Castillo de Davalillo en San Asensio, guarnecido al norte por el río Ebro.Su emplazamiento constituye una magnífica atalaya que vigila las tierras de la Sonsierra y de La Rioja Alta. Con la vecina fortaleza de Briones, tenían la misión de proteger La Rioja de los ataques navarros, que se podían efectuar con relativa facilidad a través del puente fortificado de San Vicente de la Sonsierra. Construido aproximadamente a mediados del s.XII.

Cuna para un idioma 


 José Luis Martín
 

 

Monasterio de San Millán de Suso (La Rioja)  Construido durante los siglos VI al XI.

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" mil años de castellano "

«Era Castilla entonces un pequeño rincón:
era de castellanos Montes de Oca mojón.
y era de la otra parte Hitero el hondón:
Carazo era de moros en aquella sazón»

      El «pequeño rincón» del siglo IX descrito en el poema de Fernán González se libera de la tutela leonesa en el siglo X se transforma en reino independiente en el XI y sus reyes sostendrán con los leoneses una dura pugna. que acaba en 1230 con la unión de ambos reinos bajo Fernando III.  Durante estos siglos, la lengua castellana desplaza al latín, se impone al leonés y se convierte en lengua culta que llevan a su esplendor el poema del Cid y las obras - en prosa del Alfonso X el Sabio, hijo del  rey unificador de Castilla y León. 
     Dividida en múltiples condados, Castilla  debe su unidad y su independencia a su carácter de frontera oriental del reino leonés; mientras las revueltas internas mantienen a los emires cordobeses alejados de la frontera cristiana. Castilla ha estado dividida y los reyes de León han podido imponer fácilmente su voluntad; cuando Abd al-Rahmán III unifique de nuevo al-Andalus y lance sus ejércitos contra los cristianos, la defensa del reino leonés exigirá la unificación de Castilla, la creación de un mando único que permita hacer frente a los ataques musulmanes, iniciados desde la zona del Ebro, para evitar el poco poblado valle del Duero.
     Esta unión, realizada espontáneamente por los castellanos y alentada por los monarcas leoneses, dará al nuevo conde, Fernán González, un poder que le permitirá enfrentarse al rey de León y conseguir para Castilla una situación de independencia reclamada por los castellanos, que se sienten y son distintos a los leoneses. Las tendencias disgregadoras del reino se manifiestan simultáneamente en los dos extremos: en Galicia y en Castilla, pero mientras los condes gallegos carecen de fuerza para imponerse -sólo en el siglo XII se independizará Portugal en momentos de debilidad de la monarquía-, los castellanos logran, a partir del siglo X, que sea reconocida políticamente su originalidad, aunque para conseguirlo tengan que enfrentarse a leoneses, navarros y musulmanes o aliarse a unos contra otros.
     La fuerza militar y las ambiciones personales de Fernán González y de sus herederos son factores importantes a la hora de explicar la independencia de Castilla, pero ésta no habría sido posble si castellanos y leoneses no hubieran sido diferentes; del mismo modo, puede afirmarse que sin la existencia de semejanzas y de intereses comunes no habrían sido posibles las uniones que culminarían en la unión definitiva de 1230, a la que seguiría un proceso de unificación interna que aparece consolidado en el siglo XIV.
     En el siglo X, los castellanos tienen intereses distintos y se sienten diferentes de los leoneses; repoblada en los siglos IX y X por cántabros y vascos occidentales poco «civilizados», es decir, poco romanizados y escasamente influidos por la cultura visigoda, Castilla prefiere la costumbre ancestral o la decisión de hombres justos antes que la aplicación de la ley, representada en el reino por el Liber Iudiciorum visigodo, y cuando los castellanos creen sus propias leyendas las centrarán, en primer lugar, sobre los llamados Jueces de Castilla, que  son los representantes de la diferenciación jurídica respecto a los leoneses y también los defensores de la independencia política, según se desprende del poema anteriormente citado: 

 

«Todos los castellanos a una se concertaron,
dos hombres de valía por alcaldes alzaron ;
los pueblos castellanos por ellos se guiaron :
sin nombrar ningún rey largo tiempo duraron.»
 

     Las diferencias jurídicas no son las únicas que separan a castellanos y leoneses: el idioma los diferencia, igualmente, y también la organización social, de la que el Derechó es un reflejo. Los repobladores de Castilla no conocen la jerarquización social acentuada que, derivada del mundo visigodo, se impone en el reino leonés, y las desigualdades que pueden observarse entre los primeros castellanos proceden no de la herencia, sino de la función que cada uno puede desempeñar en una sociedad guerrera; será noble aquel que por su riqueza esté capacitado para combatir a caballo, pero su situación no difiere mucho de la de sus convecinos.
     La libertad individual frente a la servidumbre gótico-asturleonesa será, pues, la primera característica de la población castellana que alternará el trabajo de los campos con el ejercicio de las armas exigido por el carácter fronterizo de Castilla, mientras en Asturias y León la guerra, como en época visigoda, es eminentemente una actividad nobiliaria y esporádica, hecho que pone de manifiesto el mayor precio de los caballos de guerra y de las armas en Castilla que en León. A las diferencias entre una sociedad guerrera y otra alejada de la frontera alude el Cantar de Rodrigo cuando contrapone la mula que monta el rey de León al caballo de Fernán González: 

 

«Maravillado estoy conde, de cómo sois tan osado
de no venir a mis cortes para besarme la mano,
que el condado de Castilla es de León tributario,
porque León es el reino y Castilla es un condado.
Entonces respondió el conde: Mucho vais andando en vano.
Vos estáis en buena mula y yo sobre un buen caballo.» 

