.

(21) F. Hanssen: RFE, III, p. 349, y Gramática histórica de la lengua castellana, 1913, reimpresión: El Ateneo, Buenos Aires 1945, § 67; Manuel Alvar: El dialecto aragonés, Gredos, Madrid 1953, p. 210; R. Menéndez Pidal: Cantar de Mió Cid, volumen I, Espasa-Calpe, Madrid 1944, p. 240; Gunnar Tilander: Vidal Mayor. Traducción aragonesa de la obra de "In ex-celsis Dei thesaurus" de Vidal de Canellas, Hakan Ohlssons Boktryckeri, Lund 1956, p. 290; Pascual Savall y Dronda y Santiago Penen y Debesa: Glosario de las voces provinciales y anticuadas que se encuentran en los fueros, observancias y actos de Corte del Reino de Aragón, tomo I, Zaragoza 1866 (pp. 191-201), p. 200; Alonso Zamora Vicente: Dialectología española, 2.a edic, Gredos, Madrid 1967, p. 251; Carmen Saralegui: El dialecto navarro en los documentos del monasterio de Irache (958-1397), Institución Príncipe de Viana, Pamplona 1977, pp. 120, 195; Angeles Líbano Zumalacárregui: El romance navarro en los manuscritos del Fuero antiguo del Fuero General de Navarra, Institución Príncipe de Viana, Pamplona 1977, § 5.8.

(22) Bernard Pottier: "Étude lexicologique sur les Inventaires aragonais", en Vox Románica, X (1948-1949), pp. 87-219. Proceden las voces de los "Inventarios aragoneses de los siglos XIV y XV", publicados por M. Serrano y Sanz en el BRAE, II (1915). III (1916), IV (1917), VI (1919) y IX (1924).

(23) Oelschäger; R. Menéndez Pidal: Orígenes del español, 3.a edic, Espasa-Calpe. Madrid 1950, § 46.1.

(24) Oreste Macrí, RFE, XL, 154; Oelschäger, s. v.; el DCELC registra además las variantes aragonesas balmatica (1330) y almátigua (1390).

25) Con dudas, Reidy da a cozna el sentido de 'cojín'; puede significar 'almohada'. Desciende de *c ó x s i n a, por *c o x ī n u m < c o x a 'cadera' (DCELC).

(26) Miguel Gual Camarena: Vocabulario del comercio medieval, Diputación Provincial. Tarragona 1968.

(27) Manuel Alvar: Textos hispánicos dialectales, 2 tomos, C.S.I.C. Madrid 1960.

(28) "Huna litera ruana. Dos linçuelos de çierro de canyamo". Su homónimo ruano, de etimología controvertida (DCELC), figura en un inventario de 1379: "Una yegua cavallar de pelo ruano" (BRAE, II, 711).

(29) Jerónimo Borao: Diccionario de voces aragonesas, 2.a edic. Zaragoza 1908, s. v. Su gran difusión en Aragón, y acepciones secundarias, podrán verse en el Atlas lingüístico y etnográfico de Aragón (en elaboración), -obra que será citada ALEAr. Anota además baluarte José Pardo Asso: Nuevo diccionario etimológico aragonés, Zaragoza 1938, p. 47, forma que debe considerarse esporádica.

(30) Alwin Kuhn: Der hocharagonesische Dialekt. Leipzig 1936, Recogen asimismo leitera 'sábana' Alvar, Dial, arag., p. 190, y Zamora, Dial., p. 242.

(31) Rafael Andolz: Diccionario aragonés, Editorial Librería General. Zaragoza 1977, obra que debe consultarse con cierta cautela.

(32) El navarro ant. conoció leitera 'armazón de madera de una cama' (José Yanguas y Miranda: Diccionario de antigüedades de Navarra (3 tomos), Institución Príncipe de Viana, Pamplona 1964, t. II, p. 32), que originó el sentido de leytera 'instrumento de caza para coger perdices' (Gunnar Tilander: Los Fueros de la Novenera, Uppsala 1951, pp. 173-174). Oelschäger para el aragonés leytero de un diploma de San Juan de la Peña, del año 1081, vacila entre los significados 'litera' y ' vasija para contener leche'; su contexto ("unu metru de vinu, et uno leytero") sugiere relacionarlo con lactariu < lacte.

(33) Reidy, p. 128; Manuel Alvar: Documentos de Jaca (1362-1502), Institución Fernando el Católico, Zaragoza 1960, p. 46, y Dial, arag., p. 211; Savall y Penén, I, p. 193; Zamora, Dial, p. 252; Saralegui, pp. 108, 147, 195; Fernando González Ollé: Textos lingüísticos navarros, Institución Príncipe de Viana, Pamplona 1970, p. 211; Tilander, Vidal, p. 56.

