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   Nájera, ciudad de reyes en antiguos tiempos y hoy simple cabeza de partido judicial, se halla situada á la márgen del rio Najerilla, en una ancha llanura limitada por altas peñas y grandes promontorios. Es de clima templado y saludable, aunque la combaten rudamente los vientos Norte y Sur.
   La poblacion tiene pocos atractivos, pues las calles se hallan mal empedradas, las plazas carecen de regularidad y los edificios no esceden de dos pisos. La parte en que reina mayor actividad es el barrio de San Fernando, situado en paraje llano y espacioso y en el cual hay sitio sobrado en todas las casas para las fábricas de curtidos y aguardientes que tanto abundan.    
    Los alrededores de la poblacion son pintorescos: los paseos de San Francisco y el Vivero son muy buenos, pues él primero tiene cuatro calles de árboles de 170 piés de largo cada una, y el segundo ocupa una estension de cerca de 1,600 piés, cerrada á uno y otro lado por un verdadero bosque de chopos.
     Hay multitud de fuentes de escelente agua en los alrededores de la poblacion, y dentro de ella innumerables pozos que pueden surtir cómodamente al vecindario.
   
   El edificio mas notable de la poblacion, edificio que por su mérito artístico y sus recuerdos históricos debe llamar nuestra atencion, es el santuario de Santa María. Este edificio de grandes proporciones es obra del siglo XV y corresponde al género gótico. Consta de tres naves de 95 piés de alto, formadas por diez columnas de piedra con pilastras resaltadas en los pilares de las naves, que rematan arcos góticos.
     Los altares de la iglesia, la mayor parte de ellos pertenecientes á los siglos XVI y XVII, no tienen mérito como tampoco ninguna de las imágenes de que están cuajados; todo el interés artístico del templo se concentra en los sepulcros en que descansan los reyes que al nombre de Navarra unieron el de Nájera, los duques de este apellido y otros personajes que legaron á la historia su memoria.
    En el presbiterio, del lado de la Epístola, se levanta. el magnífico sepulcro, sembrado de escudos de armas primorosamente cincelados, en el cual descansan las cenizas del Primer duque de Nájera, D. Pedro Manrique, llamado el Fuerte, y juntamente con él las de su hijo D. Juan Manrique de Lara. Del mismo lado de la nave, pero detrás del coro. y á los pies de la iglesia, se hállan tambien los sepulcros del rey Don García VI de Navarra, llamado por escelencia el de Nájeria; los de su hijo é inmediato sucesor D. Sancho, apellidado el Noble; de su mujer la reina doña Blanca, hija de Ricardo de Normandía; de su hermano el infante don Ramiro; de la reina de Castilla doña Blanca, mujer del rey D. Sancho de Navarra el  Deseado,que se tituló rey de Nájera, y despues de la muerte de sú padre Alfonso VII, rey tambien de Castilla; del infante D. Ramon, hijo de los reyes D. García VI y doña Estefánía de Fox; el del infante D. Jimeno, hijo de los mismos; el de la infanta doña Urraca, llamada por otro nombre doña Gendra ó doña Usendra; el de la infanta doña Hermosinda hija tambien de los espresados D. García  y doña Estefanía; el del infante D. Raimundo, hijo natural del rey D. Sancho el Noble y de doña Jimena, dama de palacio; el del infante D. Sancho, hijo tambien del espresado rey; el de la infanta doña Mayor Garcés, hija de D. García y doña Estefanía, y por último, el de doña Angela Nuñez, hija de Nuño Muñiz y doña Toda Fortinea.
    Todos estos sepulcros son magníficos y ostentan grandes medallones de armas, con génios y figuras alegóricas, de no escaso mérito artístico. Especialmente el del primer duque de Nájera D. Pedro Manrique, tiene grandes primores de cincel.
    Los sepulcros de la nave del lado del Evangelio no son menos dignos de atencion. Hállanse enterrados en ellos la reina doña Estefanía de Fox, mujer de don García VI; el rey D. Sancho Abarca, tercero de los de este apellido; su mujer la reina doña Clara Urraca; el rey D. Sancho el Valiente. y su mujer la reina doña Beatriz; sus hijos los infantes D. Fernando y D. Ramon; el infante D. Alonso Ramirez, hijo del rey don García Ramirez; su mujer doña Sancha de Uziniga, y en otra urna de la misma nave el rey de Leon D. Bernardo III, muerto en la batalla de Tamara, aunque hay quien cree que su cadáver no está allí realmente sino en la iglesia de San Isidro de Leon.
     Al comienzo de esta inmensa série de sepulcros hay una ancha cueva de 30 pies de largo, donde se hallan enterrados la infanta doña Sancha Garcés, hermana de padre de la reina doña Blanca de Castilla; los infantes D. Gonzalo y D. Alvaro, y doña Teresa Ortiz, esposa de este, y por último, la hija del conde D. Lope Sanchez de Pamplona, llamada doña Marcela.
 

