Adriano, áureo. Oro 7,21 gr. Roma 125-128 d.C. Anv: HADRIANVS – AVGVSTVS busto laureado del emperador a derecha. Rev: COS III Adriano, en atuendo militar montado a caballo y portando lanza. Ric: 187d, Cohen 1343, calicó 1224.

 

 

 

Se trata de una mansión romana en las vías del Imperio, que surcaban España y su identificación interesa a la Rioja, al poder suponerse con fundamento que caía dentro de nuestro territorio.

Como es natural, nos ha de servir de guía el Itinerarium del emperador romano Marco Aurelio Antonino Basiano, más conocido por Antonino Caracalla, cuya fecha se pone hacia el año 216 después de Jesucristo.

Este Itinerario contiene 372 vías o calzadas, de las cuales 34 corresponden a HÍSPANIA, que comprendía entonces toda la península ibérica, es decir, España y Portugal denominadas conjuntamente con ese título.

Por lo que hace a nuestro intento sólo nos interesan las dos vías romanas de Virobesca (Briviesca) a Cassaraugusta (Zaragoza), que se señala con el n.° I, y de Virobesca a Cassaraugusta señalada con el n.° XXXII, por la sencilla razón de que ambas pasan por la Rioja y, aunque sólo en la segunda se nombra ATILIANA, acaso por la primera se pueda puntualizar mejor su situación, combinando, como algunos lo hacen los elementos o recorrido de las dos. 

 

 

VIA Nº I

 

Virobesca (Briviesca):

Millas (1)

Km.

Segisamunclo

11 16½

Libia (Leiva)

6 9

Tritium (Tricio)

18 27

Vaeria o Verela (Varela

18 27

Calagurra (Calahorra)

28 42

Cascanto (Cascante)

29 43½

Cesaraugusta (Zaragoza)

50 74

 

   

 

160 239
(1) Se calcula la milla romana en 1.481 metros    

 

 

 

 

VIA Nº XXXII

 

Virobesca (Briviesca):

Millas

Km.

ATILIANA

30 44½

Barbariana

32 46

Graccurris o Graculis

32 47½

Bellisone o Balsione

28 42

Cesaraugusta (Zaragoza)

36 54

 

   

 

158 234
     

 

 

Como puede verse, las distancias de ambas Vías son casi las mismas con corta diferencia. Por ello suele darse una combinación que intercala las estaciones o mansiones de la n.° I en las del n.° XXXII que son menos averiguadas para completar así el camino romano Vía Astúrica, que atravesaba la Rioja.

 

 

COMBINACIÓN DE LAS DOS VÍAS

 

Caesaraugusta (Zaragoza)

Millas

Km.

1. Allobone

30 44½

2. Balsione (cerca de Mallén)
    Cascanto (Cascante)

50 74

3. Graccurris (cerca de Corella)
    Calagurra (Calahorra)

29 43½

4. Barbariana (S. Martín de Berberana)
    Verela (Varea, cerca de Logroño)

28 42

    Tritium (Tricio, cerca de Nájera)

18 27

5. ATILIANA

   

    Libia (Leiva)

18 27
       Segisamundo (Cerezo) 6 9
       Virobesca (Briviesca) 11 16½
     
  160 239

 

 

Las estaciones o mansiones números 1, 2, 3, 4 y 5, se consideran intercaladas en el mismo camino de las otras y por eso no se cuentan sus distancias porque van incluidas en las distancias de las otras, cosa muy probable ya que entre ambas hay una pequeña diferencia de 3 millas.

 

ATILIANA. EL NOMBRE

La denominada por los romanos Regina Viarum, la Vía Appia, que iba en dirección Sur de Roma a Capua, debe su existencia y su nombre al censor Appio Claudio, en el año de fundación de Roma 422, que corresponde al 331 de la era cristiana. Otras fueron llamadas Vía Augusta, Vía Aurelia, Vía Flaminia, Vía Emilia, Vía Egnatia, etc., de los nombres de sus autores.

Es de creer que esta mansión Atiliana deba también su nombre a alguno de los muchos Atilios que figuran en el nomenclátor de la ciudadanía Romana. No menos de diez personajes con el nombre de Attilio he podido contar entre los que en el gobierno llegaron a ocupar altos puestos. Mas, como quiera que las obras públicas (vías y monumentos) corrían a cargo de cónsules y censores, sólo mencionaré los Atilios que ostentaron estas dignidades para que entre ellos (aunque desconocido) se incluya el que dio nombre a la mansión Atiliana.

1.    Atilio Calatino, personaje romano que tomó parte en la primera guerra púnica, siendo pretor en Sicilia; arrojó a los cartagineses de Palermo, Girgenti, Drepano, Erix y Lilibea (264 a 262 a. Cr.), obteniendo los honores del triunfo a su llegada a Roma, donde
fue cónsul en 254 y 249 a. Cr. y censor en 247. Su tumba se levantaba cerca de la de Escipión fuera de la Puerta Capena y, según
Cicerón
(de Senectute, 17), ostentaba este epitafio: «Populi primarium fuisse virum».

2.    Atilio Regulo (Marco), general romano, héroe de la primera guerra púnica, murió hacia el año 253 a. Cr.; cónsul en 267, fue enviado contra los cartagineses el 256 sobre los que obtuvo brillantes victorias, a consecuencia de las cuales los cartagineses pidieron la paz. Pero tales condiciones pusieron los vencedores, que prefirieron continuar la guerra, recibiendo auxilio de tropas griegas, siéndoles favorable la suerte y Atilio Régulo fue vencido y hecho prisionero (año 255). Después de dos años de cautividad los cartagineses le enviaron a Roma para solicitar la paz y el rescate de los prisioneros, previa palabra de 'honor de que volvería, cualquiera que fuere el resultado de su embajada. Atilio Régulo estaba convencido de que la continuación de la guerra significaba el triunfo de sus compatriotas, apresurándose a exponerlo así y, fiel a su palabra regresó a Cartago para constituirse nuevamente prisionero. Irritados los cartagineses, le sometieron a los más horribles tormentos. El nombre Atilio Régulo es considerado como un simbólo de patriotismo y lealtad.

3.       Atilio Liberto vivió en tiempo de Tiberio, poseedor de una gran fortuna y de carácter movido y emprendedor. Refiere Tácito (Annal. VI, 62 - 63) que, deseoso de ofrecer a los romanos una gran fiesta, hizo levantar un anfiteatro en Fidenes (Puente Milvio) para celebrar un combate de gladiadores el año 27 d. Cr.; durante el espectáculo se hundió el edificio, causando 50.000 víctimas, si bien Suetonio dice que no fueron más que 20.000. El emperador en castigo de su imprudencia le desterró de Roma.

4.       Atilio Bradua (Marco), nombre que llevaron tres senadores, siendo cónsules los años 108, 122 y 185 d. Cr.

Es digna de mención la familia Atilia de Sádaba (Zaragoza), cuya memoria se ha conservado en inscripciones funerarias de su sepultura. A cuenta de ellas Zurita quiso identificar a la mansión ATILIANA con Sádaba, de lo cual trataremos en su propio lugar.

 

ATILIANA. SITUACIÓN

«Las ruinas de Atiliana no se han encontrado todavía», dicen los señores Blázquez y Sánchez Albornoz. Aquí puede haber un pequeño enredo, ya porque las ruinas de la mansión Atiliana no se hayan buscado, ya también porque a priori se quieran fijar en determinado y concreto sitio los lugares a que corresponda Atiliana.

No contando con más elementos de juicio que el Itinerario de Antonino, a él hemos de atenernos para determinar la situación geográfica de Atiliana entre Briviesca y Barbariana. Ahora bien, de Briviesca a Atiliana se cuentan 30 millas, o sea 44'5 kilómetros; y de Atiliana a Barbariana 31 millas, o 46 kilómetros. Sobre esta base es necesario construir de nuevo la mansión romana que se busca.

«Pecaría de prematuro buscar soluciones de error, cuando la investigación arqueológica no está agotada, ni aun iniciada todavía», dice el Sr. Taracena, corrigiendo al Sr. Gobantes, quien «llega a suponer error en las millas del Itinerario».

