La influencia del Libro de Alexandre sobre la obra del Arcipreste de Hita ha sido lentamente conquistada a lo largo del siglo XX, a caballo de la creciente importancia del Libro de Alexandre en la Castilla medieval y, en concreto, en la cuaderna vía, y, aunque negada en ocasiones, incluso en repertorios clásicos,1 de hace tiempo es conocida esa relación tan estrecha y en tantas ocasiones tan clara y precisa. Se manifiesta en un cúmulo de detalles que se han ido amontonando en los últimos sesenta años, y que la bibliografía ha ido desgranando pacientemente, si bien la mayor parte de las veces como observaciones muy concretas y un tanto aisladas, o bien formando parte de estudios, ediciones o interpretaciones de otra finalidad. Por ello parece aconsejable reunir tales paralelismos en una visión de conjunto que nos permita concretar con cierto detalle la relación entre ambas obras, y que pueden reducirse a tres grandes grupos. En primer lugar, una serie de referencias muy concretas articuladas sobre seguimientos léxicos evidentes, referencias directas e incluso lo que podríamos denominar citas de la obra alejandrina. En estos casos, ya podemos distinguir desde la simple utilización de versos del Alexandre hasta un seguimiento literario más complejo. Más de una vez, la serie de referencias significativas revela el recuerdo de secciones enteras de la obra alejandrina soltando un grado, por así decirlo, de la simple traslación de un verso entero o el recuerdo de una rima. Y para terminar, una corta, pero muy jugosa, serie de referencias que recuerda de forma marcadamente mimética algunas de las expresiones poéticas donde se sustantivan las líneas maestras del Libro de Alexandre y de la cuaderna vía como género literario. La relación entre ambas obras es, por tanto, matizada y compleja. Delata la distancias del siglo largo que las separa, pero también la persistencia de una poética. La memoria de un origen literario y de la cercana articulación de la cuaderna vía en Castilla bajo la sombra literaria del Alexandre. Relación comparable, por otra parte, con el ascendiente documentado del Alexandre en otras obras en cuaderna vía del siglo XIV tales como los Proverbios de Salamón o el Libro de miseria de omne, lo que nos permite replantear desde esta perspectiva la influencia del Alexandre en el siglo XIV y los mismos contornos poéticos del mester de clerecía. Finalmente, a modo de observación metodológica, será necesario añadir que la suposición de un paralelismo literario, de una cercanía entre los textos o de una influencia directa debemos fundamentarla en una identidad léxica que, por lo general, supere el ámbito del hemistiquio, intervalo preferido de la peculiar lengua formular de la cuaderna vía, o bien, como sucede en el caso conocido de la tienda de don Amor, en una serie de amplios paralelismos literarios y estructurales que al margen de procedimientos retóricos comunes, e independientes de cualquier otro seguimiento léxico cercano, coadyuven a confirmar la dependencia del Alexandre. Y sin embargo, el problema mismo de la existencia de una lengua formular constituye aspecto singular de la relación entre ambas obras.

Para empezar, tenemos una corta serie de recuerdos alejandrinos de largo abolengo en la bibliografía, por cuanto algunos de ellos aparecen anotados como paralelismos del Alexandre desde la edición de Cejador (LBA, 1081d, «serié don Alixandre de tal real pagado», y LBA 1215d, «non lo compraría Dario con todos sus Tesoros»). Se trata de dos menciones cuyo alcance pocas veces se ha discutido y que se han tomado por auténticas ‘citas’ del Libro de Alexandre, y donde podemos suponer una clara intención burlesca en la comparación de los ejércitos de don Carnal y doña Quaresma con los de los héroes de la antigüedad. Pero esas citas nos llevan antes a la parodia de un género —la épica culta— que al recuerdo de una obra concreta. Vale la pena señalar, en efecto, que se trata de menciones muy generales de héroes de la antigüedad citados de idéntica forma en otras obras en cuaderna vía como el Poema de Fernán González (por ejemplo 273d, «serien end abondados Alexandre e Poro», o 345d, «nunca fue Alexandre más grand de corazón»).2 Observación de doble filo, por cuanto el anónimo arlantino construye versos y escenas completas con materiales tomados del Alexandre y muy poco manipulados, por cierto.3 En todo caso, en esas menciones específicas nos cercioramos de forma más evidente de la meticulosa burla épica que supone el enfrentamiento bélico entre don Carnal y doña Quaresma, incluyendo incluso las cartas de desafío, que a pesar de sus diferencias —Juan Ruiz explora a conciencia la parodia del formulismo jurídico y burocrático, mientras que las alejandrinas son más estrictamente literarias, por así decirlo— nos recuerdan las cartas de desafío cruzadas entre Alejandro y el emperador aqueménida. Y sin embargo, ya aquí podemos añadir que el verso LBA 1081d no consiste tan sólo en una mención directa del rey macedonio, sino que la copla entera recuerda en sus versos la descripción del fondo marino que nos encontramos en el Alexandre:

LBA, 1081:

Desque vino el día del pleito señalado
vino don Carnal ante: está muy esforçado,
de gentes bien guarnidas, muy bien acompañado:
serié don Alexandre de tal real pagado.

Alexandre, 2315:

Jurava Alixandre por el su diestro lado
que nunca fue de omnes mejor acompañado;
de los pueblos del mar tóvose por pagado,
contava que avié grant imperio ganado.4

Así, pues, el paralelismo aducido nos permite observar la conocida mención en un contexto literario más amplio y complejo. Nos remite a la descripción de la expedición submarina, uno de los rasgos de la leyenda de Alejandro de mayor desarrollo iconográfico, aunque en menor medida que la expedición aérea.5 Quizá por ello la expedición submarina fue muy recordada con posterioridad en cuaderna vía. La encontramos de pasada en el Libro de miseria de omne como ejemplo máximo del deseo desaforado de saber y entre uno de los varios studia (‘afanes’) que desarbolan la vida humana, junto al dinero u otros vicios (Libro de miseria de omne, 89cd, «scodriñan todo el mundo e los fondones de los mares, / por ganar una meaja muchos pierden sus verdades»6). Esa lectura moralizante que contrasta con la de nuestro Arcipreste la encontramos también en la lectura que nos proponen los Proverbios de Salamón.7 La tríada de textos nos permite percibir la calidad del seguimiento alejandrino por parte del Arcipreste de Hita, que en ningún caso se rebaja a la simpleza de copiar las expresiones del Alexandre. Por otra parte, si podemos fechar los Proverbios o el Libro de miseria de omne con posterioridad al Arcipreste de Hita,8 nos encontraríamos con la posibilidad inversa, es decir, con una lectura del Alexandre mediatizada por las estrofas del Arcipreste, lectura que se refuerza si verificamos que no se trata del único caso, como ahora veremos. Lo que, además, nos invita a no generalizar nuestra visión del Libro de buen amor como mera parodia de la obra alejandrina. Pero el seguimiento aparentemente burlesco de procedimientos literarios épicos propios del Alexandre no concluye aquí, sino que se reproduce a lo largo del episodio en rasgos tan paralelos como el recibimiento de don Amor, muy cercano en su descripción al de Alejandro en Babilonia. En este sentido pueden señalarse menudos paralelismos que nos enseñan hasta qué punto el Arcipreste de Hita construía algunas de sus estrofas a partir de recuerdos alejandrinos. Por ejemplo, en algunas descripciones épicas:

LBA, 1117cd:

d’ella e d’ella parte danse golpes sobejos
de escamas e de sangre van llenos los vallejos

Alexandre, 628 b-d

d’ella e d’ella parte las azes asentadas
...
de la sangre las aguas todas iban quajadas

O bien en el recibimiento de don Amor y don Carnal:

LBA, 1227:

Reçíbenlo los árboles, con ramos e con flores,
de diversas maneras, de fermosos colores;
resçíbenlo los omnes e dueñas con amores,
con muchos instrumentos salen los atanbores.

