Esta composición está formada por el dintel (en espejo) de la sacristía del Monasterio de la Piedad de Casalarreina. Para saber más de este Monasterio seguir el enlace al fichero PPS.

 

 

ÍNDICE

 

INTRODUCCIÓN...............................................................................................................................................................

LA COMUNICACIÓN: HABLAS, DIALECTOS Y LENGUAS..................................................................................................

ORÍGENES DEL CASTELLANO Y PERÍODO DE FORMACIÓN (S. X-XV)............................................................................

SIGLO XVI-XVII: LOS SIGLOS DE ORO. EVOLUCIÓN DEL CASTELLANO..........................................................................

DEL SIGLO XVIII AL SIGLO XX. EL CASTELLANO CONTEMPORÁNEO..............................................................................

LAS OTRAS LENGUAS ESPAÑOLAS..............................................................................................................................

POR QUÉ EL CASTELLANO: MOTIVOS DE LA EXPANSIÓN FRENTE A LAS OTRAS LENGUAS ESPAÑOLAS...................

EL CASTELLANO DE AMÉRICA......................................................................................................................................

EL CASTELLANO EN FILIPINAS......................................................................................................................................

EL CASTELLANO EN ÁFRICA: GUINEA, EL SÁHARA, SIDI-IFNI Y MARRUECOS ..............................................................

LA ENSEÑANZA DEL CASTELLANO COMO SEGUNDA LENGUA: EL INSTITUTO CERVANTES..........................................

EL CASTELLANO EN INTERNET Y NUEVAS TECNOLOGÍAS............................................................................................

EL CASTELLANO HOY EN DÍA: NUEVA EXPANSIÓN ......................................................................................................

DEBERES DE LOS USUARIOS DEL CASTELLANO..........................................................................................................

LA UNIDAD DEL CASTELLANO........................................................................................................................................

BIBLIOGRAFÍA................................................................................................................................................................

 

 
 

 

«La sangre de mi espíritu es mi lengua, y mi patria es allí donde resuene soberano su verbo, que no amengua su voz por mucho que ambos mundos llene».

 

«Lenguaje de blancos y de indios, y de negros, y de mestizos, y de mulatos; lenguaje de cristianos católicos y no católicos, y de no cristianos, y de ateos; lenguaje de hombres que viven bajo los más diversos regímenes político».

Miguel de Unamuno


 

INTRODUCCIÓN 

 

¿Castellano en el mundo o español en el mundo? ¿Lengua castellana o lengua española? Ésta fue la primera cuestión que se planteó a la hora de comenzar este trabajo. Normalmente, el título es un tema que se deja para el final o, quizás, en medio de la elaboración de un escrito, nos vengan de improviso a la mente las palabras geniales y originales que lo conformarán. Sin embargo, en este caso el título se planteó como prioridad, ya que ambos términos pueden considerarse sinónimos o, por el contrario, pueden implicar una serie de conceptos muy diferentes entre sí e, incluso, antagónicos. Estos conceptos hacen referencia a planteamientos históricos, políticos, culturales, personales... Tanto es así, que ni siquiera los miembros de la actual Real Academia Española se ponen de acuerdo. Existen opiniones para todos los gustos entre los académicos, aunque el nombre «oficial» que prevalece es el de lengua española, tal y como se evidencia en el recientemente actualizado Diccionario de la Lengua Española. Éstas son algunas de las definiciones que encontramos en él para la palabra castellano:

 

«Natural de Castilla./4. Lengua española, especialmente cuando se quiere introducir una distinción respecto a otras lenguas habladas también como propias en España./5. Dialecto románico nacido en Castilla la Vieja, del que tuvo su origen la lengua española./6. Variedad de lengua española hablada modernamente en Castilla la Vieja». Y así hasta quince diferentes definiciones o acepciones para este término.

 

Veamos ahora qué dice el Diccionario sobre el español:

 

«Natural de España./3. Lengua común de España y de muchas naciones de América, hablada también como propia en otras partes del mundo». En este caso, son sólo tres las definiciones.