Si bien no hay que suponer error en el Itinerario, no obstante, tampoco se pueden medir a capricho las distancias, ignorando, como se ignora, la exacta dirección de las Vías por no conservarse su trazado sobre el terreno más que en una mínima parte, aunque los trozos que aún quedan pueden orientar en la investigación.

 

VÍAS ROMANAS

Durante el año 1917 la Comisión de Vías romanas reconoció y determinó definitivamente —así dice el informe rendido por dicha Comisión— los trayectos de Briviesca a Pamplona y de Briviesca a Zaragoza, midiendo el primero 103 millas y 160 el segundo, además de otro de 28 de Graccurris a Bellisone y uno de 20 de Turiasone a la mansión antes citadas.

Tomando lo que corresponde al segundo trayecto —el que por ahora nos interesa— hallamos la siguiente trayectoria: De Briviesca a Cerezo de río Tirón la vía romana va recta y aún la llaman «camino de los romanos» con recorrido de 11 millas o 16 kilómetros, computando las millas a 1.481 metros. Desde Cerezo a Leiva-Herramélluri (las ruinas romanas están más próximas a este último) 6 millas o 9 kilómetros. De aquí no a Hormilleja, sino a Hormilla, por cuyo pueblo pasa y en donde recibe todavía una calle el nombre de «Calzada». Poco después se pierden los vestigios, pero su dirección es hacia Nájera, un kilómetro al N. de Tricio. Entre Tricio y Varea (antigua Calzada) la distancia era de 18 millas y los kilómetros que mide el camino que pasa por Navarrete son 27. Después se citan en el informe Varea Agunciana o Agoncillo, Arrúbal, San Martín de Barberana, Calahorra, Rincón de Soto, Graccurri, Alfaro... Barbariana distaba de Varea de 8 a 9 millas y se identifica con San Martín de Berberana distante 15 kilómetros de Varea.

Admitiendo lo que ha sido opinión de los que a este asunto han dedicado su atención, vamos a suponer (y es cierto) que las dos vías tenían, por lo menos, en común, el trayecto que hay desde Virovesca a Barbariana. En tal caso, resulta que Barbariana distaba de Virovesca de 61 a 62 millas, en tanto que Vereia, mansión en el camino antes descrito, sólo distaba de aquel punto 53 y, como consecuencia indiscutible, Barbariana tenía que estar de 8 a 9 millas más al E. de Verevia sobre el camino descrito y en dirección a Zaragoza.

Pues bien; por haberse encontrado hace años unas ruinas junto a Agoncillo, alguien, que buscaba la identificación de estos caminos, denominó estas ruinas «ruinas de Barbariana», sin medir las distancias ni parar mientes en que podían corresponder a AGUNCIANA (quizás hubo dos poblaciones de este nombre en la época romana), cuyo nombre ha conservado el inmediato lugar, y también sin determinar con detenido examen el asunto, el Sr. Saavedra y el Sr. Hübner han seguido colocando allí la mansión citada.

La distancia que hay de Varea a las ruinas citadas es sólo de 8 kilómetros y como la 9 millas que distaban una de otra población equivalen a más de 13 kilómetros, claro es que no pueden corresponder a Barbariana; en cambio las ruinas inmediatas a San Martín de Berberana, que están sobre la vía o calzada de los romanos distantes 15 kilómetros de Varea y que conservan el nombre antiguo, son las herederas de aquella mansión. Esto dicen don Antonio Blázquez y don Claudio Sánchez Albornoz en la Memoria citada en nuestra Bibliografía.

Consideramos de interés copiar a la letra lo que escribe don Blas Taracena en los artículos citados en la Bibliografía: «Barbariana y Atiliana. Sólo el Itinerario de Antonio cita en la vía del Ebro, después de Virobesca, las mansiones Atiliana y Barabariana, lo que hace sospechar que no tuvieron importancia de ciudades. Por razones topográficas y fonéticas se sitúan Barbariana junto a la vía y en la finca de San Martín de Berberana, supervivencia actual de un monasterio del mismo nombre que existía el año 947, y de ella quedan en la Dehesa, al E. del actual caserío en campo de 100 metros de largo algunos insignificantes fragmentos de barro romano, que hacen imaginarla sólo como un puesto de relevo de las postas y descanso nocturno de los viajeros, mansión no en civitas ni en o-ppida, sino en el vicus más humilde.

Atiliana se atribuye hipotéticamente a un lugar de la vía sito a 4 kilómetros al O. de Hormilleja y 3 escasos de Hormilla, pero al no encontrar allí ruinas y basándose en el testamento otorgado por doña Estefanía, viuda de clan García de Navarra, el año 1066, donde se cita la oblación de Antelana (que Moret interpretó por Entrena, donde hay calzada y otras antigüedades)...», aquí de Entrena.

Caminos y obras hidráulicas. Tenían los de esta comarca a modo de espina dorsal la carretera de Cesaraugusta —Birovesca, que seguía la margen izquierda (nota 1.-Dos veces repite "la margen izquierda", pero como la Vía se titula Asturica-Cesaraugusta, ha de ser la derecha.) del Ebro y que con la de Cesaraugusta - Astúrica por el S. y Virovesca - Pampeluna por el N. formaban en la Rioja línea quebrada de dos ángulos con los vértices en Briviesca y Zaragoza,

El tramo del camino del Ebro que aquí afecta aparece en las vías números 1 y 32 (edición española) del Itinerario, con cuyas mansiones, e invirtiendo el orden del primero, ingeniosamente ha combinado Miller el recorrido de ambas vías:

 

VIA I

Virobesca:

 

Millas

Segisamunclo

  11

Libia

  6

Tritium

  18

Verela

  18

Calagurra

  28

Cascanto

  29

Cesaraugusta.

  50

 

   

Millas

  160
     

 

 

 

VIA XXXII

Virobesca:

 

Millas

Atiliana

  30

Barbariana

  32

Gracurris

  32

Belsione

  28

Cesaraugusta

  36

 

   

Millas

  158
     

 

De cuyos recorridos saca en consecuencia el siguiente:

 

 

 

Virobesca:

 

Millas

Segisamunclo

  11

Libia

  6

Tritium

  18

Verela

  18

Barbariana

  11

Calagurris

  17

Graccurris

  15

Cascanto

  14

Bellisone

  14

Cesaraugusta

  36

 

   

Millas

  160

 

   

 

 

 

 

Virobesca:

 

Millas

Atiliana

  30

 

   

 

   

 

Ha descartado del recorrido la mansión Atiliana, sin duda por no haber podido identificar su situación, y en ese caso tiene que desviar 30 kilómetros el camino combinado.

Gobantes diferenciaba desde Briviesca los dos trazados del Itinerario uno por las lomas de Cerezo, «donde hoy se ve», dejando Libia a la izquierda y siguiendo por Villalobar (punto de contacto de los dos caminos), Atiliana, Barbariana, Graccurris y Borja, en donde se unía con el otro brazo, el de Segisamunclum, Leiva, Tricio, Varea y Calagurris; Blázquez y después Sánchez Albornoz formaron con los dos trayectos una sola vía hasta Graccurris donde la bifurcaban, llevando una por Cascante hasta pasado Mallén y otra más próxima al Ebro, por Tudela y Cortes, donde se unían para seguir a Zaragoza.

Este recorrido resulta más lógico por tener muchos tramos vistos en el terreno y quedar pendiente toda otra opinión de la localización de Atiliana, pero deben, sin embargo cotizarse algunas noticias que el Sr. Blázquez no tuvo en cuenta: los restos de Calzada vistos por Govantes en Villalobar y en la llanura de Valpierre, donde un documento del año 1056 hace referencia a la «vía pública», sin duda esta vía romana entonces en uso; el vado que atraviesa sobre el Leza; su paso también señalado por mansión anotado por Gobantes entre Agoncillo y el Ebro, entre Logroño y Agoncíllo, y también en Arrúbal, muy cerca de San Martín de Barberena, y luego en Murillo del río Leza (Barbares), separando los términos de Murillo y Barberana, aunque ello, por estar muy al S., no puede corresponder a la vía del Ebro.