LBA, 1212cd:

a él salen triperas taniendo sus panderos:
De muchos que corren monte llenos van los oteros.

Alexandre, 2534:

Fenchianle las carreras de ramos e de flores,
de blancas, e bermejas e de otras colores,
muchos eran los cantos, muchos los cantadores,
muchos los instrumentos, muchos los tañedores.

Alexandre, 873cd:

Las muebdas de los pueblos cubrién los oteros,
Ensordién las orejas al son de los tromperos.

Como puede verse, la copla 1227 del Libro de buen amor reproduce pararalelismos posicionales a la hora de construir la copla de cuaderna vía. Parece que nuestro Arcipreste debía saber de recitado partes enteras de la biografía alejandrina, de igual forma que idealmente nos aseveran su modelo («de cor sé los actores»). La posible manipulación burlesca pasa por un conocimiento al dedillo de las fuentes.

En la misma línea que los paralelismos anteriores nos encontramos con el epitafio de Aquiles transmutado en el epitafio de Trotaconventos, un importante paralelismo señalado hace tiempo:9

LBA, 1576:

Urraca só que yago so esta sepultura;
en quanto fui al mundo, ove vicio e soltura;
con buena razón muchos casé, e non quis locura,
caí en una hora so tierra, del altura.

Alexandre, 329:

Aquiles só, que yago so est mármol cerrado.
el que ovo a Éctor el troyano rancado;
matóme por la planta Paris el perjurado,
a furto, sin sospecha, yaciendo desarmado.

El petafio de la vieja Urraca se considera, por lo general, construido sobre el de Aquiles. El paralelismo sería evidente no sólo en un cercano seguimiento léxico («só que yago»), sino en el desarrollo temático de la cuarteta alejandrina, que condensa una etopeya del héroe griego, procedimiento reproducido por el Arcipreste de Hita. Pero tan estrecha dependencia se ha puesto en duda a tenor de una contextualización más compleja que incluiría formulaciones de época dentro de una estructura habitual de elementos recurrentes. Otra cuestión es hasta qué punto el Arcipreste de Hita está haciendo un uso burlesco del epitafio de Aquiles o está tomando el Alexandre como modelo retórico digno de imitación.10

Junto a este tipo de recuerdos alejandrinos, la utilización del Libro de Alexandre se concreta con otro tipo de seguimientos un tanto más complejos. Tal sucede, por ejemplo, en los notables paralelismos en que Juan Ruiz recuerda refranes tomados del Alexandre. Incluso puede descubrirse en el Arcipreste de Hita una valoración de la lengua romance familiar al Libro de Alexandre y que parece mirar en pleno doscientos al romance como depositario de una singular capacidad expresiva. Pero, para empezar, hagamos mención, en primer lugar, de los paralelismos paremiológicos ya señalados por María Rosa Lida:

LBA 160:

Ca, puesto que su signo sea de tal natura
como es este mío, dize una escriptura
que ‘buen esfuerço vençe mala ventura’,
e toda pera dura grand tienpo la madura.

Alexandre, 71:

«Dizen que buen esfuerço vençe mala ventura;
meten al que bien lidia luego en escriptura... ».

En este caso, el paralelismo que extracta un refrán completo está tomado con evidencia del Alexandre y parece evidente que esa escriptura de que nos habla el Arcipreste de Hita es el mismo Libro de Alexandre.11 Dentro de la cita de formas paremiológicas, los editores del Libro de buen amor han señalado otro paralelismo del Alexandre:

LBA, 542ab:

Como dize el proverbio, palabra es bien çierta,
que ‘non ay encobierta que a mal non revierta’
fue la su mala obra en punto descobierta:
esa ora fue el monge preso e en refierta.

Alexandre, 1905ab:

Como diz el proverbio que non ha encubierta
que en cabo de cosa a mal non se revierta,
sopo por otras partes Alexandre la çierta;
parçir non gela quiso por voz nin por refierta.

En este caso los versos con que termina el apólogo del ermitaño bebedor están tomados de las advertencia que hace el narrador ante el magnicidio de Darío. Y también en este caso podemos descubrir un cercano paralelismo con los Proverbios de Salamón cuyo detenido examen nos asegura otra vez que la copla del arcipreste está tomada de la obra alejandrina con independencia en todo caso de los Proverbios de Salamón.12 Observación interesante, porque de nuevo sorprendemos en los Proverbios la utilización de un lugar alejandrino muy cercano a las cuartetas del arcipreste, y bien puede suponerse al Arcipreste como mediador en tal ascendiente literario. Como en ejemplos anteriores, el Arcipreste de Hita nos muestra una manipulación literaria del Alexandre muy superior al anónimo sapiencial de los Proverbios. Aparte de estos paralelismos tradicionales, los que se pueden aducir a propósito de los refranes o utilizaciones paremiológicas son algunos más, comenzando, tal como ya he indicado, por la forma en que ambos autores contemplan los refranes, las fablas y los proverbios antiguos y la capacidad expresiva del romance. Así, nos encontramos en las coplas del Arcipreste con la insistencia en la importancia de este aspecto de su obra:

LBA, 170:

Por amor d’esta dueña fiz trobas e cantares,
senbré avena loca ribera de Henares;
verdat es lo que dizen los antiguos retráheres:
‘quien en el arenal sienbra non trilla pejugares’.

LBA, 942:

Como faze venir el señuelo al falcón,
así fizo venir Urraca la dueña al rincón;
ca díxevos, amigo, que las fablas verdat son:
sé que el perro viejo non ladra a tocón.

Probablemente los versos 170c y 942c del Arcipreste constituyen recuerdos literarios de idénticas formulaciones alejandrinas:

LBA, 157:

Díxol que recordase las cosas fazederas,
que las palabras viejas siempre son verdaderas,
que nul omne a juegas nin encara a veras
con su señor non quiera nunca partir peras.

Alexandre, 2240:

Si como eran cuatro, fuessen siete señeros,
mester non avrié el rey más compañeros;
mas los proverbios viejos siempre son verdaderos:
que çien lobos rafez comen a dos corderos.

Como puede verse, especialmente en la copla del Alexandre 2240, esos versos paralelos en ambas obras nos demuestran que el Arcipreste de Hita está utilizando la forma alejandrina para introducir sus refranes. Podemos incluso añadir algún otro paralelismo, como el de las siguientes coplas:

LBA, 165:

Diz: «Por las verdades se pierden los amigos,
e por las non dezir se fazen desamigos».
Así entendet sano los proverbios antiguos,
e nunca vos creades loores de enemigos.

