Biblioteca Gonzalo de Berceo

 

- imágenes de la edición facsimil del beato emilianense -

 

 

EL ESCRITORIO DE SAN MILLÁN DE LA COGOLLA

 

 

PROBLEMÁTICA DE LA INVESTIGACIÓN.

PROBLEMAS DE ADSCRIPCIÓN DE TALLER Y CRONOLOGÍA

 

     Aunque se desconoce la fecha en que se inicia la actividad del escritorio de San Millán de la Cogolla, sí en cambio, puede afirmarse, a juzgar por los manuscritos que de él se conservan, que éste es coetáneo al de San Martín de Albelda y  que alcanza su apogeo en el último tercio de siglo, entre los años 970-1000 72. En contraste con la escasez de manuscritos conocidos que se conservan del scriptorium de Albelda, al monasterio de San Millán de la Cogolla pertenecen una cantidad relativamente grande de códices que se encuentran actualmente repartidos entre la Academia de la Historia, a la que pertenecen la mayoría 73, Archivo -listórico Nacional, Biblioteca Nacional, Colección Heredia-Espínola de Madrid y Real Biblioteca de El Escorial. No todos ellos han sido ilustrados con miniaturas 74. Se plantea a la investigación de este grupo de códices emilianenses, en primer lugar, el problema de que no todos los manuscritos de procedencia emilianense han sido elaborados en el escritorio de San Millán. La Biblioteca del monasterio, que llegó a reunir en el siglo X, un número considerable de obras, se abasteció en unos casos con la compra o donación de manuscritos, y en otros, copiándolos de otros monasterios cercanos o bien con los realizados en el propio scriptorium 75. Interesan en este trabajo, como es lógico, los códices que fueron elaborados o copiados en el escritorio monacal o bajo su influencia durante el siglo X, ya que los primeros, por haber sido realizados en otros talleres no son productos propiamente emilianenses aunque constituyen por sí mismos, los que han sido ilustrados, valiosísimos testimonios de fuentes visuales en las que muy bien pudieron inspirarse nuestros miniaturistas. Dada la dificultad que ofrece, en el estado actual de los conocimientos sobre el escritorio emilianense, el separar estos dos subgrupos posibles de códices -importados y copiados o elaborados-, estudiaremos todos ellos como pertenecientes a un grupo único titulado de «procedencia emilianense», aunque señalaremos -en los casos en que esta subdivisión pueda hacerse con seguridad, por los datos que de ellos conocemos- a la cual subgrupo de estos dos señalados pertenece. En segundo lugar se plantea al investigador otra cuestión difícil también de resolver, ya que como la anterior, requieren ambas ser objeto por sí mismas de otro trabajo de investigación que ahora sugerimos, y es la siguiente ¿cuándo llegaron a la Biblioteca del monasterio los manuscritos que hemos llamado «importados» de otros centros?, ya que no necesariamente tuvieron que haberse importado a San Millán en el siglo X. Todavía cabe plantearse otra pregunta, ¿exportó el monasterio de San Millán en el siglo X o con posterioridad códices a otros centros o entidades monásticas elaborados en su escritorio en la décima centuria? 76

 

     Otro problema planteado a nuestra investigación, es el de la datación de estos manuscritos. Muy pocos de los que conservamos han sido fechados y por otra parte, no siempre como sabemos la fecha indica el momento en que fueron copiados, ya que con frecuencia estas fechas se adelantaban «por prurito de antigüedad», o sus colofones, por reproducir exactamente los de los modelos, se nos han hecho inutilizables 77.

 

     Tampoco el criterio artístico, es decir el estilo de su ornamentación, es un dato certero a la hora de establecer con seguridad su cronología. Es preciso tener en cuenta que no siempre una ilustración que revela caracteres de antigüedad es sintomática de la misma, ya que los manuscritos han sido también muchas veces copiados en otras épocas más recientes con los mismos rasgos estilísticos de los modelos. Piénsese por ejemplo en el Liber Comitis de la Academia de la Historia  ilustrado con abundantes miniaturas marginales cuyo estilo es característico del período mozárabe y sin embargo ha sido realizado en 1073 78.

 

     Teniendo en cuenta estas dificultades intentaremos enumerar a continuación los manuscritos ilustrados en el siglo X que pertenecen al monasterio de San Millán de la Cogolla. Un primer grupo de códices lo componen una serie de manuscritos asignables a la primera mitad de siglo. Dos de ellos llevan colofón y anotaciones indicando su procedencia y época en que fueron realizados: las Colaciones de Casiano (B.A.H. cód. 24) concluidas en el año 917 en San Millán y las Etimologías de Isidoro copiadas también en el escritorio monacal en el año 946 (B.A.H. cód. 25) 79. Con este último manuscrito se relaciona el códice Misceláneo del Archivo Histórico Nacional (1007 B) terminado en el año 933 por el mismo copista que el anterior, Jimeno, y realizado probablemente, según Klein y Díaz y Díaz en San Millán 80. Como veremos más adelante ambos códices muestran ornamentaciones parecidas.

 

     Los demás manuscritos emilianenses antiguos carecen en general de colofones u otras anotaciones que aseguren su procedencia y época. Según Klein podemos adscribir con bastante probabilidad al escritorio de San Millán, el Liber Scintillarum (RA.H. cód. 26) y la Biblia de San Millán (B.A.H. cód. 20) realizados ambos en la primera mitad de la centuria 81. A este grupo pertenece también el Fuero Juzgo (B.A.H. cód. 34) escrito si no en San Millán, si por lo menos en ambiente relacionado con los copistas del escritorio monacal 82. Queda por citar el Beato de la Biblioteca Nacional de Madrid (Vitr. 14-1) considerado hasta hace pocos años como producto emilianense y realizado también en la primera mitad del siglo X.

 

     Salvo este último códice, caracteriza a este grupo una ornamentación muy modesta de iniciales de colorido bastante uniforme a base de tonos naranja-rojizo y verde pálido, admitiendo con menos frecuencia el amarillo y gris azulado. Unicamente en las Etimologías del año 946 aparecen los fondos blancos y tonos rosa y turquesa grisáceo. Se observa en ellos la ausencia de motivos de lacería y lacería zoomórfica que por el contrario proliferan en los manuscritos de la segunda mitad de siglo. El primero de estos motivos -las lacerías- aflora tímidamente en los dos códices fechados hacia el final de este período: el Códice Misceláneo y las Etimologías. Por otra parte estos códices carecen del número tan elevado de iniciales miniadas que presentan los manuscritos posteriores, así como de la variedad y riqueza de motivos ornamentales empleados. 

