Los peregrinos circundan el viejo ábside románico en busca de la entrada a la catedral de Santo Domingo de la Calzada   Sorprendida, esta "cariátide" del ábside de la catedral calceatense, tal vez normanda o bretona, sigue desde el siglo XIII viendo pasar a sus pies peregrinos y viajeros europeos camino de Compostela.

Biblioteca Gonzalo de Berceo

 

 

 

 

 II. LOS PEREGRINOS INGLESES MEDIEVALES A SANTIAGO DE COMPOSTELA

 

Para el estudioso de la literatura inglesa relacionada con el Camino de Santiago, la Edad Media es, probablemente, el periodo más sugestivo de cuantos pueda abordar en el ámbito de su investigación. La Edad Media no es sólo la época en que las lenguas vernáculas se constituyen en vehículo de expresión literaria, sino también en la que el Camino de Santiago alcanza su máxima expresión. Es lógico pensar que tanto la importancia que se otorgaba a la peregrinación como el elevadísimo número de peregrinos debieron de traducirse en una amplia producción de textos que abarcaran los diferentes aspectos de la peregrinación.

 

 

 

Fuentes

 

Sin embargo, si desde un punto de vista estrictamente histórico las peregrinaciones inglesas durante los siglos XI, XII y XIII son, según Derek Lomax, las mejor documentadas, desde un punto de vista literario existen muchas más dificultades. Lomax ( 1985: 165) cita como fuente principal de información "the Public Records Office", entre cuyos abundantes documentos se pueden encontrar miles referidos exclusivamente a las peregrinaciones jacobeas. La información contenida en estos documentos hace referencia a asuntos tales como nombre y filiación de los peregrinos, salvoconductos, cartas de recomendación, disposiciones testamentarias, licencias de embarque, etc., que, si bien de gran valor para el historiador, poco o nada aportan al estudioso de la literatura en general.

Encontramos, pues, que lo que constituye un aspecto diferenciador y ventajoso para el estudio histórico del peregrinaje inglés no lo es a la hora de realizar un estudio literario y que, en este sentido, nos enfrentamos a los mismos problemas de documentación que los estudiosos de cualquier otra literatura europea. La escasez de manuscritos medievales conservados, por una parte, y la dificultad de acceder a las escasas ediciones existentes, por otra, hacen que abordar un estudio literario sobre textos ingleses medievales referidos al Camino de Santiago requiera una considerable inversión de tiempo y recursos. Como es lógico, los textos originales de esta época están escritos unas veces en latín y otras en inglés medieval, un inglés que presentaba profundas diferencias dialectales y que, por lo tanto, requiere para su entendimiento un profundo conocimiento de estas variedades, aunque la mayoría de las ediciones a las que se tiene acceso sean adaptaciones al inglés actual. La documentación permite establecer el número y la importancia de las peregrinaciones, así como el tipo de peregrino medieval. Las adaptaciones y traducciones, por su parte, ofrecen una visión más personal de las experiencias y vicisitudes de esta figura histórica.

Hemos hecho referencia al carácter narrativo de algunos documentos históricos medievales, que, de nuevo siguiendo a Lomax, se pueden dividir en dos categorías: narrativos y burocráticos. Los documentos pertenecientes a los siglos XI y XII ofrecen un marcado carácter narrativo ya que, en su mayoría, toman la forma de crónicas e introducen elementos caballerescos y anecdóticos. Este carácter de narración se pierde a partir de 1201, fecha en la que se comienza a levantar acta de los movimientos, disposiciones y legados de los peregrinos, nobles principalmente, con una finalidad exclusivamente burocrática, de poco interés para nuestro enfoque.

 

 

 

Primeros peregrinos

 

Sin embargo, y aun centrándonos en los documentos históricos de carácter narrativo, no sería posible trazar un perfil real y exacto de los peregrinos medievales ingleses, ya que en ellos se hace referencia únicamente a personajes de cierta entidad, bien por su posición social, bien por su riqueza, obviando la presencia de otro tipo de peregrino, presumiblemente más numeroso, en las rutas jacobeas. Para completar este perfil, es necesario recurrir a otras fuentes, como la biografía de San Godric, los relatos de los milagros de Santo Tomás Becket, San Guillermo de Norwich o San Rugo, entre otros, en los que se menciona a peregrinos de distintas extracciones sociales.

En los documentos de los siglos XI y XII aparecen los nombres de varios nobles que se disputan el honor de haber sido el primer peregrino procedente de Inglaterra de cuyo viaje quedó constancia escrita. Entre ellos, y dependiendo de las fuentes, figuran Walter Giffard, señor de Longueville, un caballero normando, que, según Wace (cf. Lomax 1985: 166), participó en la batalla de Rastings y cuya peregrinación se fecha alrededor del año 1064. Según Vázquez de Parga (1949: 51), el honor corresponde a Angost de la Raye, terrateniente de Lincolnshire, que pudo viajar a Santiago entre 1093 y 1120. Otras fuentes (Farrer 1916) citan a Richard Mauleverer, de Yorkshire:

The earliest recorded pilgrim from England to Santiago de Compostela was such a man (a knight regarding bis knighthood as a Christian vocation). His name was Richard Mauleverer, the village where he held his property still bears his name -Allerton Mauleverer, about ten miles west of York -and he made bis pilgrimage shortly before 1105 (no.729)1

 

El último de los candidatos es Hugh de Montgomery, conde de Shrewsbury, quien, acompañado de su hermano Arnulf y de su mayordomo Gual, viajó a Compostela entre 1094 y 1098 (Lomax 1985: 168).

Pero, independientemente de cuál de ellos fuera el primero en llegar a la tumba del Apóstol, ninguno merece con propiedad el título de peregrino inglés, ya que todos eran caballeros normandos, aunque afincados en Inglaterra tras la victoria de Guillermo el Conquistador. No ocurre lo mismo con las damas nobles, ya que Matilde, hija de Enrique I de Inglaterra y viuda del emperador Enrique V de Alemania, ostenta en solitario el honor de ser la primera peregrina inglesa. Esta noble señora no sólo viajó a Compostela en 1125, sino que además regresó a su país llevando consigo la mano del Apóstol Santiago que fue otorgada por su padre, Enrique I, a la abadía de Reading, donde se veneró hasta el saqueo por orden de Enrique VIII (Bentley 1992: 23-25).

El honor de ser el primer peregrino anglosajón conocido corresponde, según todos los indicios, a San Godric de Finchale, una figura cuyo interés, al margen de su importancia religiosa o histórica, radica en una serie de características personales que probablemente lo acercan al perfil de peregrino anónimo más frecuente en la Edad Media (cf. Lomax 1985: 170-2). Aunque San Godric no era noble ni rico, tenemos constancia de su peregrinación, e incluso de la fecha exacta, gracias a una crónica de cruzados en la que se refieren al santo como al "pirata inglés que transportó al rey Balduino I desde Arsuf a Jaffa, el 29 de Mayo de 1102 e inmediatamente después volvió a casa visitando Santiago en el camino." (Ibid., págs. 33-34; Alberici Aquensis Historia Hierosolumitana, lib. IX, cap. IX). Los demás datos sobre la vida y las múltiples peregrinaciones de San Godric las encontramos en la biografía que un cierto Reginaldo escribió en el siglo XII y que fue publicada en 1845. En esta biografía se nos presenta a San Godric como un hombre de origen humilde, nacido en Norfolk hacia 1070 y extremadamente piadoso, lo que no le impidió ejercer los oficios de mercader, buhonero y pirata, además de peregrino y eremita. Es esta combinación de santo y aventurero lo que hace que la figura de San Godric sea especialmente fascinante. ¿Habría muchos peregrinos con un perfil similar? Quizá, pero nadie se ha molestado en escribir sobre ellos.

No obstante, como ya hemos dicho anteriormente, en los relatos de milagros realizados por distintos santos ingleses aparecen los nombres y las circunstancias de peregrinos no pertenecientes a las clases altas. Lo curioso es que lo hacen como una excusa para establecer una comparación entre los poderes de los diferentes santos. Este es el caso, por ejemplo, de Ralph de Attenborough, que sufría continuos ataques de locura y decidió peregrinar a Santiago en busca de curación. La peregrinación pareció surtir efecto, pero de regreso a Inglaterra sufrió una recaída, de la que sólo se recobró después de orar toda una noche ante la tumba de Gilbert de Sempringham, que sería canonizado más tarde y en cuyo dossier de canonización aparece esta historia.

También en la colección de milagros de Santo Tomás Becket, Benedicto de Peterborough relata cómo los peregrinos ingleses que se disponían a cruzar el Canal de la Mancha, al comienzo de su peregrinación, se encomendaban no a Santiago, sino a Santo Tomás, que debía de gozar de mayor confianza entre sus compatriotas. Otra curiosa historia sobre rivalidades santeras, relatada en esta misma colección de milagros, es la del obispo de Armenia, que habiendo sido milagrosamente liberado de las garras de los musulmanes, visitó Roma, Colonia y Santiago buscando un santo al que poder agradecer tal milagro. El obispo no dio con el santo adecuado hasta que no llegó a Canterbury y oró ante la tumba de Santo Tomás Becket.

