A la izquierda de la carretera a Vitoria, como a una legua de Logroño, en un paraje solitario 1, se alzan sobre el río Ebro las ruinas de un vetusto puente; dos arcos, uno al lado de la margen derecha o riojana y otro más cerca de la izquierda o alavesa, y restos de otros cinco desaparecidos; es el que en el inmediato barrio de El Cortijo es conocido por «el puente de Carlomagno» y tiene por nombre el de Mantible, que significa antiguo.
   
Estas melancólicas ruinas de lo que sin duda fue una importante construcción, cuyo origen romano no es discutido tienen un valor literario que pretendemos divulgar.

    He aquí su leyenda, tal como figura en el cantar de gesta francés del siglo XII Fierabrás, en La historia del emperador Carlomagno y los doce pares de Francia, publicada en Alcalá, en 1789, y en La puente de Mantible, obra teatral de Calderón de la Barca.
    Prisioneros los doce pares de Francia en tierras de España por los moros, Carlomagno, con un gran ejército, entra en España para libertarlos; pero encuentra en su camino un caudaloso río que solamente se podía atravesar por un gran puente de mármol, de treinta arcos, llamado Mantible, guardado por dos torres cuadradas, también de mármol, y defendido por un espantoso y descomunal gigante, llamado Galafré, que exigía a los cristianos que lo atravesaban unos derechos subidísimos, so pena de la vida.

La toma de la puente de Mantible por Carlo Magno
y marcha a la torre del almirante Balán

 

       
 


1 Habían cuatro gigantes
en el reino de Turquía,
eran por su valentía
vasallos del almirante.

5 Carlo Magno, el soberano, 
propuso un día en sí mismo,
llevar el santo bautismo
a aquel imperio pagano;
partió con gozo el anciano
10 en los solemnes instantes, 
y en todas partes triunfantes
salieron con gran decoro,
y en el Ejército moro
habían cuatro gigantes.
 


15 Fiando en la Providencia  
los caballeros marcharon,
y a Aguas Muertas llegaron
sin encontrar resistencia;
la Divina Omnipotencia
20 los protegió en aquel día; 
sin Dios ni Santa María
la cruel morisca peleaba,
y la ignorancia reinaba
en el reino de Turquía.
 

25 De todas armas se armaron 
y partieron de su tierra;
con sus máquinas de guerra
muchos pueblos conquistaron;
la puente a sangre pasaron
30 y ni uno cara volvía; 
quedó la carnicería
de dos gigantes formales;
del reino los principales
eran por su valentía.

35 Después de que se tomaron 
la Villa, según creer,
llegó una horrible mujer
que a hondazos la ultimaron;
el triunfo allí coronaron
40 y pasaron adelante, 
los moros con mucho aguante
combatían por sus leyes,
y fueron, pues, los virreyes
vasallos del almirante.

45 Al fin, Galafre y Anfión 
murieron heroicamente,
defendiendo a la puente
más feroces que un león;
la historia nos da razón
50 del modo que se portaron 
los triunfantes caminaron,
como en este verso advierto;
atravesando el desierto
hasta la torre llegaron.

 


    Felizmente, para Carlomagno figuraba en sus huestes otro gigante llamado Fierabrás, (el de los feroces brazos) que siendo sarraceno, hijo del Rey Balan, o Balante, de Alejandría, había sido vencido por Oliveros, uno de los doce pares de Francia, y se había hecho cristiano. Llevaba Fierabrás atados al arzón de la silla de su caballo, dos barriles llenos del bálsamo empleado en la sepultura del Señor que por fuerza de armas había ganado en Jerusalén, y que tenía la singular virtud de curar al instante las heridas.
    Lucharon ambos gigantes y Fierabrás logró vencer a Galafré, haciendo posible así el paso del ejército de Carlomagno por el famoso puente; gracias a lo cual pudo libertar a los doce pares y vencer al emir Balante, padre de Fierabrás, que tenía sus dominios más allá del Tajo. Fierabrás y su hermana Floripés, que casó con uno de los pares de Francia prisionero, Guido de Borgoña, llegaron a ser de este modo reyes en su país.

    ¿Es nuestro viejo puente el de la leyenda francesa ? ¿Lo es otro puente, de igual nombre, que existe sobre el Tajo ?
    Sin perder de vista que se traía de una leyenda y por tanto que lo narrado no corresponde a ninguna realidad objetiva; que Carlomagno no pasó nunca por él, ni a su entrada tuvo lugar el combate entre los dos gigantes, es evidente que la situación topográfica de nuestro puente se adapta mejor a la leyenda que la del puente extremeño.
    No hay que olvidar que la historia real de la única entrada de Carlomagno (el personaje histórico sobre el cual se han forjado más leyendas) tuvo lugar por Pamplona, en el verano del ano 778, para dirigirse a Zaragoza, cuyo gobernador moro, que le acompañaba, Soleim
án el Arabí, quería entregarle aquella plaza. Pero Hixem, que mandaba en ausencia de Soleimán, cerró las puertas y no quiso entregar la ciudad a los cristianos; coincidió esto con las noticias que a Carlomagno llegaron de una sublevación de los sajones, y el emperador regresó a Francia, por Pamplona también, cuyas murallas destruyó. Después, al pasar los Pirineos por Roncesvalles, fue atacada su retaguardia por los vascos, en cuya acción perecieron ilustres campeones, entre ellos el famoso Roldan, prefecto de la marca de Bretaña y sobrino de Carlomagno.