 

     Aunque la decoración de los códices asignados a la segunda mitad de siglo sea muy desigual, casi todos ellos han adoptado de modo sistemático el uso de las lacerías y entrelazas zoomórficos que adquieren ahora un gran desarrollo, llegando a formar iniciales que ocupan la página entera. Los motivos ornamentales se enriquecen con la incorporación de animales, sobre todo, peces, serpientes, aves (águilas y pájaros), cuadrúpedos (ciervos y leones), animales hacia los cuales los miniaturistas emilianenses tuvieron especial predilección. Las iniciales se complican mediante el recurso a la mezcla de diversos motivos, entrelazas, animales, composiciones vegetales, y en algunas ocasiones hacen partícipes de este conglomerado ornamental también a las figuras humanas, representadas en las más variadas y forzadas actitudes, o con sus miembros descoyuntados -siguiendo la tradición de la ornamentación de iniciales merovingias- para adaptarse a la forma de la letra. A este período, cuyo momento más esplendoroso coincide con las dos últimas décadas de siglo, pertenecen además el mayor número de manuscritos que han recibido una verdadera ilustración de textos, como son el Conciliar de El Escorial (d. I.1) del año 992 y los Beatos de El Escorial (& II.5) y de la Academia de la Historia (B.A.H. cód. 33) de fines de siglo. El primero producto típico emilianense y los dos últimos ejecutados si no en San Millán, sí en ambientes próximos al escritorio monacal 83. Los demás manuscritos pertenecientes a esta segunda mitad de siglo son las Homilías de Ezequiel (B.A.H. cód. 38), las Vidas de Santos (B.A.H. cód. 13), el Vocabulario latino (B.A.H. cód. 46), de hacia 964, la Exposición de los Psalmos (B.A.H. cód. 8), la Ciudad de Dios de San Agustín (B.A.H. cód. 29), el Diurnal (B.A.H. cód. 30) el Psalterio (B.A.H. cód. 64 ter), el Liber Ordinum (B.A.H. cód. 56) y las Homilías (B.A.H. cód. 39) 84. Dos códices más, aunque no han sido ejecutados en el escritorio monacal, guardan sin embargo relación con San Millán. Son éstos la Regula Sancti Benedicti Subtractus del año 976 (B.A.H. cód. 62) y el Códice de Roda (B.A.H. cód. 78) de fines de siglo 85.

 

     El número de códices ilustrados citados y sobre todo la calidad de las miniaturas de algunos de ellos, como los Beatos, el Conciliar o la Exposición de los Psalmos revelan la presencia en San Millán de un escritorio importante tanto para la cultura como para el arte miniaturístico altomedieval, no solamente najerense sino de toda la España del Norte.

 

     Sin embargo, aún no se ha realizado un estudio de conjunto sobre la totalidad de las miniaturas de sus códices. Unicamente algunos de estos manuscritos han sido analizados en el aspecto estilística por C. Boutelou 86 y posteriormente por G. Menéndez Pidal 87. Este último estudia un grupo de ellos pertenecientes a la segunda mitad del siglo X y al XI: Las Homilías, el Liber Ordinum, el Conciliar del año 992, la Expositio Psalmorum y el Liber Comes. Observa este autor en sus miniaturas una serie de rasgos peculiares comunes a todos ellos, que en su opinión, no se repiten en los manuscritos leoneses o silenses y que precisamente por ello les caracteriza como obra de un mismo escritorio o equipo de iluminadores. Estos rasgos hacen referencia a la indumentaria y modo de tratar los rostros de los personajes y a determinadas letras zoomórficas. Caracteriza la primera por ejemplo la forma dentada en que se dibujan los bordes del manto de las figuras 88 y una especie de «delantal o faldellín corto que por bajo de la cintura acaba el cuerpo del traje» 89. Por lo que respecta al tratamiento del rostro, peculiaridades emilianenses son ciertos personajes que presentan un «tipo de estrafalario perfil, con una exagerada barbilla y unos labios salientes» 90 y el modo de trazar los frentes de las caras con «bocas en cruz y orejas bilobuladas que destacan sobre el pelo» 91. Del mismo modo determinadas letras zoomórficas son también características de este escritorio como los ciervos que forman la inicial S, y los leones que enfrentados rellenan los espacios circulares de las letras Q y O 92. Estos rasgos además de poner de manifiesto un hecho importante, ya señalado, que el escritorio de San Millán tiene un estilo propio, constituyen por ello mismo un elemento clasificador a la hora de establecer atribuciones de otros códices al escritorio riojano. El mismo Menéndez Pidal, utilizando este procedimiento, fue el primero que atribuyó el Beato de El Escorial y el Códice de Roda, ambos del siglo X y de procedencia hasta entonces desconocida a este scriptorium, al observar en sus miniaturas idénticas peculiaridades 93. Estas se repiten igualmente en manuscritos del último tercio del siglo siguiente como es el caso del Liber Comitis 94, con lo que podemos deducir otra característica más de esta escuela: su tradicionalismo. Klein no solamente ha reconocido estas características formales ya señaladas por Menéndez Pidal, como peculiares del escritorio emilianense sino que además ha señalado otras referentes al colorido empleado en las ilustraciones. Así, según este autor los manuscritos emilianenses de esta segunda mitad de siglo se caracterizan en general por el empleo de tonos puros y claros como el azul claro, amarillo, naranja rojizo, rojo anaranjado, rojo, rosa, marrón rojizo, azul grisáceo, verde grisáceo, verde oscuro así como el uso de los dorados 95.

 

     Si Menéndez Pidal ha puesto de relieve las características propias del escritorio emilianense, otros autores como Domínguez Bordona, Camón Aznar y recientemente M. Mentré han señalado otros rasgos de este escritorio que son, en cambio, comunes a los de otros escritorios contemporáneos, sobre todo castellanos. Domínguez Bordona observa unas mismas características en los manuscritos de San Millán y de San Pedro de Cardeña como la exuberancia y variedad de sus iniciales que se destacan sobre el pergamino cuidadosamente preparado, con un amarillo pajizo muy característico; los animales fantásticos en posiciones violentas, de perfiles esbeltos y sinuosos, de cuerpos planos y encinchados, con los típicos corazones dibujados en las nalgas, que forman algunas de estas iniciales; las lacerías que con frecuencia rematan en cabezas estilizadas de animal y la posición en el folio de muchas de estas letras ocupando la longitud de una página 96. Para M. Mentré los manuscritos de San Millán fueron hechos también siguiendo una serie de principios y procedimientos de taller claramente establecidos. Se repiten en sus decoraciones los mismos elementos formales: los entrelazados, las iniciales de trazos verticales que se extienden sobre toda la altura de la página, los mismos elementos zoomórficos plegados al armazón de las letras y combinados de modo escasamente renovador, los personajes de los márgenes casi siempre en idéntica actitud, pocas escenas marginales en las que se produzca relación entre texto e ilustración y más excepcionalmente todavía la imagen a toda página 97. Observa esta autora que gran parte de estas reglas son comunes a todos los talleres castellanos del siglo X. Camón Aznar también, en su estudio sobre la miniatura mozárabe, califica. un grupo de manuscritos emilianenses como pertenecientes al estilo ibérico, estilo que es extensible a otros códices procedentes de los scriptorium castellanos de Cardeña y de Silos 98.

 

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El Beato de la Academia de la Historia de Madrid (cód. 33)

 

     Dentro del grupo de Beatos relacionados con San Millán de la Cogolla, el ejemplar de la Academia de la Historia es el que con mayor certeza ha sido tenido por los investigadores como obra típica del escritorio emilianense 133.