Con esto queda casi completo el trayecto Virovesca - Calagurris y en detalle rectificada la línea en Barbarina, donde no marchaba entre la mansión y el Ebro, que está inmediato, sino por el S. de la mansión y cerca del río como en todo el trayecto desde Logroño.

Blázquez rectifica las siete millas Segisamunclo - Leiva del Itinerario, reduciéndolas a seis, y la situación de ésta no en Hormilleja sino en Hormilla, lo que está de acuerdo con el terreno que en los 15 kilómetros Villalobar - Hormilla se llama todavía «camino de romanos». La segura descripción pliniana del Ebro hasta Varia parece demostrar la existencia de la vía ya en el siglo I a. Chr., siquiera los miliarios de Tricio y Agoncillo (Hüner, C. I. L. 4879 a 4882) señalan los años 276 - 282 y 283 - 284 d. Chr., que deben ser fechas de reparación.

Respecto a la duplicidad de un tramo del camino, más lógico que la explicación ideada por el Sr. Blázquez de ser ambos una sola vía pero señalando diferentes mansiones para los ejércitos que caminaban en direcciones encontradas, pudiera resultar la de que se describieron en función de marchas militares de caballería e infantería, ya que en el recorrido llano de Atiliana, Barbariana, Graccurris, Bellisone, las distancias mansionales son más o menos de 45 kilómetros, jornada normal del tráfico montado o rodado, mientras en la otra cubren unos 25 kilómetros, los habituales en marchas de infantería por terreno llano y sin obstáculos». Hasta aquí el Sr. Taracena.

Esta solución ya la apuntó el Sr. Govantes cuando al hablar de Atiliana, escribe: «La causa de ésta, al parecer, anomalía se puede explicar con la naturaleza de un país nada áspero, fértil, abundante de aguas y bien poblado, en el que existiendo mayor número de pueblos, suficientes para mansiones, se escogieron diferentes, o por no recargarlos con el continuo tránsito de las tropas, o por la mayor comodidad de ellas». La comodidad estaba en acortar la distancia para los de a pie.

Será conveniente poner por delante las distintas opiniones, siguiendo el consejo de San Jerónimo que dice: «In diversis diversa legi: et debeo singulorum opiniones poneré». Diferentes cosas he leído en diversos autores: y debo exponer las opiniones de cada uno».

 

ATILIANA. SADABA (ZARAGOZA)

«Zurita dijo en sus notas al Itinerario que debía estar junto a Sádaba, donde se hallan grandes ruinas y una inscripción sepulcral, que presenta los nombres de Cayo Atilio, L. Atilio, Atilia Festa y el de otra Atilia, hija de Lucio, que mandó hacer en vida aquel sepulcro. Pero conocido es que el camino, que conducía desde Astorga a Tarragona, llegando a Briviesca (Virovesca) para pasar luego a Agreda (Grachuris) que es la mansión que sucede a Barbariana, no había de tocar en Sádaba. Sin embargo incidió en este error un hombre que tanto ilustró nuestras antigüedades, como el Zurita y le siguió Ceán Bermúdez». Esto dice Madoz en su Diccionario, en el artículo Atiliana.

Quiero añadir por mi parte que, además de exigirse sin motivo un rodeo tan grande (de casi 50 kilómetros) con la desviación que supone, hallándose Sádaba casi en línea perpendicular al N. de Zaragoza, el fundamento de la inscripción carece de fuerza porque de haber habido Atilios enterrados en Sádaba no se sigue que allí se encontrase la mansión Atiliana como insinué en un caso parecido. «Las lápidas, en cuanto a los nombres consignados en ellas, no siempre corresponden al lugar en que se encuentran, sobre todo si son votivas. El año 1949 se encontraron en Villahizán (Burgos) cinco lápidas, y de su análisis me resultó que las cinco pertenecían a otros tantos miembros de una familia de Nieva de Cameros (Logroño); y en este Nieva de Cameros existe una lápida romana votiva a la diosa Silvia, y no consta que la tal diosa fuese camerana». Esto escribíamos en Riaja Industrial de 1960. Parece, pues, que la localidad de Sádaba ha de descartarse en la identificación con la mansión romana que se busca.

Govantes contesta a Zurita: «...se desvanece tal opinión sabiendo que Atiliana distaba 7 ½ leguas, o 30 millas de Briviesca, y Sádava lo menos 120 millas. Además, para ir a Borja y Zaragoza desde Briviesca pasando por Sádava, se hacía un rodeo sin necesidad, que casi duplicaba el camino, se atravesaba el Ebro y otros ríos de Navarra, y se buscaban obstáculos de que absolutamente carecía y carece el camino recto. Pero sabido hoy fijamente el punto de Barbariana, sería un delirio señalar la segunda mansión después de Briviesca mucho más cerca, o a la mitad del camino que la primera».

Cae aquí todo el peso de la lógica.

 

ATILIANA. Quintanar de la Sierra (Burgos)

Es la opinión de don José Cornide. «La primera de aquellas Calzadas es la que tiene por título en el Intinerario: Ab Asturica-Tarracone.

Este camino se separaba en Briviesca del que iba a Francia por Navarra, y tomando un poco al mediodía, pasaba por los lugares de Atiliana y Barbariana al de Gracurris, que todos convienen en que se debe reducir a Agreda. Semejante dirección pide que este camino pasase por las faldas meridionales de los montes Distercios o de Oca y entre éstos y el otro camino que por Clunia, Osma, Numancia y Augustobriga iba también a Zaragoza.

Los diversos vestigios de poblaciones romanas y las inscripciones romanas publicadas por el Sr. Loperráez y descubiertas cerca de los lugares de Almarza y Vinuesa y la Casa Fuerte de San Gregorio, la inscripción... entallada en una peña entre la villa de Vinuesa y los molinos de Salduero, y la inspección y confrontación de los mapas de Soria y Osma me han confirmado en el pensamiento de que este camino no se podía separar de semejante dirección: que Atiliana (que es el primer pueblo que se halla, viniendo de Briviesca) se podría reducir a Quintanar de la Sierra separado como unas 8 leguas de Briviesca, distancia muy conforme con las 30 millas, que el Itinerario propone entre Virovesca y Atiliana; y que Barbariana se puede situar a las 8 leguas o 32 millas que el Itinerario cuenta entre Barbariana y Gracurris, suponiendo que las inscripciones descubiertas cerca de dicho lugar de Almarza, y aun las de Casa Fuerte de San Gregorio, sean restos de esta antigua población.

En este concepto hallaremos que la inscripción ya publicada por Morales y en que se habla de una Vía Augusta abierta o reparada por Lucio Lucrecio Denso pertenece a este camino y que no es aplicable a otros ninguno de los del Obispado de Osma, por cuya parte septentrional pasaba y por consiguiente desde Quintanar de la Sierra hasta Agreda por los límites de la Celtiberia ; y que las dos mansiones mencionadas en el Itinerario y desconocidas en los demás geógrafos e historiadores aumentan en esta parte las ciudades de la Celtiberia y quedan reducidas a las dichas dos situaciones, como puede verse en el mapa».

 

ATILIANA Ezcaray (Logroño)

«Zurita en sus notas al itinerario dijo —escribe D. Miguel Cortés y López— que junto a Sádaba se hallaban grandes ruinas y una inscripción sepulcral, donde se ve estampado el nombre de Cayo Atilio, el de L. Atilio, el de Atilia Festa y el de otra Atilia, hija de Lucio, que en vida aún mandó hacer aquel sepulcro.

Cornide, no obstante, opinó que estaba en Quintanilla (no dice Quintanilla, sino Quintanar) de la Sierra. Yo más me inclino a que la antigua Atiliana estaba en la antigua villa de Ezcaray, porque la voz «Átalos» compuesta de la partícula intensiva «a» y de la voz «thalos», que en griego significa «mujer muy fecunda y criadora de muchos hijos», a la que corresponde la hebrea «Izka-rab» y Ezcaray.

