Detalle de la Última Cena. Pertenece a una tabla de la iglesia de San Gil de Cervera del Río Alhama.

 

Biblioteca
Gonzalo de Berceo

 

 

      

    NOTA INTRODUCTORIA 

 

Hasta hace muy poco, sólo se conocía de Los signos que aparecerán antes del Juicio la versión I, sacada del manuscrito «en folio» de principios de siglo XIV (circa 1325). Se sabe que esta fuente suele ser inferior a Q, manuscrito éste de los años 1260. Por consiguiente, el hallazgo realizado en 1976 por José Manuel Blecua, en la Biblioteca Nacional de Madrid, de una copia de aquella fuente resulta decisiva para el establecimiento de un texto fidedigno del poema.

La copia descubierta (ms. M) es de la primera mitad del siglo XVIII y fue anotada entre 1741 y 1752 por el P. Mecolaeta. Ha sido publicada por Brian Dutton en 1982 1.

Dada su importancia, en esta edición reproduzco con la mayor fidelidad el texto del manuscrito Mecolaeta, aunque ateniéndome a las normas de transcripción adoptadas por los colaboradores. Dentro de los límites señalados, respeto la grafia del original. Así es como no generalizo la morfología verbal o pronominal: si el manuscrito dice les, transcribo esa forma aunque la más corriente sea lis. Modernizo el sistema de separación de las palabras, pero limitando el enclisis de los pronombres a las formas verbales simples. En caso de forma compuesta -por ejemplo, los futuros perifrásticos-, dejo el pronombre libre para mayor expresividad.

Mención especial merece la forma verra ( o verran) que aparece en varias ocasiones en el manuscrito y que he transcrito venrá (venrán): 3c, 15a, 16a, 26c, etc. Se trata claramente del futuro del verbo venir, por asimilación de la -n- por la -r- modal. La transcripción por la que opto ( venra y no verna) está justificada por la grafía que, en ciertos pasajes del manuscrito Mecolaeta (por ejemplo, 16a), se presenta con señal de nasalización en la -e-: vérra.

Introduzco un mínimo de modificaciones en el texto del manuscrito, las más numerosas por razones prosódicas. Las enumero a continuación, indicando entre paréntesis la forma enmendada: 15b: fuert (fuerte); 21b: ardera (ardrá); 22d: cada vno (quisque); 28a: Revit (Recivit); 31c: Id vos mal edictos (los maledictos); 43a: e los falsos labradores (e falsos 1.); 45a: sobervios (soberviosos); 50d: Virgo coronada (Virgen ondrada); 57b: como en (como es en); 58c: tal (atal); 64d: como nos es (como es); 67a: diz la Escriptura (dizlo la E.); 72a: del juicio (del Judicio); 72b: seer asmada (ser a.); 74c: de la mala rependencia (sin de); 75c: poral (pora ël).

Otras enmiendas están motivadas por el sentido: 18b: día (signo); 33c: aviedes (avredes); 40b: Pudor (fedor); 45a: caminos (mezquinos); 68d: deffeuzados (desfeuzados).

Las coplas 62 y 77 no aparecen en el manuscrito: las he reproducido a partir de la versión F, al parecer la única en haberlas conservado.

La oportunidad de dar a conocer una nueva versión de un texto de Berceo justifica, a mi modo de ver, que se imponga al lector de esta edición unos criterios que se suelen reservar a las ediciones científicas o eruditas.

La compilación M nos proporciona también una información preciosa sobre el corpus berciano y la ordenación deseada, probablemente, por el mismo poeta. Asocia estrechamente los Signos con los Himnos, lo que justifica a posteriori la ordenación que hizo B. Dutton en las Obras Completas, III.

Se conoce la poesía latina en copla cuaderna que sirvió de fuente a Berceo. Asocia las dos tradiciones del texto, la que se inicia en el Pseudo-Beda en el siglo XI y continúa Pedro Comestor alrededor de 1170, y la que viene de Pedro Damián (anterior a 1075), utilizada ésta como complemento a aquélla. La publica B. Dutton 2, recurriendo a las dos tradiciones para acercarse lo más posible al texto de Berceo. Pero esta fuente sólo lo es de las coplas 1 a 22, que corresponden a los Signos. Se desconoce la fuente exacta de las escenas del Juicio Final (23-77).

Como acertadamente lo indicó Joël Saugnieux 3, los Signos se sitúan dentro de la inspiración apocaliptica que tanta difusión tuvo en los reinos cristianos de la Península, siguiendo el comentario de Beato de Liébana y sus ilustradores. Dos códices de esa obra se conservaban en el scriptorium del monasterio de San Millán, donde los conoció con toda seguridad Berceo. En otras obras del clérigo riojano, como la Vida de San Millán, se observa esa misma influencia.

Saugnieux sostiene, además, que Berceo no busca divertir a su público insistiendo en el pintoresquismo de las descripciones, sino más bien a moverlo a devoción infundiéndole un miedo saludable. Por ello suele acrecentar con detalles personales las escenas pavorosas descritas en la fuente.

Existen dos tradiciones apocalipticas en los Evangelios: la que arranca de Lucas 17, 20-37, y la que inicia Marcos 13, 3-23. La primera predice un final súbito en el que el juicio de Dios se aplique con toda severidad; la segunda, un final anunciado por signos espantosos pero con el claro fin de salvar a los buenos. Ésta fue la que adoptó la Iglesia primitiva, contra la enseñanza crística expresada por Lucas. Aunque recoja la tradición de los signos previos, el poema de Berceo está inspirado en la tesis de la venganza divina y utiliza, para convencer a sus oyentes, la bien conocida catequesis del miedo.

Lo que expresa esta obra de Berceo es la voluntad de aleccionar a una asamblea de gente sencilla y, al mismo tiempo, la reacción de la clerecía ante y una ideología de la Reconquista -en aquel período de gran avance de los reyes cristianos- que rompía con los patrones de la convivencia e imponía la conversión del infiel como medida de urgencia.

 

 

   NOTAS

 

1 A New Berceo Manuscript.
2 OC, III, págs. 139-144.
3 «Berceo y el Apocalipsis».

 

 

EDICIÓN Y COMENTARIO en formato PDF

NORMAS DE TRANSCRIPCIÓN Y ABREVIATURAS

 

 

Gonzalo de Berceo
OBRA COMPLETA
Edición y estudios de varios autores
Coordinado por Isabel Uría

CLÁSICOS CASTELLANOS
ESPASA-CALPE
MADRID 1992
Edición patrocinada por el Gobierno de La Rioja  

 

 

 

 

 

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