 

     Se llama Beato a los manuscritos que transmiten el tratado del Apocalipsis (el In Apocalipsis 1,XII) redactado por Beato, monje asturiano del monasterio de Liébana, hacia fines del siglo VIII. Aportan frecuentemente, aunque no siempre, una copia del Comentario de San Jerónimo sobre el libro de Daniel, colocado a continuación del de Beato.

     Reúne su autor a modo de «Summa» en esta obra, todos los comentarios que, hasta entonces, habían sido hechos sobre el Apocalipsis 12. Entre las razones por las que Beato llevara a cabo este enorme trabajo de compilación, es de suponer, que influyera lo dispuesto en el IV Concilio de Toledo, del año 663, en cuyo canon XVII se hace obligatorio el reconocimiento de su autenticidad muy discutida hasta entonces incluso en Occidente así como su atribución a San Juan Evangelista . Este concilio exigió además que el Apocalipsis fuera leído en los Oficios en toda la cristiandad hispánica, desde Pascua a Pentecostés  y que los sacerdotes conociesen la totalidad de las Escrituras . Como el Apocalipsis era uno de los libros de más difícil comprensión necesitaba de mayor grado de explicación. Así en el prefacio al Comentario insiste Beato en este aspecto intencional de su obra, «quiere facilitar la inteligencia del libro de la Revelación».

 

 

     Este Beato representa uno de los testimonios más clarividentes de la dualidad artística del arte hispánico cristiano 134. En sus miniaturas se observan dos conceptos artísticos diferentes. Las comprendidas entre los folios 1 a 92 y las de los folios 135 v, 138 v, 184 v, 188, 188 v, 207 v, y 213 v 135 se caracterizan por su mozarabismo, visible en la concepción de las figuras, de canon corto, de cuerpos más bien gruesos, de formas planas, sin modelar como si se tratase de auténticas siluetas, e inertes en su actividad y expresivismo. También el modo propio de concebir la indumentaria y sobre todo el plegado, muy plano y lineal -sin los repliegues que hemos señalado en el códice de Gerona o en el Albeldense-, con su tendencia a los arrollamientos y espirales y sus ritmos y estilizaciones tan elementales denuncian las características de los manuscritos mozárabes 136. Su estilo se acerca al del Beato de la Biblioteca Nacional de Madrid 137 y a las obras de Florencio, sobre todo a la Biblia de la Colegiata de San Isidoro de León 138. Algunas figuras del Beato emilianense recuerdan otras de la Biblia, tanto por sus actitudes como por el parecido de la indumentaria. Compárese por ejemplo el ángel de la copa del folio 188 del primero, con el ángel que lleva a Habacuc cogido del cabello con la comida que alimentará a Daniel en el foso de los leones del folio 325 v de la Biblia castellana 139. Todavía resulta más sorprendente comparar una miniatura del Beato que representa la lucha de Jacob con el ángel figurada en el tratado sobre la Iglesia y la Sinagoga, con la misma escena de la Biblia de Florencio que aparece en las Genealogías al comienzo de ésta. La composición es desde luego la misma así como también las actitudes de los personajes que más que representar una lucha parece que se abrazan amistosamente. Todo parece indicar que el miniaturista del Beato de San Millán conocía esta imagen de la Biblia castellana en la que evidentemente se ha inspirado, o mejor aún, que ha copiado, ya que para esta miniatura el escriba del Beato no había dejado previamente un espacio sin decorar y ésta se ha incluido en el único espacio disponible, en la parte inferior del folio entre los márgenes de las columnas de escritura, notándose una evidente sensación de falta de espacio por haber sido colocada después. En cambio Florencio la ha colocado en el espacio cuadrangular libre previsto para ella. En el primer ejemplo por el contrario, ocurre a la inversa ya que el espacio dejado libre para la miniatura del ángel con la copa es mayor y ha quedado todavía un espacio blanco debajo de éste, haciéndose más evidente también en este aspecto la copia del modelo y la ausencia de creatividad que hubiera dado como resultado posiblemente una composición más adecuada al espacio disponible. Volvemos a encontrar por tanto la presencia de influjos de la miniatura castellana -pues a esta escuela hay que atribuir la Biblia de San Isidoro 140 - en el scriptorium de San Millán, y en esta ocasión, no ya solamente en las iniciales de lacería y entrelazo zoomórfico como veremos a continuación, sino incluso en la propia figuración. A pesar de estas y otras semejanzas más que podrían señalarse, el arte de los artistas castellanos es de mayor calidad estética y demuestra una mayor habilidad compositiva preanunciando incluso composiciones que triunfarán en el románico, como los agrupamientos apiramidados de personajes tan típicos y frecuentes en esta Biblia, que posteriormente veremos en la plástica de Silos 141 o en las pinturas de Artaiz (M. de Navarra) 142. Su colorido es de extraordinaria riqueza por la gama de colores luminosos utilizados incluyendo los dorados en contraste con las tonalidades frías del Beato. La técnica del dibujo es más refinada siendo artistas que sienten predilección por el detalle, como puede observarse sobre todo en el ornato de la indumentaria. En cambio, caracteriza el estilo personal -lo que hemos llamado «modo propio de hacer»- del miniaturista emilianense la sobriedad decorativa de la indumentaria. Esta en efecto, carece de la ornamentaciones, salvo algunos arrollamientos, de la Biblia mencionada y de otros códices de la época como el Beato y el códice Emilianense de El Escorial, la Expositio Psalmorum de la Academia de la Historia, etc. Su plegado se concibe a base de líneas generalmente curvas formadas por trazos negros subrayados a veces por otros de color blanco. Le caracteriza igualmente la gama cromática utilizada con predominio de los tonos morados, verde y azul oscuros, amarillo, y menos los rojos-naranjas. Los rostros de los personajes describen unos perfiles muy característicos con sus frentes aplanadas y cabello ondulado encima, de color negro intenso.

 

     Contiene este códice además otros motivos decorativos como la orla que encuadra el título de la obra del fol. 1 con roleos que encierran vegetales estilizados de gran efecto decorativo por la alternancia de color, e iniciales al frente de los epígrafes, «explicit» e «incipit». Estas iniciales son casi todas de lacería, semejantes a las de otros códices coetáneos 143. Algunas son de mayor formato y han requerido una mayor elaboración como la del fol. 34 144, aunque generalmente son de tamaño mediano, e incluso en ocasiones han quedado sin colorear 145. En algunos casos, pocos, se entremezclan con motivos zoomórficos, como la del fol. 2, formada por una Q de lacería que remata en las consabidas cabezas de animal-pájaro, de la que únicamente se señala los ojos y el pico que muerde un vegetal. Algunas de estas lacerías, otras veces, se fusionan con vegetales estilizados como la del folio 20 v cuyo entrelazado recuerda a las iniciales del Tratado de San Ildefanso y algunas otras más sencillas del Albeldense, anteriormente tratados.

