Peñas de Viguera oradadas por el río Iregua, puerta a Los Cameros, y junto a la villa de Islallana (La Rioja)

 

 

 

 

LA REALIDAD GEOGRÁFICA DE LA RIOJA

 

La Rioja es una realidad geográfica encuadrada entre el valle del Ebro y las sierras de la Demanda, Triguera, Urbión, Hormazas, Cebollera, Ayedo y la Alcarama. Está dividida, de una manera general, en dos grandes regiones, la ribereña del Ebro y la serrana, que se comunican por los difíciles valles de los ríos Oja, Najerilla, Iregua, Leza, Cidacos y el más difícil del Alhama,

Es el terreno de transición, o de entrada, pasado el Ebro, entre las provincias de Álava y Navarra y la inmediata meseta burgalesa y soriana, a través del Iregua y del Leza, por el puerto de Piqueras, y del Cidacos, por Oncala.

Entrecruzan su territorio, harto complicado y de fuerte personalidad histórica y geográfica, los montes Obarenes, cerrando la región entre Haro y Miranda; la sierra de San Lorenzo, izquierda de la cuenca alta del Najerilla; ambos Cameros, con las cuencas del Iregua y del Leza, y la cuenca del Cidacos bordeando la mole de peña Isasa, que domina el valle de Arnedo.

 

 

 

PARTE I

 

 

Reconquista cristiana

La Rioja es reconquistada, en gran parte, por Ordoño II de León (1) [sin olvidar la actuación de Sancho Garcés (2) ], quien, como es natural, sería ayudado y acompañado en estas empresas por sus deudos y vasallos. Entre éstos, principalmente, alaveses y castellanos fronterizos con nuestra región, cuya presencia se deja notar en estas tierras; así vemos en Nájera (3) a Fernando Diez y a Diego Diez, hijos, quizá, del conde Diego Rodríguez Porcelos; a Alvaro Arraméliz, conde de Álava; a Ñuño Alvarez, a Gutier Assurez, a Gutier Ermendez. En Viguera notamos al conde Laín Bermúdez. Y ya puestos en este afán onomástico, ¿pertenecerían a estirpe alavesa los gobernantes que, afincados en Viguera y Nájera, aparecen en los valles del Leza, Iregua y Najerilla con los mismos nombres de los sucesores de aquellos condes alaveses, Alvaro Arraméliz y Munio Velázquez o de Lope, Aznar y Sancho Mómez, cuya tabla no se puede reconstruir ni en León ni en Navarra por la abundancia de sus nombres y el no poderlos afincar en un sitio seguro? Lo que, desde luego, debe estar fuera de toda duda es la influencia alavesa en la Rioja, cuando la hija del navarro Garcés, D.a Sancha, viuda de Ordoño II, contrae nuevas nupcias con el conde Alvaro Arraméliz. Pero no adelantemos acontecimientos.

 

 

La Rioja agregada a la Corte de Pamplona

El año 923, es el gran año de la reconquista riojana. Es en una época en que, después de las campañas de Muez por parte de Abderramán III y la derrota de Valdejunquera (920), Ordoño y Sancho, en operación conjunta, deciden fortalecer sus reinos con la posesión definitiva de la Rioja y, aprovechando el poco efectivo dominio que los árabes mantienen en el territorio, se apoderan el uno de Nájera y el otro de la plaza fuerte de Viguera, llave de Cameros. Ambos monarcas cristianos afirman su amistad con un doble sello: el leonés casa con una hija del navarro y éste incorpora a su reino, cedidos por aquél, los derechos a las tierras riojanas.

¿A qué se debe esta cesión desinteresada? Creo, sencillamente, que a la presión del árabe Abderramán.

Caliente estaba todavía Valdejunquera, descalabro cristiano (aunque no lo fuera tanto como los cronistas árabes aseguran), y amenazador se presentaba el cordobés para poder llegar hasta el Ebro en una nueva razia; peligro inminente, en definitiva, al que había que hacer frente con el máximo de unidad. León no podía llegar tan rápido como quisiera a taponar los agujeros, teniendo por medio aquella Castilla que ya empezaba a dejar ver sus apetencias de independencia. Navarra, por el contrario, era vecina contigua y no le vendría mal tener fuertes castillos defensivos fuera de sus territorios, por cuanto suponía asegurar la frontera; estos castillos, por otra parte, podían servir de cabeza de puente y punto de apoyo contra Calahorra. ¿No son causas suficientes para la cesión?

Además, ya el monarca navarro había mostrado apetencias sobre la posesión del territorio riojano, como medio para ensanchar y asegurar sus fronteras; y, aunque algunos historiadores sólo nombran la campaña conjunta de 923, lo cierto es que para la expedición árabe triunfadora en Valdejunquera (920), ya Sancho se había aposentado y sostenido en la Rioja, ayudado siempre por los leoneses Alfonso III y Ordoño II.

Fue Sancho Garcés el que, el 8 de enero de 924, funda el monasterio de Albelda: "...qui locus vocatur illorum incredulorum chaldea lingua Albelda, nos quoque latino sermone nuncupamus Alba, qui est situm in flumine nomine Eiroca (Iregua) in suburbio civitatis quam supra diximus Vecaria..." (7).

No obstante, parece deducirse de la lectura de la obra del P. Pérez de Urbel (3 bis) que la decisión fue tomada para impedir la expansión castellana, lo que, quizá, no sea sino una consecuencia posterior a la que nosotros llegamos desde nuestro puesto de espectadores históricos. La Rioja como Estado tapón, valga la expresión moderna, sería un fruto del hecho realizado con vistas a Abderramán III.

Además, otra hija de Sancho Garcés I, siguiendo a Balparda (4), D.a Belasquita, fue a establecerse, al enviudar del conde vizcaíno de Álava, Munio Velaz, a Nájera (y hay que suponer que con los tres hijos ya citados antes, Lope, Sancho y Aznar), donde su tercer marido, Fortún Galíndez, de la familia de Ribagorza, desempeñó el cargo de conde entre 928 y 973. Este dato es digno de ser tenido en cuenta ante la posible perduración de la familia en el cargo, ya que lo es del apellido.

