Cenotafio de Santo Domingo de la Calzada en la catedral calceatense.
 

 

 

 

 

1. Introducción

 

     "Si no existieran los milagros, habría que inventarlos". Esta podría ser, sin duda, una frase que suscribiría el medievalista francés Le Goff, que tantas cosas interesantes ha investigado y escrito sobre lo maravilloso y los milagros medievales europeos[1].

     Siendo ésta una frase atribuible a Le Goff, es éste también uno de los autores más críticos con el sistema eclesiástico de creación de mirabilia o milagros. Para él, la reiteración estereotipada de los milagros es "un proceso de vaciamiento de lo maravilloso". Y añade que "desde el momento en que el santo se encuentra en una situación dada, ya se sabe que va a multiplicar panes o que va a resucitar a alguien o que va a exorcizar a un demonio"[2]. Creo, no obstante, que el milagro del peregrino ahorcado rompe esta teoría porque acaso sea único o escaso y, desde luego, -como se expondrá más adelante- significa una desviación con respecto a su estereotipo.

     El Camino de Santiago, sus leyendas, su gastronomía, su arte y sus itinerarios fueron estudiados de manera sistemática y acaso de manera oportuna y oportunista el Año Santo 1999. Pero también hay que decir que no ha sido 'normalada' la obra Las peregrinaciones a Santiago de Compostela de los profesores Vázquez de Parga, Lacarra y Uría Riu, obra que data de 1948-49[3]. Así lo afirmaban, en Vida y Peregrinación[4], los diversos historiadores que participaron en ese utilísimo volumen colectivo e insistían en la absoluta vigencia de la obra.

     Pero si los estudios sobre el Camino de Santiago cuentan con obras básicas de referencia y su bibliografía ha aumentado considerablemente, ¿puede decirse lo mismo de los estudios locales?  Tanto los estudios relativos al Camino de Santiago a su paso por La Rioja como, más concretamente, los estudios que tratan sobre Santo Domingo de la Calzada son más bien escasos[5]. Los historiadores contamos con dos ediciones facsimilares publicadas ambas en 1985: el Compendio historial de la provincia de La Rioja (1704) de fray Mateo de Anguiano, y la Historia de Santo Domingo de la Calzada, Abrahan de la Rioja... (1702) de José González Texada. No debemos olvidar el estudio de Sáenz de Terreros, sobre el Hospital y la Cofradía de Santo Domingo[6] ni el ensayo de Javier Pérez Escohotado, que realiza una interpretación novedosa del milagro del peregrino[7]. Son igualmente de gran utilidad las colecciones diplomáticas publicadas sobre fondos calceatenses[8]. Pero lamentablemente eso es todo lo que han dado de sí las publicaciones necesarias para hacer avanzar la investigación sobre estos temas. Resulta, pues, urgente promocionar los estudios locales, máxime en el caso del milagro del peregrino ahorcado en el que, entre otras cosas, se comprueba la disputa por la atribución del milagro a Santiago o a Santo Domingo de la Calzada, disputa cuyo origen y causa referimos aquí.

     En el intento, pues, de contribuir al estudio de temas locales, esta investigación está basada en los textos que dan origen al milagro del peregrino ahorcado con el añadido de la resucitación del gallo y la gallina, lo que aquí denominamos fusión calceatense. Una vez fijados los textos fuente y descritos sus elementos formales y funcionales, hemos elegido una serie de textos literarios en los que se utiliza el milagro del peregrino. La elección de estas obras se ha realizado pensando sobre todo en su importancia, su significación y en que cubran, desde un punto de vista cultural, una serie coherente de siglos: del XIII al XVII. Por la selección de los textos, se verá también la importancia y la difusión que adquirió el milagro del peregrino.

     Hemos dejado al margen dos tipos de textos: los de viajeros, nacionales o extranjeros, que cuando pasan por Santo Domingo de la Calzada, narran el milagro y las curiosidades añadidas a él[9] y la literatura hagiográfica, que hemos usado sólo como referencia. Nos apoyamos puntualmente en la obra de González Texada, que puede considerarse el final de un proceso textual complejo, que, de analizarlo, desviaría del tema propuesto.

     En el milagro del peregrino ahorcado, nos encontramos con una primera sorpresa, como dice el propio González de Texada:

            Un celebérrimo milagro, que con un gallo y una gallina obró Dios en favor de un peregrino por intercesión de nuestro Santo o, por mejor decir, dos milagros estupendos han volado por todo el mundo en alas de las plumas que llevan los que visitan este maravilloso santuario.[10]

     En realidad, el gallo y la gallina intervienen en dos milagros distintos: en el del cristiano cautivo (nº 54 de la serie de G. Texada) y en el del peregrino ahorcado (nº 55); es decir, ambos milagros terminan con el portento de la resucitación del gallo y la gallina.