En Los Milagros de San Guillermo de Norwich, aparece una referencia a la primera peregrina inglesa perteneciente a las clases populares cuyo nombre conocemos. Se trata de Botilda, esposa de Gerardo, cocinero del capítulo de la catedral de Norwich, que realizó su viaje en los últimos años del siglo Xll ya quien San Guillermo salvó de morir ahogada en el transcurso de una terrible tempestad en el Canal de la Mancha. Además de ésta, pocas son las referencias a peregrinas que aparecen en los documentos de los siglos XI y Xll, entre otras razones porque tanto el viaje por mar como el terrestre implicaban peligros añadidos para las féminas que no pudieran permitirse el acompañamiento de un séquito protector y, en su defecto, carecieran del arrojo y la fuerza moral que caracteriza a la más famosa de las peregrinas, reales o ficticias, inglesas. Nos referirnos, naturalmente, a la comadre de Bath de los cuentos de Chaucer.

¿Y los monarcas ingleses? Tate (1990: 12) afirma que no hubo un solo rey inglés que no prometiera realizar el viaje a Compostela desde los tiempos de Enrique II, Eduardo I, II y III hasta Juan de Gante, padre de monarcas. Tales promesas no brotaban sólo de motivos espirituales, como en el caso del desposorio del príncipe Eduardo (después Eduardo I) con Eleonor, hermana de Alfonso X el Sabio, en 1254. Con todo, el único que llevó a cabo la promesa fue Juan de Gante en 1386, como fue descrito por Jean Froissart:

The fyrst voyage they made, they wente to the chyrche and all theyr chyldren and made theyr prayers and offringe with grete giftes (...) They found there flesshe and strong wyne ynough, wherof the Englysshe archers dranke so moche that they were ofte tymes dronken, wherby thay had the fevers, orelles in the mornyng theyr hedes were so evyl, that they coulde not helpe themselfe all the day after (Froissart 1903: 301)3

 

 

Preparativos

    A partir del siglo XII, las fuentes, como ya hemos indicado, dejan de ser narrativas para convertirse en burocráticas y los datos que tenemos sobre peregrinos y peregrinaciones son más bien estadísticos. No obstante, permiten que nos hagamos una idea de las actividades previas que la peregrinación requería, así como de las razones que impulsaban a los peregrinos a iniciar su viaje, que en la mayoría de los casos era marítimo. Lomax (1970), en su artículo "Algunos peregrinos ingleses a Santiago en la Edad Media", da cuenta de los pasos que cualquier peregrino prudente seguía antes de partir de Inglaterra: "Era prudente peregrinar en grupo, y sacar cartas comunes de protección. El siguiente paso era evidentemente sacar licencias para barcos enteros de peregrinos; y esto lo hacía el capitán del barco (...). El peregrino importante, armado con su licencia para salir de Inglaterra y una carta de protección para sus propiedades, solía nombrar también a un procurador para cuidar sus asuntos durante su ausencia (...). Algunos peregrinos prudentes hacían su testamento antes de marchar y solían pedir que el rey lo confirmase. Y, naturalmente, si eran funcionarios, cobraban sus retrasos de salario antes de salir"

Otros preparativos debían de incluir el "uniforme" de peregrino, que, según refiere Alvey, incluía una gran capa o cogulla, ceñida con un ancho cinturón, un sombrero de ala ancha, un bastón de peregrino con enseña en la punta, una calabaza o cantimplora, un saco, sandalias en los pies y barba crecida (Alvey 1989: 17).

 

 

Tipos de peregrinación

 

Entre los motivos para peregrinar, y al margen de los puramente religiosos, Robert B. Tate (1990) considera que la peregrinación como experiencia individual "can be said to consist in the pursuit of the spiritual dimension of life outside the daily routine, the search for physical and spiritual relief (both are profoundly linked), or the performance of an act of piety on behalf of oneself or someone else"(1990: 5).4 Sin embargo, y fuera de lo personal, Tate distingue tres manifestaciones históricas que justifican la peregrinación europea:

(a) Exilic pilgrimage. By this we understand that we human beings ultimately belong to

another superior world; that the Christian suffers from permanent alienation herunder (...).

(b) penitential category, By the thirteen century the penitential pilgrimage was fully institutionalised and recognised as one of the legitimate forms of penance. From this practice sprang the granting of indulgences (...).

(c) judicial pilgrimage .A penitential pilgrimage could be transformed from an act of expiation into an instrument of punishment. (...) Eventually sinners/heretics/criminals were sent to specific shrines (Tate 1990: 6).5

Tate cita ejemplos como el caso de Mabel de Boclonde, una adúltera confesa, que en 1326 fue condenada a ser azotada seis veces delante de la iglesia de Woldham, y otras tantas en los mercados de Malling y Dartford, pero cuyo castigo conmutó el obispo por una peregrinación a la tumba de Santiago (1990: 7).

A los tres tipos de peregrinación considerados por Tate, Lomax añade otros dos: la peregrinación diplomática y la peregrinación por procurador. Lomax considera que era frecuente que caballeros ingleses, cuyo principal objetivo al viajar a España era el de mantener abiertas las relaciones diplomáticas con las distintas coronas peninsulares, aprovecharan el viaje para peregrinar a la tumba de Santiago, cumpliendo de este modo con la tradición. La peregrinación por procuradores era una peregrinación por delegación. El Papa podía dar el permiso para que se realizara una peregrinación de este tipo por diversos motivos. Este fue el caso de Tomás Kirkby, un clérigo de la diócesis de Carlisle, que enfermó y juró peregrinar a Santiago y a Jerusalén si se recuperaba. Pero una vez curado pensó que sería más conveniente mandar a otro en su lugar, y obtuvo en 1400 el permiso del Papa Bonifacio IX para que un procurador hiciera el viaje y las ofrendas en su nombre.

Con todos estos datos, es posible esbozar un retrato aproximado del peregrino medieval inglés durante el periodo que va del siglo XI al XV. Sabemos que durante estos siglos los peregrinos ingleses a Santiago eran muy numerosos y pertenecientes a todas las clases sociales, aunque sólo los nombres de los más importantes hayan llegado a nuestro conocimiento. Sabemos también, que la mayoría de los viajes se efectuaban por mar, sobre todo en el caso de los peregrinos más humildes que no podían viajar con la protección de un séquito numeroso, y que los motivos de su peregrinación, diplomacias aparte, eran el fervor religioso o la búsqueda de una solución para una salud quebrantada. Además en 1095 durante el papado de Urbano II, se institucionalizan las indulgencias, y éste se convierte en un motivo añadido que incrementa el número de peregrinos ingleses que viajan a Compostela. Los datos nos permiten afirmar que durante la Edad Media la peregrinación era cosa de hombres, el número de peregrinas durante esta época es escaso, probablemente porque la práctica de la peregrinación se relacionara con las cruzadas, en las que obviamente no tenían cabida las mujeres.

En resumen, podemos decir que el peregrino medieval inglés era varón, de entre 20 y 40 años, diplomático, aventurero, pecador o criminal, prudente en el caso de los acomodados y funcionarios, y, en cualquier caso, piadoso a su modo, que afrontaba con determinación tanto las tempestades del Canal de la Mancha como los peligros y las inclemencias de unos caminos poco aptos para el viaje placentero.

Si en los documentos históricos, narrativos o burocráticos, según la distinción de Lomax, no hemos encontrado referencias al tramo riojano del Camino de Santiago, el panorama no es muy diferente cuando abordamos el estudio de los textos puramente literarios. Con seguridad, diversos peregrinos medievales ingleses atravesarían La Rioja en su camino a Santiago dejando constancia escrita de su paso por nuestra tierra, sin que tales escritos hayan llegado hasta nosotros. La mayoría de los que se conservan describen viajes de peregrinación realizados por mar, desde los puertos ingleses hasta La Coruña, un itinerario que los marinos de la época conocían bien, dadas las intensas relaciones comerciales que Inglaterra y Galicia mantuvieron durante la Edad Media. Pero esta vía marítima impedía que los peregrinos conocieran La Rioja, y por tanto la mencionaran en sus relatos.

La famosa cita de William Langland en Piers Plowman (s. XIV) es una de las primeras referencias literarias al hecho de la peregrinación compostelana:

Apparelled as a pagan, in pilgrim's guise

He bare him a staff, with broad strip bound

That round it was twined like a woodbine's twist;

A bowl and a bag he bare by his side;

A hundred of vials was set on his hat,

Signs from Sinai, Gallician shells; (Passus V, 11 523, SS.)6

 

Existe, sin embargo, un poema que algunos autores califican de narrativa rimada, fechado aproximadamente en 1425, perteneciente a la Cotton Collection de Oxford, y que aparece en Purchas Bis Pilgrimes, Contayning a History of the World in Sea Voyages, & lande Travells, by Englishmen and others (Los viajes de Purchas, incluyendo una historia del mundo en travesías marinas y viajes terrestres hechos por ingleses y otros), en el que aparecen tempranas referencias a Logroño y Santo Domingo de la Calzada:

Then to the Gruon in Spayne,

That is the last toune certaine,

Of the Realm of Naveron: (...)

Then from the Grune to Sent Domimico

Thou hast tenn long miles for to go.

(Después fui a (Lo )Groño en España/ que es la última ciudad del reino de Navarra. IDe allí fui a Santo Domingo/ que dista diez largas millas)

De los versos de Purchas se deduce que el aspecto religioso de la peregrinación le preocupaba poco, y que los problemas que atraían su atención eran otros, mucho más terrenales. No parece que Purchas encaje entre los devotos ni entre los que buscaban cura para sus males ni entre los diplomáticos, más bien se le podría identificar con un mercader, o con un alquimista, tal es su preocupación por los metales y las aleaciones de las distintas monedas en uso en aquella época. El afán por salvaguardar su oro, engañar con monedas falsas, obtener cambio ventajoso en el trueque de coronas por maravedíes, o por proveerse de agua que aliviara la sed del camino se sobreponen a cualquier otra consideración en los versos que dedica al trecho que va desde Roncesvalles a Santo Domingo.