La Puente de Mantible ,2ª jornada 
Don Pedro Calderón de la Barca

 

Último arco de la margen izquierda del puente Mantible

¿Ves ese monstruo terrible
que del agua nace? ¿Ves
ese prodigio? Esa es
la gran puente de Mantible.
El edificio eminente
que, no sin fatiga suma,
sustenta sobre la espuma
esa lóbrega corriente
es, Guarín, la excelsa puente.
Y este piélago que veo
correr tarde, triste y feo
es, si el ser de cristal pierde,
el río del Agua Verde,
desatado del Leteo,
pues ese campo profundo,
que montes cerúleos hace
con él, del infierno nace
y, dando una vuelta al mundo,
fatal, lóbrego e inmundo

en el mar de África muere,
[...]

 


    Probablemente, pues no se sabe en realidad el itinerario que siguió en España, narrado sucintamente por los cronistas franceses y árabes contemporáneos, Carlomagno no tuvo que atravesar el Ebro para llegar a Zaragoza; pero si seguimos la leyenda, es el puente nuestro y no el de Extremadura el que pasó el ejército francés; aquél estaba muy alejado del propósito guerrero del emperador; y por otra parte, el Mantible riojano era el único puente que existía sobre el Ebro en aquella época, Como lo dice la leyenda medieval.
    Hay otro detalle en que ésta coincide con la realidad de aquella época; nuestro puente, en el siglo VIII podría tener, efectivamente, treinta arcos, como se dice en el cantar de gesta francés. Porque no solamente era un puente, de tres a cuatro metros de anchura, sino que era un acueducto; uno de los muchos que los romanos construyeron en España y como otro bien cercano, casi derruido, que existe cerca de Calahorra, servía para pasar agua de la margen izquierda del Ebro a la derecha. Los tres conductos de mampostería, en forma de alcantarilla, de tres palmos de base por seis de altura, que se conservan, así lo prueban.
    No es éste el único valor literario de nuestro famoso puente.

    En Don Quijote, donde no se cita a ningún personaje nacido o que hubiere residido en nuestra provincia, ni a ningún pueblo o accidente geográfico riojano, se menciona, por excepción, a nuestro puente. Ocurre esto en el capítulo XLIX, de la primera parte, en el extenso diálogo que el caballero manchego, enjaulado y conducido a su aldea en una carreta de bueyes, por el cura y el barbero, sostiene con un canónigo de Toledo sobre los libros de caballerías.

 

-

 

    -Pues yo -replicó don Quijote- hallo por mi cuenta que el sin juicio y el encantado es vuestra merced, pues se ha puesto a decir tantas blasfemias contra una cosa tan recebida en el mundo, y tenida por tan verdadera, que el que la negase, como vuestra merced la niega, merecía la mesma pena que vuestra merced dice que da a los libros cuando los lee y le enfadan. Porque querer dar a entender a nadie que Amadís no fue en el mundo, ni todos los otros caballeros aventureros de que están colmadas las historias, será querer persuadir que el sol no alumbra, ni el yelo enfría, ni la tierra sustenta; porque, ¿qué ingenio puede haber en el mundo que pueda persuadir a otro que no fue verdad lo de la infanta Floripes y Guy de Borgoña, y lo de Fierabrás con la puente de Mantible, que sucedió en el tiempo de Carlomagno; que voto a tal que es tanta verdad como es ahora de día? Y si es mentira, también lo debe de ser que no hubo Héctor, ni Aquiles, ni la guerra de Troya, ni los Doce Pares de Francia, ni el rey Artús de Ingalaterra, que anda hasta ahora convertido en cuervo y le esperan en su reino por momentos. Y también se atreverán a decir que es mentirosa la historia de Guarino Mezquino, y la de la demanda del Santo Grial, y que son apócrifos los amores de don Tristán y la reina Iseo, como los de Ginebra y Lanzarote, habiendo personas que casi se acuerdan de haber visto a la dueña Quintañona, que fue la mejor escanciadora de vino que tuvo la Gran Bretaña.
    [...]
   
(Capítulo XLIX Donde Se Trata Del Discreto Coloquio Que Sancho Panza Tuvo Con Su Señor Don Quijote)

 


    Don Quijote, mezclando en su calenturiento cerebro sucesos históricos con fabulosas leyendas, pretende convencer a su admirado interlocutor de la verdad de sus fantásticas elucubraciones. Una de las veces le dice : « ...
porque ¿ qué ingenio puede haber en el mundo que pueda persuadir a otro que no fue verdad lo de la infanta Florípés y Güi de Borgoña y lo de Fierabrás con la puente de Mantible, que sucedió en el tiempo de Carlomagno ?

    Para Don Quijote, la puente Mantible y su combate entre gigantes fue tan real como el puente sobre el Órbigo y el Paso Honroso de Don Suero de Quiñones; y así lo defendía ante los asombrados ojos del canónigo, que no dejaría de sonreírse para sus adentros y se explicaría fácilmente por qué el enjuto hidalgo iba hacia su aldea enjaulado en una carreta de bueyes.

 

 

 

NOTA

1.- En el actual camino de Valdeguinea, antigua vía romana que enlazaría hacia su mitad el trayecto de Varea-Miranda, por la margen derecha del río, con la ruta hacia Assa, ya en la orilla izquierda, Angostina y Marañón. (Esta nota y el dibujo del puente han sido tomados en un pequeño y altruista museo de la villa alavesa de Laguardia, a cuya dirección le damos las gracias.)

 

 

 

 Las imágenes y los textos literarios enmarcados en tablas no forman parte del artículo original del Sr. Ruiz Galarreta

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