Alexandre, 1650:

Libráronte los fados de los tus enemigos,
dieron te a matar a los falsos amigos;
si quisieres creer los proverbios antigos,
non dariés tal poder a villanos mendigos.

Es interesante notar que este último paralelismo se halla muy próximo a algunos de los señalados con anterioridad, de forma que nos encontramos con una curiosa densificación de indudables formulaciones alejandrinas al caso de la lección de astrología en el Libro de Alexandre (es decir, las coplas del LBA, 160 y 165, y la muy cercana 170). Todo ello nos ayuda a entender hasta qué punto en este caso no nos encontramos con un uso meramente paródico de recuerdos literarios del Alexandre. Estamos ante varias coplas del LBA casi con toda seguridad construidas sobre expresiones del Libro de Alexandre en lo que parece la importación de un motivo literario que, además, involucra una concreta visión de la lengua romance como semillero de expresiones de alcance sapiencial. Podríamos apurar paralelismos con lo que también parece un recuerdo alejandrino del Arcipreste a propósito del elogio de la amistad:

LBA, 1366:

Non se mienbran algunos del mucho bien antigo:
quien a mal ome sirve sienpre·l será mendigo;
el malo a los suyos non les presta un figo,
apenas que el pobre, viejo, falle amigo.

Alexandre, 945:

Saben esto los dios: que lisonja non digo,
non preçio contra vós todo lo ál un figo,
qua ant falleçe regno que non el buen amigo;
qui amigos non ha, pobre es e mendigo.

La copla del Libro de Alexandre se halla en el parlamento de Darío donde elogia la amistad para arengar a sus generales ante el próximo enfrentamiento con Alejandro. Una copla que bien podemos considerar irónica o de una tipología invertida en el caso del argumento del mismo Alexandre, puesto que esos mismos generales acabarán asesinando al monarca aqueménida.

Así, pues, en el uso de versos paremiológicos del Alexandre podemos encontrar por parte del Arcipreste de Hita un uso que desborda la mera burla y evoca la cercanía de una obra considerada magistral. Esa cercanía puede seguirse en el uso de otras formulaciones populares romances que a falta de un más ceñido paralelismo léxico consideramos originados en un común fondo paremiológico.13 Sin embargo, no me resisto a citar algún otro paralelismo, originado probablemente también en el uso paremiológico, pero que nos permite entrever a Trotaconventos por entre las coplas del Alexandre:

LBA, 930a:

¡A la he!, diz, arçipreste, vieja con coita trota

Alexandre, 588c:

Ya quería don Éctor el canto ajobar,
Ajaz alçó los ojos, vido quel querié dar;
como dizen que cuita faze vieja trotar,
esforçó con el miedo, fue del canto travar

El dizen del verso 588c indica que estamos ante una forma refranística sobre la que se ha construido el nombre genérico de la tercera en el Libro de buen amor; todo el aspecto, pues, de dos expresiones que comparten una cercanía poligenética.

En otro orden de cosas, se ha llamado la atención sobre la posible fuente alejandrina —y, en concreto, de los castigos de Aristóteles— de varios consejos que nos encontramos en la obra del Arcipreste. Ese uso que podríamos llamar sapiencial lo encontramos en el eco de los consejos de Aristóteles que parece encontrarse en los desplantes de doña Garoça a la vieja Trotaconventos:14

LBA, 1422:

Desque ya es la dueña del varón escarnida
es d’él menospreçiada e en poco tenida
es de Dios aïrada e del mundo aborrida:
pierde toda su onrra, la fama e la vida.

Alexandre, 54:

Desque se vuelve el omne en ellas una vez,
siempre más va arriedro e más pierde su prez;
puede perder su alma e Dios lo aborrez,
pued’ en gran ocasión caer muy de rafez.

En esa misma línea tendríamos que algunos consejos de don Amor serían también ecos de los castigos de Aristóteles:

LBA, 419:

Non es para buen omne en creer de ligero,
todo lo que’l dixeren, péselo bien primero;
non conviene al bueno que sea lisongero:
en el dezir bien sea firme e verdadero.

Alexandre, 58bcd:

mas sé en tu palabra firme e verdadero;
nin ames nin escuches al omne lisongero:
si aquesto fazes, non valdrás un dinero.

J. K. Walsh llamó también la atención por primera vez sobre un caso especial de seguimiento retórico del Alexandre por parte del Arcipreste de Hita que consiste en la utilización de la descripción de Thalestris, la reina de las amazonas, como modelo de descriptio puellae. En efecto, supuso que la descripción de la belleza ideal en el Libro de buen amor (cc. 431-435) reproducía la descripción de Thalestris, una bella pieza retórica de identidad propia como tantas que nos encontramos en las cuartetas alejandrinas (Alexandre, 1871-1879).15 Ahora bien, en mi opinión, tal paralelismo es más que dudoso tomado en sí mismo, puesto que en ambos casos nos encontramos ante un procedimiento retórico tradicional, la descriptio puellae, y en ningún verso aparece una proximidad léxica remarcable, como puede verse en la simple comparación de los textos. Y sin embargo, un examen de las descripciones femeninas del Libro de buen amor nos permite entrever otros paralelismos semejantes en los que el Arcipreste parece recordar la descripción de Thalestris. Tal sucede con la primera dueña, de la que se enamora el singular protagonista del libro:

LBA, 79:

Sabe toda nobleza de oro e de seda,
complida de todos bienes, anda mansa e leda;
es de buenas costunbres, sossegada e queda,
non se podría vençer por pintada moneda

Alexandre, 1875:

Avié las sobreçejas como listas de seda,
eguales, bien abiertas, de la nariz hereda;
fazién una sombriella tan mansa e tan queda
que non serié comprada por ninguna moneda

Ahora tenemos el recuerdo alejandrino mediando el uso de un procedimiento retórico que no incorpora, por lo que parece, un sentido paródico. Desde este punto de vista, sí que podemos volver sobre la descripción de la belleza femenina en el Libro de buen amor (431-435) y reconsiderar que quizá el Arcipreste la tuvo presente. Y en ese caso, debemos suponer que recordó con frecuencia la descripción de Thalestris que proporciona el anónimo alejandrino, y a renglón seguido podemos añadir que ahora tales seguimientos evocan antes una elevada apreciación literaria del Alexandre que la distancia que suponemos en el envite paródico.