La importancia que dan los navarros a la Rioja se aprecia desde el momento en que García Sánchez, sucesor de Sancho Garcés, vive en Nájera, y él y su madre, D.a Tota, firman los documentos ""...reinando en Pamplona y en Nájera..." (5).

Una vez pasado el mayor peligro, representado por Abderramán, el territorio de la Rioja se ve convertido en la zona de escaramuzas entre el condado castellano, que despierta, y el reino navarro, que se mantiene. Rechazadas las propuestas para resolver las cuestiones de límites amistosamente, Fernán González derrota en 951 al navarro cerca de Nájera, Valpierre (6). No obstante, en el 960, García Sánchez hace prisionero al conde de Castilla en Cirueña. Ningún castillo riojano pertenece aún ni a los Fortuniones ni a los Díaz de Haro, familias en las que se hace el gobierno hereditario y que estudiaremos más adelante.

 

 

 

La Rioja de Sancho el Mayor

Sancho III, con su clara visión histórico-política, continúa residiendo en Nájera y, dejando a un lado las divergencias con el conde castellano, a la sazón Sancho García, pacta con él y delimita las fronteras (1016).

Sancho el Mayor dispone y arregla las cosas de tal forma, en lo que se refiere a las defensas, que pueda en cualquier momento lanzarse a la empresa de conquistar Calahorra y avanzar la frontera hacia Tudela.

 

 

 

PARTE II

 

 

 

CAMEROS Y VIGUERA HASTA LA MUERTE DE SANCHO EL DE PEÑALEN (1076)

 

Señores de Viguera

Construida quizá la fortaleza que domina el paso de la zona ribereña y protege la entrada a las tierras serranas hacia 918 (8), en una de las campañas conjuntas entre Ordoño II y Sancho Garcés, debe comenzar con ello el predominio de tan importante punto y el dirigir en su torno el actuar de la zona camerana. Siguiendo a Balparda, no encontramos gobernador documentado de la ciudad hasta el año 931, en que, en una carta de Albelda, aparece el señor Flavio o Laín Bermúdez "in Vichera" (se puede suponer, aunque ni es necesario ni hay seguridad, que este personaje desempeñara el cargo desde 923).

¿Pero quién era y qué títulos presentaba el tal Laín Bermúdez para hacerse cargo de tan importante y estratégica plaza? Sigamos leyendo a Balparda: "No era navarro, su nombre lo dice. Sería nombrado por la ayuda prestada. Su patronímico nos orienta hacia las limítrofes comarcas de Álava y de Oca. Otras noticias del conde Flavio no las tenemos; a no ser que, aflojando riendas a la fantasía, le relacionemos con otro Laín natural de los montes de Oca, que por los mismos años, pero en dirección opuesta, llegó a Burgos y fue el tronco predilecto de donde las Crónicas de los siglos inmediatos hicieron derivar, a través de Lainos y Bermudos, los héroes castellanos más señalados y, desde luego, los de la casa de Vizcaya" (9). Sea como fuere, es, pues, indudable la influencia norteña que este conde y sus familiares aportarían al territorio, que va tomando una fuerte entidad, rodeado por leoneses, castellanos, navarros y árabes.

Laín Bermúdez manda en Viguera hasta el año 947. Los sucesores deben ser de su familia, ya que ostentan nombres, Flavio y Bermudo, poco corrientes en la onomástica navarra.

En el año 973, en el documento de confirmación al monasterio de Albelda de la villa de Bagíbel, aparece como rey de Viguera D. Ramiro, a la vez que D. Sancho de Pamplona (10) y en su lugar Eneco Blasconis (11).

Navarra considera importante la fortaleza riojana y pone en ella a uno de sus príncipes con título de rey. Este monarca de reino tan imprevisto, centinela adelantado y alerta ante el mundo árabe, delega en un miembro de la familia de los Velas. ¿Qué hace esta familia, encabezada por Iñigo y sus hijos y con la añadidura de sus hermanos Sancho y Vela, en tierras riojanas?

Por estas fechas, vista la forma de actuar y demostradas las apetencias de la Castilla de Fernán González, muerto en 970, no parece extraño que León y Navarra se unan más fuertemente, con un motivo mayor que en 923, y pongan como gobernadores o delegados de los castillos riojanos a los enemigos naturales de los condes castellanos: los Velas, descendientes de los condes de Álava. Esta familia se había distinguido en los comienzos de Castilla, pero después, enemistados con sus condes, no los reconocen y sufren destierro, arraigando miembros de la familia entre sarracenos y navarros.

"En los dominios navarros —dice Balparda— hallamos huellas de ellos, no sólo en Pamplona, sino principalmente en la Rioja, cuya reconquista, y probablemente cuya organización también, se había realizado a base de representantes bien caracterizados de la antigua dinastía condal de Castilla y Álava" (12). En el documento de Bagíbel aparece testificado el concilio o concejo de Cameros, dato, a nuestro parecer, curioso, y del que más tarde trataremos.

Compleja es la situación de nuestra región, que ahora, gobernada, o por lo menos influida, por los Velas, une a su antiguo significado de avanzada contra los moros el nuevo de contención de Castilla. Hemos llegado a la segunda consecuencia de aquella cesión de 923, que si no fue motivo principal entonces, no deja, ahora, de tener fuerte relieve.

 

 

Fortún Ochoiz, Señor de Viguera (1016-1050)

Llega al trono Sancho el Mayor y, con él, una política, si no de amistad en sí, al menos de convivencia con Castilla. Se hace factible el deslinde de 1016 y aparece una nueva e importante figura: Fortún Ochoiz.

Por primera vez aparece documentado el nuevo personaje en el célebre deslinde antes mencionado, disfrutando del mando documentalmente hasta 1050 (Cogulla S. Fortún Oxoiz dominante Vecaria) y, con toda seguridad, hasta la batalla de Atapuerca entre los reyes hermanos D. García y D. Fernando, en la que perece junto con D. García y Fortún Sánchez, gobernador de Nájera.