 

     Las restantes miniaturas, algunas de las cuales se encuentran entremezcladas con las mozárabes, revelan, en cambio, una concepción artística diferente. La plenitud de formas, cierto sentido aún incipiente del volumen, la movilidad, las actitudes más desenfadadas y vivas y de modo general las calidades de mayor naturalidad en la representación, evidencian el pleno arte románico. Las figuras presentan un canon alargado, mucho más espiritualizado; los rostros han ganado corrección y el plegado ofrece ya las ondulaciones y convencionalismos típicos de aquél. El mismo colorido marca la diferencia entre uno y otro estilo. Los tonos predominantes de las miniaturas mozárabes son la gama de los azules intensos, morados o violáceos, verdes oscuros, amarillos, con toques de rojos y naranjas en algunas prendas de la indumentaria. Se consigue de este modo la tonalidad densa y sombría que caracteriza según algunos autores a los manuscritos de este taller de San Millán. El colorido románico por el contrario es más luminoso. Se utiliza con mayor profusión el rojo intenso, el azul, verde claro y amarillo, mientras que pierde intensidad y uso el morado. Este binomio estilística mozárabe-románico, de las miniaturas, ha planteado problemas de datación del códice y de atribución de número de miniaturistas que ejecutaron sus ilustraciones. La mayoría de los autores coinciden en señalar dos artistas diferentes uno mozárabe y otro románico, que trabajan en momentos distintos y distanciados 146. El primero posiblemente sea un colaborador del escriba Albino 147 que inicia su labor en el siglo X rellenando de modo caótico y con abundantes lagunas los espacios que el copista ha dejado en blanco. La actividad del segundo se desarrolla, en cambio, a fines del siglo XI o comienzos del siglo XII completando la tarea de su antecesor 148. De todos modos quedaron sin pintar muchos espacios. Para Neuss unas y otras no están muy separadas por un gran intervalo, sino que corresponden a una época de transición, habiendo sido realizadas por varios pintores sobre modelos diferentes posiblemente en el siglo XI 149, e incluso M. Churruca apunta la posibilidad de que hubieran sido realizadas por una misma mano que copia diferentes modelos 150. Por nuestra parte opinamos que se observan al menos dos manos distintas en la realización de estas miniaturas. El primer artista trabajó probablemente a fines del siglo X realizando la mayor parte de las miniaturas que hemos calificado como mozárabes. Algunas de éstas, no obstante, revelan la mano de otro miniaturista más tosco, que puede ser coetáneo. Ya en el siglo XII más probablemente o a fines del XI el programa iconográfico mozárabe es completado por el miniaturista románico.

 

     La ornamentación de iniciales de esta parte románica ofrece menos interés por su número escaso y calidad de las mismas, ya que la mayoría se reducen a tiras de cintas estrechas adornadas con lacería s pero sin colorear (ej., fol. 188 v). Las de mayor formato y elaboración son las de los folios 168 v, 171 y sobre todo las de los folios 210 v, 217 v Y 220 v, que recorren la página entera. En pocos casos el entrelazo aparece fusionado con motivos zoomórficos (fol. 121). No hay tampoco una sistematización de su empleo en todos los incipit de los capítulos. Algunos carecen precisamente de inicial y por el contrario hay párrafos que se inician con estas letras adornadas. Muchas veces se utilizan como mero ornato entre las columnas de escritura (fol. 203). Los tonos predominantes siguen siendo los morados, verdes, amarillos y azules.

 

 

 

 

NOTAS

                

72 Según García Cortazar el escritorio de San Millán de la Cogolla, fue organizado ya desde los comienos de la existencia misma del monasterio. Explica este hecho teniendo en cuenta el carácter aristocrático de su undación. Precisamente gracias a las inmediatas y sucesivas donaciones que le otorgaron los reyes de Pamplona y Fernán González de Castilla la comunidad «puede dejar en manos de otros hombres la labor de explotar y llegar los recursos necesarios para su subsistencia, mientras que dedica su esfuerzo a una labor intelectual registrada en la actividad del scriptorium desde las fechas iniciales de la existencia del cenobio». Véase J. A. GARCÍA CORTÁZAR, El dominio del monasterio de San Millán de la Cogolla (siglos X a XIII), Salamanca, 1969, p. 116.

73 Constituyen un grupo especial denominado de «San Millán o emilianenses» aunque no todos son exlusivos de este monasterio. De este grupo existe un índice titulado Memorial histórico español, 2 (1851) IX. Posteriormente se ocuparon de ellos G. LOEWE-W. HARTEL en Bibliotheca Patrum Latinorum Hispaniensis, Viena, t. I,1886 Y C. PÉREZ PASTOR en Indice por títulos de los códices procedentes de San Millán de la Cogolla y de San Pedro de Cardeña existentes en la Real Academia de la Historia, Boletín de la Real Academia de la Historia, LIII (1908), pp. 469-512 y LIV (1909), pp. 5-19. Aparecen también descritos en Ch. U. CLARK, Collectánea Hispánica, París, 920; Z. GARCÍA VILLADA, Paleografía española, Madrid, 1923, A. MILLARES CARLO, Tratado de Paleografía español, Madrid 1932 e idem, Códices visigóticos, Madrid, 1962; Una relación de los manuscritos que se conservaban n la biblioteca de San Millán en 1821 fue publicada por J. PEÑA DE SAN JOSÉ, Los códices emilianenses, Berceo, XLIl (1957) 65-85. Recientemente Díaz y Díaz ha publicado una relación de los manuscritos visigóticos del monasterio, véase DÍAZ y DÍAZ, Manuscritos visigóticos de San Millán de la Cogolla, Homenaje a F. Justo Pérez de Urbel I, Silos, 1976, pp. 257-270, y sobre todo, Libros y librerías en la rioja altomedieval, Logroño, 1979, pp. 97-275.

74 La primera catalogación sistemática de los manuscritos ilustrados en España la debemos a J. DOMÍNGUEZ BORDONA, Manuscritos con pinturas, Madrid 1933, 2 vols.

75 Hay ciertamente códices emilianenses anteriores al siglo X, cuya pertenencia al monasterio se explica bien porque otras comunidades los hubieran vendido o entregado a San Millán o bien porque hubieran sido copiados en el scriptorium reproduciendo al pie de la letra los colofones o suscripciones de los códices que les sirvieron de modelo en cuyo caso éstos son inutilizables. En ocasiones además los escribas cambiaban las fechas por prurito de antigüedad. Sobre estas cuestiones véase M. C. DÍAZ y DÍAZ, Libros ... , op. cit., p. 97 y ss.

76 Por ejemplo el Antifonario Silense que se conserva actualmente en el Museo Británico de Londres con la signatura ADD 30850, según I. Fernández de la Cuesta pudo haber sido escrito por un copista de San Millán, «bien por encargo del de Silos o bien fue parar a Silos por venta o regalo de San MiIlán» ya que la escritura y tipo de notación musical es semejante a la de ciertos códices emilianenses de la Academia de la Historia. La parte más antigua del códice es según este autor de fines del siglo X. Véase I. FERNÁNDEZ DE LA CUESTA, Notas paleográficas al Antifonario Sileme del Museo Británico (MS. ADD 30.850) en Homenaje a F. Justo Pérez de U rbel, I, Silos, 1977, p. 235-236.