Un caso muy singular de definición literaria del Arcipreste con respecto al Libro de Alexandre lo constituye la ausencia casi total en el Libro de buen amor de esa lengua formular típica de la cuaderna vía del siglo XIII. Esa lengua formular tan especial, producto de los mecanismos de composición basados en la cuarteta monorrima, constituye la base literaria y compositiva de la cuaderna vía del siglo XIII. Pues bien, ese sistema formular tan peculiar desaparece casi completamente del Libro de buen amor. Nótese, por ejemplo, que casi ningún paralelismo de los que hemos visto incorpora un hemistiquio completo trasladado tal cual: por lo general del recuerdo de versos enteros, que en ocasiones aparecen por parejas, y cuya recurrencia siempre parece precipitada por la rima, que arrastra casi en todas las ocasiones la evocación de una copla entera del Alexandre. Sólo en muy contadas ocasiones nuestro Arcipreste recuerda hemistiquios de cuaderna vía propios del Alexandre, como, por ejemplo, en los siguientes ejemplos:

LBA, 1489c:

doñeador alegre, par las çapatas mías

LBA, 1231a:

La vihuela de arco fazdulçes devailadas

Alexandre, 1822b:

non andan a derechas, par las çapatas mías

Alexandre, 2139b:

Las dulçes debailadas, el plorant semitón

En este caso, la descripción de instrumentos musicales involucra un hemistiquio entero («las dulces debailadas»), como también el juramento («¡par las çapatas mías!»). En ambas ocasiones se trata, especialmente en este último, de hemistiquios propios del Alexandre y prácticamente ausentes del resto de obras en cuaderna vía conservadas. Si a esto unimos la ausencia casi completa de lengua formular en el Libro de buen amor podemos concluir que se trata también de recuerdos léxicos, y en el caso del verso LBA 1231a evoca la descripción de instrumentos musicales del palacio de Poro. En ninguno de estos casos parece que la expresión del Arcipreste ronde siquiera la referencia chistosa o la parodia del Alexandre.

Sin embargo, con algunas de esas expresiones podemos pensar que tal referencia burlesca sí parece darse en ocasiones, tal como en el siguiente ejemplo:16

LBA, 173ab:

Estude en esta çibdat e espendí mi cabdal:
non fallé pozo dulçe nin fuente perennal.

La expresión fuente perennal puede documentarse por extenso en el Libro de Alexandre:

Alexandre, 504 (Batalla general entre griegos y romanos):

De cada part’ avié mucha seña cabdal,
bolvieron un torneo que valié lit campal;
assí manava sangre todo el arenal
como si prado fuesse o fuente perenal.

Alexandre, 1173 (Viaje al templo de Amón):

Consagró la fuente Júpiter, que fuesse perenal,
de la virtud de Bacus que fuesse por señal,
invierno e verano manasse comunal,
en verano fues fría e calienteen lo ál.

Alexandre, 937 (Darío arenga a sus hombres; locus amoenus):

Manaval de siniestro una fuente perenal;
nunca non se mengüava, ca era natural;
avié so el rosario fecho un regajal,
por y fazié su curso como por un canal.

Alexandre, 1768 (Persecución de los regicidas):

Por medio un vallejo corrié un regajal,
naçié de buena fuente, clara e perenal;
desçendié a un prado, regava un pradal;
por verdad vos dezir, era fermoso val.

El verso de Juan Ruiz parece incorporar la referencia burlesca a la automatización de recursos expresivos en determinados tópicos como, en este caso, el locus amoenus. Y el uso de la expresión fuente perenal se nos multiplica en el Alexandre a poco que busquemos. Un uso un tanto burlesco que por otra parte sería esperable en un contexto de abandono de la lengua formular de la cuaderna vía y típica del Alexandre. Sumados a estos ejemplos, tenemos una amplia lista de adjetivaciones comunes y giros literarios paralelos donde me parece lícito sospechar la presencia alejandrina.17

En otra perspectiva, se ha remarcado el paralelismo literario entre personajes de ambas obras. Así María Rosa Lida creyó observar la probable influencia del Alexandre en las cuartetas del Arcipreste a propósito de la descripción de los vicios, donde pone a Ambición como mayordoma del Amor (LBA 218ab, «De todos los pecados es raíz la Cobdiçia, / ésta es tu fija mayor; tu mayordoma Anbiçia») de igual que en el Alexandre aparece como criada de Codicia y Avaricia (Alexandre, 2348ab, «An una criadiella amas estas serores, / Anbiçio es su nombre, que muere por onores»). Otro tanto podríamos decir de doña Endrina y don Melón, que aparecen como errores de interpretación de nombres clásicos en el Libro de Alexandre. Una Endrona aparece en tres ocasiones en los dos manuscritos principales del Alexandre, dos de ellas refiriéndose a Andrómaca, mujer de Héctor (Alexandre, 569a, «La mugier de don Héctor, Androna le dizién» (P: Madrona); Alexandre, 717a, «Androna, que nunca recobró su sentido»)18 y una segunda a Státira, mujer de Darío (Alexandre, 1254a, «Endrona, mientra vivió, nunca fue sosañida»).19 En todo caso, parece que no estamos ante lecciones que puedan remontarse siempre a la pluma autorial. Se trata sin duda de uno o varios errores de lectura, puesto que si Androna puede sostenerse en 569a y en 717a (Andrómaca > Androna), no es posible en 1254a, donde el verso está puesto en boca del mensajero de Darío que informa al rey aqueménida de las condiciones de vida de la reina muerta —es decir, Státira— y donde la conformatio textus exige el nombre de la reina persa como lección más cercana al uxor de Châtillon. Caso paralelo es la aparición de Melón entre uno de los mucho oponentes de Alejandro en los combates individuales, un personaje por otra parte, este Meón/Amilón sin ningún relieve en el argumento, y que aparece únicamente en el verso que cita su nombre (Alexandre, 1410d, «e otro más fuert omne que Melón fue llamado»). En este caso, ‘Melón’ es la lectura conjunta de los dos manuscritos principales, P y O, y por tanto, error común, puesto que la conjetura posible la encontramos en el texto de Gautier (Alexandreis, V, 267) donde Melón se restituye en Amilon. Sin embargo, en estos dos casos sorprendentes, lo que nos interesa en este momento no es tanto la conjetura verosímil como el texto del Alexandre que, de aceptarse la posibilidad, podría haber conocido el Arcipreste de Hita, y que debía ser un estadio cercano en esos lugares al hoy conocido en los manuscritos principales. Aspecto paralelo lo constituye su interpretación literaria, que, de poderse aceptar esta filiación de los personajes de Juan Ruiz, nos llevaría a un cruce entre la materia pseudo-ovidiana y la materia alejandrina en el episodio de doña Endrina y don Melón.

Pero, sin duda, uno de los paralelismos más famosos y sostenidos se refiere a la descripción de la tienda de don Amor y a la alegoría de los meses, que en el Arcipreste de Hita es también la alegoría de las estaciones. Dos temas fácilmente documentables en la iconografía medieval, al tiempo que la tienda del héroe épico, sostén de la alegoría de los meses y las estaciones en Juan Ruiz, constituye también una pieza retórica típica de la épica culta, y nos la encontramos en los romans franceses más importantes del siglo XII, algunos de ellos de gran influencia en el Libro de Alexandre. Varios estudios han dilucidado esa semejanza tan visible entre ambas obras, llegando a la conclusión de que, en esa sección del Libro de buen amor, una parte porcentual muy notable de los versos del Arcipreste de Hita constituyen las variaciones sobre versos del Libro de Alexandre.20 Sin embargo, al seguimiento cercano opone el Arcipreste de Hita su propia voluntad artística, que le incita a prescindir de numerosos aspectos de la tienda de Alejandro y concentrarse en los perfiles que más le interesan para su propia obra.