Con Fortún Ochoiz alcanza Viguera más importancia que la que ya tenía; y por su fiel y justa actuación junto a las monarcas navarros consigue que éstos dejen el cargo como hereditario en su familia o, por lo menos, siguen nombrando como gobernador al heredero del señor anterior. Fijándonos, nos damos cuenta de la continuidad en el gobierno de dicha familia, ya que todos los señores documentados pertenecen a ella; hagamos, no obstante la salvedad de un documento de Albelda de 1056, en que aparece confirmado un tal Galindo Enneconis (Iñiguez), probable hijo de Iñigo López, primer gobernador najerino de los señores de Vizcaya. Y no sólo en Viguera es donde perdura su mandato, sino, como veremos más adelante, toda la familia gobierna en la mayor parte de los castillos, desde luego en los principales, de la Rioja Baja.

¿Quién era este Fortún Ochoiz? Como tantas veces, sigamos la descripción de la "Historia crítica de Vizcaya":

"De su ascendencia inmediata nada podemos afirmar con fundamento serio. Ochoa, nombre de su padre, equivale en vascuence al Lupus latino o Lope, tan usado en Álava y Castilla y en los países pirenaicos. No sería inverosímil que nos hallásemos ante una traducción de este nombre propio convertido en cognomento o apodo, costumbre frecuentísima en el país. En este supuesto habría que pensar, como sujeto de ella, en el Lope Iñiguez de Marañón. Ochoa como nombre y como patronímico es de una extraña rareza en aquella época y singularmente en las posteriores generaciones de la familia de Viguera, donde, en cambio, nunca faltan los Lopes. Contemporáneos de Forto Ochoiz de Viguera y quizá hermanos suyos son Ximeno Ogoaiz, que en 1024 (Irache) tenía Lizarrara (Estella), y Lope Ossanariz de Asa, Puebla de la Barca, hermandad de La Guardia (S. Juan de la Peña, 1031)" (13).

El doctor González de Texada, al estudiar el origen de nuestro personaje, lo hace descender de un tal D. Sancho Texada, caballero presencial de la discutida batalla de Clavijo y ya señor de los Cameros anteriormente, a quien se le otorgó el solar de Valdeosera (González Texada, Madrid 1071).

No creemos fundamentada la opinión por varias razones: en primer lugar, por el mismo carácter dudoso de la batalla de Clavijo; en segundo, por la cantidad de años (923-1016) en que dicha familia hubiera estado separada, caso de ser verdad, del gobierno de la ciudad, no siendo factible que, al cabo de tantos años, vuelvan a ser reconocidos los dudosos honores de una familia; y como tercero y principal, la misma falta de documentación fidedigna.

En realidad, con nuestro nuevo señor no se hace sino aumentar las influencias en la Rioja de las familias norteñas; influencias importantísimas que tendrán una fuerte repercusión en la decisión riojana a la muerte de Sancho el de Peñalén (1076).

 

 

La Rioja de D. García el de Nájera (1035-1054)

Con la división hecha por Sancho III el Mayor en sus reinos, hereda el primogénito, D. García, el reino de Navarra con la Rioja, las Vascongadas y parte de la Bureba. El nuevo monarca, siguiendo la misma norma que sus más directos antepasados, sigue dando importancia a la posición riojana como lugar cercano a las fronteras castellana y árabe, y como defensa natural de sus estarlos patrimoniales, y mantiene su corte en Nájera, en donde actúa de gobernador Fortún Sánchez, figura de importancia, como veremos.

 

 

La escritura de Arras (1040) y el Señorío de Cameros

D. García concede a su esposa D.a Estefanía, en mayo de 1040, la escritura de Arras, por la que le concedía "Bechera con ambus Camberibus, cum val de Arnedo et cum ómnibus villis cantabriensis" (14).

Lo curioso del caso es que en el mismo año aparece en un documento de Nájera "Sénior Fortún Oxoiz cum ipsa terra quam tenet id est Bechera cum ambus Camberibus..." y confirma (15). Después, en un documento de Leire, aparece como S. Fort.° Oxoiz in Cantabria.

Parece que el desarrollo fue el siguiente: D. García se lo cede a D.a Estefanía, su mujer, y ésta a Fortún Ochoiz. Pero, ¿por qué no hizo la cesión el mismo D. García? Quizá sucediera que D.a Estefanía dejara en su lugar al fiel Fortún como gobernador hasta la muerte de ella, sucedida la cual pasaría a la familia de Ochoiz la posesión del señorío. También pudo ocurrir, y nos fundamentamos en un documento de 1072, en el que confirma el infante D. Ramón como Señor de Cameros, que siguieran los príncipes navarros siendo los dueños del Señorío, delegando su poder en los miembros de dicha familia. Lo cierto es que, si no de derecho, por lo menos de hecho, la fortaleza de Viguera y el Señorío de Cameros aparecen, con una continua periodicidad a lo largo de los años, en manos de Ochoiz y sus descendientes.

Decíamos más arriba lo curioso de la aparición en la confirmación de Bagíbel del concejo o concilio camerano. Hay que partir del hecho indiscutible de que los árabes no ocuparon nunca de forma permanente la zona de la Sierra (ninguna crónica, ni árabe ni cristiana, menciona correrías de éstos por los Cameros o por el Puerto de Piqueras) y, por lo tanto, que, cuando en 923, se posesionan de estos territorios los reyes cristianos, encontrarían una población descendiente de aquellos habitantes anteriores a la invasión mahometana, que vivían en libertad, poseyendo sus territorios y gobernándose de alguna manera, seguramente por medio del Concejo que años más tarde aparece. Y debe creerse que, cuando los reyes cristianos avanzan en su reconquista, respetarían en su mayor parte los derechos de aquella población libre; era, además, corriente que, para favorecer la repoblación de los territorios recién conquistados, se otorgaran cartas dando derechos a aquellas familias que en dichos territorios se aposentaban.