77 Véase supra nota 75.

78 M. FEROTÍN, Liber Mozarabicus sacramentorum, Paris, 1912, 903-910. A. GONZÁLEZ y RUIZ-ZORRILLA, Liber Commicus, Madrid, 1950, LXIII-LXXIII. G. MENÉNDEZ PIDAL, Sobre el escritorio emilianense en los siglos X al XI. Boletin de la Real Academia de la Historia 143 (1958) 8 ss. P. KLEIN, Der ältere ... , op. cit., p. 558. M. C. DÍAZ y DÍAZ, Libros ... , op. cit., p. 183.

79 P. KLEIN, Der ältere ... , op. cit., p. 244. Para este autor las Colaciones de Casiano han sido realizadas en el escritorio monacal en el año 917 como dice el colofón. Nos parece una fecha demasiado temprana ya que probablemente el monasterio se constituyó unos años después. Cabe por tanto plantearse dos soluciones, que el códice haya sido elaborado efecticamente en San Millán, pero en fecha posterior y que ésta se haya adelantado «por prurito de antigüedad» en el colofón o bien que sea uno de esos códices importados a San Millán en el momento fundacional, como piensa Diaz y Diaz. En nuestra opinión prevalece la primera solución por el parecido de su ornamentación con las de los demás códices emilianenses de la primera mitad de siglo. Véase M. C. DiAZ y DiAZ, Libros ... , op. cit., p. 217 y 22.

80 Ambos investigadores coinciden en la adscripción de este códice al taller emilianense. P. KLEIN, Der ältere ... , op. cit., p. 245; M. C. DiAZ y DiAZ, Libros ... , op. cit., p. 117.

81 P. KLEIN, Der ältere ... , op. cit., pp. 245-248.

82 M. C. DiAZ y DiAZ, Libros ... , op. cit., p. 210. P. KLEIN, Der ältere ... , op. cit., p. 250.

83 M. C. DÍAZ y DÍAZ, Libros ... , op. cit., p. 207.

84 Ibidem, pp. 133 Y ss.

85 Ibídem, p. 29.

86 C. BOUTELOU SOLDEVILA, Estudio de la miniatura española desde el siglo X al XIX, B.S.E.E. XIV (1906), p.5.

87 G. MENÉNDEZ PIDAL, Sobre el escritorio emilianense, en los siglos X y XI, Boletín de la Real Academia de la Historia, 143 (1958) 7.

88 El dentado obedece a una extrema esquematización en el modo de representar los pliegues. Este rasgo es observado en las Homilías, Liber Ordinum, Conciliar del año 992, Expositio Psalmorum y Liber Comes. También lo tienen los personajes del códice de Roda y los del Beato de El Escorial.

89 Esta particularidad de la indumentaria se observa en las Homilías, Liber Ordinum, Conciliar del 992 y Beato de El Escorial.

90 Homilías, Conciliar del 992, Liber Comitis, Beato de El Escorial.

91 Homilías, Conciliar del 992, Expositio Psalmorum.

92 Los ciervos se repiten en el códice de Roda, Conciliar del 992, Expositio Psalmorum; los leones enfrentados de las iniciales se observan en el Conciliar y códice de Roda, y el tipo de león pero sin el medallón de encuadramiento de la Q y 0, en el códice de Roda Conciliar de 992, Expositio Psalmorum y Liber Comes.

93 G. MENÉNDEZ PIDAL, Sobre el escritorio ... , p. 9.

94 Academia de la Historia, San Millán, cód. 22.

95 P. KLEIN, Der altere, op. cit., p. 252.

96 J. DOMÍNGUEZ BORDONA, Spanish ... , op. cit., pp. 10-11.

97 M. MENTRÉ, Contribución ... , op. cit., p. 117.

98 Distingue este autor dos estilos más en la miniatura prerrománica española. El primero de ellos es el «orientalizante» que tiene su principal representación en la escuela de Toledo. La composición cromática de las figuras recuerda obras siríacas y armenias, con resonancia de las artes industriales. Además de los códices toledanos pertenecen a este estilo algunas obras de Florencio que presentan estos orientalismos con influjos mesopotámicos. El estilo «bizantinum» -el segundo de los propuestos por este autor- se caracteriza por la estructura alveolada de las formas, que las hace semejantes a los esmaltes, asi como su distribución en colores segmentados por las líneas, como si se tratase de distintas células de una joya, de gran efecto decorativo y vigor expresivo. El mejor ejemplar de este estilo es la Biblia de la Catedral de León de Juan y Vimara del año 920. J. CAMÓN AZNAR, El arte en los Beatos ... , op. cit., pp. 24 y ss.

 ...

 