La descripción de la tienda en el Libro de Alexandre cumple la función de epítome significativo de la obra, microcosmos del argumento y de sus perfiles más sustantivos.21 La encontramos dividida en cuatro hastiales donde aparecen la descripción de los meses, las leyendas homéricas, un mapamundi y un resumen de las hazañas de Alejandro. En ese manojo de temas parece clara la intención del autor de cruzar referencias espacio-temporales y al tiempo hermanar otra vez la singladura alejandrina a las leyendas homéricas. Con ello se subrayan dos vertientes esenciales del argumento: por una parte la estrictamente científica (la geografía y la descripción de los meses) y por otra su naturaleza épica. La geografía constituye uno de los conocimientos que reciben un impulso decisivo a lo largo del siglo XII,22 de ahí la inclinación del Alexandre por multiplicar diferentes mapamundis a lo largo del argumento, complementarios entre sí, y superando ampliamente los que nos presenta su propia fuente esencial.23 Complemento conceptual de sus descripciones geográficas lo constituye la idea temporal contenida en la descripción de las estaciones y de los meses del año. Es de notar que estaciones del año y sucesión de los meses constituyen dos representaciones de idéntica naturaleza, y que si en la tienda de Alejandro sólo nos encontramos con los meses del año, otras descripciones del Alexandre contienen también las estaciones, un hecho pocas veces comentado por los estudiosos de Juan Ruiz. Así sucede, por ejemplo, con la descripción del escudo de Aquiles, donde tenemos las estaciones unidas a una tradicional referencia astrológica, también un conjunto muy usual en la iconografía medieval:

I estavan contrarios los vientos principales,
cad’ uno cómo corren, en quáles temporales;
cómo naçen los truenos e los rayos mortales,
cómo son en el año quatro tiempos cabdales.
Estava don Ivierno con nieves e heladas,
el Verano con flores e dulçes mañanadas,
el Estío con soles e miesses espigadas,
Autunpno vendimiando e fazendo pomadas.
Eran í los siet signos del sol bien compassados,
los unos de los otros igualmente tajados;
e las siete planetas cómo tienen sus grados,
quáles son más rabiosos o quáles más pagados (656-658).24

La referencia alegórica a las estaciones («Estava don Ivierno...») aparece dentro de una enumeración de visos científicos que comienza con notas de geografía (Alexandre, 654, «y verié los pescados cuantos son en la mar», y 655ab, «Ý estavan las tierras por poblar e pobladas, / los montes e las aguas e las villas çercadas»), incluye elementos de bestiario (Alexandre, 655d, «las aves e las bestias por domar e domadas») y sus apuntes de historia sagrada que suelen acompañar las descripciones geográficas (Alexandre, 655c, «la torre que fizieron las gentes perjuradas»), sigue una meteorología (Alexandre, 656abc, «Ý estavan contrarios los vientos principios, / cad’uno cómo corren en cuáles temporales;/cómo naçen los truenos e los rayos mortales»), donde se inscribe la descripción de las estaciones, y culmina con las notas de astronomía (c. 658). En resumen, la descripción del escudo de Aquiles constituye en realidad un inventario de las principales ciencias de la época. De este recorrido extraemos dos consecuencias. En primer lugar, las descripciones temporales constituyen materia de filosofía natural, no son simplemente un adorno retórico, y debemos buscar su paralelismo también con el corpus científico de la época, y no sólo con la iconografía arquitectónica o con las artes plásticas. Ese despliegue de conocimientos en filosofía natural corresponde a la ideología de nuestro autor y a la idea de Naturaleza como fuerza creadora que informa la totalidad del Libro de Alexandre y que tan derechamente lo emparenta con la órbita de Chartres25 o algunas sumas de filosofía natural como el Dragmaticon philosophiae de Guillermo de Conches.26 Y en segundo lugar, en el Libro de Alexandre también nos encontramos con una breve descripción de las estaciones como figura y anticipación de la descripción de los meses en la tienda de Alejandro. Referencias temporales que se complementan entre sí como los hacen los varios mapamundis de la obra. Lo que nos lleva a considerar que la pieza retórica del Libro de buen amor, donde convergen los meses y las estaciones, probablemente constituye una síntesis de esas dos posibilidades y una suerte de compendio retórico y literario de esas descripciones del Alexandre. En ese doble origen de la descripción de las estaciones y los meses en el Libro de buen amor encontraríamos una sencilla explicación literaria de la superposición de fenómenos meteorológicos (alegoría de las estaciones) con las faenas agrícolas (alegoría de los meses) que tanto ha intrigado a los comentadores de este pasaje del Arcipreste27 y cuya semilla tenemos ya en el Alexandre, tal como vemos en la copla 657, donde los fenómenos meteorológicos (657ab, «Estava don Ivierno con nieves e heladas, / el Verano con flores e dulçes mañanadas») alterna con las faenas agrícolas (657cd, «el Estío con soles e miesses espigadas, / Autunpno vendimiando e fazendo pomadas».). Ahora bien, en el Libro de buen amor, la descripción de la tienda de Alejandro queda reducida a la alegoría del tiempo cíclico anual, aunque enmarcada, como se recordará, por una serie de referencias muy precisas que nos aseguran de su convencimiento de emular tanto procedimientos como el tema y hasta una entera sección del Alexandre(Alexandre, 2539ab, «Ante que a las parias entremos recebir, / quiero vos de la obra de tienda dezir»; LBA, 1266a, «La obra de la tienda vos querría contar», y en el cierre de la descripción, Alexandre, 2595a, «Non quiero de la tienda fer grant alegoría», y LBA 1301d, «non quiero de la tienda más prólogo fazer»). La descripción del Arcipreste constituye una versión temáticamente reducida de la alegoría alejandrina, aunque amplificada por lo que se refiere a las cuatro estaciones y los doce meses, que aparecen relacionados dentro de una articulación más compleja y significativa, donde no es posible pasar por alto el virtuosismo del Arcipreste. En este caso, el paralelismo dista de ser simple, y quizá tampoco constituye mero recuerdo literario. En esa descripción que se halla al cabo del recibimiento de don Amor, podemos descubrir la concepción de la temporalidad como impulso creador universal. Y esa idea del amor como fuerza generatriz conserva los trazos geminales de la idea de Natura como manifestación de la voluntad divina que informa de pies a cabeza el admirable anónimo del doscientos.28

Para terminar nuestro recorrido por el Libro del Arcipreste, recordemos que la copla número 15 se ha puesto en estrecha relación con la segunda copla del Libro de Alexandre y con la poética del mester de clerecía.29 Para una lectura más precisa, recordemos también la copla del Libro de miseria de omne que todavía en el siglo XIV cita de corrido la segunda estrofa del Alexandre:

Alexandre, 2:

Mester traigo fermoso, non es de joglaría;
mester es sin pecado, ca es de cleresçía:
fablar curso rimado por la cuaderna vía,
a sílabas contadas, ca es grant maestría.