Antes de la escritura de Arras ya gobernaba Fortún Ochoiz en Cameros como delegado del monarca y, por lo tanto, conocería la situación del territorio y las circunstancias en que sus habitantes se encontraban. El Señor, por el hecho de serlo, tenía ya prerrogativas y derechos sobre el territorio de su mando, fuera cual fuera la situación en que éste se hallaba; a él le correspondería el dominio de la tierra sin ocupación individual, los bienes particulares por "mañería" y todas las ganancias que la confiscación por delito y otras servidumbres llevaban consigo (16), sin olvidar, como se hizo notar más arriba, que quizá el Señorío de Cameros fuera propiedad de los príncipes de la Casa Real y los Fortuniones unos meros gobernadores en su nombre, teniendo, en todo caso, en herencia este gobierno.

Todo parece indicar el poder meramente jurisdiccional de dicha familia sobre el Señorío, en contrapartida de una ocupación dominical, y que, por lo tanto, sus habitantes tendrían unos derechos representados por el ya citado concilio, antecedente valioso de los futuros municipios.

La especial situación de los Cameros, con la existencia de sus prerrogativas, nacidas en aquella posesión constante de la tierra durante la dominación árabe, parece afirmarse con la concesión que el Trastamara Enrique II hace del Señorío (1336) a D. Juan Ramírez de Arellano. "Expresamente se condiciona su otorgamiento (17) al respeto de los derechos, fueros y franquicias que tuvieron los poseedores de la tierra camerana, Señorío que últimamente perteneció a D. Juan Alfonso de Haro, descendiente de los Fortuniones". Es, desde luego, digno de hacerse notar que el monarca de las "Mercedes" no crea aquí una donación de derechos nueva para favorecer su política, sino que, por el contrario, solamente respeta unos privilegios ya concedidos y vinculados de antiguo a dicho territorio.

La extensión del Señorío camerano no se limitaba a las tierras encuadradas dentro del propio Cameros, comprendidas entre las cuencas del Iregua y del Leza, sino que comprendía también en sus posesiones villas y territorios fuera de los límites indicados.

 

 

La toma de Calahorra (1045)

D. García se decide a completar la obra comenzada en 923 atacando y tomando Calahorra. En esta empresa es decisivamente ayudado por la familia Ochoiz, a cuyo mando estaban los castillos de Arnedo, Autol, Jubera y Ocón, que rodean con cerco de hierro la histórica "Calagurris". Con esta conquista puede anunciarse la completa posesión de la Rioja por las armas cristianas y el completo dominio de los Fortuniones en la Rioja Baja, al añadir a su familia un nuevo gobierno, el de Calahorra, en Lope, uno de los cinco hijos de Fortún.

Durante el gobierno de Sancho el de Peñalén (1054-1076), Viguera y Cameros siguen sensiblemente el mismo camino, en manos de la misma familia, apareciendo en Nájera, como veremos a continuación, otra casa famosa: la de los señores de Vizcaya.

 

 

 

 

PARTE III

 

 

NAJERA HASTA 1076

 

Señores de Nájera

La otra ciudad fortaleza más característica de la Rioja en el tiempo que historiamos es Nájera, enclavada en el valle del Najerilla y cabeza rectora del territorio a todo lo largo de la época. Sea por su situación, verdaderamente estratégica, para lanzarse contra los árabes por el valle del Ebro, y por su enclave entre navarros y castellanos, sea porque los reyes navarros la tomaron a menudo como estancia de su Corte (a consecuencia, creemos, de la causa anterior), lo cierto es que Nájera asume en este espacio histórico la soberanía y capitalidad del terreno histórico-geográfico surgido entre potencias tan considerables como Castilla, Navarra y los estados árabes. Nájera rodea sobre sí al territorio riojano; y tanto Viguera como Cameros y los distintos castillos que surgen dependen de los gobernantes najerinos, con muchas libertades, sí, pero siempre con un vínculo de dependencia que, aun cuando fuera nominal, ya decía bastante en la importancia dada a la ciudad alto-riojana cuando de ella dependían familias tan influyentes y poderosas como la de los Fortuniones de Viguera y Cameros. Y tenía que ser Nájera la capital, dándole este pomposo título, porque ni Viguera, más castillo fortificado que ciudad en el amplio sentido de la palabra, ni Logroño, con una situación todavía difusa, de crecimiento, según las palabras de Navarro Villoslada en "Amaya" ("Allá se andaban Varia (Varea), antiquísima ciudad que menguaba y Lucronio moderno barrio que crecía"); ni Calahorra, recién tomada a los moros, podían acaparar para sí el puesto principal de territorio tan definido.

Y en Nájera comienzan a aparecer sus Señores documentados y en Nájera radica como gobernador un personaje importante en la corte navarra; es Fortún Sánchez "Bompatre", cuyo nombre se repite con frecuencia en estas escrituras por haber varios personajes contemporáneos así llamados (Balparda II, 56), ayo de D. García el de Nájera, que ejerce el mando hasta la batalla de Atapuerca (1054), en la cual encuentra la muerte junto con su rey y con Fortún Ochoiz. Su importancia se nota cuando, a su muerte, aunque no de una manera continua pero sí en su casi totalidad, los gobernantes son de su misma familia.

Aun cuando no concurrieran estas circunstancias, Fortún Sánchez tendría un puesto en nuestro trabajo por el hecho de que una hija suya, D.a Toda, casada con Iñigo López, señor de Vizcaya, da derecho a éste, o por lo menos oportunidad con su matrimonio, para que sea elegido gobernador de Nájera. Y con Iñigo López entra la famosa casa de Vizcaya, conocida con el tiempo con el nombre de casa de Haro, y que, con pequeñas alternativas en tiempo de Alfonso VI de Castilla y Alfonso I de Aragón, iba a desempeñar hereditariamente el gobierno.

Sobre esta entronización de la casa de Vizcaya en el gobierno de Nájera (1068) es opinión de Balparda que Iñigo López no era extraño a esta tierra en la fecha de su designación; figura ya confirmado en varios documentos anteriores, al lado del monarca D. García y de su hijo D. Sancho porque, probablemente, residía constantemente en la Corte najerina como consejero de la misma, dada la alta personalidad que ya se concedía al Señor de Vizcaya, que debía comprender, en estas fechas, Álava y Guipúzcoa (18).