Un pobre ejemplo, pues, que nos invita a fijar nuestra atención en los siglos posteriores si queremos encontrar huellas más profundas del paso inglés por el tramo jacobeo riojano.

 

 

 

II. PEREGRINOS INGLESES DESDE EL SIGLO XVI HASTA EL XIX

 

Es muy probable que durante los siglos XVI y XVII se produjera en la mentalidad del peregrino jacobeo un cambio mucho más profundo y significativo que el que pudo darse en los cinco siglos anteriores. Como es bien sabido, el Renacimiento fue un fenómeno extraordinariamente complejo que impregnó todos los ámbitos de la vida, más allá de lo puramente artístico o religioso. La ciencia avanzó por el camino de la experimentación y se abandonaron muchas de las creencias aceptadas hasta entonces sin rigor científico. Junto al avance en los distintos ámbitos de la ciencia, y gracias a éste, se dio otro fenómeno de gran interés para nuestro estudio. Los viajes se convirtieron en una fuente insustituible de información contrastada sobre las formas, los modos y características de los pueblos. El afán viajero hizo que los europeos, además de explorar el recién descubierto Nuevo Mundo, sintieran el deseo de redescubrirse unos a otros y de dejar constancia de ello. Un deseo que siguió incrementándose en los siglos posteriores y que está obviamente relacionado con el desarrollo de la literatura de viajes. Por otro lado, el cambio desde el teocentrismo medieval al antropocentrismo renacentista se tradujo en una considerable pérdida de poder por parte de la iglesia oficial, que permitió la propagación por Europa de las herejías que a partir del siglo XVI darían lugar a la Reforma Protestante.

En el caso concreto de los ingleses, al cambio general en la mentalidad se unió un cambio especialmente profundo en la orientación religiosa y que tendría importantes consecuencias en la percepción de lo que el Camino de Santiago significaba. La promulgación en 1534 de la Ley de Supremacía convertía a Enrique VIII en cabeza de la nueva Iglesia Anglicana y suponía la ruptura con la Iglesia Católica Romana. La negación de la autoridad del Papa dejó sin efecto las indulgencias y privilegios que éste otorgaba a los peregrinos a Compostela y, por lo tanto, el Camino de Santiago perdió su más preciado aliciente. Más tarde, la llegada a las Islas Británicas de las corrientes de pensamiento protestante desde la Europa continental, hizo que el valor religioso de la peregrinación disminuyera aún más a los ojos de los ingleses. En muchos de los textos de la época, con contenido más o menos religioso, se disuadía a los que tenían la tentación de iniciar el viaje, bien aduciendo la falsedad de las reliquias conservadas en los lugares de peregrinación, o bien ensalzando los valores de lo que ellos consideraban auténtica peregrinación que todo cristiano debe acometer: la peregrinación interior.

Entre los textos de carácter religioso que más influyeron en el rechazo creciente de la peregrinación a Compostela, y a cualquier otro lugar considerado santo por los católicos, destaca muy por encima de los demás Pilgrim's Progress, escrito por John Bunyan y publicado por primera vez en Londres en 1678. El texto de Bunyan es una alegoría que describe en términos físicos el viaje interior que el cristiano debe realizar desde la Ciudad de la Destrucción a la Ciudad Celestial. De inspiración claramente luterana, Pilgrim 's Progress constituye un ataque frontal a la Iglesia Católica y a la figura del Papa. Siguiendo los pasos de su maestro, Lutero, quien consideraba probado por las revelaciones del profeta Daniel y de San Juan, y por las epístolas de San Pablo, San Pedro y San Judas, que el reino del Anticristo, predicho y descrito en la Biblia, no era sino el Papado,7 Bunyan retrata al Papa como a un sádico y terrible tirano, agotado por la edad y las vicisitudes pasadas y convertido ahora en guardián de los restos sangrientos de los peregrinos que se aventuraron por el Valle de la Sombra de la Muerte ya los que él empujó a la muerte:

In this light, therefore, he [Christian] carne to the end ofthe valley. Now I saw in m y drearn, that at the end of this valley lay blood, bones, ashes, and mangled bodies of men, even of pilgrims that had gone this way formerly; and while I was musing what should be the reason, I espied a little before me a cave, where two giants, Pope and Pagan, dwelt in old time; by whose power and tyranny the men whose bones, blood and ashes, lay there, were cruelly put to death. But by this place Christian went without much danger, whereat I somewhat wondered; but I have learnt since, that Pagan has been dead many a day; and as for the other, though he be yet alive, he is, by reason of age, and also of the many shrewd brushes that he met with in his younger days, grown so crazy and stiff in his joints, that he can now do little more than sit in his cave's mouth, grinning at pilgrims as they go by, and biting his nails because he cannot come at them (p. 99-100)8.

Como resultado de los adoctrinamientos protestantes, de la Ley de Supremacía y del cambio general en la mentalidad, los ingleses pasaron de peregrinos a viajeros. Los que a pesar de todo se decidieron a realizar el viaje hasta Compostela lo hicieron con un espíritu en el que predominaban el escepticismo, cuando no los prejuicios religiosos, y un afán, apenas disimulado, de desprestigiar el Camino de Santiago y las razones de su existencia. Éste es el tono general que hemos encontrado en los textos ingleses de los siglos XVI y XVII. Los dos textos que comentaremos en detalle son precisamente representativos de estas dos corrientes, la escéptica y la antipapista, cla- ramente reflejadas en la literatura de viajes inglesa de este periodo.

A partir del siglo XVIII, las razones religiosas, de cualquier índole, van perdiendo fuerza y el viaje está motivado en la mayoría de los casos por un interés que podríamos calificar de sociológico y aventurero. El afán viajero se ve propiciado por la mejora en los medios de transporte y en las vías de comunicación. La antigua peregrinación se convierte ahora definitivamente en una aventura de descubrimiento. El atractivo de conocer otras culturas y otras formas de vida se impone a consideraciones de otro tipo. Y lo que es más importante para nuestro estudio, hace que el viaje por mar desde las costas inglesas a las gallegas, que no permite ese descubrimiento, deje de tener aliciente. Los viajeros prefieren el recorrido terrestre, que les brinda la oportunidad de atravesar La Rioja y de relatarlo en sus textos.

Como ya hiciéramos en el caso de la narración en verso incluida en el texto de Purchase, desde un punto de vista filológico consideramos mucho más interesante reproducir las acotaciones en su forma original, respetando las particularidades del inglés de cada época. Debido a la uniformidad temática y estilística de los textos de esta época, hemos optado por seleccionar un número reducido para evitar análisis repetitivos de los mismos aspectos, que incrementaría innecesariamente, en nuestra opinión, la densidad estadística del estudio sin aportar por ello una información más profunda sobre la evolución de la peregrinación a Santiago de Compostela durante el periodo que cubre este capítulo. Los cuatro textos que vamos a analizar a continuación pretenden, pues, ser una muestra suficiente de la evolución de los textos jacobeos durante el periodo que va desde el siglo XVI hasta finales del XIX.

 

2.1. The Fyrste Boke of the lntroduction of Knowledge made by Andrew Boorde of Physyche Doctor (1870).

 

[...]

 

2.2. Rare Adventures and Painful Peregrinations de William Lithgow (1632)

 

[...]

 

 

2.3. The Pilgrim lo Compostella; Being the Legend of a Cock and a Hen, lo the Honour and Glory of Santiago de Robert Southey (1829)

Siguiendo el orden cronológico, el comentario correspondería ahora a un texto de Robert Southey, poeta laureado, amigo y cuñado de Coleridge y reputado hispanista. Se trata de un poema titulado The Pilgrim to Compostella,. Being the Legend of a Cock and a Hen, to the Honour and Glory of Santiago, publicado en 1829, e incluido en el volumen II de Ballads and Metrical Tales. Este escritor encajaría perfectamente bajo el epígrafe de "Escépticos del siglo XIX", utilizado por Patricia Quaife (1990),20 (20 Patricia Quaife (1990). Saint James the Great in English Literature". Confraternity of Saint James Oc. Paper n° 1 London) si bien el escepticismo de Southey se traduce en un relato divertido e ingenioso, con un tono ligero propio de los cuentos navideños. A pesar de la escasa altura formal de su versificación, Pilgrim to Compostella merece una atención especial por nuestra parte, por sus virtudes de ingenio y divertimento. Así, reservamos el apéndice final al comentario introductorio, transcripción original y traducción al castellano del poema, la primera que se ha publicado en nuestro idioma.