Al mismo tiempo persuaden esta opinión la distancia de Briviesca y la dirección de la calzada romana, que por allí se dirigía a la villa de Luezas, que es la Barbariana, a Grávalos, que es Graccurris y a Borja. Consérvanse en Ezcaray indicios claros de antigüedad con especial en el sitio donde está la ermita de Nuestra Señora de Allende».

El Sr. Madoz contesta al Sr. Cortés: «Cortés en su Diccionario se inclina a la villa de Ezcaray, cuya reducción parece más probable; aunque no concedamos el valor que pretende este erudito geógrafo a la sinonimia que presenta entre las voces Atiliana y Ezcaray, derivándolas aquélla del griego y ésta del hebreo; pues, cualquiera que sea el grave peso de las oponiones de este distinguido escritor, que con tanta frecuencia aprovechamos, respetándolas en todas ocasiones, el significado de «mujer muy fecunda y criadora de muchos hijos», que adopta en aquellas voces, no contentándose con el de «fortis, robustus» que da Zanolin (Selil. hebr., pág. 134) a la hebrea «huzak» que presenta como raíz de Ezcaray, supuesta equivalente de Atihaisa griega (de A-thalos) no nos parece el más propio para esta aplicación, ni natural (la versión de una voz griega al hebreo, en nuestra nomenclatura geográfica, aun cuando conviniéramos en que ambas tuvieran esa procedencia».

Esta razón se refuerza, añadimos, por nuestra cuenta, si pensamos que, según los eruditos, el nombre Ezcaray, o sus variantes Iz-carai, Ezcarahi, Hezcaraiz y Ezcarai, que de todas estas maneras se halla escrito, proviene del vascuence, que se hablaba en toda la región del Valle de Ojacastro (Logroño), a la que Ezcaray pertenece.

Pero Madoz no descarta del todo a Ezcaray, pues termina el artículo, diciendo: «La villa de Ezcaray, no obstante, conserva, como dice el mismo Sr. Cortés, indicios claros de antigüedad, con especial en el sitio donde está la ermita de Nuestra Señora de Allende; y a ser necesario adoptar una reducción, ésta parece la que debe preferirse, a falta de otros antecedentes que conduzcan con más seguridad a otro sitio».

 

ATILIANA. Calzada de Bureba (Burgos)

Ahí la sitúa el geógrafo francés Pedro M. Lapie, pero su proximidad a Briviesca, lo que no da ni remotamente la distancia en millas del Itinerario por ser mucho menor, hace que los demás prescindan de esta sugerencia.

 

 

ATILIANA para el Sr. Govantes

Capítulo aparte nos merece este distinguido riojano D. Ángel Casimiro Govantes porque ha dado todos los pasos para despejar esta incógnita y, a nuestro parecer, se ha acercado más que nadie a una solución satisfactoria. Por eso vamos a copiarle en todo cuanto con este asunto se relaciona.

«ATILIANA. Antigua mansión romana de que hoy no han quedado reliquias: era la primera mansión después de Virobesca o Briviesca en el camino que corría de O, a E. desde Astorga por Briviesca a Zaragoza. Distaba Atiliana, según el Itinerario de Antonino Augusto, 80 millas de Briviesca o 7 ½ leguas, por lo que esta mansión estaba ya en el país de los Berones, dos o tres leguas más al E. o más internada que Livia (hoy Leiva y Herramélluri), también mansión antigua romana.

Resulta del itinerario de Antonino que en este país las mansiones del camino que venía del E., o de Italia, no eran las mismas que las del que iba a la inversa, o del que venía del Oeste. Desde Briviesca a Borja (Balssione) eran diversas las mansiones en los viajes opuestos.

El de O. se separaba en Virovesca, y tomando una dirección recta, probablemente por las lomas, a Cerezo, tramo en que hoy se ve la calzada romana, dejaba a Livia bastante a la izquierda, y marchaba por Villalobar (en donde acaso se unían los dos caminos) a la mansión Atiliana; desde allí a Barbariana, y de esta mansión a Gracurris, la antigua Ilurcis (Grábalos y Herce), y en Balssione (Borja) mansión siguiente al E. se volvía a reunir el derrotero, llevando después las mismas mansiones.

En este mismo país, y entre estas mismas mansiones, estaban las del camino que venía del E., Calagurris, Varia, Tritium, Metalum o Megalon, Livia, Segisamunclum, Virovesca; hoy Calahorra, Varea, Tricio, Leiva, Santa María de Riba-Redonda y Briviesca... Sea la causa de la diferencia la que quiera, es cierto que la había, y que el camino del Oeste hacía su primera mansión en Atiliana y la segunda en Barbariana, y que siéndonos plenamente conocido el punto de esta última mansión, que aún hoy conserva el nombre, y que está de Briviesca en la dirección conveniente las 62 millas ó 15 leguas que señala el itinerario, como se dirá en su artículo, ocupando casi la mitad de esta distancia Atiliana, que distaba de Virovesca 30 millas y de Barbariana 32, correspondiendo el medio a Ormilleja y pueblos de sus cercanías, en los que se ven restos claros de la calzada romana, en ellos debe fijarse el punto, y buscarse las ruinas de la antigua mansión..,»

 

Govantes se va hacia ENTRENA

«En algunas escrituras de los siglos medios se llama Entrena en latín Entedigone y Antelana, que tiene cierta semejanza con Atiliana; pero aunque la dirección del camino corresponda, las distancias no convienen ni con Briviesca ni con Barberana. Entrena dista de la primera 13 leguas o 52 millas, y de la segunda 4 leguas o 16 millas, y Atiliana distaba del primer punto o de Briviesca 7 ½ leguas o 30 millas, y 8 leguas ó 32 millas de Barbariana.

No obstante, la buena dirección del camino, la calzada romana que se ve en Entrena aún claramente, las antigüedades romanas que allí se encuentran, y el no hallarse rastro de Atiliana en los pueblos a la distancia de 7 u 8 leguas E. de Briviesca, obligan a recelar, o por lo menos a dudar de la exactitud de las distancias señaladas en el itinerario; y en el caso de enmendarle, es necesario poner 52 millas o 13 leguas desde Briviesca E. a Atiliana, que es la distancia más corta que hay a Entrena desde Briviesca, en vez de las 30 millas u 8 leguas del itinerario de Antonino Augusto; y por consecuencia es necesario reducir la distancia a Barbariana desde Atiliana, señalando 16 millas o 4 leguas en lugar de 32 u 8 leguas de Antonino.

En el testamento de la reina de Pamplona y Nájera doña Estefanía (viuda de don García el VI de Pamplona), que supone Moret murió el año de 1066, se dona a Santa María de Nájera entre otros pueblos el de Antelana, que dice Moret es Entrena; Antelana es cierto que está indicando Atiliana; acaso entonces se verían aún las ruinas de la antigua mansión». La sirena del sonsonete —antelana = Atiliana— ha encantado a Govantes.

 

De Entrena a VALPIERRE pasando por Hormilla

El Sr. Govantes, hablando de los Berones, antiguos habitantes de la Rioja, escribe: «Además de estas tres grandes poblaciones (Calahorra, Tricio y Varea) sabemos por el itinerario existía otra llamada Atiliana, que distando 30 millas o 7 leguas E. de Briviesca con dirección a Barbariana, hoy Barberana, estaba precisamente dentro del país de los Berones, y debe colocarse en Hormilla, cerca de Nájera».

Y en el artículo Hormilla dice: «En Ormilla o sus cercanías estuvo necesariamente la mansión Atiliana, señalada por Antonino a 30 millas E. de Briviesca y 32 O. de Barbariana, hoy despoblado, San Martín de Barbarana, 4 leguas E. de Logroño a la derecha del Ebro. Las distancias expresadas, que son las del itinerario de Antonino en el viaje de Italia a Astorga o de E. a O. y el conocimiento cierto de los dos puntos extremos Barbarana y Bribiesca, nos dan en su medio el punto de Hormilla o sus cercanías, para conocer con corta diferencia el punto de Atiliana, añadiéndose la circunstancia de verse aún la calzada romana en Ormilla y Valpierre, en donde se la conserva el nombre de camino romano».