 

El gobierno de Nájera

Todas las noticias y los argumentos dados al tratar del Señorío de Cameros sirven para el gobierno najerino, pues se dan aquí las mismas circunstancias de no abandono de tierras en el momento de la invasión mahometana (los mozárabes respetados en sus tierras) y de dar franquicias y derechos a los repobladores que llegaban de la parte montañosa; todo esto hace pensar en que los habitantes no estarían sometidos bajo un mando dominical y sí bajo un gobierno jurisdiccional con privilegios generales e, incluso, particulares.

Aun suponiendo que en un principio existieran cargas para atender a la Reconquista, vemos la evolución hacia la consunción de unos derechos personales a través de los fueros de Nájera y Logroño y de los cartularios de S. Millán, Valvanera y Santa María de la Redonda.

Como parece indicar la aparición, de vez en cuando, de miembros de la familia real testificando en Viguera, Cameros y las otras ciudades, así como la repetida fijación en Nájera de la Corte de distintos monarcas, los pueblos riojanos eran lo que se ha dado en llamar realengos; en ellos los gobernadores no eran más que unos delegados del rey con misión político-militar más o menos definida, pero nunca con un poder dominical completo.

Existen Señoríos abadengos disfrutados por Santa María del Real de Nájera, por el Monasterio de S. Millán y, posteriormente, el dado a favor de Santo Domingo de la Calzada; pero éstos, como dice Jesús de Leza, "...más como medio adecuado para crear unas rentas a su favor y una intervención en la administración de la vida local y en el nombramiento de alcaldes y otros funcionarios, pero sin que la vinculación de la población a sus Señoríos constituyese una dependencia servil ni la población desconociera sus derechos personales y patrimoniales" (19).

En 1076, moría el monarca navarro despeñado en Peñalén por la conjura de sus hermanos Ramón y Ermesenda; este hecho acarrearía consecuencias importantes para el futuro de nuestro territorio.

 

 

Detalle de la tapa del sepulcro de doña Blanca de Navarra (1135-1156), en el Panteón de Infantes de Santa María la Real de Nájera.

 

 

PARTE IV

 

LA RIOJA DE ALFONSO VI (1076-1109) La Rioja unida a Castilla

 

Ocurrido el regicidio de Peñalén, los territorios de Sancho se disgregan. Dejaba el rey Sancho un hijo (de corta edad y, ante el problema de un difícil período de regencia, con las luchas que llevan siempre consigo estas situaciones, y no queriendo dar el reino a los infantes traidores, deciden entregar sus territorios a los reyes de otras regiones (emparentados ambos con la casa de Navarra); pero, al no ponerse todos de acuerdo, toman decisiones contrarias y mientras los navarros ofrecen el reino a Sancho Ramírez de Aragón, los riojanos se ponen bajo el mando de Alfonso VI de Castilla.

La Rioja ha tomado una decisión y, lógicamente, sus hombres habrán tenido fundamentos y causas suficientes para tomar partido tan radical, que los aparta de sus aliados de siglo y medio y los vincula a un reino que va tomando pujanza a pasos agigantados. Además ellos prefieren unirse a un territorio colindante y no formar alianza con un reino del que los separa territorio ocupado por los infieles. Castilla y Navarra habrán luchado anteriormente en territorio riojano, pero es preciso formar un bloque unido para no tener necesidad de tender puentes sobre territorio enemigo. La Rioja, en fin, está gobernada por dos poderosas familias que tienen la suficiente edad para poder elegir y el suficiente poder para defender su elección. Si de verdad, y en la Rioja parece cierto, existe una verdadera unidad entre el señor y los súbditos, éstos se dejarán guiar y dirigir por aquél.

La casa de Vizcaya procede de una familia íntimamente ligada a Castilla en sus primeros pasos de formación y reconquista (20); existían unos lazos ocultos, nunca rotos, de mutua inclinación y simpatía, resurgidos en todo su esplendor cuando la ocasión se muestra propicia, y el caso que nos ocupa no es, en verdad, un caso corriente. Vizcaya no solamente ha dado gobernadores; también ha ayudado en la lucha, ha dejado sus topónimos en la Rioja, ha repoblado el territorio y ha mezclado su sangre de tal forma que se ha compenetrado con las naturales y ha comprendido sus problemas; es lógico, por lo tanto, que sigan a su gobernador, y éste, por las tendencias de su familia, por la preferencia a unirse con su estado fronterizo, tome el partido del castellano Alfonso.

Los señores de Cameros y su territorio, sólo ya por estar vinculados, mejor diríamos subordinados en parte, a la capitalidad de Nájera, deberían seguir el camino de esta ciudad; pero, además, tenía que pesar sobre su ánimo el siglo y medio de tener las riendas de la comarca en su poder e, indudablemente, habrían adquirido intereses en un territorio que se inclinaba hacia Castilla por el mero hecho de la colocación geográfica.

No se debe echar en saco roto la posible influencia pro-castellana de los monasterios (Albelda, San Millán y Valvanera), influenciados, como lo estaban, desde el reino castellano, rico en todos los aspectos, en su cultura material, mejor diríamos intelectual, y en su vivir espiritual (21). No hemos de olvidar la positiva influencia de los monasterios o de cualquier clase de Ordenes ante la población tan profundamente religiosa como lo es la existente en la Edad Media.

Potentes todas las razones y suficientes, cada una por sí, para justificar una manera de proceder, a la vez que la total coincidencia en los deseos de las distintas comarcas riojanas, dan idea de la fuerte unidad, del carácter propio, de la facilidad en vislumbrar la realidad de las ocasiones, en definitiva, de la fuerte y única personalidad que la Rioja va adquiriendo a todo lo largo de su devenir histórico.

Todo demuestra, también, la influencia e importancia de las dos familias gobernadoras de los territorios, familias que, en una especie de corriente amistosa, van aumentando en calidad e intensidad la vida interna de la región. Esta vida interna está cristalizada en una unidad regional histórica continuada hasta hoy, en que los límites de la provincia son sensiblemente los mismos que los de la época que historiamos.