Aunque el tema central y la parte más divertida e imaginativa del poema de Southey es la dedicada a relatar la leyenda del milagro del gallo y la gallina, el preludio y la introducción están relacionados con el tema de este segundo capítulo. En ellos Southey recrea con total libertad la leyenda de Santiago y ofrece una relación llena de humor de los tipos de peregrino y de las razones para la peregrinación. Remitimos al apéndice para que nuestros lectores comprueben la versión "southiana" de la llegada milagrosa a Compostela de las reliquias del Apóstol, leyenda que sustenta y justifica el Camino de Santiago. Efectivamente, en estas estrofas que introducen el poema, Southey ridiculiza con su mirada irónica la leyenda y los milagros atribuidos a Santiago al situar la capacidad inventiva de los españoles por encima incluso de la del barón de Munchausen. Además, aprovecha la ocasión para poner en duda el ardor guerrero de los franceses: si para derrotar a los moros, los españoles necesitaron de la ayuda de Santiago, Wellington se sobró y bastó para poner en fuga a los franceses, mientras Santiago lo observaba sin intervenir, asegura Southey. También previene al lector sobre los peligros de demostrar públicamente su escepticismo, y hace un repaso a las razones que han empujado a apurados, comerciantes, previsores, pecadores, hipocondríacos, burladores y aventureros a emprender el Camino de Santiago en busca de solución para sus afanes. Y lo hace en un tono tan ligero y festivo que incluso aquellos que se pudieran ver retratados en su relato no pueden evitar leerlo con una sonrisa de complicidad. Ése es, a nuestro entender, uno de los atractivos de este poema, más evidente aún en la parte en la que, dejando volar sin trabas su imaginación, recrea y amplía la leyenda del gallo y la gallina.

 

 [...]

 

 

 

NOTAS

 

2 El primer peregrino del que hay constancia desde Inglaterra hasta Santiago de Compostela era tal clase de hombre (un caballero que consideraba su profesión como vocación cristiana). Se llamaba Richard Maulverer, y el pueblo donde tenía propiedades aún lleva su nombre -Allerton Maulverer, a unas diez millas de York -y realizó su peregrinación poco antes de 1105.

3 En el primer viaje que realizaron fueron a la iglesia con todos sus hijos y rezaron e hicieron ofrendas (...). Allí encontraron carne y vino fuerte, por lo cual los arqueros ingleses bebieron tanto que se emborracharon, y les entraron fiebres, ya la mañana siguiente se encontraban tan mal que no levantaron cabeza en todo el día.

4 Se puede decir que consiste en la consecución de la dimensión espiritual de la vida fuera de la rutina diaria, la búsqueda de un alivio físico y espiritual (ambos profundamente vinculados), o la ejecución de un acto de piedad por uno mismo u otro.

5(a) Peregrinación del exilio. Por ésta, entendemos que los seres humanos en última instancia pertenecemos a otro mundo superior; que el cristiano sufre una permanente alienación aquí abajo (...).

  (b ) La categoría penitencial. En el siglo xm la peregrinación penitencial estaba plenamente institucionalizada y reconocida como una de las formas legítimas de penitencia. De esta práctica nacieron las indulgencias (...)

  (c) Peregrinación judicial. Una peregrinación penitencial podía transformarse de un acto de expiación en un instrumento de castigo. Al final a los pecadores/herejes/criminales se les mandaba a sepulcros específicos.

6 Ataviado como pagano, en guisa de peregrino/ Portaba un cayado, con una franja ancha atada/ que se enroscaba como madreselva;/ un tazón y una bolsa llevaba en la cintura;/ y un centenar de reliquias en su sombrero,/ símbolos del Sinaí, conchas gallegas.

7 J.H. Merle O'aubigne (1846). History ofthe Reformation ofthe Sixteenth Century, VI (xü: 215).

8 Con esta luz, pues, él [Cristiano] llegó al final del valle. Ahora vi en mi sueño, que al final de este valle había sangre, huesos y cenizas, y los cuerpos descompuestos de hombres, incluso de peregrinos que habían seguido antes este camino; y mientras discurría cuál podría ser la razón, distingui un poco más allá una cueva en la que dos gigantes; Papa y Pagano, se establecieron en tiempos remotos; por cuyo poder y tiranía los hombres cuyos huesos, sangre y cenizas yacían allí fueron empujados cruelmente hacia la muerte. Pero Cristiano caminó por este lugar sin mucho peligro, a pesar de mis temores; porque he aprendido desde entonces, que Pagano ha estado muerto mucho tiempo; y en cuanto al otro, aunque está todavía vivo, se ha vuelto, por razón de su edad, y también por los muchos agudos embates sufridos cuando era más joven, tan loco y tan rígido en sus articulaciones, que ahora puede hacer poco más que sentarse en la boca de su caverna, enseñando los dientes a los peregrinos al pasar y morderse las uñas porque no puede atacarlos.

 

 

 

 

MAPAMUNDI DE LOS CRESQUES DE 1375

Recreación del Camino de Santiago desde Europa en el Atlas Catalán (1375) de los Hnos. Cresques

 

 

 

 

APÉNDICE

 

INTRODUCCION CRITICA, TRANSCRIPCION Y TRADUCCIÓN EN VERSO DEL POEMA

THE PILGRIM TO COMPOSTELLA,

DE ROBERT SOUTHEY

 

El interés del poema que pasamos a comentar, transcribir y traducir a continuación atañe más a la historia literaria que a la crítica. En efecto, es la talla literaria de Robert Southey por un lado, y la adecuación del poema The Pilgrim to Compostella a nuestra línea de investigación, por otro, lo que nos mueve a dedicarle especial atención, antes que su intrínseca calidad lírica.

Southey (1774-1843) no es el mejor, pero probablemente sí el más prolífico de los escritores románticos ingleses, y la historia literaria de este periodo le reserva un puesto destacado, si bien no tanto como para compartir primera fila junto a autores como Coleridge, Wordsworth, Byron o Shelley. En los albores de su carrera se le asoció con la llamada "Escuela del Lago" de poetas radicales, aunque ya en 1813, fecha en que fue nombrado "Poeta Laureado", su joven radicalismo había dado paso a un fanático conservadurismo monárquico y a una plena aceptación, externa al menos, de los valores anglicanos establecidos.

Southey escribió febrilmente: poemas líricos, épicos, baladas, crónicas históricas, críticas, ensayos políticos y socioeconómicos, biografías y muchos otros géneros brotaron de su pluma. Pero gran cantidad de estos escritos están hoy olvidados, en parte porque basaban su interés en la controversia por encima de otros valores artísticos. Sin embargo, parece innegable la relevancia de Southey dentro del clima tanto político como literario de su tiempo, y quizá ejemplifica una vez más la creencia de que las grandes figuras de la historia literaria, más que propiamente innovadores, suelen desarrollar técnicas que otras figuras menores introdujeron o renovaron. Este sería, en parte, el papel global de Southey: en sus poemas extensos revitalizó el género épico abriendo nuevos caminos y llevando a la práctica el concepto de "épica romántica" de Richard Hurd; como poeta lírico cultivó la égloga y el monodrama, y contribuyó al renacer romántico de la balada y el soneto en lengua inglesa. Como escritor en prosa ejercitó una exactitud descriptiva y objetiva en sus reseñas y un estilo preciso y económico. También como analista social, político o religioso ejemplificó el temprano fervor de los jóvenes románticos ante los cambios llevados a cabo en la Revolución Francesa y su posterior desencanto tras las evoluciones del Terror y de la anlenaza napoleónica.

Este no es, claro está, un espacio adecuado para analizar la vida o la producción de Robert Southey con una mínima atención. Nos limitaremos, pues, a destacar algunos aspectos de ambas que influyen en la composición de The Pilgrim to Compostella. Para empezar, el hecho de que este poeta inglés se interese por la materia hispana se relaciona con sus diversas estancias en la Península Ibérica. La primera se produjo en 1795, coincidiendo con su matrimonio clandestino y con el abandono de un proyecto de vida comunal cuasimosáica de doce parejas en el Nuevo Mundo, urdido en conjunción con su amigo Coleridge. La pobreza y enfermedad que presenció en Portugal y España confirmaron en su mente la necesidad de un cambio revolucionario en Europa. Su segunda estancia en la Península en 1800 reforzó otras tendencias incoadas anteriormente: por un lado, su furibundo anticatolicismo, que se pone de manifiesto en The Pilgrim, donde ridiculiza la leyenda en cuestión por lo que pueda tener de milagrería y de "hagiomanía". Por otro, su pasión por el pasado romántico y por la historia, cultura y geografía peninsular, reflejada en numerosos escritos poéticos, historiográficos y periodísticos que le merecieron la fama de eminente hispanista en su tiempo.

Así, publicó varios poemas breves de tema hispano en Letters Written During a Short Residence in Spain and Portugal (Cartas escritas durante una corta estancia en E. y P., 1797), revisó las antiguas versiones de Amadis of Gaul (1803) y Palmerin of England (1807), tradujo la Crónica del Cid (1808) y versificó la leyenda de Garci-Ferrández (1809). Una de sus mejores composiciones poéticas es sin duda Roderick, the Last of the Goths (Rodrigo, el último de los godos, 1814), basándose en la Crónica de Don Rodrigo, de Pedro del Corral. En 1807 publicó Letters from England by Don Manuel Espriella (Cartas desde Inglaterra por D.M.E.), donde emplea su conocimiento de la cultura y mentalidad españolas para criticar las costumbres, la política y las condiciones sociales y culturales de su país desde la perspectiva del "español ingenuo", a la manera de Voltaire. Destaquemos también los tres volúmenes de su History of the Peninsular War (Historia de la guerra peninsular) publicados entre 1822 y 1832. Estos y otros escritos le valieron a Southey el nombramiento como miembro honorario de la Real Academia Española de la Lengua en 1814.

Y dentro de esta temática hispana se integra el poema que nos ocupa, The Pilgrim to Compostella, que fue publicado junto a otro extenso poema narrativo, All for Love (Todo por amor) en 1829. Se trata de una versión muy libre de la célebre leyenda del gallo y la gallina, que Southey dice haber encontrado en los libros Parable of the Pilgrim (Parábola del peregrino), del obispo Patrick, Tour through Spain and Portugal, de Udal ap Rhys, ambos basados en Lucius Marineus Siculus; también en Journal du Voyage d'Espagne, escrita en 1669 por un Conseiller adscrito a la embajada francesa en España, y en el Acta Sanctorum, de Luiz (sic) de la Vega.