 

La polémica se remonta ya al siglo XVI y desde entonces ha habido todo tipo de opiniones. Cuando Carlos V llega a España para ocupar el trono, no conoce la lengua. Sin embargo, el 17 de abril de 1536 en Roma, proclama ante el Papa Pablo III y ante toda Europa que España es su patria y el español su lengua: «Mi lengua española es tan noble que merece ser sabida y entendida de toda la gente cristiana». Hay que tener en cuenta que en esa época pertenecen a España el Milanesado, Sicilia y Nápoles, por lo que el castellano era una lengua extendida en Italia, aunque siempre prevaleció el uso de las lenguas autóctonas. La lengua diplomática era entonces el latín, pero aún así el Emperador hace su discurso en castellano; claro que hay que tener en cuenta la rivalidad existente con Francisco I de Francia por los territorios del norte de Italia y que el francés se había aliado a los turcos, enemigos de la cristiandad. Carlos V sabía hablar francés pero no quiere hacerlo en este caso, probablemente parar no dar importancia a la lengua francesa. En esta anécdota, hay que destacar que Carlos V desea que el castellano sea reconocido como lengua de la cristiandad.

 

Cuando al principio comienza a diferenciarse del latín, recibe el nombre de romance o román. Por ejemplo, Gonzalo de Berceo la denomina román paladino. Más adelante, el término oscila entre romance y castellano. Nebrija, por ejemplo, publica en 1492 su Gramática de la lengua castellana y también el Vocabulario de romance en latín.

 

 

Juan de Valdés, que en el siglo XVI escribe en Nápoles el Diálogo de la lengua, a veces dice lengua castellana y otras vocablos españoles.

 

En el Siglo de Oro, Cervantes prefiere emplear castellano o lengua castellana, mientras que Quevedo utiliza español y lengua española. Baltasar Gracián se decanta por el español.

Ya en el siglo XX, Menéndez y Pelayo emplea castellano para la lengua y español para referirse a la gente y a la cultura, mientras que Menéndez Pidal es un acérrimo defensor del término español.

 

La RAE utilizó el término castellano desde su fundación en 1713 hasta 1923, en que utilizó las palabras lengua española para referirse a su diccionario y a sus publicaciones sobre gramática.

 

Tampoco las constituciones de los países en los que se habla esta lengua se ponen de acuerdo (ni falta que hace: hay plena libertad para optar por un término u otro). En las constituciones de Nicaragua, Honduras, Guatemala, Cuba, Puerto Rico y Paraguay se habla de español. En las Constituciones de Colombia, Venezuela, Ecuador y Perú se habla de castellano. México opta por idioma nacional. La Constitución española de 1978, en el artículo 3, dice lo siguiente, utilizando ambos términos:

 

«1. El castellano es la lengua española oficial del Estado (...).

  2. Las demás lenguas españolas serán también oficiales en las respectivas Comunidades Autónomas de acuerdo con sus Estatutos.  

  3. La riqueza de las distintas modalidades lingüísticas de España es un patrimonio cultural que será objeto de especial respeto y protección».

 

¿Cuáles son los motivos que llevan a emplear un término u otro? Éstos son algunos:

Castellano:

-         Su origen fue Castilla

-         Evitar connotaciones de dependencia de la metrópoli, en el caso de los países americanos, por ejemplo.

-         Porque es un agravio comparativo con las otras lenguas españolas. Sería una imposición del centralismo castellano. Si existen varias lenguas en España ¿por qué llamar español a una de esas lenguas, en detrimento de las otras, igualmente españolas?

 

Español:

-         Porque aunque nace en Castilla, todos los españoles han contribuido a su formación, extendiéndose por todo el territorio nacional.

-         Es la lengua oficial de España, como el italiano (que nació en Toscana y no se denomina toscano) o el francés (que nació en la Isla de Francia).