«Por esta llanura de Valpierre se ve hoy perfectamente conservada la antigua calzada romana, que iba de Tricio por Leiva a Briviesca, que será la misma que de Briviesca venía a Atiliana, 8 leguas al E. de Briviesca y de Atiliana a la mansión Barbariana, hoy San Martín de Barberana, despoblado junto a Arrabal. Atiliana debió estar muy próxima a Valpierre».

D. Tomás Muñoz y Romero, en su obra citada en la Bibliografía, pone lo siguiente: «ATILIANA. Mansión romana en el camino de Astorga a Zaragoza. Disertación sobre la localidad de las antiguas mansiones romanas Atiliana y Barbariana... por D. Ángel Casimiro de Govantes, individuo de número de la Real Academia de la Historia, Manuscrito en 8 hojas en 4.° en la Biblioteca del mismo Cuerpo. El autor, a pesar de sus curiosas investigaciones no pudo fijar exactamente la situación de la mansión Atiliana. Opina que estando situada en Virovesca y Barbariana y existiendo la calzada romana conservada perfectamente entre las citadas mansiones en lo que se llama Valpierre, legua y media antes de Nágera hacia Briviesca, en este punto o en sus inmediaciones debió estar situada la Atiliana».

' Como se ve por todo lo que acabamos de copiar, el Sr. Govantes, llevado del sonsonete, fijó primero la mansión Atiliana en Entrena; la pasó después a Hormilla, teniendo en cuenta las distancias; y, por fin, de allí se fue a Valpierre. Un paso más y habría topado con los restos que buscaba y tuvo al alcance de la mano en la calzada por él recorrida.

 

Vamos hacia VALPIERRE

Se han expuesto en las líneas precedentes con toda claridad, imparcialidad y lealtad, sin importarnos el tiempo y el espacio empleados, las diversas y más divergentes opiniones acerca de la mansión romana ATILIANA en la Via Imperial Astúrica-Cesaraugusta, que atravesaba nuestra Rioja de O. a E. Sintetizaremos los datos suministrado por los distinguidos autores y, a base de ellos, seguiremos la investigación por la llanura de Valpierre.

Govantes dice: «ATILIANA. Antigua mansión romana de que hoy no han quedado reliquias».

Concuerdan Blázquez y Sánchez Albornoz: «Las ruinas de Atiliana no se han encontrado todavía».

«Pecaría de prematuro buscar soluciones de error, cuando la investigación arqueológica no está agotada ni aun iniciada todavía», advierte Taracena, quien añade: «Se han de tener en cuenta los restos de calzada vistos por Govantes en Villalobar y la llanura de Valpierre».

 

De todo esto se siguen las conclusiones siguientes:

1.a Que ni los señores Blázquez y Sánchez Albornoz ni el señor Taracena estuvieron en la llanura de Valpierre, puesto que se acogen al testimonio del Sr. Govantes.

2.a Que este último sólo se preocupó de la vía romana y, por tanto, ¿cómo ni los otros, que no estuvieron en Valpierre, ni Govantes, que cita Valpierre sin precisar más, van a encontrar las ruinas de Atiliana, si no las buscaron?

«Sólo el Itinerario de Antonino cita en la vía del Ebro, después de Virovesca, las mansiones Atiliana y Barbariana, lo que hace sospechar que no tuvieron importancia de ciudades». (Taracena).

«Por razones topográficas y fonéticas se sitúa Barbariana junto a la vía y en la finca de San Martín de Berberana... Los restos encontrados allí hacen imaginarla sólo como un puesto de relevo de las postas y descanso nocturno de los viajeros, mansión no en oppida ni civitas, sino en el vicus más humilde». (Taracena).

Según estas dos notas Atiliana había de ser una mansión pequeña reducida a posada o Venta.                                                   \

Según el Itinerario Barbariana, cuya situación ya es fija y admitida por todos, distaba de Briviesca 62 millas, unos 90 kilómetros.

Atiliana distaba de Barbariana 32 millas, unos 46 kilómetros y de Briviesca 30 millas, unos 43 kilómetros. Se hallaba en medio de las dos, a igual distancia, poco más o menos entre ambas.

Excluidas:

1.       Sádaba, por el rodeo que supone y alargar más del doble las distancias;

2.       Quintanar de la Sierra, por el mismo motivo y no responder a la vía de que se trata;

  3.       Ezcaray, por lo impertinente de la etimología propuesta;

4.       Calzada de Bureba, por lo excesivamente corta su distancia de Briviesca;

5.       Hormilleja y Hormilla, por no satisfacer a los mismos que las proponían.

Los autores modernos, siguiendo después de un siglo (1842 a 1942) al Sr. Govantes, se han venido de común acuerdo, habiendo estudiado con empeño particular el asunto, a la «llanura de VALPIERRE». Pero, como esta «llanura de Valpierre» es tan extensa... y comprende unos 55 kilómetros cuadrados, es necesario recorrer su terreno para ver si logramos topar con la mansión ATILIANA. Esto intentaremos en la última parte de nuestro estudio.

 

 

 

BUSCANDO A ATILIANA

 

 

JULIÁN CANTERA ORIVE

BERCEO 71 133-150 Logroño 1964
 
 

Calzada romana en tierras de Valpierre.

(continuación)

 

        De la mano, como hemos dicho antes, de los sabios que se acercaron a Valpierre y de los que, a nuestro modesto parecer, sólo uno, el Sr. Govantes, pisó su suelo, vamos a buscar la mansión Atiliana dentro del área que ocupa la llanura de Valpierre.

 

I.   SU nombre

      Valle de Piedra, ha sido la interpretación que se dio a la etimología de la palabra. Pero no han faltado otros significados pintorescos. En boca de los ancianos, querría decir Va al pierde, porque perdieron la batalla. No difiere gran cosa de esta significación hecha sobre la marcha, la que supone ser una respuesta a la pregunta de: «¿Cómo va la batalla?», contestando los que perdían: Va al pierde. Finalmente equivaldría a Valle de Pedro, por ser Pierre en francés y antiguo* navarro igual a Pedro. Así es famoso el procer navarro Mosen Pierre de Peralta.

El montecito de Briones, que lo domina por el S. E. se llama Ribarrey. Dicen que tiene tal nombre por haber las tropas lanzado el grito de: ¡ Arriba el Rey! La meseta de este montecito es llamada La Mesa porque comieron, dicen, en ella las tropas como en una mesa. Yendo de las Ventas de Valpierre a Hormilla en dirección S. O. hay un término que llaman La Pelea.

Ambiente guerrero dan todos estos nombres a la llanura de Valpierre. En efecto, varias batallas se citan en las historias como tenidas en este lugar y han dado fama a su nombre. Helas aquí:

1.a  Año 926  entre Sancho II Abarca y Fernán González.

2.a  Año 959   entre García V de Navarra y Fernán González.

3.a  Año 1157 entre Sancho III de Castilla y Sancho el Sabio de Navarra.

4.a  El mismo año entre los mismos reyes.

5.ª  Año 1360 entre don Pedro I de Castilla y don Enrique su hermano.

6.a  Año 1367 a 3 de abril entre los mismos.

 Aprovecho la ocasión de esta pluralidad de batallas —seis nada menos— en Valpierre, para contestar al autor de un artículo que —él se sabrá con qué intención— encabeza con este título de: «La auténtica batalla de Clavijo», refiriéndose a la tenida el año 850 por el rey de León don Ordoño I contra Muza II de Tudela. El tal artículo le ha servido para lucir su erudición en un asunto que ya es suficientemente conocido, pero no está de más exhibir ante el público sus dotes de historiador.

Con un tiro por elevación, como suele decirse, intenta echar fuera la Batalla de Clavijo, donde el Apóstol Santiago dio la victoria a don Ramiro I, padre del citado don Ordoño, que luchó allí el año 844 contra Abderramán II de Córdoba. Como si no pudiese darse más de una batalla en el mismo sitio, el articulista parte de ese falso supuesto y, llamando «auténtica» a la de Ordoño, sorprende la buena fe de sus lectores, como si no pudiese ser también auténtica la de Ramiro por localizarse en el mismo sitio. Este sofisma me consta que ha hecho mella en más de uno. ¿Predisposición? ¿Falta de preparación?