 

 

 

Primeras acciones de Alfonso VI

La Rioja y Alfonso VI rivalizan en rapidez y en decisiones prontas y tajantes. Si éste (22) —quizá adelantándose a la acción riojana, por conocer su modo de pensar— entra luego en los terri-

 

torios, la nobleza y pueblo riojanos lo reciben con los brazos abiertos y le entregan sin ninguna dificultad sus ciudades, que esperan al nuevo soberano con sus puertas francas. Pero Alfonso necesita una persona de su entera confianza y de la mayor fidelidad a su causa en el gobierno para poder evitar un posible, aunque no probable, cambio en el modo de pensar y sentir riojano; para ello realiza un cambio digno de ser estudiado por separado.

 

 

Gobierno de García Ordóñez en Nájera y la Rioja

D. Alfonso, teniendo en cuenta el sentir riojano y las posibles apetencias navarras a territorios que habían formado parte de sus estados, tiene que obrar con máxima cautela y prevención. Viendo la realidad de la capitalidad de Nájera en el territorio riojano y la subordinación de las demás ciudades a esta villa, pone en ella a su alférez García Ordóñez como gobernador, dando como compensación al anterior, Iñigo López, el castillo de Haro, de donde, posteriormente, tomará el nombre la casa de Vizcaya y donde tendrán actuaciones decisivas para conocer su modo de pensar en los reinados posteriores. La otra ciudad importante, centro de la Rioja Baja, Calahorra, queda también bajo la dependencia directa del recién nombrado conde, quedando Viguera y Cameros con sus antiguos señores, como medida de respeto al antiguo gobierno de la comarca.

Alfonso, para culminar su política de afianzamiento, concierta el matrimonio de García Ordóñez con una hermana del rey Sancho de Navarra (23), asegurando, en cierto modo, en su subordinado los posibles derechos sucesorios que Navarra podía presentar a los territorios por él ocupados.

Nájera continúa con su importante rango conseguido en las épocas anteriores, siendo digno de notar la importancia dada por los reyes y la creciente unidad, cada vez más firme, de la Rioja.

Y si Alfonso VI buscaba una persona de confianza, la encontró en la fiel y constante labor, en paz y en guerra, en batallas y gobierno, de D. García, del cual el mismo monarca hacía honor cuando señalaba en el fuero de Logroño: "...dominus Garseas comes fidelisimus et...». El mismo Balparda hace un elogio del conde (24):

"El conde García, el crespo de Grañón, como se le llamaba, tiene una representación ciertamente menos heroica y literaria que su rival, el Cid, pero en la labor nacional de sistemático avance y conquista fue, como Lope Iñiguez, Lope y Diego Sánchez y los demás condes de Cantabria, uno de los principales colaboradores de Alfonso VI, hasta que en la desgraciada batalla de Uclés murió arrollado por los almorávides cubriendo con su escudo al infante D. Sancho, único hijo del rey y último vástago varonil de la dinastía navarra de Castilla y León, que allí pereció. O porque se escribieran en la Rioja o por la primacía que la posesión de aquella ciudad le daba en toda la comarca, concurre en repetidas escrituras en la compañía de los señores de Vizcaya y de Ayala y de Castilla la Vieja".

Ciertamente, el gobierno de D. García en la Rioja era de gran importancia, pues suponía el total asentamiento en esta región por parte del monarca castellano, contra el que se conjuraban de continuo el de Navarra y los árabes de Zaragoza (25).

 

 

Alfonso VI y los fueros

La importancia dada por Castilla a la posesión de la Rioja, región desde muy antiguo apetecida por los dirigentes castellanos (26), se nota por los fueros y privilegios que D. Alfonso concede a sus ciudades y a sus habitantes. Ya en el momento de ocupar Nájera había concedido un adelanto o, si se prefiere, un extracto del fuero futuro para, por medio de los privilegios, poder llegar a atraerse completamente a los riojanos, si de por sí no estaban ya decididos a su partido, y poder de dicha manera asegurarse el dominio en las citadas tierras. Esta política no es olvidada y sí continuada cuando, en 1095, concede el Fuero de Logroño, importante no sólo por lo que tiene de donación de franquicias y avance de la autonomía de las ciudades, sino, como dice muy bien Balparda (27), porque "con arreglo a cuyas leyes más de un siglo después se libertó y organizó toda Vizcaya en régimen de villas". Y como confirmación de estas directrices concedía el de Miranda de Ebro en el año 1099.

En la confirmación del Fuero de Logroño (28) se ve cómo Viguera y los Cameros, dependiendo del gobierno de Nájera, siguen en manos de la familia de los Fortuniones, continuando lo que muy bien podríamos llamar dinastía de la Rioja serrana. En los Cameros aparece Ximeno Fortuniones y en Viguera Eneco Acenárez.

 

 

 

PARTE V

 

 

LA RIOJA DE D.a URRACA Y ALFONSO I (1109-1134)

 

Problema sucesorio a la muerte de Alfonso VI

Cuando el 30 de junio de 1109, un año después de haber muerto en Uclés el infante D. Sancho junto con García Ordóñez de Nájera, dejaba de existir D. Alfonso VI, se le plantea a la Corona castellana un problema de tipo sucesorio.

Dos hijas dejaba el rey: la bastarda D.a Teresa, casada con Enrique de Lorena, condesa de Portugal, y la legítima D.a Urraca, viuda y con un hijo de Raimundo de Borgoña, como única heredera de todos los territorios, derecho discutible al no existir en Castilla ley ni costumbre que autorizase la sucesión hereditaria a favor de la mujer. Por otra parte, el rey de Aragón, a la sazón Alfonso I, bien podía reclamar el reino de Castilla haciendo valer sus derechos de descendiente de Sancho el Mayor por la rama aragonesa. Otro peligro, y no menor, estaba representado por los almorávides, vencedores recientemente en Uclés y amenazando volver a las victoriosas marchas de Almanzor para arrinconar en el norte todos los reinos cristianos; peligro al que debía hacerse frente con gran unidad en los reinos y alejamiento de la lucha de partidos.