 

 

    El cláustro bajo, llamado de los Caballeros, no es menos notable ni menos rico en recuerdos históricos que los que acabamos de recorrer rápidamente. Constitúyelo un gran cuadrilátero de 136 piés de largo por 20 de ancho, de paredes de piedra con multitud de imágenes primorosamente cinceladas, y con arcos de medio punto cerrados por labores de esquisito gusto. Lo que desde luego llama la atencion en este cláustro es la capilla real denominada de la Cruz, en cuyo centro se levanta una arca de piedra sostenida por seis leones, y en cuyas esquinas se ostentan las armas de Portugal. En ella descansa el cadáver de la reina doña Mencía Lopez de Haro, hija de D. Lope Diaz de Haro, undécimo señor de Vizcaya, llamado Cabeza Brava. Otra urna de la misma capilla, de no tanto mérito artístico, contiene los restos de D. Diego Lopez de Salcedo, y los huecos abiertos en los dos arcos, los sepulcros de Garcilaso de la Vega, partidario de Enrique XI de Castilla, muerto en la batalla que aquel rey dió á su hermano D. Pedro el Cruel en las inmediaciones de la ciudád que nos ocupa, y el del hijo segundo del primer Duque de Nájera, D. García Manrique de Lara. Ambos sepulcros son de piedra primorosamente labrada, y ostentan numerosas molduras perfectamente ejecutadas.   Los demás sepulcros de este cláustro, colocados fuera de la capílla, son el de D. Diego Lopez de Haro, llamado el Bueno, décimo señor de Vizcaya que se halló como general en la célebre batalla de las Navas de Tolosa, y sobre cuya urna se levantan dos estátuas y algunos medallones con las armas de Vizcaya; el de doña Ganfreda Lopez, tercera mujer de D. García Ramirez; el de doña Toda Lopez, hija del sétimo señor de Vizcaya; el de D. Lope Iñiguez, llamado el Rubio, y el de su mujer doña Tecla.
     El monasterio de Santa María es, pues, un verdadero panteon real, obra debida al célebre arquitecto Almunio, al cual ayudaron en la ejecucion de los adornos y obras de escultura, los dos hermanos judaizantes Amulios. La magnífica sillería del coro alto es obra de ellos, y tanto por lo delicado de los relieves como por lo precioso de las figuras que representan vírgenes y patriarcas, es digna de la mayor atencion. El órgano es de bella ejecucion y perspectiva.
    La real capilla de Santa Cruz, unida un tiempo al monasterio que acabamos de describir, es un sólido edificio de 383 piés de largo y 187 de ancho; sus paredes y torres son de piedra sillería y contienen tres naves de 66 piés de altura, formadas por 17 columnas. Abunda en pinturas, algunas de mérito,  como las de los apóstoles, los retratos de Felipe III y doña Mariana de Austria; un precioso Descendimiento y dos pinturas sobre piedra que representan la crucifixion de San Pedro y la degollacion de San Juan Bautista. En escultura solo contiene dos escelentes figuras de Adan y Eva  y el escudo de armas de España con corona real, que está sobre la puerta. Los demás monumentos, á saber: la iglesia de San Miguel y el convento de monjas de la órden de San Francisco, fundado por doña Aldonza Manrique de Lara, no contienen nada digno de mencion.
    El resto de la poblacion, como ya hemos indicado, no ofrece nada notable; pero sí debe recordarse la larga série de hombres eminentes que han visto allí la luz primera. Entre ellos figuran el escelente poeta D. Estéban Manuel de Villegas; los escritores D. Diego Ontuñoz de Calahorra, autor del Caballero de Febo; Juan Alonso de Butron, que escribió la Defensa de la Pintura; el capuchino José de Nájera, que dió á luz el Espejo Místico; Pedro Gonzalez de Salcedo, Francisco de Ariz y Juan de Salazar; que escribieron obras de mas ó menos importancia. En religion merece especial nombre el obispo que fué de Sigüenza, Orense y Salamanca, D. Francisco Manrique de Lara, y que asistió al Concilio de Trento; los teólogos D. Cárlos Abriz y D. Sancho de Calahorra, y los benedictinos Fr. Juan Jimenez y Diego de Salazar; en jurisprudencia brillaron D. Alvaro y D. Tomás Jimenez Cabredo, D. Juan Martinez de Salazar, el doctor San Pedro, D. Francisco María Rodezno, consejero de Castilla; el doctor Salinas, y D. Pedro Gonzalez de Salcedo; por último, en armas figuraron el general D. Sancho Londoño, célebre en las guerras de Flandes y autor de un Arte militar escrito á ruegos del duque de Alba, y el sargento mayor Gayangos, que alcanzó no menos celebridad en Flandes. El escudo de armas de esta ciudad figura un puente con dos castillos.
    Nada diremos respecto á la historia civil y eclesiástica de esta poblacion, pues que habremos de ocuparnos de ella en su seccion especial.

Texto extraído de
CRÓNICA GENERAL DE ESPAÑA
ó sea
HISTORIA ILUSTRADA Y DESCRIPTIVA DE SUS PROVINCIAS,
SUS POBLACIONES MÁS IMPORTANTES DE LAPENÍNSULA  Y DE  ULTRAMAR

 

Biblioteca Gonzalo de Berceo