Aún más. A pesar de citarme varias veces en su escrito, tiene buen cuidado de no poner mis .argumentos en favor de la batalla de Ramiro y la contestación que yo doy a esa solapada argucia en mi obra sobre «La Batalla de Clavijo», bastantes años antes,- pues esa falacia no la ha inventado ese selecto historiador —nihil sub sole novum = Esto ya es viejo— sino que ha sido sacada a relucir y contestada repetidas veces, antes de que a él se le ocurriera volver a sacarla como cosa nueva. No obstante, siempre hay ingenuos, que caen en las redes bien tendidas por los adversarios de estas y otras glorias de nuestra querida Rioja, estableciendo además comparaciones odiosas, molestas e infundadas.

Aunque se excluyan, como quieren [no faltaba más] los señores críticos, por indocumentadas las dos primeras batallas de Valpierre, quedan las otras cuatro admitidas como auténticas y ocurridas en el mismo sitio. No impide, por tanto, que se den una, dos, y más batallas, todas auténticas en un mismo lugar. Queda, pues, bien palpable que pudo haber en Clavijo dos batallas, las dos auténticas, con lo cual quiero prevenir a los que hayan leído ese artículo que la «auténtica» batalla de Clavijo de Ordoño en 850 no excluye ni desplaza a la «auténtica» batalla de Clavijo de Ramiro en 844, sino que la confirma y hace más creíble todavía. Así lo pruebo en mi citada obra pág. 104, el año 1944, como mucho antes el año 1911 lo había demostrado ya D. Esteban Oca, a quien yo cito. Si hubo, al menos, cuatro batallas en Valpierre ¿por qué no ha de poder haber dos en Clavijo?

 

SITUACIÓN topográfica

El territorio de Valpierre, de una extensión aproximada de 34 kilómetros cuadrados, linda al N. con fincas rústicas pertenecientes a Briones; al S. con jurisdicción de Rodezno; al E. con San Asensio; y al O. con Ollauri y también Rodezno.

Según otra referencia, autorizada como la anterior y como ella de 1950, «las Ventas de Valpierre están así situadas: Norte, Briones; Sur, Hormilleja, Nájera, Hormilla, Azofra, Hervías, Bañares, San Torcuato y Cidamón; Este, Briones y San Asensio. Oeste, Rodezno y Briones.

«El aprovechamiento de pastos de Valpierre es común para todos los pueblos entre los que se halla repartido, por eso lo llaman comunero, pero la propiedad no es común, sino repartida entre ellos, ejecutándose las denuncias del Valpierre en el pueblo que tiene en su amillaramiento el trozo denunciado.

Los pueblos que se han repartido Valpierre, y por consiguiente lindantes, son: Briones, San Asensio, Hormilleja, Nájera, Hormilla, Azofra, Bañares, Hervías, San Torcuato, Cidamón y Rodezno».

Hace poco más de un siglo, en 1846, escribía el Sr. Govantes: «VALPIERRE (Yunta o Junta de), 25 kilómetros Oeste de Logroño.— Especie de partido compuesto de diferentes pueblos, que en comunidad tenían jurisdicción en una llanura de este mismo nombre, situada en medio de ellos, y en la que nombraban alcalde con el título de Alcalde de la Yunta, que ejercía jurisdicción en aquel territorio y cuyas sentencias se apelaban a la Chancillería de Valladolid.

Las villas y lugares que formaban la Junta, que ha existido hasta nuestros días, eran: Alesanco, Azofra, Casa de Santa Cruz (desaparecido), Cerratón o Zarratón, Hervías, Hormilla, Hormilleja, Negueruela (no queda más que la iglesia), Palacio (coto redondo), Rodezno, San Asensio, San Torquato, y Torrefuerte (desaparecido).

De todas las que existen se ha puesto artículo separado en sus lugares correspondientes. La Casa de la Junta se destruyó en la guerra de la Independencia de 1808.

Este terreno de Valpierre o su territorio no es de grande extensión; apenas se puede calcular de N. a S. una legua y de E. a O. dos; está entre los confines de Briones y Nájera, al S. de aquella villa y al N. de Nájera y Hormilla. La causa de su despoblación se puede atribuir a la escasez de aguas, pues aunque el terreno es algo más elevado que la ribera del Ebro o que Briones, no es montuoso, ni áspero, al contrario muy llano.

Por esta llanura de Valpierre se ve hoy perfectamente conservada la antigua calzada romana de Tricio por Leiva a Briviesca, la misma que de Briviesca venía a Atíliana y de aquí a Barbariana (San Martín de) despoblado junto a Arrúbal. Atiliana debió estar muy próxima a Valpierre».

¡Y tan próxima! Como que vamos a identificarla con las Ventas de Valpierre por su puente, por sus calzadas —así en plural—, y  hasta por sus aguas, y con la Casa de la Yunta, no muy lejos de las Ventas o poblado, por lo poco que ya queda de la maciza construcción romana. Vamos a verlo en detalle.

 

III. CALZadas romanas

Una de las obras grandiosas del Imperio Romano, con ser muchas y de todo orden las que se le deben, fueron los caminos de sus Itinerarios, que como una tupida malla envuelven en los mapas contemporáneos las regiones dominadas por los romanos.

Claro es qué ellos lo hicieron con el ambicioso fin de que sus legiones armadas se paseasen por esas vías imperiales, agresivas o triunfantes en tiempo de guerra, y vigilantes y ojo avizor en días de paz; pero no puede negarse que tales medios de comunicación sirvieron para el desenvolvimiento social y político de la humanidad, prestando servicio viajero por muchos siglos después de la caída del Imperio. Aún hoy, admirando las llamadas VÍAS ROMANAS, lamentamos como aficionados a la Geografía, a la Historia y a la Arqueología, no verlas íntegras, al menos en algunos de sus trayectos.

Por eso hemos tomado con interés el estudio de lo que se refiere a las Ventas de Valpierre en relación con el Itinerario de Antonino, en la parte que afecta a la Rioja. Se nos permitirá, como necesario para la mejor inteligencia, exponer algunas noticias previas, que a la vez sirvan de precedente a la demostración que intentamos desarrollar.

Había caminos militares y caminos vecinales, vías que podríamos llamar de primera y vías de segunda categoría. Las primeras seguían cuanto era posible la línea recta, no precisándose tanta exigencia para las otras; se explica por la necesidad de la estrategia militar y la rapidez en el traslado de tropas y transporte del correo.

Atendiendo a su construcción, y examinados los restos que aún quedan, es preciso admitir tres clases de caminos: calzadas enlosadas, afirmadas y simplemente allanadas o explanadas.

Todas eran regularmente estrechas, de cuatro a seis metros, si bien algunas de mayor importancia tenían aceras a derecha e izquierda con lo que ganaban en comodidad y facilidad para los viajeros.

Ateniéndonos a lo más corriente y conformándonos con los tratadistas, para que no se diga que establecemos una demostración a priori, podemos decir que las vías romanas —principalmente las militares— se componían de las siguientes partes consideradas y vistas de abajo arriba: Gremium, statumen, rudus o ruderatio, nucleus, pavimentum y a los lados los umbones.

 

CALZADA ROMANA

 


 

 

El gremium era la caja o zanja, que se abría a todo lo largo por donde había de discurrir la calzada (1).

El statumen se formaba de una capa de piedras tendidas de plano unas frente a otras, que a veces se unían con mortero, en lo más profundo de la zanja (2).

El rudus o la ruderatío consistía en una especie de hormigón compuesto de piedras desmenuzadas o cascote de escombros con mezcla de argamasa (3).

Constituía el nucleus una capa de arena y cal, o de  arena y tierra arcillosa fuertemente apisonada (4).

Y, por fin, venía el pavimentum (5), empedrado hecho con trozos de piedra irregulares sentadas con mortero, que en las mejores calzadas eran losas bien labradas y de mucho grosor, como aún se ven en la Via Appia de Roma. La superficie de este último lecho o estrato, se llamaba agger, alomado con un bombeo bastante pronunciado para que las aguas no se detuviesen, y estaba contenido entre los umbones, que eran dos fajas o hileras de piedras fuertemente hincadas en tierra y de las que descollaban a trechos algunas grandes y más elevadas, sin duda para servir de apeaderos o estribos a los jinetes.