Libro de miseria de omne, 5:

Ond todo omne que quisiere este libro bien pasar
mester es que las palabras sepa bien silabicar,
ca por sílabas contadas que es arte de rimar,
e por la quaderna vía su curso quier finar.

Libro de buen amor, 15:

E porque mejor sea de todos escuchado,
fablarvos he por trobas e por cuento rimado:
es un dezir fermoso e saber sin pecado,
razón más plazentera, fablar más apostado.

Tradicionalmente se ha datado el Libro de miseria de omne con posterioridad al Libro de buen amor, mientras que en la actualidad esa datación quiere adelantarse. En cualquier caso, para nuestro objeto actual la exacta datación no tiene una incidencia definitiva, puesto que en ambos autores tenemos un seguimiento independiente del Libro de Alexandre y de la poética del mester. Aunque no deja de ser llamativa la proximidad con que el Libro de miseria de omne reproduce conceptos y expresiones del Alexandre, haciendo hincapié en el aprendizaje de un saber formal («sepa bien silabicar», «sílabas contadas») y en una práctica literaria que toma su nombre de la tradición leonesa («cuaderna vía»). Claro que no otra cosa nos dice nuestro Arcipreste, aunque su maestría literaria alcance a recordarnos el canto de Tarsiana (Libro de Apolonio, 422c, «otro mester sabría que es más sin pecado») y englobe en el saber sin pecado tanto sus trobas como el cuento rimado, poniendo a sus poemas líricos bajo las exigencias de perfección formal del contexto y la tradición escolar que los acoge.

Sin embargo, no son éstas las únicas referencias alejandrinas del Libro de buen amor que tienen un carácter predominantemente poético. Una de las más famosas coplas del Libro, y en las que el Arcipreste se refiere a su obra, parecen retomadas de las estrofas de transición donde el anónimo alejandrino nos describe las bodas de Roxana y Alejandro, como puede verse en la doble columna:

LBA, 1631-1632:

Fizvos pequeño libro de testo, mas la glosa
non creo que es chica, ante es bien grand prosa
que sobre cada fabla se entiende otra cosa
sin la que se alega en la razón fermosa.
De la santidat mucha es bien grand liçionario,
mas de juego e de burla es chico brevïario;
por ende fago punto e çierro mi almario:
séavos chica fabla, solaz e letüario.

Alexandre, 1956-1957:

A menos que supiésedes sobre qué fue la cosa,
bien podriedes tener la razón por mintrosa;
mas quiérovos dezir toda la otra glosa,
descobrirvos el testo, enpeçarvos la prosa.
Quiérovos brement dezir el brevïario,
non vos quiero d’un poco fer luengo sermonario:
quiere casar el rey con la fija de Dario,
con Rosana la genta, femna de grant donario.

Otra «cita» del Alexandre por parte de nuestro Arcipreste, y en este caso muy pocas veces observada.30 En el caso del Libro de Alexandre, estamos ante dos estrofas de transición que desarrolla los tópicos de la brevedad necesaria y de la imposibilidad de describir adecuadamente las bodas de Alejandro y Rosana. A su vez, el Arcipreste de Hita subraya, como suele a lo largo de sus cuartetas, la variedad de sentidos junto a la existencia de un sentido fundamental y cierto. Lo curioso de este paralelismo es el seguimiento estrecho y sostenido, a lo largo de dos estrofas —caso atípico y extraño—, del Libro de Alexandre. Dos estrofas que tendremos que concluir otra vez que el Arcipreste de Hita se sabía de memoria. Y nótese que ambos autores llaman a su obra chico brevïario («brement dezir el brevïario») y que utilizan idéntico juego de palabras e idéntica comparación (breviario/sermonario en el Alexandre y breviario / leçionario en el caso del Libro de buen amor). El autor del Alexandre contrapone la exigencia retórica de la brevedad (‘brevïario’) a una descripción más detallada (‘luengo sermonario’), mientras que por su parte el Arcipreste subraya el predominio del sentido didáctico (‘gran liçionario’) y el carácter instrumental de las historias burlescas que lo sustentan (‘chico breviario’). En cualquier caso, está apostillando a sus coplas con idénticas metáforas que el Libro de Alexandre y subrayando el tema familiar de la polisemia y la estructura significativa de su obra mediante el recuerdo de unas estrofas de transición del Alexandre que preceden a la descripción de las bodas de Alejandro. Este ejemplo puede reforzarse por idénticas expresiones en ambas obras a propósito de idénticos tópicos literarios.

Como sabemos hace tiempo, el Libro de Alexandre no sólo fue obra fundacional, sino que además influye de forma decisiva en la cuaderna vía del siglo XIII.31 Pues bien, en los paralelismos vistos podemos desbrozar la influencia del Libro de Alexandre en las obras en cuaderna vía del siglo XIV y destacar en ese cuadro la proximidad literaria de nuestro Arcipreste a la obra maestra del doscientos en medida casi comparable a la del siglo anterior. Las obras de la cuaderna vía del trescientos no extractan escenas narrativas de carácter épico o novelesco, ni copian el perfil de los personajes alejandrinos, sino que se limitan a una utilización más moralizante y una atención que se demora en las expresiones sentenciosas de la lengua romance. Quizá por eso sorprende el singular exordio del Libro de miseria de omne, donde vemos desfilar en una sola estrofa los principales términos teóricos de la cuaderna vía (‘silabicar’, etc.); pero se trata de una estrofa tan singular como lineal, y un tanto simple a la vista del jugo que nuestro Arcipreste sacó del Alexandre. Superando esa influencia tan simple o unívoca, nos encontramos en el Libro de buen amor con una muchedumbre de recuerdos léxicos, con multitud de versos que el Arcipreste de Hita debía recordar de memoria y que se pueden comparar, e incluso superan en cantidad y calidad —sorprendentemente—, a algunas obras en cuaderna vía del siglo XIII. Y es que diríase que al Arcipreste de Hita los versos del Alexandre le brotan de la pluma sin esfuerzo aparente, que debió leerlo como obra maestra digna todavía de virtuosa emulación. Y entre los variados sentidos que puede atribuirse a los paralelismos indicados podemos enmarcar una jerarquía de significados.

Es posible que el Arcipreste de Hita considerada trasnochadas las descripciones épicas del Alexandre, tales como la muestra de los ejércitos en la víspera del combate —recordada en las descripciones burlescas de los ejércitos de Carnal y Quaresma— o las comparaciones con los ejércitos macedonios o los tesoros de Darío o incluso determinadas expresiones de la rancia tradición retórica («fuente perennal», por ejemplo). En esa distancia, la burla o la parodia del Arcipreste involucra una lista de procedimientos más que una referencia al mismo Alexandre, y nos muestra el alejamiento de un género literario —la épica— y su mundo de valores, percibido a grandes rasgos como anacrónico, y un cansancio de las repeticiones a caballo de determinados tópicos retóricos. No es tanto la parodia de un texto singular, cuanto el alejamiento histórico de una serie de valores épicos que se empequeñecen en el horizonte más cotidiano de nuestro Arcipreste y lo que parece consciente aspiración a una renovación del lenguaje literario. Ambas obras, obviamente, respiran un mundo diferente.