 

     El carácter fronterizo no anima a instalarse en Castilla ni a la nobleza de origen o cultura visigoda ni a los clérigos mozárabes huidos de Córdoba, por lo que en Castilla ni existirán grandes linajes ni proliferarán como en León, al menos hasta época tardía, los monasterios y las grandes sedes episcopales, que son los dueños de la tierra, de la riqueza, y poseen la fuerza necesaria para someter a los campesinos libres que subsisten en las montañas asturleonesas. No se produce, por tanto, hasta época posterior, la concentración de la propiedad que puede observarse en otras zonas y se mantiene la libertad individual que está, además, garantizada por la mayor resistencia que pueden ofrecer las comunidades rurales -predomina el hábitat concentrado frente al disperso propio de las montañas leonesasa la absorción de sus bienes y personas por los grandes propietarios.
     Estas diferencias con la población asturleonesa terminarán provocando una diferenciación política que se traduce en la independencia lograda a mediados del siglo X bajo la dirección de Fernán González; pero mucho antes se han producido las primeras manifestaciones del particularismo político castellano. Desde la creación de condados en Castilla (el primer conde conocido, Rodrigo, aparece documentado en el año 850), sus habitantes se ven obligados a erigir fortalezas que suplan la ausencia de defensas naturales, y desde ellas los condes no tardan en desafiar la autoridad de los reyes leoneses del mismo modo que desafían al poder carolingio los condes situados en zonas fronterizas. Castilla se independiza de León del mismo modo que los condados catalanes se apartan de la obediencia carolingia.
     Mantener la independencia no fue fácil para quien, según el Cantar de Rodrigo, «no quería obedecer a moro ni a cristiano» y veía sus dominios rodeados por leoneses, navarros y musulmanes. Una hábil política de equilibrio y oportunas alianzas con unos y otros permitirán a Castilla mantenerse independiente y ampliar considerablemente sus fronteras a costa de los musulmanes, pero no pudieron impedir que Castilla se convirtiera en un protectorado de Navarra a raíz del asesinato en León del infante García, en 1029.
     A la muerte de Sancho el Mayor de Navarra (1035), su hijo Fernando sería rey de Castilla y dos años más tarde reinaría en León después de haber derrotado al monarca Bermudo III; en adelante, la hegemonía corresponderá a Castilla. Una inteligente política de atracción de la nobleza leonesa y la evolución de la sociedad castellana hacia formas feudales semejantes a las leonesas facilitaron el entendimiento durante el reinado de Fernando, pero no fueron suficientes para impedir que a su muerte resurgieran las diferencias entre gallegos, castellanos y leoneses, cuyos enfrentamientos ocupan los años 1065-1072 hasta la muerte en Zamora de Sancho II de Castilla y la aceptación de Alfonso VI como rey único tras jurar no haber tomado parte en el asesinato de su hermano.
     Nuevos enfrentamientos entre castellanos, leoneses y gallegos tienen lugar a comienzos del siglo XII durante la minoría de Alfonso VII el Emperador, quien, una vez más, dividió en 1157 sus dominios entre sus hijos: Sancho III sería rey de Castilla, y Fernando II, de León; los enfrentamientos entre ambos reinos fueron continuos y también los tratados de paz, uno de los cuales iría avalado por el matrimonio de Alfonso IX de León y Berenguela de Castilla; su hijo, Fernando III, heredaría los derechos de uno y otra y unificaría ambos reinos en 1230, a la muerte de Alfonso.
     De simples condes dependientes del reino de León, los señores de Castilla se han convertido en reyes con autoridad sobre el antiguo reino; Castilla ha pasado a ser hegemónica y así lo demuestran las divisiones de 1065 y 1157: en ambos casos, el primogénito fue rey de Castilla, como símbolo de la importancia adquirida, y el segundo se vio relegado a reinar en León; Fernando III y sus sucesores antepondrán el título castellano al leonés... 