Las calzadas romanas, sobre todo las principales, estaban flanqueadas a ciertas distancias, a treinta millas poco más o menos una de otra, de una especie de posadas llamadas mansiones, que se dividían en dos clases: mansiones propiamente dichas y mutaciones. Las primeras eran las que tenían dispuestos cuarenta caballos con el número necesario de carros, bueyes y otros anímales de carga para la conducción de efectos, bagajes y toda la impedimenta militar. Las otras sólo mantenían veinte caballos y la mitad de los efectivos citados.

No estará de más advertir que los arquitectos romanos suprimían la argamasa en muchas de sus construcciones, aun en algunas monumentales y grandiosas, como por ejemplo en el admirable acueducto de Segovia; pero, de tal manera juntaban las piedras labradas a escuadra y tan fuertemente quedaban unidas, que han resistido impasiblemente el azote devastador de los elementos y de los siglos.

Ni que decir tiene que, estando las mansiones destinadas a habitación de personas y acémilas, necesitaban estar surtidas de agua en sus cercanías para el uso personal y doméstico. Los romanos, tan cuidadosos de la higiene, no podían prescindir de este elemento.

Sirva cuanto hemos dicho hasta ahora de premisa para el argumento que pretendemos obtener de la observación de los lugares que hacen a nuestro intento en la gran llanura del coto extenso de Valpierre. Caminos, edificios y puente serán la confirmación de identificar con Atiliana las Ventas de Valpierre.

IV. Caminos viejos y restos de calzadas

Don Tomás López, en su mapa de la Rioja publicado el año 1819 cuando aún no existían las modernas carreteras, distingue y separa las Ventas de Valpierre de la Casa o lugar titulado La Yunta, que señala a corta distancia al sur de las Ventas. Y hace muy bien al proceder así, como hemos de apreciar más adelante en la inspección ocular de ambos.

Las Ventas de Valpierre figuran en el partido de Logroño entre Briones, San Asensio, Cidamón, Zarratón, Rodezno y Ollaúri.

La Yunta va —cosa rara— en el partido de Santo Domingo entre Hormilla y Hervías. Se supone esta extraña separación antes de la formación actual de la provincia de Logroño (año 1833), que se dividía en estos dos grandes partidos o corregimientos, pertenecientes ambos a Burgos, según en él se nos expresa.

En el mapa de D. Tomás López van marcados (por lo que hace a nuestro asunto) los caminos siguientes:

1. De Briones a Hervías.

2. De Gimileo a Hormilleja.

3. De Briones a Azofra.

4. De Briones a Nájera, pasando por Hormilla.

5. De San Asensio a Hervías. Este se cruza en las Ventas de Valpierre con el de Gimileo a Hormilleja, con el de Briones a Azofra y con el de Briones a Nájera por Hormilla. Ni que decir tiene que en el trazado de estos caminos viejos se aprovecharon las antiguas calzadas.

Una vez cruzada la carretera Burgos-Logroño por la de Haro a San Millán nos colocamos a la entrada de Ollauri, en cuyo punto, en vez de continuar a Rodezno, tomamos la que conduce a Nájera y recorridos unos diez kilómetros nos hallamos en las Ventas de Valpierre.

A ambos lados de esta carretera, y ya desde enfrente de lo que llaman la Granja de Vareta, pueden reconocerse varios trozos de calzada romana; hemos identificado dos a la derecha y otros dos a la izquierda, y en el otro camino en dirección a Briones, otros cuatro a la derecha paralelos al mismo.

       Las dos calzadas, como las dos actuales carreteras, venían a encontrarse en las Ventas, pero a diferencia de las dos carreteras, que forman ya una sola, yendo a parar a Nájera, pasando por Hormilla vuelven a separarse para ir una en dirección a Hormilleja y la otra en dirección S., bifurcándose una vez pasada la Yunta para bajar a Azofra y a Hormilla, respectivamente.

No queremos insistir más en esto de las calzadas romanas de Valpierre pues, además de estar todos los autores conformes en su existencia e identificación, a la vista de todos aparecen a poco que nos fijemos en el terreno. A pesar de los miles de años transcurridos y de la labor destructora de hombres y elementos ahí están como testimonio perenne del paso del Imperio Romano por las Ventas de Valpierre.

Lo que sí debemos hacer es sacar las legítimas consecuencias. En las Ventas se cruzan dos calzadas romanas de importancia, ya que su anchura es de cinco metros. Los caminos abiertos a su lado han descarnado con el tiempo la contextura de su construcción, lo que permite ver cómo responde a lo que hemos explicado acerca de las vías romanas en sus diversos estratos. Esto mismo puede observarse a la entrada y salida del puente, donde se ha extremado la solidez de la calzada, que ha superado tantos siglos los embates de los accidentes propios de los acontecimientos históricos y naturales. Destacamos lo interesante del cruce de dos calzadas romanas justamente en las Ventas de Valpierre para dar a este punto estratégico la importancia que en realidad tiene para las comunicaciones y viajes en la época romana.

 

V. Edificios, restos y ruinas

Cada vez que se visita un lugar despoblado se nota invariablemente el lamentable despojo que el tiempo y los hombres van causando en sus efectivos. Una sola familia encontré el 10 de agosto de este año de 1964 en aquella espantosas soledad de las Ventas. Una sola casa habitada. Y otro edificio destinado a la guarda de ganado.

En los años 1945 y 1949 aún estaba en pie un núcleo de casas habitables, diez a la izquierda y cuatro a la derecha del puente romano con algunos corrales diseminados. Hoy son ruinas y montones de escombros. Hasta la Casa de la Junta, que el año 1843 sustituyó a la destruida en la guerra de la Independencia (lleva la fecha sobre la puerta) se ha desplomado por su lado N., cuando esos años la ocupaba la familia Violante.

De todos cuantos edificios vimos en nuestros distintos viajes nos interesan tres: Casa Diez, una casa de sola planta baja en el grupo de las diez a la izquierda del puente y la fortaleza o Casa de la Junta al S. de las Ventas. Digo que nos interesan estos tres porque son los indicios que nos llevan a la mansión Atiliana.

La Casa Diez ha dado nombre al río, que pasa junto a ella, pero que ignoramos cómo se llamaba en la antigüedad, si bien debió tener su importancia pues ha merecido dos puentes, uno el de las calzadas romanas y otro el de la nueva carretera, paralelos ambos. Por otra parte la Casa Diez sirve para comprobar la extensión que un día alcanzó el perímetro de las Ventas.

En el grupo de diez casas ya citado había una —ya totalmente desaparecida— que los años 1945 y 1949 nos llamó la atención por ser un cuadrilátero perfecto con su techumbre sostenida en el centro por una pilastra hecha de canto rodado, fuertemente ligado por ar­gamasa y que tendría unos tres metros de altura; su amplitud y disposición indicaba haber sido un establo capaz para treinta ca­ballerías mayores. A no ser que hubiese servido de almacén de provisiones y depósito de víveres y piensos. Insistimos en lo original del detalle de la pilastra cuadrada de canto rodado. En nuestra última visita no hemos hallado rastro alguno. Desapareció todo.

Algo más hemos de detenernos en la inspección ocular de lo que con el puente consideramos clave para identificar Atiliana con las Ventas de Valpierre. ¿Cómo vimos en 1945 la que,vamos a llamar por ahora la fortaleza o Casa de la Yunta de Valpierre? Siguiendo desde el puente la calzada romana en dirección S. o de Azofra, como antes dijimos, y andados unos seiscientos metros, a la izquierda del camino, unas ruinas de sillares todavía sus paredes en pie por tres de sus lados testificaban la existencia de un edificio antiguo de colosales dimensiones. Por eso hace muy bien D. Tomás López cuando en su mapa distingue y separa como dos cosas distintas las Ventas de Valpierre y la Casa de la Yunta de Valpierre con distancia entre unas y otras de unos seiscientos metros. Para la descripción que sigue, pueden ayudar las fotografías de la fortaleza.