(34) Claro indicio de la fama de sus telares. Aparece también vitre en un inventario zaragozano de 1487 ("Tres cohudos ['codos, medida'] de vitre", BRAE, IX, 122), que Serrano y Sanz interpreta "de tela verdosa", lo mismo que Pottier, p. 217 ("toile fine, de couleur verdâtre"), hispanista que relaciona vitre y bitre con el catalán vitre. Resulta, sin embargo, anómalo que el notario que inventarió los bienes del prior de Roda aludiera redundantemente al mismo color con dos sinónimos tan seguidos: "Un troz de pieça de bitre verde", es decir, 'Un trozo de tela, de color verdoso verde' (?). Por otra parte, nunca se indica en los documentos el color de los linçuelos, excepto una sola vez en que se hace referencia meramente a unas "listas de seda vermellas" que tenían las sábanas. Creo que es mejor vincular aquellos vocablos con Vitré, ciudad de la Alta Bretaña, región francesa que en el siglo XV gozaba de cierto renombre por la fabricación de tejidos. El término marinero vitre 'lona muy delgada' . del español moderno parece responder al mismo topónimo bretón (DECELC)

(35) Manuel Alvar: Vida de Santa María Egipciaca, 2 tomos, C.S.I.C. Madrid 1972, t. II, p. 255.

(36) ALEAr; Kuhn, pp. 193, 244.

(37) Federico Baraíbar y Zumárraga: Vocabulario de palabras usadas en Álava. Madrid 1903, s. v.

(38) Vicente Ferraz y Castán: Vocabulario del dialecto que se habla en la Alta Ribagorza. Madrid 1934, s. v.; Ángel Ballarín Cornel: Vocabulario de Benasque, Institución Fernando el Católico,. Zaragoza 1971, s. v.; ALEAr.

(39) Max Gorosch: El fuero de Teruel. Stockholm 1950, p. 471; Alvar, Docs. Jaca, p. 45 (años 1435 y 1437); Manuel Alvar: Estudios sobre el dialecto aragonés, t. I, Institución Fernando el Católico, Zaragoza 1973, § 2.2.; Saralegui, p. 54; Líbano, p. 75.

(40) R. Menéndez Pical: Cantar de Mió Cid, volumen II (Vocabulario), Espasa-Calpe, Madrid 1945, p. .532; Tent., Lanchetas, s. v. Más citas históricas y literarias en Castro, RFE, VIII, 330-331.

(41) Entre las variantes que recoge Reidy, p. 279, debe desecharse vinta, inexistente en el doc. 122 de Jaca, año 1361, donde N. Tomás, p. 179, transcribe claramente vint, sin -a final. Otro tanto cabe decir para veyto del doc. 114 de Gistaín, año 1350, al que Reidy da el valor erróneo de 'veinte', cuando su lectura correcta es ueito [wéito| 'ocho' ("valga por tiempo de veyto aynos", N. Tomás, p. 168) <o c t o, con desarrollo típicamente aragonés: diptongación de o ante yod y mantenimiento del estado intermedio it. frente a la palatal africada castellana. En el aragonés del XIII hay también con h- expletiva hueyto, además de gueyto, y en el del XIV hueyt: modernamente güeito y güeit (Alvar: Dial, arag., p. 210). F.l propio Reidy, p. 212, identifica adecuadamente con 'ocho' aquel equivocado veyto.

(42) Alvar, Docs. Jaca, p. 26; Alvar, Dial, arag., p. 210; Alvar, Textos, p. 892; Gunnar Tilander: Documento desconocido de la Aljama de Zaragoza, del año 1331, Stockholm 1958, p. 6; Savall y Penén, I, p. 201; G. Ollé, p. 267; Saralegui, pp. 108, 121, 195; Zamora, Dial., p. 252.

(43) Ramón Menéndez Pidal: Poema de Yúçuf. Universidad de Granada 1952, § 16; Hanssen, Gram. hist.. § 187; DCELC.

(44) Cejador, p. 371; Oelschäger, s. v.; Tent, s. v.

(45) "lexo alos dictos freyres predigadores dOsca .xxv. morabt, por aues-timentes por alo altar de sancto Domingo" (N. Tomás, p. 57).

(46) Doc. de Huesca, año 1278: ".i. vestiment conplido conso casula de seda" (N. Tomás, p. 68), ".i. frontal de quarayeyesma et .i. vestiment blanco, et .1. casula de alcotón" (p. 69). Inventario de la iglesia de San Pedro el Viejo de Huesca, año 1360: ".i. vestiment vert conplido, .ni, dalmáticas verdes, otro vestiment conplido nel cual ye la casubla del rey don Remiro, otro vestiment blanco conplido, otro vestiment de los domingos conplido, con casubla de fil doro" (p. 176). Albarán de pago al hospitalero de Somport, escrito en Jaca, año 1363: "hun uestiment que Pes de Verriol, espitaler et predecesor uuestro que fue, priso déla dita glesia de Auay" (p. 181).