Otro elemento digno de mención es el papel de Southey como renovador de la tradición de la balada inglesa, fenómeno propio de la sensibilidad romántica que en Inglaterra contó con el empujón de autores como Thomas Percy. The Pilgrim to Compostella pertenece al corpus de baladas escritas por Southey, y ciertos críticos reconocen en su modo de cultivar este género una capacidad como narrador que compensa las deficiencias de sus abstracciones o tibios sentimientos poetizados. Además, podemos afirmar que incorpora ciertos elementos que vinieron de la mano del manifiesto poético escrito por Wordsworth y Coleridge, Lyrical Ballads (Baladas líricas, 1798). Por ejemplo, en esta obra que sienta las bases de lo que va a ser la revolución poética del romanticismo inglés, sus autores propugnan el uso de una dicción simple y común en poesía. Es evidente que el Peregrino presenta un lenguaje coloquial, casero, salpicado de humor y de sabiduría doméstica, rasgos que se repiten en los mejores versos de Southey.

Pero el humor de este poema no es sólo de modalidad inocente. Como ya hemos adelantado, el tono del poema es jocoso, pero también irónico y satírico, y obedece al propósito de Southey de ridiculizar en verso un caso más de lo que él considera milagrería católica. Por tanto, despliega en el poema un rasgo que los biógrafos de Southey acentúan, su fobia hacia todo aquello que huela a catolicismo, rasgo, por otra parte, no infrecuente entre sus compatriotas y contemporáneos que viajaban por nuestro país. Así, mediante su narración de situaciones absurdas, critica temas como la credulidad del vulgo, la codicia del clero, y la mezcla de superstición en cuestiones de fe. No es Southey, por tanto, excesivamente original en sus cargos, y es coherente con su postura post-laureada de Tory militante y adulador de corona e iglesia anglicana arremetiendo contra el papismo. Con todo, algunos biógrafos como Bernhardt Kabisch insisten en el radical escepticismo religioso que subyacía en Southey bajo esa piel de conservador de su etapa laureada. Quizá esto explique -sólo tangencialmente- su tratamiento inicial de Santiago, ligeramente irreverente también para un anglicano, o su inexacta definición del santo como "ermitaño".

Otra de las fobias de Southey que se reflejan en el poema, si bien con menor intensidad, un mero desahogo, es su talante antinapoleónico. Ya hemos mencionado la desilusión amarga que experimentó Southey con los desarrollos de la revolución en Francia, lo cual se reflejó en varios de sus escritos. Citemos, entre otros, las odas antinapoleónicas tales como Carmen Triumphale (1814), el paralelismo peyorativo de los franceses con los moros en Roderick o sus explícitas invectivas en The Poet's Pilgrimage to Waterloo (La peregrinación del poeta a W., 1816). En nuestro caso, tal desahogo se aprecia en la estrofa séptima de la Introducción, en la que se comparan las "dudosas" hazañas de Santiago con las reales de Wellington contra los franceses.

Hemos optado por traducir el poema en verso imitando de alguna forma la irregularidad estrófica y rítmica del original. Las estrofas son mayoritariamente de 4 ó 5 versos: en el primer caso siguen un modelo definido de rima consonante -a-a, mientras que en el segundo alternan dos parejas de versos rimados en consonante y un verso libre. La métrica del verso es también bastante libre, y en ocasiones ofrece contrastes torpes o poco rítmicos. La rima de Southey es, por lo general, fácil; emplea con frecuencia fórmulas cercanas al ripio, y es fácil apreciar en qué casos el verso obedece enteramente a facilitar la consecución de una rima. En casi todos los casos hemos  mantenido la estructura rimada en el mismo orden, llegando incluso, en nuestro deseo de fidelidad, a mantener algún ejemplo de rima imperfecta o asonante que creemos se le escapó a Southey.

En nuestra opinión, algunos de los valores más destacables del poema son ciertos toques de humor con genuina gracia, el tono narrativo ágil asociado a la balada, y la cabal; aplicación de algunos de los postulados de los primeros románticos ingleses relativos a la dicción poética. Pasemos, pues, a transcribir el texto original con la traducción versificada, y dejemos que el lector juzgue por sí mismo.

 

 

 

THE PILGRIM TO COMPOSTELLA

 

 

EL PEREGRINO A COMPOSTELA
LA LEYENDA DE UN GALLO Y UNA GALLINA
EN HONOR Y GLORIA DE SANTIAGO

     

PRELUDE


"TeII us a story, oId Robin Gray!
This merry Christmas time;
We are alI in our glory, so tell us a story,
Either in prose, or in rhyme.

"Open your budget, old Robin Gray!
We very welI know it is full;
Come! out with a murder,... a Goblin,.. a Ghost,
Or a tale of a Cock and a BuII!"

"I have no tale of a Cock and a Bull,
My good Iittle women and men;
But't will do as well, perhaps, if I tell
A tale of a Cock and a Hen."


INTRODUCTION

You have all heard of St. James for Spain
As one of the Champions Seven,
Who, having been good Knights on Earth
Became Hermits, and Saints in Heaven.

Their history once was in good repute,
And so it ought to be still;
Little friends, I dare say you have read it:
And if not, why I hope you will.

Of this St. James that book proclaims
Great actions manifold,
But more amazing are the things
Which of him in Spain are told.

How once a ship of marble made,
Came sailing o'er the sea,
Wherein his headless corpse was laid,
Perfumed with sanctity.

And how, though then he had no head,
He afterwards had two;
Which both work'd miracles so well,
That it was not possible to tell
The false one from the true*

And how he used to fight the Moors
Upon a milk-white charger:
Large tales of him the Spaniards tell,
Munchausen tells no larger.

But in their cause of latter years
He has not been so hearty;
For that he never struck a stroke is plain,
When our Duke, in many a hard campaign,
Beat the French armies out of Spain,
And conquer' d Buonaparte.

Yet still they worship him in Spain,
And believe in him with might and main:
Santiago there they call him;
and if any one there should doubt theses tales,
They' ve an Inquisition to maul him.

At Compostella in his Church
His body and one head
Have been for some eight hundred years
By Pilgrims visited.

Old scores might there be clean rubb'd off,
And tickets there were given
To clear all toll gates on the way
Between the Churchyard and Heaven.

Some went for payment of a vow
In time of trouble made;
And some who found that pilgrimage
Was a pleasant sort of trade.

And some, I trow, because it was
Believed, as well as said,
That all, who in their mortal stage
Did not perform this pilgrimage,
must make it when they were dead.

Some upon penance for their sins,
In person, or by attorney;
And some who were, or had been sick;
And some who thought to cheat Old Nick;
And some who liked the journey:

Which well they might when ways were safe;
And therefore rich and poor
Went in that age on pilgrimage,
As folks now make a tour.

The poor with scrip, the rich with purse,
They took their chance for better for worse,
From many a foreign land,
With a scallop-shell in the hat for badge,
And a Pilgrim's staff in hand.

Something there is, the which to leave
Untold would not be well,
Relating to the Pilgrim's staff,
And to the scallop-shell.

For the scallop shows in a coat of arms,
That of the bearer's line
Some one, in former days, hath been
To Santiago's shrine.

And the staff was bored and drilled for those
Who on a flute could play,
Ant thus the merry Pilgrim had
His music on the way. 
 


THE LEGEND


PART I

Once on a time, three Pilgrims true,
Being Father and Mother and Son,
For pure devotion to the Saint,
This pilgrimage begun.

Their names, little friends, I am sorry to say,
In none of my books can I find;
But the son, if you please, we'll call Pierre,
What the parents were call'd, never mind.

From France they came, in which fair land
They were people of good renown;
And they took up their lodging one night on the way
In La Calzada town.
Now, if poor Pilgrims they had been,
And had lodged in the Hospice instead of the Inn,
My good little men and women,
Why then you never would have heard,
This tale of the Cock and the Hen.

For the Innkeepers they had a daughter,
Sad to say, who was just another,
As Potiphar's daughter, I think, would have been
If she follow'd the ways of her mother.

This wicked woman to our Pierre
Behaved like Potiphar's wife;
And, because she fail ' d to win his love,
She resolved to take his life.

So she pack'd up a silver cup
In his wallet privily;
And then, as soon as they were gone,
She raised a hue and cry.

The Pilgrims were overtaken,
The people gather'd round,
Their wallets were search'd, and in Pierre's
The silver cup was found.

They dragg'd him before the Alcayde;
A hasty Judge was he,
'The theft: he said, 'was plain and proved,
And hang'd the thief must be.'
So to the gallows our poor Pierre
Was hurried instantly.

If you should now relate
The piteous lamentation,
Which for their son these parents made,
My little friends, I am afraid
You'd weep at the relation.

But Pierre in Santiago still
His constant faith profess ' d;
When to the gallows he was led,
"Twas as short way to Heaven,' he said,
'Though not the pleasentest.'

And from their pilgrimage he charged
His parents not to cease,
Saying that unless they promised this,
He could not be hang'd in peace.

They promised it with heavy hearts;
Pierre then, therewith content,
Was hang'd: and they upon their way
To Compostella went.


 

PART II

Four weeks they travell'd painfully,
They paid their vows, and then
To La Calzada's fatal town
Did they come back again.

The Mother would not be withheld,
But at once she must see
Where her poor Pierre was left to hang
Upon the gallows tree.