     Antes de pasar al análisis del milagro del peregrino, expongamos, como aperitivo, el que le sucedió a un cristiano cautivo de los moros, que es el citado nº 54 de González Texada:

            Prendieron los moros a un mancebo de Rioja y pusieronle preso en un oscura mazmorra, donde padeció por espacio de muchos días. Encomendavase continuamente a nuestro Santo, como buen riojano rogándole con fe le librase de aquella penosa cárcel, como lo había ejecutado con otros muchos sus devotos; y esto lo repetía con tan claras voces que lo oían las guardas que le asistían. El Moro, dueño de este cautivo, combidó un día a comer a otros amigos moros, y entre otras cosas se puso en la mesa un gallo asado. Servía uno de los guardas del cautivo a la mesa, y hablándose del preso, dixo: "Mucho temo, Señor, según lo mucho que este cristiano llama en su favor a un Santo Domingo de la Calzada, que nos le ha de sacar de las prisiones el Santo, que dicen hace muchos prodigios". Riose el moro y con gran satisfacción le respondió: "si tú le tienes preso de la suerte que yo poco ha le dexé, así se podrá él soltar de las prisiones, como este gallo asado y a punto de trincharse, puede levantarse y cantar". Apenas acabó de pronunciar estas palabras, cuando el gallo se vistió de plumas blancas, se levantó y empezó a cantar sobre el plato.[11]

     La situación es tópica: un cristiano está preso en una oscura cárcel 'mora'. El preso es creyente e invoca a un santo, en este caso, uno de los santos más célebres de La Rioja, santo Domingo de la Calzada. Los captores, por su parte, están dándose un banquete y a punto de devorar un gallo asado. Los guardas -gente crédula e ignorante- advierten al dueño que el cristiano invoca constantemente a un tal santo Domingo de la Calzada. Inmediatamente surge la incredulidad y el reto chulesco del que no cree: "si tú le tienes preso de la suerte que yo poco ha le dexé, así se podrá él soltar de las prisiones como este gallo asado, y a punto de trincharse, puede levantarse y cantar". Al instante, el gallo se viste de plumas, se levanta y canta. Mientras tanto, el calabozo ha quedado vacío y así lo comprueban el dueño y los guardas. Hay un elemento material que sirve de testimonio para los demás creyentes: las cadenas que el cautivo lleva a la iglesia del santo.

     Este milagro se corresponde formalmente con el que Berceo narra en la  Vida de Santo Domingo de Silos. En este caso, el cristiano se llama Serván y es de Cuzcurrita. Es hecho prisionero por los moros y encerrado en Medinaceli. Mientras los moros se dan la buena vida, él permanece, cargado de cadenas y muerto de hambre en una mazmorra. En semejante estrechez, invoca a Dios y, acto seguido, se le presenta su siervo santo Domingo de Silos, quien le indica cómo puede librarse de la carcelería. El santo le entrega  "un majadero de fuste", y Berceo añade:

                                   molió todos los fierros con essi dulz madero,

                                   non moldrié más aina ajos en el mortero

                                                                                                                                                       (c. 659 c/d)

     Podemos decir que los contextos son similares y la función que se cumple es la misma: "un prisionero pide al héroe que le libere", recurriendo a la expresión de Vladimir Propp[12].

     Lo fantástico suele aparecer no en el relato del milagro en si, sino en las continuaciones narrativas del milagro. En el caso de santo Domingo de la Calzada, además de intervenir él  personalmente, la naturaleza -el gallo asado- desmiente la incredulidad manifiesta del moro. La función, por tanto, de este portento es denunciar la falta de fe y dar testimonio del milagro por medio de las cadenas que el prisionero Serván lleva a la iglesia del Santo.

     En el milagro relatado por Berceo, éste se toma una libertad que no aparece en la Vita Dominici Silensis de Grimaldo[13], fuente que usa para escribir su poema. La libertad consiste en aproximar el milagro a la vida cotidiana añadiendo el detalle del almirez y otros que siguen en el relato, relacionados todos con la comida o los utensilios propios de ella.

     Todo ello confirma que, al escribir vidas de santos, "existe una cierta unanimidad en sus contenidos [pero] están mediatizados por la pluma del escribano [...] al servicio de argumentos doctrinales"[14].

     Pero no es el milagro del peregrino y el portento del gallo y la gallina los únicos milagros, digamos, gastronómicos. Nuevamente es Gonzalo de Berceo el que utiliza en los milagros que narra remedios culinarios o gastronómicos para curar dolencias. Por ejemplo, en la misma Vida de Santo Domingo de Silos (c. 290 y ss), le traen al santo una mujer, María, que está aquejada de multitud de enfermedades: está inutilizada de pies y manos, ha perdido la vista, tiene problemas con el habla y parece demenciada. Cuando la llevan ante el santo, éste se retira a rezar y después (cc. 307 y 308 a/b):

                        Mandó el sancto padre que trasquiessen del vino,

                        mandó que calentassen dello en un catino:

                        bendíxolo él mismo puesto en un copino,

                        diógelo a bever en el nomne divino.