 

         Expansión del castellano 

     Paralela al ascenso político de Castilla es la extensión de la lengua castellana, que si en principio es una más entre las lenguas romances terminará convirtiéndose en el idioma único de ambos reinos; signo distintivo de la personalidad castellana, del mismo modo que las «fazañas» reflejan la oposición al Fuero Juzgo, el castellano adquiere importancia, según los lingüistas, porque evoluciona más rápida y completamente que el leonés, y las razones de esta evolución hay que buscarlas de nuevo en la situación de Castilla en el siglo X.
     Allí donde existe una población relativamente culta el latín conserva un gran prestigio, mientras el romance sólo tiene utilidad en la conversación y se halla minusvalorado; en Castilla, la tradición culta es prácticamente inexistente, el castellano es el único medio de expresión para la mayor parte de los pobladores y el deseo o la necesidad de diferenciarse de León da al castellano un prestigio del que carece el leonés.
     Pronto el idioma se convierte en arma política utilizada por los poetas para cantar a los héroes de Castilla y para, en cierto modo, crear una «conciencia nacional» en la que cabe destacar el antileonesismo y los ataques a los musulmanes; los cantares de Fernán González, de los Siete Infantes de Lara, de la Condesa traidora, del Infante Garcia... preparan el camino, son el precedente del Cantar de Mio Cid, sobre el que otros especialistas escriben en este número.
     Diferente de León por su situación fronteriza y por el distinto origen étnico y cultural de sus pobladores, Castilla irá perdiendo sus rasgos diferenciales a medida que cambien las circunstancias; su organización interna le permitirá extenderse por el semidesierto valle del Duero en los años iniciales del siglo X, y la unión con los leoneses ampliará su capacidad ofensiva y repobladora hasta hacer posible la ocupación, en 1085, de la antigua capital visigoda y la repoblación de las tierras situadas entre el Duero y el valle norte del Guadiana.
     A medida que avanza la ocupación de territorios por el esfuerzo, conjunto o separado, de castellanos y leoneses, disminuyen las diferencias entre unos y otros; en las zonas nuevamente ocupadas, la repoblación es llevada a cabo del mismo modo: el sistema empleado en Avila o Segovia no difiere del utilizado en Zamora o Salamanca; los habitantes de la nueva frontera son libres en su mayoría como lo exige la situación de guerra permanente y son dueños de la tierra que cultivan; al igual que en los concejos castellanos del siglo X, quien posee un caballo pasa a formar parte de la nobleza conocida con el nombre de caballería popular o villana que, con el tiempo, se reservará en exclusiva el gobierno de los concejos...
     En la zona norte de ambos reinos, las diferencias subsisten, pero van disminuyendo continuamente; también en Castilla con el paso del tiempo se crea una nobleza de sangre, surgen grandes monasterios, se restauran las sedes episcopales, aumentan las diferencias económicas y sociales entre los hombres y los pequeños campesinos ven cómo sus tierras son absorbidas por las grandes propiedades y cómo ellos mismos se ven obligados a aceptar o a reconocer la protección, la dependencia respecto a los grandes propietarios.
     Paradójicamente, la existencia de nuevas tierras que cultivar y la oferta de libertad y de tierras en propiedad a quienes se trasladen a ellas perjudica a los campesinos dependientes del Norte; la emigración masiva habría dejado sin cultivadores los viejos campos y para evitarlo se reduce la libertad de movimiento y se incrementan los derechos de los señores sobre los campesinos. Todavía en el siglo XIV habrá diferencias entre castellanos y leoneses: mientras el campesinado leonés se halla en su mayor parte sometido a la nobleza laica o eclesiástica, las comunidades rurales de la Castilla originaria podrán elegir su propio señor; en un caso habrá vasallos; en el otro, hombres de behetría; en los dos, campesinos dependientes, pues la behetría es, en suma, una modalidad de la encomendación que puede adoptar diversas formas, según la mayor o menor libertad que posean las comunidades para elegir señor.
     Las desigualdades y diferencias económicas y sociales en el siglo XIII poco tienen que ver con la división en reinos; en lugar de establecerse entre el Este y el Oeste, entre Castilla y León, se establecen de Norte a Sur en razón de la proximidad o alejamiento de la frontera: los hombres libres dueños de la tierra que cultivan predominan en las tierras nuevas (Castilla la Nueva y Extremadura) recientemente conquistadas; la dependencia y el cultivo de tierras ajenas serán más numerosas en el norte de la Península, y cuando Alfonso X, en 1268, fije precios y salarios dividirá el territorio de Norte a Sur: un jornalero cobrará 6 maravedís al año entre el puerto del Muladar y Toledo y entre el Duero y el Camino de Santiago, y 4 en la zona situada al norte del Camino...
     Pese a todo, la identificación entre castellanos y leoneses no es total y reflejo de las diferencias será la celebración de Cortes por separado y el estudio en ellas de problemas distintos para cada uno de los reinos; será preciso esperar a la primera mitad del siglo XIV para que los concejos pidan al rey que celebre conjuntamente Cortes para castellanos y leoneses, para que las diferencias económicas, sociales, jurídicas y culturales hayan desaparecido.

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CUNA PARA UN IDIOMA   JOSÉ LUIS MARTÍN  (Catedrático de Historia Medieval. Universidad de Salamanca)  Artículo editado en HISTORIA16 para conmemorar "EL nacimiento del idioma castellano".  Año III nº. 25, MAYO 1978.

 

 

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