LA ROSA

 
   
   
Esta a quien ya se le atrevió el arado,
con púrpura fragante adornó el viento,
y negando en la pompa su elemento
bien que caduca luz, fue sol del prado.

    Tuviéronla los ojos por cuidado,
siendo su triunfo breve pensamiento;
¿quién sino el hierro fuera tan violento
de la ignorancia rústica guiado?

    Aún no gozó de vida aquel instante
que se permite a las plebeyas flores,
porque llegó al ocaso en el oriente;

    ¡Oh tú, cuanto más rosa y más triunfante,
teme, que la belleza son colores
y  fácil de morir todo accidente!