133 Este manuscrito entró en la Real Academia de la Historia en 1851, procedente de San Millán de la Cogolla. Sobre él puede consultarse: E. FLOREZ, Sancti Beati Presbyteri Hispani Liebanensis in Apocalipsin, Madrid, MDCCLXX, pp. XI-XII. P. SABAU, Noticia de las actas de la Academia en los primeros meses de 1851, B.A.H. 2 (1851), p. 5; ídem, Noticia de los códices pertenecientes a los monasterios de San Millán de la Cogolla y San Pedro de Cardeña remitidos à la Real Academia de la Historia, B.A.H. 2 (1851), p. 14. L. DELISLE, Manuscrits de I'Apocalypse de Beatus conservés a la Bibliothéque Nationale et au Cabinet Didot, Mélanges de Paleographie et de Bibliographie, París, 1880, p. 126. G. LOEWE-W. HARTEL, Bibliotheca Patrum Latinorum Hispaniensis, Viena, 1887, t. I, pp. 511-512. P. DURRIEU, Manuscrits d' Espagne remarquables par leurs peintures ou par la beauté de leur exécution, Bibliotheque de l'Ecole des Chartes, 54 (1893) pp. 287 Y 324. H. L. RAMSAY, The manuscripts of the Commentary of Beatus of Liébana on the Apocalypse, en Revue des Bibliothéques, 20 (1902), p. 93, n.º II. A. BLÁZQUEZ, Los manuscritos de los Comentarios al Apocalipsis de San Juan por San Beato de Liébana, en Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, 10 (1966), pp. 263, MS n.º 5. C. BOUTELOU y SOLDEVILLA, Estudio de la miniatura española desde el siglo X al XIX, I, Los códices de la Academia de la Historia, B.S.E.E. 14 (1906), p. 131. C. PÉREZ PASTOR, Indice por titulos de los códices procedentes de los monasterios de San Millán de la Cogolla y de San Pedro de Cardeña existentes en la Real Academia de la Historia, B.A.H., 53 (1908), pp. 28-29. CH. U. CLARK, Collectánea Hispánica, París, 1920, 182, n.º 595, Z. GARCÍA VILLADA, Paleografía española, Madrid 1923, p. 103, n.º 92. A. MILLARES CARLO, Manuscritos visigóticos Notas bibliográficas, Barcelona, 1963, p. 463, n.º 154. W. NEUSS, Die Apokalypse des Heiliguen Johannes in der altspanischen und altchristlichen Bibelillustration, Bonn-Munster, 1922, pp. 29-30. J. DOMÍNGUEZ BORDONA, Exposición de códices miniados españoles, Catálogo, Madrid, 1929, pp. 59 y 174; ídem, Manuscritos con pinturas, Madrid, 1933, t. I, p. 210, n.º 358; ídem, Miniatura española, Barcelona, 1930, voL I, p. 40. L. VÁZQUEZ DE PARGA, Nota bibliográfica: Elenco dei manoscritti esistenti, en U .ECO, Beato di Liébana, Miniature del Beato de Fernando I y Sancha, Parma, 1973, n.º 9. M. DÍAZ y DÍAZ, Index Scriptorum Latinorum Medii in der altspanischen und altchristlichen Bibelillustration, Bonn-Munster, 1922, pp. 29-30. J. DOMÍNGUEZ BORDONA, Exposición de códices miniados españoles, Catálogo, Madrid, 1929, pp. 59 y 174; ídem, Manuscritos con pinturas, Madrid, 1933, t. I, p. 210, n.º 358; ídem, Miniatura española, Barcelona, 1930, voL I, p. 40. L. VÁZQUEZ DE PARGA, Nota bibliográfica: Elenco dei manoscritti esistenti, en U .ECO, Beato di Liébana, Miniature del Beato de Fernando I y Sancha, Parma, 1973, n.º 9. M. DÍAZ y DÍAZ, Index Scriptorum Latinorum Medii Aevi Hispanorum, Salamanca, 1958, t. I, p. 110. M. CHURRUCA, Influjo oriental en los temas iconográficos de la miniatura española, siglos X al XII, Madrid, 1939, pp. 104-105 y 134. MINIATURES ESPAGNOLES ET FLAMANDS DANS LES COLLECTIONS D'ESPAGNE (Exposition), Bruxelles, 1964, n.º 11. MILENARIO DEL BEATO DE GERONA, (Catálogo, Exposición), Gerona, 1975, n.º 4. M. MENTRE, Contribución al estudio de la miniatura en León y Castilla, en la Alta Edad Media, León 1976, pp. 36 y 117-124. A. M. MUNDO Y M. SÁNCHEZ MARIANA, El comentario de Beato al Apocalipsis. Catálogo de los códices, Madrid, 1976, p. 10. J. CAMÓN AZNAR, El arte en los beatos y el Códice de Gerona en Beati in Apocalisin Libri duodecim. Codex Gerundensin, Madrid, 1975, p. 97. M. C. DÍAZ y DÍAZ, Libros ... , op. cit., pp. 209-210.

134 Sobre este aspecto de la dualidad artistica del arte hispánico medieval puede consultarse M. SCHAPIRO, From Mozarabic to Romanesque in Silos, The Art Bulletin, 20 (1939), pp. 313-374.

135 Con respecto a las miniaturas mozárabes de este códice discrepo de la opinión de J. Dominguez Bordona quien considera pertenecientes a este estilo la de los folios 159 v-160, por estimada a mi juicio estrictamente románica idéntica por su aspecto formal y color a las restantes miniaturas de esta época. En cambio, incluyo en la presente relación la del folio 188 v que en mi opinión es mozárabe y no ha sido incluido entre éstas por este autor. Véase J. DOMINGUEZ BORDONA, Exposición ... , op. cit., p. 174.

136 Camón Aznar observa en estas miniaturas ciertos arcaísmos patentes en los ritmos muy elementales con paralelismos y tendencia espiriliforme y en los arrollamientos del plegado. J. CAMÓN AZNAR, El arte en los Beatos ... op. cit., p. 99.

137 Ibidem, p. 99 ..

138 Sobre esta Biblia, además de la Bibliografia indicada en la n.º 60, puede consultarse, P. GALINDO, La Biblia de León del 960, Gesammalte Aufsetze zur Kulturgeschichte Spaniens, XVI (1960) 37-76. M. E. GÓMEZ MORENO, Las miniaturas de la Biblia visigótica de San lsidoro de León, Archivos Leoneses 15 (1961) 77-85. O. K. WERCKMEISTER, lslamische formen in spanischen miniaturen des 10. Jahrhunderts und des problem der mozarabischen Buchmalerei, Studi Medioevali, 12 (1965) 948 ss. J. WILLIAMS, A Castilian tradition of bible illustration, Journal of the Warburg and Courtauld Institutes, 69 (1965), 66-85; idem, A Model for the León Bibles, Madrider Mitteilungen 8 (1967), 281-286; ídem, «A contribution to the history of the Castilian Monastery of Valeránica and the scriba Florentius 11 (1970) 231-248; ídem, Early Spanish Manuscript Illumination, New York, 1977.

139 El ropaje es muy parecido en ambos, describiendo la misma estructura en los hombros, cuerpo y parte inferior de la túnica de forma triangular. La actitud de vuelo del ángel es también similar en una y otra. Ambos son muy parecidos a otro ángel que figura en un relieve copto, del siglo VI. Véase una reproducción de este último en M. CRAMER, Koptische buchmalerei illuminationem in manuscripten des christlich-koptischen Agypten vom 4 bis 19. Jahrhundert, Verlag, 1964, plate 66.

140 La procedencia de este códice ha ocasionado una fuerte discusión entre los autores. Primeramente defendió su origen leonés J. Pérez Llamazares en el Catálogo de los Códices y Documentos de la Real Colegiata de San Isidoro de León, en Estudios Biblicos, 2 (1930), pp. 15-18. A pesar de las razones señaladas por T. Rojo Orcajo sobre la procedencia castellana del mismo en Algunas consideraciones sobre la verdadera procedencia de la Biblia Visigótica de San Isidoro de León, op. cit., pp. 200-211, Pérez Llamazares siguió manteniendo su opinión sobre e! origen leonés de! manuscrito, en El origen del Gothicus (Iegionensis), op. cit. pp. 390-403. Posteriormente T. A. Marazuela ha confirmado ampliamente el origen castellano de éste y su procedencia de la escuela de Valeránica. Véase T. Ayuso MARAZUELA, La Biblia Visigótica ... , op. cit., pp. 186-200.

141 Compárese por ejemplo el agrupamiento de personajes que se inclinan levemente hacia el centro de la composición de la miniatura que representa el llanto de los Israelitas por la muerte de Moisés del fol. 88 de la Biblia, con el grupo de apóstoles del relieve de la Duda de Santo Tomás del Claustro de Silos, cuyas figuras se inclinan también hacia el centro de la composición, donde aparece Cristo y el apóstol incrédulo. La única diferencia entre ambas composiciones estriba en que en el ejemplar mozárabe el centro temático es decir, la muerte de Moisés coincide con el centro de la composición, postulando a cada lado dos grupos de personajes apiramidados en perfecta simetría, mientras que en relieve románico de Silos, el centro temático ha sido desplazado a un lado, el izquierdo, ocupando necesariamente en este caso el derecho un solo grupo de personajes, sin el efecto de simetria de! anterior.