(47) Hanssen, Gram. hist., §§ 167, 352. Al comentar M. Pidal, Gram. hist., § 77.2, el valor plural o colectivo de los neutros en -a, menciona vestimenta.

(48) Gustaf Holmér: El Fuero de Estella. Karlshamn 1963, p. 109, donde también se registra vestimenta.

(49) "Una casulla prieta [...], V casullyas de baldaqui ['brocado'] et III casullyas de lino [..,]. Una casullya de baldaqui. Una casulla de lino blanca" (BRAE, II, 549, 550).

(50) "En el siglo X las ropas de cama usuales entre pobres eran un tapete, un cobertor y una almohada, a lo que añadían los ricos colchoneta, sobrecama con envés de pieles y sábanas" (Gómez-Moreno, p. 344).

(51) Su exacta localización en el ALEAr. Por deslizamiento semántico, en Cabanas y Alagón 'carga o haz de leña que se trae desde el monte sobre la cabeza' (Luis López Puyolés y José Valenzuela la Rosa: Colección de voces de uso en Aragón, adjunto a Borao. Zaragoza 1908, s. v.).

(52) Manuel Alvar: "Lexicografía medieval: el peaje de Jaca de 1437", en Estudios dedicados a Menéndez Pidal, tomo II, C.S.I.C. Madrid 1951, pp. 91-133.

53) La escritura ansotana versa sobre un deslinde de jurisdicción entre ciertos lugares de los Pirineos, hecho por procuradores del valle de Ansó y comisionados de Borsa, en el valle de Aspe. Dice así el texto, donde aparecen los nombres de los testigos: "Feyto fue esto en Cauedallo de Agua Tuerta, puerto de Anso, anno et die ut supra; testes Beltran de Ferrera, vezino de Lascun, et Curt de Cap de Viella, vezino dUrdos, et Gualart de Sala, vezino de Seta" (N. Tomás, p. 184). El cultismo testes (del latín t e s t i s) ya se acusa en el siglo X, en las Glosas Silenses (n.° 107), bajo la forma diptongada tiestes (M. Pidal, Oríg., § 26.3); otras citas históricas: Huesca, años 1062, 1063 y 1148 teste, voz que también se encuentra en un diploma de Campó, de 1187, - localidad donde se escribió h. 1.196 otro documento en que figura la variante apocopada test (Oelschäger). Hay testimonios literarios: Berceo, San Millán, 487c (Tent.):

Muchos testes podría     pora esto aver,

personas coronadas    que son bien de creer.

Lo mismo en el Alexandre. Con teste se vinculan testar, atestiguar y testigo (DCELC).

(54) Agradezco la posible identificación del sentido de test con el del arabismo acetre al Dr. José Fradejas Lebrero. Cabe también la sospecha de que aquél se relacione con la base árabe tist (tast) 'cubeta, palangana de latón, de cobre estañado o de plata' (Edward William Lane: Arabic-english Lexicón, libro I, parte 5. London 1874, p. 1852), según me ha sugerido el Dr. Federico Corriente Córdoba; pero al parecer dicho étimo árabe no ha dejado descendencia hispánica.

(55) Antonio Badía Margarit: Contribución al vocabulario aragonés moderno, C.S.l.C. Zaragoza 1948, s. v.

(56) Antoni María Alcover y Francesc de B. Molí.: Diccionari cátala-valenciá-balear. t. IX. Barcelona 1969.

(57) El latín medieval aplicaba por antonomasia t e x t u s 'texto' al "Líber sen Codex Evangeliorum. qui inter cimelia Ecclesiastica reponi solet, auro gemnisque ut plurimum exornatus aureis etiam interdum characteribus exaratus" (Du Cange: Glossarium mediae et infimae Latinitatis. t. Vi. Paris 1846, s. v.).

(58) A. J. Greimas: Dictionnaire de l'ancien français jusqu'au milleu du XIVe siecle. Librairie Larousse. Paris 1968, s. v.

(59) "Unas Decretales con cubiertas verdes, et comiença en el test: Gre-gorius, et finan en el test: quis omagium compellatur. Unas Clementinas con taulas de fust, que comiençan en el test: Johannes episcopus [...], et fenexen en el test: Datum Avionis [...]. Un tractado de Bartol [,..|, que comiença en el test: Gregorius [...] et fenexe la ultima linea del text: nicholominus ad mitat. Un livro que comiença en el test, apres de un sisternio: de que vult Deo [...]" (BRAE, VI, 735, 736. 737).