 

En mi opinión, creo que tanto respeto merece un término como otro y que ambos son igualmente correctos. Se trata de un mismo concepto expresado de dos formas diferentes, tal y como existen tantas palabras sinónimas en nuestra lengua. Y digo que el mismo respeto merece cualquiera de los dos términos, puesto que, entre otros, intervienen los sentimientos humanos en esta elección. Es más posible que un catalán o un vasco emplee la palabra castellano y que, por el contrario, sea un castellano el que prefiera usar la palabra español. Con todo, no se puede generalizar. Tampoco en América existe uniformidad y los hablantes emplean uno u otro término. Y como en todas las cuestiones en las que intervienen los sentimientos estamos hablando de un factor subjetivo, es absurdo intentar convencer al otro de que estamos en posesión de la verdad absoluta. Esto mismo pasa cuando se habla de religión, fútbol o política. Todos sabemos, por experiencia, que es inútil enzarzarse en discusiones sobre cualquiera de esto tres temas, porque lo único que conseguiremos es un enfrentamiento y nunca se logra convencer al contrario. Intervienen los sentimientos. Así que creo que deberíamos añadir la cuestión castellano versus español, o español versus castellano, a la lista de temas tabú y respetar y aceptar cualquiera de las dos palabras. Mirándolo por el lado positivo, ¿cuántos ingleses pueden elegir entre más de una palabra para nombrar a la lengua de Shakespeare? Sólo una: inglés. Y ¿cuántos franceses pueden elegir entre más de una palabra para nombrar su lengua? Sólo una: francés. Y así, sucesivamente. Probablemente, nuestra lengua sea una de las pocas de todo el mundo que tiene dos palabras para nombrarla. El hablante es libre de optar entre dos términos o de utilizar ambos. Creo que esto lejos de crear un enfrentamiento, debería hacernos sentir satisfacción.

 

Algunos autores podrían señalar que el hecho de que existan dos términos para referirse a nuestra lengua oficial podría verse como el resultado de un problema político vinculado a la debilidad de nuestro Estado en la época contemporánea.

 

Pero como hemos dicho que en esta cuestión intervienen los sentimientos, permítanme expresar mi opinión. Personalmente, prefiero utilizar la palabra castellano pero cuando estoy fuera de España utilizo ambos términos indistintamente. Así que a lo largo de las siguientes páginas aparecerán las dos palabras: castellano y español.

 

Como dijo el gran lingüista Amado Alonso: «Castellano y español nombran a un mismo objeto con perspectivas diferentes».[1]

 

 

 

 

LA COMUNICACIÓN: HABLAS, DIALECTOS Y LENGUAS

 

«Todas las lenguas son la expresión de una identidad colectiva y de una manera distinta de percibir y de describir la realidad, por tanto tienen que poder gozar de las condiciones necesarias para su desarrollo en todas las funciones».[2]

 

«Cuando muere una lengua, se pierde una parte de la cultura humana para siempre».[3]

 

La comunicación, como dicen Fernando Lázaro Carreter y Vicente Tusón, es: «un acto mediante el cual un individuo establece con otro un contacto que le permite transmitirle una información».[4] La comunicación humana se establece mediante el lenguaje oral, escrito, visual, táctil, sonoro, olfativo, etc.

 

En la comunicación intervienen varios elementos: un emisor y un receptor, el mensaje, el canal a través del que se transmite el mensaje (aire, cable, etc.), un código (conjunto de signos que se combinan entre sí por medio de una serie de reglas conocidas por el emisor y el receptor) y un contexto. Todos estos factores contribuyen a que la emisión y recepción sean correctas o no.

 

Siguiendo con estos mismos autores, definen el lenguaje como la «capacidad que toda persona tiene de comunicarse con las demás personas, mediante signos orales y escritos».

 

La lengua o el idioma sería, por tanto, el resultado de combinar diferentes códigos y varía de una comunidad a otra. No está claro el número de lenguas que existen en la actualidad. Algunos estudios nos hablan de 3.000 lenguas, otros de 4.000 y otros, incluso, de 5.000. Las lenguas se agrupan en familias, es decir, forman una familia lenguas que derivan de una misma lengua. Por ejemplo, muchas lenguas de Europa derivan del indoeuropeo (hoy desaparecido). Dentro de una familia hay ramas. Un ejemplo es el latín que pertenece a la lengua indoeuropea y dio, a su vez, lugar a otras lenguas, llamadas románicas o romances (castellano, catalán, francés, italiano, gallego, rumano, provenzal, etc.). Otras ramas indoeuropeas fueron las lenguas célticas, eslavas y germánicas.