Oh tale most marvellous to hear,
Most marvellous to tell!
Eight weeks had he been hanging there,
And yet was alive and well!

'Mother,' said he, 'I am glad you're return'd
It is time I should now be released:
Though I cannot complain that I'm tired,
And my neck does not ache in the least.

'The Sun has not scorch'd me by day,
The Moon has not chill'd me by night;
And the winds have but help'd me to swing,
As if in a dream of delight.

'Go you to the Alcayde,
That hasty Judge unjust,
Tell him Santiago has saved me,
And take me down he must!'

Now, you must know the Alcayde,
Not thinking himself a great sinner,
Just then at table had sate down,
About to begin his dinner.

His knife was raised to carve,
The dish before him then;
Two roasted fowls were laid therein,
That very morning they had been
A Cock and his faithful Hen.

In came the Mother wild with joy;
'A miracle! ' she cried;
But that most hasty Judge unjust
Repell ' d her in his pride.

'Think not,' quoth he, 'to tales like this
That I should give belief!
Santiago never would bestow
His miracles, full well I know,
On a Frenchman and a thief.'

And pointing to the Fowls, o'er which
He held his ready knife,
'A easily might I believe
These birds should come to life!'

The good Saint would not let him thus
The Mother's true request withstand,
So up rose the Fowls in the dish,
And down dropt the knife from his hand.

And when each would have open'd its eyes,
For the purpose of looking about them,
They saw they had no eyes to open,
And that there was no seeing without them.

All this was to them a great wonder;
They stagger'd and reel'd on the table;
And either to guess where they were,
Or what was their plight,
or how they came there,
Alas! they were wholly unable.

Because, you must know,
that that morning,
A thing which they thought very hard,
The Cook had cut off their heads,
And thrown them away in the yard.

The Hen would have prank'd up her feathers,
But plucking had sadly deformed her;

And want of them she would have shivered with cold,
If the roasting she had had not warm ' d her.
And the Cock felt exceedingly queer;
He thought it a very odd thing
That his head and his voice were he did not know where,
And his gizzard tuck'd under his wing.

The gizzard got into its place,
But how Santiago knows best:
And so, by the help of the Saint,
Did the liver and all the rest.

The heads saw their way to the bodies,
In they came from the yard without check,
And each took its own proper station,
To the very great joy of the neck.

And in flew the feathers, like snow in a shower,
For they all became white on the way;
And the Cock and the Hen in a trice were refledged,
And then who so happy as they!

The Cock would have crow'd if he could;
To cackle the Hen had a wish;
And they both slipt about in the gravy
Before they got out of the dish.

Cluck! cluck! cried the Hen right merrily then,
The Cock his clarion blew,
Full glad was he to hear again
his own cock-a-doo-del-oo!
 

 
PART III


'A miracle!' a miracle!'
The people shouted, as they might well,
When the news went through the town;
And every child and woman and man
Took up the cry, and away they ran
To see Pierre taken down.

They made a famous procession;
My good little women and men,
Such a sight was never seen before,
And I think will never again.

Santiago's lmage, as large as life,
Went first with banners and drum and fife;
And next, as was most meet,
The twice-born Cock and Hen were borne
Along the thronging street.

Perch'd on a cross-pole hoisted high,
They were raised in sight of the crowd;
And, when the people set up a cry,
The Hen she cluck'd in sympathy,
And the Cock he crow'd aloud.

And because they very well knew for why
They were carried in such solemnity,
And saw the Saint and his banners before ' em,
They behaved with the greatest propriety,
And most correct decorum.

The knife, which had cut off their heads that morn,
Still red with their innocent blood, was borne,
The scullion boy he carried it;
And the Skewers also made a part of the show,
With which they were truss'd for the spit.

The Cook in triumph bore the Spit
As high as he was able;
And the Dish was display'tl whereín they were laid
When they had been served at table.

With eager faith the crowd prest round;
There was a scramble of women and men
For who should dip a finger-tip
In the blessed Gravy then.

Next went the Alcayde, beating his breast,
Crying aloud like a man distrest,
And amazed at the loss of his dinner,
'Santiago, Santiago!
Have mercy on me a sinner!'
And lifting oftentimes his hands

Towards the Cock and Hen,
'Orate pro nobis!' devoutly he cried,
And as devoutly the people replied,
Whenever he said it, 'Amen!'

The Father and Mother were last in the train;
Rejoicingly they came,
And extoll'd, with tears of gratitude,
Santiago's glorious name.

So, with all honours that might be,
They gently unhang'd Pierre;
No hurt or harm had he sustain'd,
But, to make the wonder clear,
A deep black halter-mark remain'd
Just under his left ear.



 

PART IV


And now, my little listening dears
With open mouths and open ears,
Like a rhymer whose only art is
That of telling a plain unvarnished tale,
To let you know I must not fail,
What became of all the parties.

Pierre went on to Compostella
To finish his pilgrimage,
His parents went back with him joyfully,
After which they returned to their own country;
And there, I believe, that all the three
Lived to a good old age.

For the gallows on which Pierre
So happily had swung,
It was resolved that never more
On it should man be hung.

To the Church it was transplanted,
As ancient books declare:
 And the people in commotion,
With an uproar of devotion,
Set it up for a relic there.

What became of the halter I know not,
Because the old books show not;
But we may suppose and hope,
That the city presented Pierre
With that interesting rope.

For in his family, and this
The Corporation knew,
It rightly would be valued more
Then any cordon blue.

The Innkeeper's wicked daughter
Confess'd what she had done,
So they put her in a Convent,
And she was made a Nun.

The Alcayde had been so frighten'd
That he never ate fowls again;
And he always pull'd off his hat
When he saw a Cock and a Hen.
Wherever he sat at table
Not an egg might there be placed;
And he never even muster' d courage for a custard,
Though garlic tempted him to taste
Of an omelet now and then.

But always after such a transgression
He hasten'd away to make confession;
And not till he had confess'd,
And the Priest had absolved him, did he feel
His conscience and stomach at rest.

The twice-born Birds to the Pilgrim's Church,
As by miracle consecrated,
Were given; and there unto the Saint
Théy were-publicly dédicated.

At their dedication the Corporation
A fund for their keep supplied;
And after following the Saint and his banners,
This Cock and Hen were so changed in their manners,
That the Priests were edified.

Gentle as any turtle-dove,
Saint Cock became all meekness and love;
Most dutiful of wives,
Saint Hen she never peck'd again,
So they led happy lives.

The ways of ordinary fowls
You must know they had clean forsaken;
And if every Cock and Hen in Spain
Had their example taken,
Why then ...the Spaniards would have had
No eggs to eat with bacon.

These blessed Fowls, at seven years end,
In the odour of sanctity died;
They were carefully pluck'd, and then
They were buried, side by side.

And lest the fact should be forgotten,
(Which would have been a pity,)
'T was decreed, in honour of their worth,
That a Cock and Hen should be borne henceforth
In the arms of that ancient City.

Two eggs Saint Hen had laid, no more;
The chicken were her delight;
A Cock and Hen they proved,
And both, like their parents, were virtuous and white.

The last act of the Holy Hen
Was to rear this precious brood; and, when
Saint Cock and she were dead,
This couple, as the lawful heirs,
Succeeded in their stead.

They also lived seven years,
And they laid eggs but two,
From which two milk-white chicken
To Cock and Henhood grew;
And always their posterity
The self -same course pursue.
Not one of these eggs ever addled,
(With wonder be it spoken!)
Not one of them ever was lost,
Not one of them ever was broken.
 
Sacred they were; neither magpie, nor rat,
Snake, weasel, nor marten approaching them:
And woe to the irreverent wretch
Who should ever dream of poaching them!

Thus then is this great miracle
Continued to this day;
And to their Church all Pilgrims go,
When they are on the way;
And some of the feathers are given them;
For which they always pay.

No price is set upon them,
And this leaves all persons at ease;
The Poor give as much as they can,
The rich as much as they please.

But that the more they give the better,
Is very well understood;
Seeing whatever is thus disposed of,
Is for their own souls' good;

For Santiago will always
Befriend his true believers;
And the money is for him, the Priests
Being only his receivers.

To make the miracle the more,
Of these feathers there is always store,
And all are genuine too;
All of the original Cock and Hen,
Which the Priests will swear is true.

Thousands a thousand times told have bought them,
And if myriads and tens of myriads sought them,
They would still find some to buy;
For however great were the demand,
So great would be the supply.

And if any of you, my small friends,
Should visit those parts, I dare say
You will bring away some of the feathers,
And think ofold Robin Gray.

 

 

PRELUDIO


"¡Narra una historia, buen Robin Gray!
en esta Navidad hermosa;
estamos en gloria, cuenta pues la historia
ya sea en verso o en prosa.

¡Abre ese cofre, buen Robin Gray!
sabémoslo repleto de oro;
saca ese crimen, ese duende o espectro
o un cuento de un gallo y un toro."85

"Un cuento de gallos y toros
mis pequeños, yo no hallo
pero servirá si os cuento
uno de gallina y gallo."


INTRODUCCIÓN

Ya conocéis a Santiago de España,
de los Siete Campeones, cuyo celo
les hizo buenos caballeros en vida,
después ermitaños, y santos del Cielo

Su historia gozó de gran prestigio
y todavía lo ha de mantener;
pequeños, sé que ya la habéis leído,
o si no, ahora lo podéis hacer.

De Santiago ese libro proclama
sus hazañas renombradas
pero las más asombrosas
son en España narradas.

Navegaba un día un barco
de marfil elaborado,
que guardaba su cabeza
de santidad perfumado.