Por todo, y para evitar mayores males, se concertó el matrimonio entre el aragonés y la castellana, quizá ya indicado por Alfonso antes de morir. El hecho parecía resolver los problemas y hacía concebir esperanzas en el futuro militar (Valvanera 1110: "...ego. Adefonsus totius Hiberia monarquiam tenens... una cum coniuge Urraca..."). No obstante, existía un fuerte núcleo de oposición partidario de la casa de Borgoña, capitaneado por los obispos de Toledo y Santiago, este último el famoso Diego Gelmírez, que favorecían el derecho del hijo de D.a Urraca, Alfonso Raimúndez, futuro Alfonso VII. Este potente partido procuró deshacer el matrimonio de ambos reyes, favoreciendo sus desavenencias y consiguiendo la separación de los cónyuges y con ello el echar por tierra todos los planes habidos. León y Galicia se ven sumidos en las luchas de partidos.

Todas las provincias de un Estado sufren perturbación, más o menos según las circunstancias, cuando dentro del todo a que pertenecen se desarrolla una lucha civil, y más si ésta es de tipo sucesorio. La Rioja, como parte integrante de la Corona de Castilla, notaría la crisis a la muerte de Alfonso VI, aunque, en honor a la verdad, ésta se presentó con menos gravedad que en las demás regiones, gracias a que Alfonso I entró con sus ejércitos y ocupó sus plazas y castillos, consiguiendo poner coto a la lucha entre los partidos castellanos.

Desaparecido García Ordóñez, los reyes confirman como gobernador de Nájera a D. Diego López, señor de Vizcaya, hijo de D. Lope Iñiguez, muerto en 1093, y nieto del primer gobernador najerino de la familia, Iñigo López.

Al frente de Viguera y Calahorra, y como titular del Señorío de Cameros, se documenta Iñigo Ximénez, hijo del anterior Ximeno Fortuniones.

Es en 1111 cuando estalla la desavenencia entre los esposos y D. Alfonso sustituye en el gobierno de villas y castillos a señores de su Corte, entre los que sobresale el conde aragonés Caixar o Cajal.

 

 

La Rioja durante las discordias entre D.a Urraca y D. Alfonso

El desgraciado matrimonio real había promovido la lucha entre los esposos; y la ocupación armada de la Rioja por D. Alfonso (29) había de tener importante repercusión en nuestra región, ya que no sólo Nájera y Viguera pasaban a ser gobernados por Caixar (30), también nos aparece la fidelidad con que la casa de Vizcaya, Diego López, servía a Castilla al enfrentarse al aragonés; es ahora cuando la casa de Vizcaya comienza a apellidarse Haro (31). Por otra parte, D. Alfonso intenta atraerse a su partido a los Monasterios, muy relacionados con Castilla, y a los habitantes de la región, concediéndoles derechos en sus posesiones, en. particular a las iglesias y a los que a ellas pertenecían. Y nos fundamentamos para esta afirmación en el documento que copia Balparda (H.a Crít. de Viz. II, 307) de Santo Domingo de la Calzada, 1112, en el que el rey "D. Alfonso el Batallador concede al Hospital e iglesia de Santo Domingo de la Calzada que pudiesen pastar sus ganados en cualquier parte de sus reinos", y en 1116 (Balparda II, 312) otorga "en el castillo nuevo delante de Haro" la donación al Monasterio de Valvanera de S. Martín de Soto.

Alfonso VI había concedido Haro, como antes vimos, a Iñigo López cuando lo sustituyó en Nájera por García Ordóñez. D. Diego López construye un castillo en este territorio de Haro fortificando el paso del Ebro y asegurando sus dominios en Bilibio. Siempre fiel a D.a Urraca, como sus descendientes lo serán a Alfonso VII (32), resiste al rey aragonés (33) y aparece confirmado al lado de la reina, haciéndolo también en los documentos que ambos consortes dan en las cortas épocas de reconciliación, junto con Cixal o Cajal, como dominante en Álava y en Vizcaya, 1113 (34). El mismo D. Diego acude desde Nájera con el ejército con que D.a Urraca ayuda a su marido en la toma de Zaragoza, 1118.

Fortún Garcés Caisar, Caxar o Cajal, aparece citado como gobernador de Nájera, siempre como vasallo de Alfonso I de Aragón, desde 1117 a 1133 (Balparda II, 310).

En la casa de Vizcaya, y junto a D.a Urraca por lo tanto, aparece ya en 1124 Lope Díaz, después de muerto su padre Diego López, continuando el carácter hereditario del título en la familia.

Entre los títulos de Caixar no aparece el de los Cameros, por lo que puede suponerse que seguía éste en poder de Iñigo Ximénez, descendiente de Fortún Ochoiz, seguidor, en las disputas del tiempo, del partido de D.a Urraca.

 

 

Muerte de D.a Urraca

Al morir D.a Urraca el 4 de marzo de 1126, León y Castilla se proclaman por Alfonso, hijo de la muerta, y éste, séptimo de su nombre, se posesionaba rápidamente de sus estados para oponerse a la invasión de Castilla oriental, que, desde la Rioja, había hecho el aragonés, su padrastro. Ambos ejércitos se encontraron en Támara (1127), pero, en vez de guerrear, y por mediación de los prelados, pactan ambos reyes, quedando Alfonso VII en León y Castilla y Alfonso I en la Rioja y Álava, aun cuando abandonó su posición en Castrojeriz (35).

 

 

La Rioja bajo D. Alfonso I

Si por el tratado de Támara el aragonés quedaba dueño de la Rioja, es lógico obrara en ella según su voluntad y, por ello, visto que la casa de Haro era partidaria de D.a Urraca antes y de Alfonso VII ahora, quita a esta casa sus posesiones en Bilibio y Haro, pasándolas a D. Ladrón de Guevara (36). Del señorío de Cameros no hallamos noticias ciertas, aunque creemos lo más seguro que Iñigo Ximénez, por su tendencia a Castilla, quedaría también desposeído de su cargo. Con todo, Alfonso I sigue manteniendo en la Rioja la región como una unidad regional y no hace sino cubrir, bajo mando aragonés, un tránsito hasta su definitiva reincorporación a Castilla.