 

Toda lengua, ya sea mayoritaria en cuanto a número de hablantes o minoritaria, merece el mismo respeto, puesto que sus hablantes «contemplan y ordenan el mundo a través de su modalidad lingüística».[5] Es decir, no existen lenguas mejores ni peores, ni lenguas más dignas o menos dignas, ni lenguas más fáciles o más difíciles (para el nativo su lengua materna será siempre la más fácil y en cuanto a la facilidad en el aprendizaje de una segunda lengua, dependerá de su proximidad con nuestra lengua materna). No existen lenguas primitivas. Todas las lenguas poseen la misma importancia y dignidad y todas tienen la misma capacidad de expresión. Es decir, lo que se puede decir en inglés o castellano o chino (por nombrar las lenguas con mayor número de hablantes), sepuede expresar exactamente igual en aragonés, tagalo o gaélico. No existe ninguna base científica que pueda llevar a afirmar a un lingüista que una lengua sea más rica, más avanzada o más completa que otra. Podremos decir, eso sí, que una lengua posee una mayor producción literaria que otra, por supuesto. Pero eso tampoco la hace más importante frente a otras, ya que para cada persona su lengua materna es la que tiene mayor importancia porque es a través de ella que puede expresar sus más profundos sentimientos y porque es a través de ella que percibe el mundo en modo determinado. Es por eso, que la muerte de una lengua es siempre un hecho negativo, puesto que no sabremos nunca hasta dónde habría podido llegar esa lengua, como apunta Juan Carlos Moreno Cabrera[6]. Por ejemplo, si hubiera desaparecido el latín (hecho que históricamente hubiera podido ser real a causa de la expansión del etrusco) no habría existido el italiano y, por tanto, hoy no podríamos leer La Divina Comedia de Dante; o no habría existido el castellano y, por tanto, tampoco El Quijote. Es decir, la desaparición de una lengua es siempre un hecho que hay que lamentar porque no sabemos qué nos podía haber deparado. Se pierde una visión del mundo, diferente e irrepetible, que tenía una sociedad. Uno de los motivos que llevan a la muerte de una lengua es que los padres no la transmiten a los hijos, ya que por presiones externas se puede llegar a producir el desprecio hacia la propia lengua. Otras veces, el motivo que lleva a la desaparición de una lengua es política: a lo largo de la historia son muchas las ocasiones en que un gobierno ha prohibido que un pueblo se expresara en su lengua materna. O por genocidios: en los Estados Unidos se han perdido muchas de las lenguas indias, y otras muchas están en vías de extinción, por el genocidio llevado a cabo contra las poblaciones indias. Evidentemente, desaparecido el pueblo, desaparecida la lengua. Por desgracia, son muchos los ejemplos de represión lingüística. Este mismo caso es el que se da, por ejemplo, entre los aborígenes australianos. En un artículo aparecido en el diario ABC (1-9-02), firmado por Roser Panisello, se recogen las siguientes palabras de un líder indígena llamado Allan: «la situación sólo cambiará cuando podamos recuperar nuestras lenguas, nuestras culturas y nuestras tradiciones». Es decir, la posibilidad de expresarnos en nuestra lengua materna es algo que damos por hecho, algo a lo que no damos ninguna importancia, puesto que no hemos estado sometidos a presiones y prohibiciones. No hemos sido perseguidos ni castigados por expresarnos en la lengua de nuestros antepasados. Y es precisamente por la importancia que tiene la lengua para cada pueblo, que se convierte en su seña de identidad y en su punto vital de referencia, que cuando un gobierno quiere aniquilar el «peligro» que supone un grupo determinado, donde primero ataca es a la lengua, a la raíz, a la seña de identidad de cada pueblo.

 

Actualmente, en Europa existen varias lenguas en peligro de extinción: el romaní de los gitanos; el bretón, lemosín, gascón, auvernés y franco-provenzal en Francia; el frisón de los Países Bajos, Alemania y Dinamarca; el ludio, vepsio y vótico de Rusia; el cimbrio en Italia; el romanche en Suiza; el gaélico en Irlanda, etc. En España se encuentran en peligro de extinción el aragonés, que cuenta con tan sólo unos 30.000 hablantes, el bable con 20.000 hablantes y el aranés con 5.000. El euskera cuenta con unos 700.000 parlantes (aunque las estadísticas dan datos variables) pero no parece que esté en peligro de extinción porque los niños lo hablan y está experimentando un empuje y apoyo por parte de las autoridades. Llegados a este punto se podría entrar en una polémica acerca de la conservación artificial de una lengua, polémica en la que no vamos a entrar en este trabajo.