142 En este caso los grupos apiramidados de personajes -los representantes de la Iglesia triunfante- son dos situados a cada lado del centro de la composición con la imagen del Cordero Místico a quíen adoran. Se sigue aquí incluso con más fidelidad que en el relieve de Silos el esquema compositivo de la Biblia leonesa a pesar de ser estas pinturas de Artaiz posteriores a aquél. Sobre la datación, y estilo y descripción de estas pínturas véase, M. C. LACARRA, La pintura mural gótica en Navarra, Pamplona, 1974 pp. 47 y ss.

143 Tienen iniciales de lacería, los folios 15, 37 v, 40, 53 v, 58 v, 63 v, 73 v (en el margen), 83, 85 v, 88, 94, 93 v,

144 Es una E, colocada en el Comienzo del Prólogo al Liber De Ecclesia et Sinagoga.

145 Las de los folios 21, 47 v, 92 v, 93.

146 J. DOMÍNGUEZ BORDONA, La miniatura ... , op. cit., p. 40. J. M. MENTRE, Contribución ... , op. cit., p.35.

147 Los autores discrepan sobre su personalidad. Para Neuss, Albino es el escriba mientras que para M. Mentré es el miniaturista. Cf. J. CAMÓN AZNAR, El arte en los Beatos ... , op. cit., p. 98 y M. MENTRÉ, Contribución ... , op. cit., p. 35.

148 Dominguez Bordona retrasa incluso la actividad de este otro maestro al siglo XIII. J. DOMÍNGUEZ BORDONA, Exposición ... , op. cit., p. 174.

149 Cf. J. DOMÍNGUEZ BORDONA, Manuscritos ... , op. cit., p. 211.

150 Le induce a pensar de este modo «el hecho de encontrarse los miniados mozárabes barajados con los románicos». Cf. M. CHURRUCA, op. cit., p. 115.

 

 

 

 

 

El programa iconográfico del Beato de la Academia de la Historia(cód. 33)

 

     En contraste con la sobria iconografía de la Biblia emilianense, el Beato de la Academia de la Historia conserva actualmente cincuenta y tres miniaturas que ilustran el manuscrito. De éstas nos interesan ahora exclusivamente las de estilo mozárabe, es decir, las realizadas por ¿Albino? y otros colaboradores en el siglo X. Se inicia el códice con una representación a página entera de la Cruz de Oviedo, tema que aunque no se relaciona directamente con el texto apocalíptico ni con el Comentario, pertenece al repertorio ilustrativo de los Beatos, y sobre todo de la codicología de la época 50. Es un ejemplo característico de estos temas, a los que hemos referido, que forman parte del bagaje cultural-artístico cristiano del siglo X.

 

     Esta Cruz, que estudiaremos en los próximos capítulos, es una reminiscencia de la que vio Don Pelayo en la Batalla de Covadonga con la inscripción de que con aquel signo vencería, tradición que se une íntimamente a la famosa del lábaro de Constantino 51. Las demás miniaturas ilustran directamente el texto, ya sea el apocalíptico o el Comentario, o bien hacen referencia a otros textos que Beato incluye en su obra. La mayoría de las ilustraciones que se refieren al Apocalipsis están insertas en las columnas de escritura ocupando. generalmente algo más de la mitad inferior o superior del folio. Como es tradicional en esta clase de manuscritos se sitúan entre el relato apocalíptico (storia) que ilustran y el Comentario de Beato (explanatio). Antes de la imagen se indica que finaliza el capítulo que contiene el pasaje bíblico (Explicit [hi] storia) y después de la imagen figura el comienzo del siguiente, es decir la exégesis del relato bíblico situado más arriba (Incipit explanatio supra scriptae storiae) 52. La iconografía está en íntima relación con el contenido de las storiae, habiendo iniciado los miniaturistas mozárabes la ilustración seguida de todas éstas desde el Apocalipsis 1,1-6 hasta el Apocalipsis IV,6 a­V,14,53. Algunos temas como los mensajes de las Iglesias de Filadelfia (Apocalipsis III, 1-6) y Laodicea (Apocalipsis III, 14-22) ocupan espacios mayores: la mitad inferior de la página en toda su anchura y el espacio íntegro de la columna, respectivamente.

 

     Incluso, en dos ocasiones, aunque la iconografía hace referencia directa al texto, se ha reservado un folio entero para la miniatura, como en las que representan el encargo a San Juan para que escriba el Apocalipsis (Ap. 1,10 b-20), y la Visión del Cordero y los Cuatro Vivientes (Ap. IV,6b-V,14). A partir de esta última ilustración, se interrumpe el programa mozárabe. Unicamente son ilustradas después algunas storiae con miniaturas mozárabes: la primera trompeta (Ap. VIII,7), la primera y la segunda copa (Ap. XVI,2 y Ap. XVI,3), el ángel arrojando la piedra de molino al mar (Ap. XVIII, 21-24) y el ángel encadenando a Satanás (Ap. XX,1-3). El programa iconográfico se completa un siglo más tarde ilustrando las storiae restantes -aunque en varias ocasiones han quedado sus espacios en blanco sin miniar- con miniaturas plenamente románicas. La miniatura que representa la «palmera» en el folio 135 v, y que ocupa más de la mitad de una columna de escritura, no ilustra ningún pasaje apocalíptico al estilo de los arriba mencionados. Su colocación entre los textos del Comentario de Beato al Ap. VII, 4-12, hace pensar que haya sido el Comentario la fuente de inspiración de la misma. Por otra parte el tema de las Palmeras forma parte del programa iconográfico de otros Beatos de la época, como por ejemplo, en los códices de Morgan, Seo de Urgel, Valcavado y Gerona 54.

 

     Ocupando un pequeño espacio en los márgenes, los folios 36 v y 184 v contienen una miniatura cuya iconografía, a simple vista, resulta extraña al códice de Beato. La primera representa «la lucha de Jacob con el ángel» 55, imagen por tanto veterotestamentaria, poco o nada relacionable con el texto apocalíptico. La segunda de difícil interpretación, ya que figura un ángel sin atributo, que nos permita identificarlo (fol. 184 v). Por su colocación en página, en un reducido espacio de los márgenes, e incluso por la iconografía extraña al texto, estas imágenes parecen indicar que fueron añadidas posteriormente, no habiendo sido incluidas en el programa ilustrativo. Ahora bien, ¿cuándo se realizaron estas miniaturas? El estilo, dentro de lo mozárabe, resulta más bien tosco, sobre todo la figura del ángel sin atributo, muy desproporcionada. Cabe pues pensar, que hayan sido realizadas por un artista mozárabe pero distinto del que ha pintado el resto, o bien que hayan sido hechas por un miniaturista posterior imitando lo mozárabe. No es nuestro propósito dilucidar esta cuestión aquí, difícil de resolver por otra parte. Lo más probable en mi opinión, es que estás miniaturas, que efectivamente no estaban incluidas en el programa ilustrativo, hayan sido añadidas después por un miniaturista mozárabe, distinto de Albino. Ahora bien, ¿cómo se explica la intromisión de un tema veterotestamentario, en el caso de «la lucha de Jacob y el ángel», dentro de un contenido apocalíptico?