 

 

Alfonso I y los fueros

Dijimos antes que Alfonso I parecía querer atraerse a los riojanos, por lo menos a parte de ellos, con donaciones y derechos; y como continuación a la política comenzada en la concesión a la iglesia de Santo Domingo vemos el que, en 1117, conceda los buenos fueros de Sobrarbe a Cervera del Río Alhama, en el mismo documento, según Jesús de Leza (37) en que los otorga a Tudela y Galipienzo.

Muere en 1134 Alfonso I el Batallador y su homónimo el monarca castellano considera extinguidos los deberes hacia el tratado de Támara, apresurándose a reintegrar a sus dominios la provincia de la Rioja, que comenzaba a tener conciencia histórica de la unidad surgida entre sus miembros por el papel definido que, a lo largo de unas generaciones, habían desarrollado: el de ser línea de contacto, o encrucijada histórica, de León y Castilla por un lado y los dominios árabes, navarros y aragoneses, por otro.

 

 

 

 

 

 

NOTAS

 

(1)     BALPARDA: "Historia crítica de Vizcaya", t. II pág. 44.

(2)     JOSÉ MARÍA LACARRA: "Campañas musulmanas contra Sancho Garcés". Rev. "Príncipe de Viana", núm. 1, págs. 41-70.

(3)     BALPARDA: II, 41.

(3 bis) PÉREZ DE URBEL, FR. JUSTO: "Sancho el Mayor de Navarra". Madrid, 1950.

(4)     BALPARDA: obra citada, pág. 42.

(5)     LACARRA: obra citada, pág. 70.

(6)     JESÚS DE LEZA.: "Los López Díaz de Haro, Señores de Vizcaya, y los Señores de Cameros", pág. 8, 1954.

(7)     LACARRA: obra citada, pág. 59.

(8)     LACARRA: obra citada, pág. 47.

(9)     BALPARDA: obra citada, II, 44.

(10)   A. UBIETO ARTETA: "Monarcas navarros olvidados: los reyes de Viguera". Revista Hispana de Historia. T. X, págs. 3-24.

(11)   "Ranemiro in Vecaria et sub imperio eorum ego..."

(12)    BALPARDA: obra citada, II, 41.

(13)    BALPARDA: obra citada, II, 47.

(14)    JESÚS DE LEZA: obra citada, pág. 10.

(15)    BALPARDA: obra citada.

(16)   JESÚS DE LEZA: obra citada, pág. 12.

(17)   JESÚS DE LEZA: obra citada, pág. 13.

(18)   JESÚS DE LEZA: obra citada, pág. 16.

(19)   JESÚS DE LEZA: obra citada, pág. 17.

(20)    PÉREZ DE URBEL, FR. JUSTO: "Los vascos en el nacimiento de Castilla". Bilbao, 1946.

(21)    PÉREZ DE URBEL, FR. JUSTO: "La conquista de ta Rioja y su colonización espiritual en el siglo X". Estudios dedicados a Menéndez Pidal, T. I, Madrid, 1950.

(22)    El 10 de julio de 1077 se había apoderado de Pamplona; ya que este día aparece confirmando la dotación de las iglesias de Calahorra hecha por García el de Nájera en 1045. ANTONIO UBIETO ARTETA: "Homenaje de Aragón a Castilla por el condado de Navarra". Estudios de la Corona de Aragón, T. III, pág. 8.

(23)     JESÚS DE LEZA: obra citada, pág. 22.

(24)    BALPARDA: obra citada, II, pág. 259.

(25)    JESÚS DE LEZA: obra citada, pág. 23.

(26)    ANTONIO UBIETO ARTETA: obra citada, págs. 9-11.

(27)    BALPARDA: obra citada, II, pág. 291.

(28)    Empleamos una copia del texto explicado en clase por el profesor Lacarra.

(29)    Batalla de Castrojeriz (1112) contra Ladrón y Diego López. BALPARDA: obra citada, II, pág. 303.

(30)    BALPARDA: obra citada, II, pág. 308. En Calahorra aparece Lope López y en Arnedo Sancho Asenáriz en 1116.

(31)    BALPARDA: obra citada, II, pág. 309. Donación de Ojacastro, 1117. Dominus Didaco Lópiz de Faro.

(32)    BALPARDA: obra citada, II, pág. 306. Eran hijos de Diego López: Lope Díaz, que le sucedió, Sancho Díaz, Fortunio Díaz de Faro y D. Gilo.

(33)    BALPARDA: Obra citada. Notas, 307; Calzada, 1112 y 308; Valvanera, 1116.

(34), (35) y (36)  BALPARDA: obra citada, II, págs. 312 y los documentos de las páginas 306 a 310, 318, 320.

(37)   JESÚS DE LEZA: obra citada, pág. 27.

 

 

 

 

BIBLIOGRAFÍA

Lacarra, José María: "Campañas musulmanas contra Sancho Garcés". Revista "Príncipe de Viana", núm. 1, págs .41-70.

Balparda, Gregorio de: "Historia crítica de Vizcaya y sus Fueros". Dos tomos. Bilbao, 1933-34.

Ubieto Arteta, Antonio: "Monarcas navarros olvidados: los reyes de Viguera". Revista Hispana de Historia. T. X, págs. 3-24.

Ubieto Arteta, Antonio:"Homenaje de Aragón a Castilla por el Condado de Navarra".Estudios de la Corona de Aragón. T. III, pág. 8.

Pérez de Urbel, Fr. Justo: "Sancho el Mayor de Navarra". Madrid, 1950.

Pérez De Urbel, Fr. Justo: "Los vascos en el nacimiento de Castilla". Bilbao, 1950

Leza, Jesús de: "Los López Díaz de Haro,Señores de Vizcaya,y los Señores de Cameros, en el gobierno de la Rioja". Logroño, 1954.

Serrano, P. Luciano: "El obispado de Burgos y Castilla primitiva". Instituto de Valencia de Don Juan. Madrid, 1935.

Valdeavellano, Luis G. de: "Historia de España". Madrid, 1952.

Fuero de Logroño: Según el texto explicado en clase por el profesor Lacarra.

 
 
 

 

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VICUÑA RUIZ
(San Sebastián 1970)

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