A la vista de esto, se plantea la cuestión de la denominación con que debemos referirnos a determinadas hablas: ¿lenguas o dialectos? En primer lugar, hay que decir que, contrariamente a lo que mucha gente piensa, el dialecto no es un término peyorativo. De hecho, el castellano, el catalán, el francés o el italiano, por ejemplo, son dialectos del latín que, con el tiempo, se han constituido en lenguas creando a su vez sus propios dialectos. Con el término dialecto no se designa a una lengua de menor rango, ya que toda lengua es un dialecto respecto a aquélla de la que procede. El latín es un dialecto del indoeuropeo, por ejemplo. Algunos dialectos llegan a constituirse en lenguas, aunque los criterios varían entre los lingüistas. Por ejemplo, para Lázaro Carreter, podemos denominar lengua a aquellas hablas que desarrollan una cultura propia y una tradición escrita y, además, tienen una norma culta, un modelo de lengua ideal en el que todos los hablantes de esa lengua se basan y reconocen como «buen inglés», «buen castellano», etc. Este modelo ideal de lengua es el que adoptan los hablantes cultos y los escritores. Sin embargo, en opinión del también citado Juan Carlos Moreno Cabrera, la diferencia entre lengua y dialecto, o lo que lleva a definir a un habla como lengua o como dialecto, se debe más a razones políticas que lingüísticas. Cuando un habla se extiende más que otra, nunca se debe a características propias de ese habla, sino a factores externos extralingüísticos. Y pone el siguiente ejemplo: en España hay una polémica sobre si el valenciano es dialecto del catalán o una lengua. Si se acude a un lingüista dirá que el valenciano está lo suficientemente próximo del catalán como para considerarlo dialecto de éste, lo que es cierto. Pero el mismo criterio sería válido para el gallego y el portugués: son lo suficientemente próximos como para considerarlos variedades de la misma habla, pero por motivos políticos se trata de dos lenguas diferentes, ya que hablamos de dos países diferentes.

 

Muchas veces, erróneamente, se considera el dialecto como sinónimo de habla inculta, mientras que la lengua sería sinónimo de habla culta. Sin embargo, no existen hablas incultas. Dialectos y lenguas son igualmente cultos. En ocasiones, el dialecto va asociado a una minoría étnica, por lo que el sentido peyorativo obedecería a motivaciones sociales y políticas de esa «élite» que habla una lengua más extendida y quiere imponerla a los otros grupos lingüísticos. Otros autores sostienen que una lengua se extiende más que otra por motivos prácticos y económicos, de modo que defienden que la tendencia actual es que unas lenguas prevalecen sobre otras porque la gente quiere entenderse y se considera de más prestigio expresarse en ciertos idiomas y además, hablar determinadas lenguas ayuda a encontrar trabajo. Así, muchas lenguas irían entrando en desuso y desapareciendo. Podría decirse que la «globalización», palabra tan de moda en los últimos años, también podría aplicarse a las lenguas. Sin embargo, esta situación se puede evitar a través de una buena política educativa y a través del apoyo de las autoridades.

 

Todas las hablas tienen variantes, aunque existe una lengua estándar o una norma culta en qué mirarse y estas variedades enriquecen el habla y son inevitables. La lengua tiene vida propia y se halla en continuo movimiento y evolución. Por tanto, la norma culta sería una variedad de una lengua que se ha elegido sobre las otras variedades porque, por motivos sociológicos, ha adquirido mayor prestigio.

 

A modo de conclusión, no se puede ni se debe descalificar otras lenguas porque para la comunidad que se expresa en esa lengua, aunque sea minoritaria, es tan digna como cualquier otra y para cada comunidad su lengua ordena su particular visión del mundo.

Todas las lenguas son potencialmente capaces de expresar cualquier concepto con la misma sensibilidad y riqueza. Dependerá sólo de la habilidad del usuario para expresarse o para plasmar por escrito lo que quiera expresar. Potencialmente, cualquier concepto puede ser expresado por cualquier lengua.

 

 

 

ORÍGENES DEL CASTELLANO Y PERÍODO DE FORMACIÓN (S. X-XV)

 

El castellano es una de las lenguas que cuenta con más hablantes en el mundo.