(60) Los libros inventariados en Zaragoza, en el XIV y XV, solían tener cubiertas de pargamino, cubiertas bollonadas ('abollonadas'), cubiertas de taulas o de fust, maderas que podían ser de noguera ('nogal') o de chopo, forradas en ocasiones con cuero vermello, blanco, verde, negro, amarillo, leonado o pardillo; había también "medias cubiertas de diversas colores". Podían asegurarse las tapas con "correas et gafetes de fierro" o "con gafet dargent", gafetes cuyo número por lo general era de dos o de cuatro (BRAE, II, 94-97; IV, 519-520, 524-531; VI, 735-736).

(61) Reidy, p. 143. No se han computado las repeticiones de las voces en cada escritura.

(62) Manuel Alvar: Libro de la infancia y muerte de Jesús. (Libre dels tres reys d'Orient), C.S.I.C. Madrid 1965.

(63) Gunnar Tilander: Los fueros de Aragón. Lund 1937.

(64) Louis Cooper: El Líber regum. Estudió lingüístico. Institución Fernando el Católico. Zaragoza 1960.

(65) Francisco Ynduráin: Contribución al estudio del dialecto navarro-argonés antiguo. Institución Femando el Católico. Zaragoza 1945.

(66) Pottier, p. 144. Registran también este término para el aragonés ant. Borao, Pardo y, con la caprichosa ortografía enzensero con z, Andolz.

(67) Parroquia de Santa Cruz, 1390: "Una cruç chiqua de Limoges [...], una cruc de Limoges con piedras, con un cordonet morado, de seda, con su stuch [...], una cruç grant, biella, de Limoges. smaltada" (BRÁE, IV, 518. 519); iglesia parroquial de Épila, 1330: "Una cruç de plata e otra cruç de Limogines [...], dos copas de Limogines [...], dos candeleros de Limogines" (BRAE, II, 548, 549, 550).

(68) "alli auia feyto obra denueuo [...], mandassemos aquella obra sarrar et deffer [...] la dita obra, feyta norel enei dito.poço" (N. Tomás, pp. 99-100).

(69) "por la huebra que alli faran non tiren la luz déla capieylla [...]; assi encara que la huebra que ellos y faran non torne agora ni a tiempo a dayno ni destrucción dela huebra de la dita capieylla et ospitai" (N. Tomás p. 158)

(70) Se conserva actualmente en el templo de Siresa una cruz de cristal de roca, al parecer reformada en el siglo XVII. Sería prodigioso que esta cruz fuera la misma del tesoro medieval.

(71) Samuel Gili Gaya: Tesoro lexicográfico (1492-1726), tomo I A-E. C.S.I.C. Madrid 1960, s. v.

(72) Amplia distribución geográfica catalana facilitan Ana Moll, RFE, XLI, 348, y Juan Veny Clar, RFE, XLIII, 126-128.

(73) Se halla Siresa a dos kilómetros al norte de Echo, la cabecera del valle; muere la carretera en la selva de Oza, y desde aquí, por difícil y penoso camino de herradura, siguiendo parte de la antigua calzada romana, se atraviesan los Pirineos por el puerto de Palo (2.105 metros) hasta llegar a Lescun, en territorio francés.

(74) Nombre recogido, con la única autoridad de Berceo, por Lanchetas, Cejador, Oelschäger y Tent.

(75) En estos inventarios el pavo real es llamado pago, forma muy frecuente en aragonés antiguo (DCELC): año 1043, "Quatro bentallos de plumas de pago, viellos" (BRAE. IV, 523); 1469, "Un bentalio de pluma de pago", propiedad del prior de Roda (BRAE, IX, 118). Sin precisar el nombre del ave: "Un bentallo de pluma, negro", que se documenta en 1497 (BRAE, IT, 93). Era de salze 'sauce' uno de 1380: "Hun bentalio de salze" (BRAE, IV, 350).

(76) Figura priuilegio en sendas cartas oscenses de los años 1283 v 132(?)' con idéntica grafía en otras dos de Jaca (1292 y 1304) y de Barbastro (1293 y 1337); también en una de Santa Cilia de Jaca (1296), del valle de Sarrablo. part. de Boltaña (1342) y de Ansó (1357), según datos entresacados de N. Tomás.

 

Iglesia de San Pedro de Siresa, Huesca. (fotografía tomada de la web pasarlascanutas.com)

 
 

 

 

EN TORNO A UN INVENTARIO SIRESANO DE 1266
(DUDAS LÉXICAS, ACLARADAS POR BERCEO)

 

 

Tomás Buesa Oliver

BERCEO 94-95 191-232 Logroño 1978