Y así, aunque entonces no tenía cabeza
después tendría un par;
y tantos milagros podían obrar
que la falsa de la verdadera
era imposible diferenciar*

Y cómo luchó contra los Moros
sobre un corcel color blanco:
ante las historias de los hispanos,
Munchausen se queda manco.86

Pero en los últimos años
no tomó en la guerra parte;
se abstuvo de atacar con fiera saña
cuando nuestro Duque, en marcial campaña echó a los franceses de España
y conquistó a Bonaparte.87

Pero en España aún se le venera,
y se cree en él con fe sincera:
Santiago es allí santo patrón;
y si alguien no cree estas historias,
ya probará la Inquisición.

Durante ochocientos años
en su Iglesia en Compostela
peregrinos visitaron
su cuerpo y una cabeza.

Allí viejas cuentas saldaban
y se entregaban boletos
para evitar los peajes
entre camposanto y Cielo.

Así unos cumplían el voto
que hicieron ante un aprieto;
para otros, ser peregrinos,
era agradable comercio.

Y otros, porque creían
que si en su mortal etapa,
no hacían peregrinaje
tendrían que hacer este viaje
cuando su vida acabara.

Unos para reparar sus culpas
en persona o por poder;
otros por estar enfermos;
o por burlar al infierno;
o cual viaje de placer;

cuando los caminos eran seguros;
el rico y el pobre lo mismo
peregrinaban entonces
como ahora se hace turismo

Los pobres con vales, los ricos con monederos
arriesgaban sus destinos por aquellos senderos,
venidos de muchos pueblos lejanos
con una venera en el gorro como signo
y una vara de peregrino en sus manos.

Si no os contara un detalle
sería omisión lastimera,
sobre el bastón de peregrino
y la concha llamada venera.

Si la hallas en escudo nobiliario
es porque alguien de aquel linaje
alguna vez marchó al santuario
de Santiago en peregrinaje.

Y la vara era portada y perforada
para quien sonar flauta podía,
y así el jovial romero disfrutaba
de su música en la travesía.
 


LA LEYENDA


PARTE I

Eranse una vez tres peregrinos,
-un hijo hacía a sus padres compañía-
por pura devoción hacia el Santo
llegaron a emprender la romería.

Sus nombres, mis pequeños, yo me temo,
en parte alguna los pude encontrar;
llamemos Pierre al hijo si os place,
y los de sus padres, vamos a ignorar.

De Francia venían, y eran familia
prestigiosa y reputada;
siguiendo el Camino, hicieron un alto
esa noche en La Calzada.

Mas si hubieran sido pobres
a Hospicio habrían ido y no a Posada,
de haber sido así, mis amiguitos
esta historia de aquel gallo y la gallina
no sería como ahora relatada.

Tenían los venteros una hija
que a mi me recuerda a la de Putifar,88
si el ejemplo de su madre ella siguiera
no la habría tan similar.

Como la mujer de Putifar, esta malvada
no pudo conseguir el ser querida
por Pierre, y al no obtener su amor
resolvió obtener su vida.

Y en el macuto del chico
una copa de plata metió
y en cuanto los tres se marcharon
con gran estruendo gritó.

Pararon a los peregrinos
la gente los rodeó
y en el macuto de Pierre
la copa de plata se halló.

Le llevaron al Alcaide
un juez muy apresurado:
"El robo es patente y probado
y hay que colgar al bandido",
dijo él, y así a la horca
el buen Pierre fue conducido.

Si os contara la amargura
de los padres y su llanto
por la suerte de su hijo,
mis pequeños, sé de fijo,
lloraríais otro tanto.

Mas de Pierre la fe en Santiago
aún permaneció inmutable;
y, camino a la horca, exclamó:
"Así hacia el Cielo atajo yo
si bien no es un modo agradable".

A que continuaran viaje
les exhortó el rapaz
pues si no lo prometían
no sería ahorcado en paz.

Lo prometieron con gran pesadumbre;
y Pierre, ya satisfecho, fue ahorcado:
sus padres de camino a Compostela
el viaje reemprendieron sin agrado.
 


PARTE II

Tras cuatro semanas de viaje en pesar
sus votos al fin presentaron,
y a la fatal ciudad de La Calzada
al cabo los dos regresaron.

La buena madre insistía
en visitar el lugar
donde a su pobre hijo Pierre
le llevaron a colgar.

Pero vio, ¡oh, maravilla!
al chico que estuvo colgando
las ocho largas semanas
¡aún vivito y coleando!

"Madre, qué alegría verte
bajarme de aquí ya quisiera:
mas no es que me halle cansado
y el cuello ni duele siquiera.

Ni el sol me abrasó ni la luna
me quiso a mí entumecer;
varios vientos me acunaron
como en sueño de placer.

Corre y dile al alcaide,
ese vil e injusto juez,
pues Santiago me ha salvado,
que me baje de una vez."

Mas hete aquí que el Alcaide,
quien no se cree pecador,
se dispone a un buen banquete
sentado en su comedor.

Ya iba a partir su cuchillo
el plato que había ante él;
carnes que antes de asadas
fueron aún esa mañana
un gallo y su gallina fiel.

La madre entró alborozada
"¡Un milagro!", ella gritó;
pero el Juez, en su soberbia
vil e injusto, replicó:

"¡No esperes que yo me crea
esa clase de invención!
Ningún milagro se ha hallado
que Santiago haya obrado
con un francés y un ladrón."

Y dijo apuntando a las aves
el cuchillo con porfía:
"Que estas recobraran vida,
más fácilmente creería".

Mas jamás ruegos de madre
fueron a Santiago en vano:
del plato saltaron las aves,
cayó el cuchillo de la mano.

Quisieron, pues, abrir los ojos
y sus alrededores contemplar,
mas no los encontraron en sus cuencas,
y sin ojos, vano era mirar.

Para ellos era pura maravilla;
sobre la mesa se tambaleaban,
incapaces de imaginar siquiera
cómo había acabado de aquella manera
ni cuándo ni por qué allí se encontraban.

Pues debéis saber que esa mañana
el chef les había cortado las cabezas
y al patio las había arrojado
con gran carencia de delicadeza.

Las plumas se quiso atusar la gallina
pero el desplume la había afeado;
e incluso habría temblado de frío
si antes no la hubieran tostado.

El gallo no salía de su asombro,
pensó que era una cosa bien compleja
que su voz y su cabeza se extraviaran
y bajo el ala se hallara su molleja.

Pero volvió la víscera a su sitio
-Santiago sabe cómo se hizo esto.
y así, con el socorro del buen Santo,
el hígado volvió, y también el resto.

Las cabezas se dirigieron a sus cuerpos
del patio vinieron sin interrupción,
y cuando ambas retornaron a sus puesto
el cuello fue presa de gran emoción.

También volaron las plumas, como copos de nieve
pues ambos quedaron blancos al momento.
El gallo y la gallina fueron reencarnados
y se pusieron locos de contento.

El gallo hubiera cantado
deseó la gallina cloquear;
y antes de salir pudieron
por la salsa patinar.

"Clo-cló", pió la gallina
el gallo su clarín sonó,
muy feliz de oír de nuevo
su propio "cocoricó".

 

 

PARTE III


¡Milagro, milagro!
la gente gritó, con mucha razón,
y ya la noticia estaba en boga
entre todo niño, hombre o mujer,
quienes, al oírla, corrían para ver
bajar a Pierre de la soga.

Hicieron una procesión famosa;
lo que antes nunca se vio,
ni se verá, mis pequeños,
os lo aseguro yo.

De estandartes, tambor y flautín acompañada
la imagen de Santiago, por la calle atiborrada,
desfilaba la primera en tamaño real;
después iban el gallo y la gallina redivivos
en un segundo puesto, como era natural.

En un palo transversal iban posados
por encima de las turbas fueron alzados,
y, ante los gritos de la gente,
la gallina cloqueó con simpatía,
y el gallo cantó con voz potente.

Y, pues que bien sabían los motivos
de ser así tratados, con tal solemnidad,
ante al Santo embanderado en el trayecto
se comportaron con extrema dignidad
y con el decoro más perfecto.

Del cuchillo que les hubo degollado
aún con sangre inocente ensuciado,
fue el mozo de cocina el portador;
y también se exhibía la broqueta
con que se les espetó en el asador.

Triunfalmente elevaba el cocinero
el espetón con todo su vigor;
y fue exhibido el plato donde otrora
fueron servidos en el comedor.

Con fe la multitud se amontonaba;
y entre ellos se produjo algarabía
por ver que hombre o mujer, siquiera un dedo,
en la salsa bendita mojaría.

Seguía el Alcaide, llorando de pena
con la angustia de quien perdiera su cena
y golpeábase el pecho con dolor
"¡Santiago, Santiago! Ten piedad de mí
que soy un pobre pecador."

Y alzaba sus manos devoto
a las aves y oraba también
"Orate pro nobis", rogaba
y el pueblo piadoso contestaba
cada vez que lo decía, "Amén".

Los padres, al final de aquel desfile,
mostraban una plena beatitud,
alababan el nombre de Santiago
y lloraban de pura gratitud.

Y así, con plenos honores,
y sin daño o herida alguna
bajaron a Pierre de la cuerda;
mas, para realzar milagro tal,
permaneció, bajo su oreja izquierda
una profunda marca de ronzal.




PARTE IV


Y ahora, mis oyentes queridos
con bocas abiertas y abiertos oídos;
como rimador cuyo único arte
es contar un cuento simple sin ornato,
no habré de omitiros el relato
de lo que aconteció a cada parte.