Aunque las estadísticas varían, el chino, con unos 800 millones de hablantes, ocupa el primer lugar. Le siguen el castellano y el inglés. El inglés cuenta con unos 350 millones de parlantes (hablamos de parlantes de lengua materna) y el castellano parece que cuenta ya con unos 400 millones. Digo parece, porque según las estadísticas, hay siempre unos millones arriba y abajo de diferencia, ya que los criterios a la hora de contabilizar el número de hablantes son diferentes. En el caso del castellano, que es la lengua que estamos tratando, las estadísticas varían según incluyamos o no a los sefarditas, (esta comunidad en la actualidad está formada por 4 millones y medio de personas, de los que unos 15.000 viven en España) o según consideremos castellanoparlante a toda la población de Perú o Guatemala, por ejemplo, (cuando en realidad parte de ella se expresa únicamente en aimara o en lenguas mayas y no conocen el castellano), o según los censos en determinados países, muchas veces antiguos e incompletos. Lo mismo sucede con el inglés: hay estadísticas que descartan a población indígena de Estados Unidos, Sudáfrica, Nueva Zelanda y Australia (aunque estamos hablando de cifras bajas porque en estas zonas se han producido verdaderos genocidios contra la población autóctona).

 

El caso es que segundo, tercero o cuarto (el hindi sería la cuarta lengua por número de hablantes, pero hay estadísticas que consideran que hay que unir hindi y bengalí, con lo cual pasaría al segundo lugar), el castellano es una lengua internacional, en la que se comunican muchos millones de personas en cuatro continentes, que está cobrando cada vez más importancia y prestigio a nivel mundial por sus figuras literarias y por motivos económicos (convenios comerciales como Mercosur), es la lengua oficial de más de veinte países, es la segunda lengua de Estados Unidos (con unos 30 millones de hablantes) y su enseñanza como lengua extranjera está experimentando un gran auge en todo el mundo (es destacable el caso de Brasil, o que el 60 por ciento de los estadounidenses que estudian una lengua extranjera elijan el español).

 

El chino es, por tanto, la lengua más hablada pero no se puede considerar internacional porque sólo se habla en China. Una lengua es internacional cuando es utilizada por personas que no la tienen como su lengua materna. La más internacional es el inglés, seguida probablemente por el francés y a continuación el castellano. El castellano ya fue lengua internacional entre los siglos XVI y XIX pero luego perdió peso como lengua internacional y en la actualidad lo está volviendo a recuperar, sobre todo en el continente americano, ya que en Europa las tres lenguas oficiales siguen siendo el inglés, francés y alemán. Aunque sí es cierto que últimamente ha aumentado mucho el número de estudiantes europeos de español y que el actual gobierno de España ha solicitado que el castellano sea considerado como una de las lenguas oficiales de la Unión Europea.

 

Vamos a analizar cuáles son los orígenes del castellano, que comenzó como un dialecto del latín en un pequeño reducto entre Burgos y Cantabria, y cuáles fueron los motivos y circunstancias históricas, políticas y económicas que llevaron a su expansión geográfica, primero por la Península Ibérica y luego más allá, traspasando fronteras americanas, asiáticas y africanas.

 

 

Llegada del latín a la Península

 

Cuando el Imperio Romano se anexiona la Península no existía una unidad lingüística: en el norte se hablaba vasco; por la zona de Levante se asentaban los iberos; los celtas ocupaban Galicia y Portugal; en Andalucía estaban los tartesios...

 

Los romanos llegan en el año 218 a.C. a Ampurias y su lengua, el latín, se va extendiendo por la Península, siendo asimilada por todos los pueblos. Van desapareciendo todas las lenguas, excepto el vasco que permanecerá en un área no romanizada. Es decir, con la romanización se produce la unidad lingüística. Algunas voces prerromanas subsisten hoy en día (vega, barro, losa, arroyo, cerveza, perro.). El latín que llega es un latín vulgar que hablan los soldados, aunque también hubo focos de latín culto, ya que Hispania fue cuna de escritores importantes como Séneca (24-66 d.C.) y Lucano (38-65 d.C.), ambos de Córdoba, o Marcial nacido en Calatayud en el año 40 d.C.