Sorprendía encontrar en aquel sitio un edificio de tan gigantescas proporciones y de maciza construcción. Cuadrilongo de doce por catorce metros de lado y siete de altura fue fabricado de piedra sillar a trozos sin argamasa y a trozos fuertemente ligados por cemento. Estaba ya sin tejado y derruidas en la parte alta las paredes de dos de sus lados. A pesar de su estado ruinoso se apreciaban en él tres pisos: sótano o subterráneo excavado en la misma roca, planta baja y piso alto. En el sótano una gran plataforma llenaba la cuarta parte del pavimento, cuyo destino se ignora. En la fachada meridional se abrían puerta y dos ventanas laterales correspondientes al piso llano y encima otras tres ventanas, todo lo cual por su traza y estilo indicaba su época del siglo XVI, perforando el grueso muro mucho más antiguo. Esto vimos y fotografiamos el año 1945. Cuando volvimos el año 1949 la fachada renacentista había desaparecido por completo y algunas de sus piedras estaban dispersas por sus alrededores; desmanteladas las cuatro paredes sólo se alzaban unos trozos de muro que se habían resistido a caer en las esquinas y pocos metros de sillería que sobresalía del suelo. El año 1964 sólo puede verse el sótano con la plataforma casi cubierto de montones de enormes piedras, y a ras de tierra, los restos que aún quedaban de los muros, Desolador espectáculo, pero que todavía en su imponente grandeza y extensión denota la importancia que debió tener tal edi­ficio reducido ya a un yerto erial y montón de escombros. Esto es lo que llama Govantes la Casa de la Yunta y que, según él, fue destruida el año 1808. Desde luego sería abandonada, pero, como hemos visto, su destrucción completa no ha sucedido hasta ahora. Para nosotros, dada la importancia de esta construcción, su estilo, y la inexplicable existencia de un tal monumento en un sitio inadecuado y sin finalidad aparente, nos hace considerarla esta casa como el núcleo central de la mansión romana ATILIANA.

 

VI.  El puente romano

      Es lo único que de la antigüedad queda casi completo en las Ventas de Valpierre. No es un puente de ahora, está claro. Ni siquiera medieval, tan característicos como son todos los puentes de los siglos medios, que se distinguen por su arco más elevado en el centro que en los extremos. Hasta tiene éste de Valpierre, para que podamos asignarlo a la edad romana, el carecer de argamasa en las junturas de las piedras, a pesar de lo cual ha resistido los embates del tiempo y se sostiene, aunque parezca que le falta poco para desvencijarse su único arco y venir a tierra.

Pero no es sólo el estar simplemente unidas las piedras sin trabazón alguna lo que nos le hace considerar como romano, sino que es al mismo tiempo punto de enlace de las distintas calzadas reconocidas por todos como romanas que afluyen a él y a la entrada y a la salida dejan ver con toda claridad el entretejido de sus diversos estratos, que vienen a reforzar los arranques de su sencillo arco, que desplaza un hueco de unos tres metros y medio, siendo la anchura de su calle cinco metros y medio, medio más que las calzadas. Se halla bastante bien conservado, si bien se notan algunos desperfectos debidos al agua del invierno y los temporales y accidentes atmosféricos. Sus lados están guarnecidos por dos pretiles de enormes piedras cuidadosamente labradas a escuadra.

 

VII. Las distancias

 

Para complemento de nuestro trabajo hemos de decir que las distancias de las Ventas de Valpierre y Casa de la Yunta a Briviesca y San Martín de Berberana responden a las que da el Itinerario desde Virobesca a ATILIANA y desde ATILIANA a Barbariana. No tenemos que recurrir al artilugio de error en el Itinerario de Antonino, como se ven precisados a hacer otros autores para llevar la Mansión Atiliana al punto de antemano establecido por ellos. No hay que prefijar la localización de lo que se busca, sino después de aportar todos los datos pertinentes al caso y comprobados que hayan sido, deducir la legítima consecuencia como hemos venido haciendo en nuestra modesta investigación revalorada con varias visitas a las Ventas de Valpierre y la curiosa inspección ocular llevada a cabo en aquellos lugares.

El Itinerario señala de Briviesca a ATILIANA treinta millas, que a razón de 1.400 metros la milla hacen 42 kilómetros; y desde ATILIANA a San Martín de Berberana treinta y dos millas que a razón de 1.400 metros la milla hacen unos 45 kilómetros; distancias ambas que aproximadamente coinciden en las Ventas.

 

VIII. Surtido de agua

 

Ya dijimos que el agua era una de las condiciones indispensables para el establecimiento de una mansión romana instalada a lo largo de las calzadas. Atiliana, como tal mansión, debía tenerla.

Pero es el caso que Valpierre es un lugar muy seco y no se encuentra agua en toda la extensión de su territorio. Y esto no es de ahora. Gonzalo de Berceo nos hace saber, en la Vida de San Millán, que también en su tiempo —siglos XII y XIII— pasó el Santo «por medio de Valpierre un sequero lugar» para ir en busca de San Felices a Bilibio.

Lo cual se convierte en una seria dificultad para la identificación de las Ventas del Valpierre con Atiliana. Sin embargo, la ausencia de agua actualmente no es total.

Existe un pozo junto al grupo de casas del otro lado de la carretera, a la izquierda del que baja a Hormilla, con un caudal suficiente para las doce familias que en algún tiempo allí vivieron.

Fue captado además poco más abajo un manantial, también a la izquierda de la carretera y junto al camino viejo, que se recogió en un arca o depósito para surtir de aguas a Hormilla.

Y un poco más. adelante, siguiendo a la izquierda, se encuentra todavía otro manantial que se denomina vulgarmente la Fuente del Perro.

Es cierto que hoy no pasa agua por debajo del Puente Romano, pero ¿puede afirmarse lo mismo al cabo de dos mil y más años, a que se ha de reducir el tiempo de su construcción? Por lo menos se conserva el álveo del río que bajo su arco pasó y los habitantes, que aún quedan, lo designan con el nombre de «Río de Casa Diez» por pasar junto al edificio de que antes hablamos y debió formar parte de los depósitos de la mansión romana.

En sus buenos tiempos tuvo el lugar de las Ventas de Valpierre un nutrido vecindario, a juzgar por los restos de casas que todavía se ven, y teniendo en cuenta que sus vecinos se dedicarían al pastoreo y a la labranza, hemos de suponer racionalmente un surtido de agua conveniente a sus necesidades.

Salvada así esta seria dificultad del agua, y teniendo a su favor los restos inconfundibles de las calzadas romanas admitidas por todos, el edificio romano que existió hasta el año 1808 y cuyas ruinas pueden verse al presente, y sobre todo el puente romano conservado íntegro, reparando además en la exactitud de las distancias con el Itinerarium de Antonino por el oriente hasta San Martín de Barbariana y por el poniente a Briviesca, podemos decir que hemos encontrado los restos y, por consiguiente, la mansión romana de ATILIANA en las Ventas de Valpierre, dentro de la Rioja.

Con esto doy por terminada mí labor de investigación acerca de la mansión romana Atiliana, dándome por contento, si con mi trabajo perseguido por espacio de algunos años, he logrado aportar mi granito de arena y lanzar un rayo de luz sobre el mapa de la Rioja romana y en un caminar oscuro, apuntar la posibilidad de ver con claridad la solución de un tan complejo problema.

 

 

 

 

BIBLIOGRAFÍA

 

      Blázquez (Antonio) y Sánchez Albornoz (Claudio). Vías Romanas de Briviesca a Pamplona y de Briviesca a Zaragoza. — Memoria n.° 1 de la Junta Superior de Excavaciones y Antigüedades. Madrid. 1918. Pág. 11.

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      Zurita (Jerónimo). Anales de la Corona de Aragón. Zaragoza, 1669.

 

(Nota del Editor Web: Hemos eliminado del original las fotografías por su deficiente calidad. Hubieran sido un documento inestimable porque muchos de los espacios fotografiados han desaparecido; no obstante, en breve intentaremos recorrer la zona e ilustrar este artículo con imágenes actuales.)

 
 

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