                        Assí como lo ovo de la boca pasado,

                        la dueña fo guarida, el dolor amansado.

     Viene perfectamente a colación el ejemplo anterior para justificar una de las cualidades propias de Berceo, su referencia al entorno cotidiano, que, también, al parecer, es corriente en las hagiografías de los santos de La Rioja. Los dos milagros en que intervienen gallos y gallinas pueden adjetivarse también de gastronómicos.

     Desde el punto de vista formal, se trata de un milagro clásico, es decir, estereotipado, como es el de liberar a un preso de la cárcel, y una continuación que posee una finalidad didáctico moral. Esta continuación pretende sólo exhibir el poder de Dios a través de sus criaturas. La resucitación del gallo y de la gallina sucede por propia iniciativa de los animales. Parece, pues, que la propia naturaleza se coaligara para confundir al incrédulo y como prueba fehaciente para el crédulo y el creyente. El anterior milagro de la liberación de un cautivo cargado de cadenas aparece también, como se sabe, en  La Leyenda Dorada[15].

 

[...]

Agradecemos al profesor Pérez Escohotado el permiso para la utilización de su ensayo en la Biblioteca Gonzalo de Berceo.

Artículo original completo en formato PDF


 

NOTAS

 

[1]. Le Goff, J., Lo maravilloso y lo cotidiano en el Occidente medieval, Barcelona: Gedisa, 1985.

[2]. Ibíd., págs. 13 y 14.

[3]. Con motivo del Año Jacobeo 1993, Iberdrola y el Gobierno de Navarra realizaron una edición facsimilar de esta obra, que facilita el estudio a quienes nos dedicamos al tema. Incluye, además, un apéndice bibliográfico utilísimo, realizado por Fermín Miranda García.

[4]. Vida y Peregrinación, VV.AA., Madrid: Ministerio de Cultura, 1993.

[5]. La bibliografía que Fermín Miranda añade en la reedición de Las peregrinaciones a Santiago de Compostela de Vázquez de Parga y otros, actualizada al año 1992, incluye tres referencias a temas riojanos: Rincón García, W., Aproximación a la iconografía del Camino de Santiago: Santo Domingo de la Calzada y San Juan de Ortega, Salamanca, 1992; el trabajo citado más abajo de Mª V. Sáenz Terreros y un artículo de J. Passini, "Grañón, un pueblo hecho camino", en Peregrino, nº  26 (1992).

[6]. Sáenz Terreros, Mª V., El Hospital de peregrinos y la Cofradía de Santo Domingo de la Calzada, Logroño: IER, 1986.

[7]. Pérez Escohotado, J., De milagros y fronteras (el milagro del gallo y la gallina interpretado al fin razonablemente), Logroño: Gobierno de La Rioja, 1999. Publicada ya esta investigación, la revista Berceo recogió una polémica en la que Pérez Escohotado respondía (núm. 150 de 2006) a Tomás Ramírez Pascual (núm. 146 de 2004) sobre la interpretación del milagro y el portento. Ambos artículos están acogidos en esta Biblioteca Gonzalo de Berceo, El Camino de Santiago, Apuntes.

[8]. Colección diplomática calceatense, edición e índices de C. López de Silanes y E. Sáinz Ripa., Logroño: IER, 1984, y Documentos para la historia del arte del archivo catedral de Santo Domingo de la Calzada (1443-1563), estudio e índices J.G. Moya Valgañón, Logroño: IER, 1986.

[9]. Para este estudio resulta imprescindible la obra de J. García Mercadal, Viajes de extranjeros por España y Portugal  (Desde los tiempos más remotos hasta fines del siglo XVI), Madrid: Aguilar, 1952. Acaba de aparecer Castilla y León según la visión de los viajeros extranjeros (siglos XV-XIX), García Simón, A., Valladolid: Junta de Castilla-León, 1999.

[10]. González Tejada, J., Historia de Santo Domingo de la Calzada, Abrahan de La Rioja..., Logroño, 1985, p. 236. Modernizo nada más la puntuación sin otra advertencia.

[11]. Ibíd., p.234.

[12]. Propp, V., Morfología del cuento, Barcelona: Ed. Fundamentos, 1971, p. 51.

[13]. Grimaldo, Vita Dominici Silensis, V. Valcárcel ed., Logroño: IER, 1982.

[14]. Muñoz, A., "El milagro como testimonio histórico", en La religiosidad popular. I Antropología e Historia, Barcelona. Anthropos, 1989, p. 174. En Gonzalo de Berceo, no sólo importa la doctrina, sino el estilo y esa aproximación a la vida cotidiana que hace más verosímil el milagro.

[15]. Vorágine, Jacobo de la,  La Leyenda Dorada, Madrid: Alianza Editorial, 1982, p. 400.

 

 
 

 

EL PORTENTO DEL GALLO Y LA GALLINA

Y SU RECEPCIÓN EN LA LITERATURA  CULTA ESPAÑOLA

 

 

 

Javier Pérez Escohotado