Por concluir su peregrinación
Pierre prosiguió hasta la ciudad
de Compostela con sus padres 
gozosos. Un tiempo después,
volvieron a su país los tres
y allí alcanzaron longevidad.

En la horca en que fue Pierre
felizmente columpiado
se resolvió que ya nunca
sería hombre alguno colgado.

Se transplantó a la Iglesia,
como los libros dijeron:
y la gente en conmoción,
en un arranque de devoción,
de reliquia la exhibieron.

Qué acaeció al ronzal ya no lo sé,
en los libros antiguos no lo hallé;
pero es de suponer y desear
que la ciudad regaló a Pierre
esta cuerda digna de admirar.
Pues en su familia -y esto
lo supo la corporación -
más valor se le daría
que a una condecoración.

La hija del posadero
confesó su acción malvada,
la llevaron a un convento
y fue monja consagrada.

Tanto se asustó el Alcaide
que aves no volvió a probar
y el sombrero se quitaba
ante un ave de corral.

Si se sentaba a la mesa
ni un huevo podía encontrar;
y nunca se atrevió con las natillas,
aunque el ajo de las tortillas
bien le solía tentar.

Pero siempre, tras tal transgresión
se apresuraba a hacer la confesión;
y hasta que no lo hiciera pesaroso
y el cura le absolviera, no sentía
su alma y su estómago en reposo.
Las aves redivivas en la iglesia del Peregrino
por milagro consagradas,
fueron dadas; y allí públicamente
al Santo quedaron dedicadas.

Ese día la Asamblea dio a las aves
un fondo para su sostén y cuidado;
tras seguir al Santo y sus banderas
tanto habían mejorado sus maneras
que el clero quedó muy edificado.

Como un tórtolo amoroso
San Gallo se volvió manso y cariñoso;
como devota esposa
Santa Gallina ya jamás picó,
y ambos vivieron vida venturosa.

La usanza vulgar de las aves
juzgaron vulgar desatino;
si cada gallo o gallina
siguieran similar camino
pues..., no podrían los hispanos
tomar huevos con tocino.

Tras siete años, las aves benditas
murieron en olor de santidad;
las desplumaron con cuidado, y después
las enterraron en mutua vecindad.

Y para que no fueran olvidadas
(lo cual hubiera sido una contrariedad)
se decretó que, en honor de su valía,
la imagen de ambos se incluiría
en el escudo de la ilustre ciudad.

No más de dos huevos Santa Gallina incubó,
los pollitos fueron su satisfacción;
macho y hembra resultaron ser,
y, como sus padres, dechados de perfección.

La última acción de la gallina sagrada
fue criar a esta prole preciada;
y cuando San Gallo y ella murieron,
la pareja, sus legítimos herederos,
en su puesto, en fin, les sucedieron.

Pusieron dos únicos huevos
en su siete años de edad,
y llegaron los blancos pollitos
a la gallo- y gallinidad;
y siempre el mismo modelo,
siguió su posteridad.

Con éxtasis digamos lo que sigue:
ninguno de esos huevos podrido salió,
ninguno de ellos fue jamás perdido
y ninguno de ellos jamás se rompió.

Sagrados eran. y no pudieron urraca,
rata, sierpe, comadreja o marta hurtarlos:
y ¡ay del desgraciado e irreverente
que siquiera soñara con robarlos!

Y de este modo persiste
milagro tan verdadero;
y en su iglesia hace un alto
en el camino el viajero;
quien recibe algunas plumas
por las que paga dinero.

No hay precio fijo sobre ellas,
y esto trae paz a la gente;
el pobre da lo que puede,
y lo que quiere, el pudiente.

Cuanto más den es mejor,
esta idea bien se entiende;
si es por el bien de su alma
por lo que uno se desprende.

Pues Santiago siempre será amigo
de sus genuinos creyentes
y el dinero es para él, los curas
son sólo sus recipientes.

Para dar motivo más de admiración,
de esas plumas siempre hay provisión.
y todas son, por cierto, verdaderas,
del Gallo y Gallina originales,
los sacerdotes juran muy de veras.

Miles y millones las compraran
y si otras miríadas las buscaran
aún encontrarían buen surtido;
por muy grande que sea la demanda
mayor el suministro habrá sido.

Y si alguno de vosotros, mis pequeños,
visitáis el lugar y veis lo que hay,
seguro que traeréis algunas plumas
y recordaréis al viejo Robin Gray.

 

* Whereby, my little friends, we see
That an original may sometime be
No better than its fac-simile;
A useful truth I trow,
Which picture-buyers won't believe,
But which picture-dealers know.

Young Connoisseurs who will be!
Remember I say this,..
For your benefit hereafter,..
In a parenthesis.

And not to interrupt
The order of narration,
This warning shall be printed
By way of annotation.

 

85[" En inglés. un "cuento de gallo y toro" significa lo que en castellano se entiende por "un cuento chino". (N. del T.) ]

* Sacad, mis pequeños, lección:
con frecuencia, una imitación
no es peor que el original;
si de arte sois compradores
esta verdad es muy útil,
y la saben los vendedores.
A jóvenes connoisseurs
algún día llegaréis,
os lo pongo entre paréntesis
para que os acordéis.
y para no interrumpir
el orden de narración,
esta advertencia se imprime
a modo de anotación.

86 Karl Friedrich Hieronymus, barón de Münchhausen (1720-1797). Militar y aventurero alemán, famoso por entretener a sus huéspedes con increíbles historias relativas a sus viajes o hazañas de guerra. Fueron recogidas y publicadas en inglés por Rudolph E. Rospe en 1785. (N.del T.)

87 Se refiere a Arthur Colley Wellesley, duque de Wellington (1769-1852). En 1809 fue nombrado jefe del ejército británico que operaba en la Península Ibérica, y más tarde, general del ejército español. En 1813 inició una campaña generalizada contra los franceses, a los que expulsó de España definitivamente en las batallas de Vitoria, San Marcial, Orthez y Toulouse. En 1815 llevó el mando del ejército aliado que derrotó a Napoleón en Waterloo. En esta estrofa se percibe el sentimiento antinapoleónico de Southey que comentamos en la introducción. (N. del T.)

88 Putifar aparece en la Biblia como el oficial de la corte de Egipto a quien fue vendido José, el hijo de Jacob. La mujer de Putifar intentó seducir a José, quien la rechazó. La precipitación de los versos de Southey hace que se compare primero a la hija del ventero con la hija de Putifar y luego con la mujer de éste. (N. del T.)

 

 

 

 

 

 

 

 
 

INDICE

   

 Introducción

11
   

 I. Los peregrinos ingleses medievales a Santiago de Compostela

15
   
      II. Peregrinos ingleses desde el siglo XVI hasta el XIX. 23

2.1. The Fyrste Boke ofthe Introduction of Knowledge made by Andrew

BoordeofPhysycheDoctor(1870)

25

2.2. Rare Adventures and Painful Peregrinations de William Lithgow

(1632)

30

2.3. The Pilgrim to Compostella; Being the Legend of a Cock and a Hen,

to the Honour and Glory of Santiago de Robert Southey (1829)

34

2.         2.4. A Handful for Travellers in Spain (1845) y Gatherings from Spain (1846)

de Richard Ford

 35
   

III.El peregrino inglés contemporáneo

39
         3.1. Textos de viajeros 41
         3.2. Textos de peregrinos 46
   
     IV. Santo Domingo de la Calzada, que cantó la gallina después de asada ... 69
         4.1. Versiones de los siglos XVI al XIX 70
         4.2. Versiones contemporáneas  74
   

Apéndice

81
         The pilgrim to Compostella  85
         El peregrino a Compostela 97
         Bibliografía 109
   
   
 

 

 

          MARÍA LUISA LAZARO LARRAZ (Zaragoza, 1954) es licenciada en Filología Inglesa y profesora en el Departamento de Filologías Modernas de la Universidad de La Rioja. Ha investigado sobre la novela norteamericana contemporánea y el postmodernismo, y en la actualidad ultima su tesis doctoral sobre la intertextualidad en la obra de Paul Auster. Ha colaborado en el suplemento cultural del diario La Rioja como comentarista de novelas norteamericanas, e imparte docencia en talleres de iniciación a la escritura en el Ateneo Riojano.

          CARLOS VILLAR FLOR (Santander, 1966) es doctor en Filología Inglesa por la Universidad de Oviedo y profesor titular en el Departamento de Filologías Modernas de la Universidad de La Rioja. Su investigación académica se ha centrado en la literatura artúrica medieval y en la novela inglesa e irlandesa de mediados de siglo XX. Ha escrito varios artículos sobre autores como Evelyn Waugh, Graham Greene, C.S. Lewis o Flann O'Brien, y ha publicado los libros Personaje y caracterización en las novelas de Evelyn Waugh (Logroño, 1997) y la edición crítica y traducción de Hombres en armas (Madrid, 2003). Ha organizado sendos congresos académicos con ocasión de los centenarios de Waugh (2003) y Greene (2004). Como creador ha publicado el poemario Relinchos de luciérnaga (Oviedo, 1997), el libro de relatos Hay cosas peores que la lluvia (Oviedo, 1998) y la novela Calle Menor (Madrid, 2004).

 

VIAJEROS Y PEREGRINOS INGLESES EN EL CAMINO DE SANTIAGO RIOJANO
FILOLOGÍA Nº. 21
IER
LOGROÑO 2004

 

 

Camino de Santiago

 

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