En el olvido de la lengua formular o en su uso burlesco podríamos concretar una de las principales novedades literarias del Libro de buen amor. La copla hierática del doscientos y el hemistiquio formular da paso a un nuevo lenguaje literario más flexible, cercano al romance hablado y que desborda el hemistiquio del Alexandre, que nos sorprende alguna vez con encabalgamientos. Un aspecto capital, por cuanto nos empuja a preguntarnos si la lengua formular del doscientos constituía para nuestro Arcipreste una parte del «mester sin pecado». Ahora bien, junto a ese rechazo por omisión de la lengua formular, debemos tener muy presente la atracción del Arcipreste por las formas paremiológicas del Libro de Alexandre, que en varias ocasiones traslada de forma literal, un caso muy excepcional entre los paralelismos, como hemos visto. Y además, recuerda de forma también literal ese apego tan visible en el Alexandre por las posibilidades sapienciales de la lengua romance. De esta forma, podemos identificar una compleja motivación del Arcipreste ante la lengua romance de la cuaderna vía, que se concreta en el olvido visible de la lengua formular y en la reproducción de formas paremiológicas del Alexandre. Una implícita poética de la narrativa clerical que parece decantarse por la proximidad al romance hablado, y por ahí podemos concretar su aportación estética como una completa y consciente renovación de la lengua literaria de la cuaderna vía.

Pero de igual manera que en el recuerdo de formas paremiológicas, parece indudable que sintió aprecio por muchos elementos de la obra maestra más allá de la mera parodia agresiva frente a lo caduco. En las cuartetas del Arcipreste topamos la familiaridad de muchos recuerdos recurrentes de la historia alejandrina. Estamos ante la usual frecuentación del Alexandre como arsenal y muestrario de procedimientos retóricos, secciones enteras frente a las que el Arcipreste de Hita nos presenta su propia y personal variatio en emulación de la obra magistral, que no supone sólo el recuerdo tenaz: ante la tienda de don Amor y su proximidad literaria al Alexandre nos preguntamos si Juan Ruiz no tendría incluso ante sus ojos un códice alejandrino. Indudablemente, entre todos ellos descuellan dos paralelismos literarios básicos que rebasan la mera muestra de convergencias léxicas. Por un lado, la concepción de la Natura como fuerza universal, concretada en el ciclo temporal del amor. Es de notar, en este caso, que el Arcipreste conoce esas formulaciones y que identifica a la Natura como delegada de la divinidad, al igual que el Libro de Alexandre, tal como nos dize doña Urraca en su altercatio con doña Garoça (LBA, 1407cd, «lo que Dios e Natura han vedado e negado / de lo fazer el cuerdo non deve ser osado»). En esa Natura dependiente de la voluntad divina se puede sostener la existencia de una crítica de las formulaciones heterodoxas que corrían por finales del doscientos y que asignaban a la Natura una independencia en el orden creativo. Y para terminar, la recurrencia a la poética del mester, al hecho inaudito de que el Arcipreste llama a su libro de igual forma que el autor del Alexandre («chico breviario») y a su arte con idénticas palabras («saber sin pecado»), nos asegura de la vigencia, al menos en la intención literaria, de una escuela que se identifica en Castilla con la preeminencia literaria y cronológica del Libro de Alexandre. Esas referencias poéticas, en efecto, nos permiten postular una definición de la cuaderna vía —y frente a la dispersión románica de las cuartetas monorrimas— como la perseverancia formal de un género narrativo en torno al magisterio de una obra fundacional. A pesar de los cambios inevitables de ese largo siglo de vigencia, esa unidad literaria nos faculta para hablar de cuaderna vía en el siglo XIV y en el Arcipreste de Hita, la más brillante apuesta de la posteridad literaria del Alexandre.

 

 

NOTAS

 

1. F. Lecoy, Recherches sur le ‘Libro de Buen amor’ de Juan Ruiz, reimpr. con adiciones de A. D. Deyermond, Farnborough, Gregg International, 1974, pp. 274-275 y 287 [1.ª ed. París, Droz, 1938]

2. Véanse las observaciones de J. Joset, ed., Arcipreste de Hita, Libro de buen amor, Espasa Calpe, Madrid, 1974, II, p. 85.

3. M. R. Lida, La idea de la fama en la Edad Media castellana, F.C.E., Madrid, 1983, pp. 202-207.

4. En todos los casos, cito por J. Cañas Murillo, ed., Libro de Alexandre, Cátedra, Madrid, 1988, y A. Blecua, ed., Juan Ruiz, Libro de buen amor, Cátedra, Madrid, 1992.

5. Extensa es la iconografía de la expedición aérea, y menor la de la expedición submarina, que, sin embargo, también nos encontramos con facilidad en edificios, códices y decorados medievales; véase Ch. Settis-Frugoni, Historia Alexandri elevati per griphos: origine, iconografia e fortuna de un tema, Istituto storico italiano per il Medio Evo, 1973, y V. M. Schmidt, A Legend and its Image: the aerial flight of Alexander the Great in Medieval Art, Forsten, Gronningen, 1995, y añádase G. Cary, The Medieval Alexander, ed. D. J. A. Ross, Cambridge University Press, 1956, pp. 224, 238 y 258.

6. Todas las citas del Libro de miseria de omne, en este caso y también más adelante, las tomo de Pompilio Tesauro, ed., Libro de miseria de omne, Giardini, Pisa, 1983, y en este caso p. 48.

7. En efecto, los Proverbios de Salamón, como ya observó Kany, recogen un eco moralizado de la expedición submarina que es referencia literal de Alexandre, 2316 (Proverbios de Salamón, vv. 19-22, «Atal es este mundo como en el mar los pescados: / los unos son menores, los otros son granados, / cómense los mayores a los que son menguados, / estos son los reyes e los apoderados»); véase C. E. Kany, «Proverbios de Salamón: an unedited Old Spanish Poem», Homenaje ofrecido a Menéndez Pidal, Madrid, 1925, I, pp. 269-285. Los Proverbios bien podrían ser posteriores al Libro de buen amor y haber seguido ahí el modelo ruiciano; véase J. Joset, Nuevas investigaciones sobre el ‘Libro de buen amor’, Cátedra, Madrid, 1988, p. 76, n. 8.

8. La datación del Libro de miseria de omne ha oscilado notablemente en los últimos años y hoy tiende a posponerse a la del Libro de buen amor; véanse las observaciones de J. Joset, Nuevas investigaciones, ob. cit., p. 76.

9. A. D. Deyermond, «Some aspects of parody in the Libro de buen amor», en G. B. Gybon-Monypenny, ed., Libro de buen amor’ Studies, Tamesis, Londres, 1970, pp. 53-78, y la cita en p. 66, y J. K. Walsh, «Juan Ruiz and the mester de clerecía. Lost context and Lost Parody in the Libro de buen amor», Romance Philology, XXXIII (1979-1980), pp. 62-86, y véase también M.-A. Vetterling, «J. Ruiz’s Version of Alexander the Great», La Corónica, VII (1978), pp. 23-28.