 

     Este tema ha sido objeto por parte de los Padres de la Iglesia de varias interpretaciones. Interesa destacar aquí que para San Agustín «la lucha de Jacob y el ángel» es un símbolo de la lucha entre «la Iglesia y la Sinagoga» 56. Precisamente el In Apocalipsin, desde su primera redacción en el año 776, como se deduce de la primera frase del prefacio («Incipit tractatus de Apocalipsin ... ubi de Cristo et Ecclesia»), versará sobre Cristo y la Iglesia. Presenta Beato el Apocalipsis como una prueba, por la revelación, de la naturaleza divina del Hijo de Dios 57, y afirma que la Iglesia Católica es la única depositaria de la misión de transmitir la Verdad revelada. Este aspecto es tratado sobre todo en el Libro II que versa fundamentalmente de la transmisión a la Iglesia y sólo a la Iglesia de la revelación. En el extenso prólogo que le precede «de Ecclesia et Synagoga» 58 se compara la Iglesia de Cristo, como única depositaria de la Verdad, y las otras asociaciones religiosas, en particular de herejes y judíos 59. De este modo la iconografía de la lucha de Jacob y el ángel interpretado ésta como símbolo de la lucha de la Iglesia y de la Sinagoga, hace referencia al contenido del prólogo al Libro II, relacionándose globalmente con el mismo. El ángel del fol. 184 v es una simple figura marginal, que se repite con frecuencia en los manuscritos emilianenses.

 

     Podemos concluir diciendo que el programa iconográfico del Beato de San Millán se relaciona estrechamente con el texto apocalíptico o Storia, ilustrando sus miniaturas los pasajes concretos de ésta. El programa es desarrollado por el miniaturista, con continuidad hasta el fol. 92, pero a partir de éste, se ve interrumpido, siendo continuado posteriormente, a fines del siglo XI o comienzos del XII, por otro artista o equipo de miniaturistas de estilo ya plenamente románico. Entre estos existen aún intercaladas algunas miniaturas de estilo mozárabe realizadas también a fines del siglo X por Albino u otros miniaturistas, cuya temática se refiere a pasajes dispersos del Apocalipsis comprendidos en los capítulos VIII, XVI, XVIII Y XX 60. Una de estas miniaturas -la de la Palmera­ ilustra en cambio directamente el Comentario de Beato. El programa se abre con una página inicial que representa la cruz de Oviedo, imagen que como hemos dicho, aun no estando en relación directa con los pasajes concretos del Apocalipsis, ha pasado a pertenecer al repertorio habitual de la iconografía de los códices de la época. Se añade por último una imagen veterotestamentaria, poco frecuente en esta clase de manuscritos, pero justificada aquí por su simbolismo en relación con uno de los Libros que incluye Beato en el Comentario. Por su colocación en el folio parece ser que esta miniatura no formaba parte en principio, del programa iconográfico previsto, y que ha sido añadida después, aunque por un artista también mozárabe.

 

 

 

 

NOTAS

 

50 Representan esta página preliminar con la Cruz de Oviedo los Beatos de Valcavado (fol. 1 v) y Gerona (fol. 1 v). Con frecuencia los códices castellano-leoneses y también riojanos de la época, se abren con la Cruz de Oviedo: entre estos últimos contienen esta ilustración el códice Albeldense (d.1.2, El Escorial, año 976, fol. 18 v)  y el códice Emilianense (d. I,1, El Escorial, año 992, fol. 16 v); y el Liber Scintiallarum (Madrid, Academia de la Historia, cód. 26.

51 Z. GARCÍA VILLADA, La vida ... , op. cit., pp. 7 Y 8. H. I. MARROU, Autour dei monogramme constantinien, Mélanges Etienne Gilson, París, 1959, pp. 403-14.

52 Este es el caso más frecuente de colocación de imágenes en los Beatos. W. NEUSS, Apokalypse, t. 1, pp. 112-232; conforme a este esquema se disponen las imágenes de los folios 20 v, 72 v, 53 v, 68, en el Beato de San Millán de la Cogolla.

53 La única excepción es la del Ap. IV,1-69. Véase el cuadro comparativo de la p. 254. 54 Folios 313, 123, 111 Y 174 v respectivamente.

55 Este tema falta en el Beato thompsoniano, y en cambio figura en el de Saint-Sever. El tema viene indicado en el texto «Ubi Jacob, lucans cum angelo» alIado de las figuras.

56 L. REAU, Iconographie de lart chrétien, París, 1956, vol. II, p. 15I.

57 L. I de Filio Hominis, SANDERS, «Beati», op. cit., pp. 44-8I.

58 L. II Prologus, de Ecc/esia et Sinagoga, SANDERS, «Beati», op. cit., pp. 102-133.

59 Estos contenidos fundamentales los transmiten todos los códices de Beato. Víd sobre este aspecto, M. MENTRÉ, Contribución ... , op. cit., pp. 67-73.

60 Son éstas las de los folios 135 v, 138 v, 188, 188 v, 210 v y 213 v.

 

 

 

 

 

 

 

IMÁGENES DE LA EDICIÓN FACSIMIL DEL BEATO DE SAN MILLÁN DE LA COGOLLA

 

El cordero de Sión y los castos

 

 
 

Revelación a S. Juan

 

La visión de Dios y la orden de escribir

 

 

 

El cordero y los cuatro
vvientes

 

folio 88

 

Las siete plagas

 

Folio 34r

 

 

 

Los ángeles que avisan y la caída de Babilonia

 

Los santos del cielo alaban a Dios
 

Folio 1r

 

Mensaje a la Iglesia de Filadelfia

 

 

 

Detalle folio 120v.
Angeles conteniendo a los vientos

 

Folio 156. Los dos testigos llevados al cielo y el terremoto

 

Folio 165.El reino de la bestia de siete cabezas

 

Folio 115. Apertura del quinto sello: los mártires.

 

 

 

 

 

Los textos provienen de la obra
ICONOGRAFÍA DEL SIGLO X EN EL REINO DE PAMPLONA-NÁJERA
SOLEDAD DE SILVA Y VERÁSTEGUI

CAPÍTULO I: ICONOGRAFÍA Y FUNCIÓN DEL OBJETIVO ARTÍSTICO
CAPÍTULO II: LAS ARTES FIGURATIVAS

PAMPLONA 1984

INSTITUCIÓN PRÍNCIPE DE VIANA
INSTITUTO DE ESTUDIOS RIOJANOS

     El estudio, del que forman parte los textos que ofrecemos, constituye fundamentalmente el contenido de la Tesis Doctoral que con el título ICONOGRAFÍA EN LA MONARQUÍA PAMPLONESA DEL SIGLO X, fue defendida por Dña. Soledad de Silva y Verástegui en la Universidad de Navarra el 8 de Noviembre de 1980, mereciendo la calificación de Sobresaliente «cum laude» y el Premio Extraordinario de Doctorado de la Facultad de Filosofía y Letras el 17-XI-81. El Instituto de Estudios Riojanos le concedió el Primer Premio a la Investigación al que fue presentado bajo el título ICONOGRAFÍA EN LA MINIATURA Y OTRAS ARTES DEL SIGLO X EN LA RIOJA.

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