10. J. Joset, Nuevas investigaciones, o. c., p. 75.

11. Este consejo de Aristóteles lo encontramos desparramado en otras partes del LBA, tal como 1450b, donde la vieja parece recordar al viejo Aristóteles cuando aconseja a la monja: «esperança e esfuerço vençen en toda lid».

12. La utilización de esta forma paremiológica aparece literalmente en los Proverbios de Salamón (vv. 130-133, «Mas no ay encubierta que a mal non revierta / nin cosa escondida que non sea descubierta, / sienpre el que poco puede, al cae en la refierta, / provarlo podemos que es cosa muy cierta»).

13. Por ejemplo, LBA, 511d («el dar quebranta peñas, fiende dura madera») y Alexandre, 63d («el dar fiende las peñas e lieva todo prez»), o bien la expresión más general, típica de la cuaderna vía, de LBA 950d («quien más de pan de trigo busca, sin seso anda») que, sin embargo, podemos documentar solamente una vez en Alexandre, 156d («non quisiese buscar mejor de pan de trigo»), aunque bastante general en Gonzalo de Berceo.

14. Véase J. K. Walsh, art. cit., pp. 67-69, y véanse las observaciones críticas de J. Joset, Nuevas investigaciones, o. c., p. 75.

15. J. K. Walsh, art. cit., pp. 67-69.

16. Tomo los ejemplos de J. K. Walsh, art. cit.

17. Son, por ejemplo, el llamar simples a los clérigos poco letrados (LBA 1144a, «Muchos clérigos sinples que non son tan letrados», y LBA 1154a, «Vós, don clérigo simple, guardatvos de error», que remite al Alexandre 1824a, «Somos los simples clérigos errados e viciosos») o bien en la estructura bimembre de determinados versos (LBA 1253d, «al tomar vienen prestos, a la lid tardineros», comparable con el Alexandre, 1824c, «en prender son argudos, en lo ál perezosos».

18. En estas transcripciones tengo en cuenta ante todo la lección de los manuscritos a través de la transcripción facsímil de R. S. Willis, ed., El libro de Alexandre: Texts of the Paris and the Madrid Manuscripts, Princenton y París, 1934, y véase A. Blecua, ed., Arcipreste de Hita, Libro de buen amor, Planeta, Barcelona, p. 95, n.

19. En este caso la lección solo está en P, puesto que las estrofas 1233-1343 faltan en O.

20. Véanse los estudios de E. Forastieri Braschi, «La descripción de los meses en el Libro de buen amor», Revista de Filología Española, LV (1972), pp. 213-232, N. E. Álvarez, «El recibimiento y la tienda de don Amor en el Libro de buen amor a la luz del Libro de Alexandre», Bulletin of Hispanic Studies, LIII (1976), pp. 1-14, y H. Salvador Martínez, «La tienda de Amor, espejo de la vida humana», Nueva Revista de Filología Hispánica, XXVI (1977), pp. 56-95.

21. J. M. Cacho, «La tienda en el Libro de Alexandre, » Actas del Congreso Internacional sobre la lengua y la literatura en tiempos de Alfonso X, Universidad de Murcia, Murcia, 1985, pp. 109-134, y F. Lecoy, o. c., pp. 274-275.

22. P. Gautier Dalché, «Le renouvellement de la perception et de la representation de l’espace au XIIe siècle», Renovación intelectual del Occidente europeo (siglo XII). XIV Semana de Estudios Medievales. Estella, 14 a 18 de julio de 1997, Gobierno de Navarra, Pamplona, 1998, pp. 169-217.

23. Hasta cinco mapamundis nos encontramos en el Libro de Alexandre. El primero de ellos nos lo topamos en el comienzo de la expedición asiática de Alejandro Magno (cc. 276-294), el segundo acompaña a la idea de microcosmos (cc. 2508-2514) y es consecuencia de la expedición aérea de Alejandro (cc. 2504-2507), el tercero engalana la tienda de Alejandro como epítome de sus conquistas (cc. 2576-2587), y, en fin, dos mapamundis encontramos también en la descripción del escudo de Aquiles (cc. 652-659) y en la tumba de Darío (cc. 1791-1799, y véase nota siguiente); solo la descripción de Asia y, parcialmente, la Tumba de Darío (aunque sin la descripción científica que le acompaña en el Alexandre) posee su mapamundi paralelo en Gautier, aunque por lo general muy ampliado en el Libro de Alexandre.

24. Una referencia similar, aunque menos desarrollada, encontramos en la descripción de la tumba de Darío, escoltada a su vez de referencias astrológicas (Alexandre, 1792, «Debuxó el sepulcro a grandes maraviellas: / cómo corrié el sol, la luna e las estrellas, / cómo passan las noches, los días en pues ellas, / cómo fazen las dueñas en mayo las corellas»).

25. Véase F. Rico, El pequeño mundo del hombre, Alianza, Madrid, 1986, pp. 50-59, I. Uría, Panorama crítica del mester de clerecía, Castalia, Madrid, 2000, pp. 84-86 y J. García López, «La alegoría de la naturaleza en el Libro de Alexandre», Actas del VIII  Congreso Internacional de la Asociación Hispánica de Literatura Medieval, Santander, 1999, pp. 797-807, y véase también J. García López, «Aprés toda la física, só mege natural: observaciones sobre la ciencia medieval en el Libro de Alexandre», Actas del IX Congreso Internacional de la Asociación Hispánica de Literatura Medieval (en prensa).

26. I. Ronca, ed., Gvillemi de Conchis, Dragmaticon Philosophiae, Tvrnholti, Typographi Brepols Editores Pontificii, MCMXCVII. En su libro cuarto, nos encontramos las estaciones como parte de su exposición astronómica (secciones 8-11, De iv anni temporibus: de hieme,De uere,De aestate y De autumpno), mientras en el libro quinto siguen los fenómenos meteorológicos (De uentis,De pluuiis, etc.).

27. Véase E. Forastieri, art. cit., p. 225.

28. F. Rico, «Por aver mantenencia: el aristotelismo heterodoxo en el Libro de buen amor», El Crotalón, II (1985), pp. 169-198.

29. F. Rico, «El ‘pecado’ del ‘mester’», en Primera cuarentena, El Festín de Esopo, Quaderns Crema, Barcelona, MCMLXXXII, pp. 49-51.

30. Véase el comentario de A. Blecua, ed., J. Ruiz, Libro de buen amor, Cátedra, Madrid, 1992, p. 566.

31. J. García López, «De la prioridad cronológica del Libro de Alexandre Actas del II Congreso Internacional de la Asociación His pánica de Literatura Medieval, Alcalá de Henares, 1991, I, pp. 341-354.

 

 

 
 

 

La influencia del Libro de Alexandre
en el Libro de buen amor

Juan Ruiz, Arcipreste de Hita, y el "Libro de buen amor": [actas del] Congreso Internacional del Centro para la Edición de los Clásicos Españoles, patrocinado por el Ayuntamiento de Alcalá La Real... del 9 al 11 de mayo de 2003 / coord. por Francisco Toro Ceballos, Bienvenido Morros Mestres, 2004, ISBN 84-89014-29-9 , pags. 183-198

 

Jorge García López
Universidad de
Gerona