 

En el siglo V d.C. llegan a Hispania los pueblos germanos a través del Pirineo y el reino visigodo queda definitivamente establecido con Leovigildo en el año 568 con capital en Toledo. Adoptan el latín, la lengua de los vencidos, pero introducen una serie de cambios y germanismos (galardón, espía, agasajar, rico, yelmo, guerra, parra, guardia.).

 

En el año 711 entran los árabes por Gibraltar al mando de Tarik. En sólo siete años ocupan prácticamente toda la Península. Los cristianos se replegaron en el norte y así se fueron formando los primeros reinos peninsulares, aislados unos de otros, de forma que el latín fue evolucionando de forma distinta, con regionalismos y variantes locales. Así aparecerán el gallego, leonés, castellano, navarro-aragonés y catalán, además del mozárabe que era la lengua que resultó de la evolución del latín entre los cristianos que permanecieron en territorio árabe, pero se fue extinguiendo a medida que avanzaba la Reconquista hacia el sur y se iban imponiendo las lenguas de los reinos cristianos. Se conservan las jarchas como testigos de aquella lengua extinta. La Reconquista durará casi 800 años y finalizará en 1492 con la caída de Granada en manos de los Reyes Católicos. En estos casi ocho siglos de invasión mora numerosos arabismos se van incorporando a todas las lenguas románicas de la Península. En castellano proceden del árabe términos como alcalde, alguacil, alfombra, alfanje, aduana, talco, algodón, noria, aceituna, albornoz, azahar, jarabe, jinete y muchísimas otras.

 

 

Orígenes de la lengua castellana

 

La formación de las lenguas romances en Europa es un proceso lento en el que conviven un latín cada vez más vulgarizado y unas peculiaridades regionales, muy diferentes de un lugar a otro.

 

El castellano es el resultado de la evolución del latín en una zona entre el norte de Burgos y Cantabria. Nace en unos condados que dependen del reino de León pero los castellanos se rebelan contra esta dependencia. En el siglo X, el conde Fernán González, héroe de las leyendas castellanas, une en su persona los condados de Castilla, Asturias, Cerezo, Lantarón y Álava, creando así el gran Condado de Castilla, todavía dependiente de León. Lo hereda Sancho el Mayor de Navarra, quien lo erige en reino (año 1035), pero lo dividió a su muerte dejando Castilla a su hijo Fernando y Aragón a su hijo Ramiro. Esta división cambia el curso de la historia porque si el rey Sancho no hubiera dividido sus territorios, Navarra habría sido el reino más poderoso. Sin embargo, al quedar rodeado por Castilla y Aragón ya no podrá expandirse. El castellano, entonces, se va difundiendo con la Reconquista hacia el sur en forma de abanico invertido y los conquistadores lo llevarán a América, Filipinas y a las costas africanas.

 

 

Etimología de los términos castellano y español

 

Son varias las teorías que hablan del origen etimológico de la palabra castellano. Para algunos viene de Castilla, ya que en la zona había numerosos castillos, a causa de la Reconquista.

 

El arabista Jaime Oliver propone como origen Qastilya, nombre árabe de una región y ciudad de Túnez.

 

En cuanto al español procedería de Hispania, el nombre de la provincia romana, pero el gran Miguel de Unamuno escribió un artículo que apareció el 27 de junio de 1902 en el periódico Alrededor del mundo, titulado «España-Perejil y la isla de Calipso», en el que realizaba un análisis etimológico. Analizaba un trabajo filológico del francés Victor Bérard sobre los orígenes de la Odisea, en el que identificaba a la isla de Calipso con la isla de Perejil y sugería que el nombre de Hispania procedería de I-spania, la Isla del Escondrijo, o sea, Calipso. A Unamuno esta teoría le parece aceptable, aunque, por otra parte, considera que chocaba con otras corrientes de la época que defendían el origen vasco de la palabra. En este interesante y curioso artículo se explica que el nombre del islote de Perejil es el que se habría extendido dando nombre a España. Por otra parte, parece ser que la terminación -ol es de origen francés, y no español, lo que permitiría hacer ciertas reflexiones sobre el papel de los otros en la configuración de las identidades.

 

 

Primeros textos en castellano. Siglos X y XI

 

En este período conviven términos en latín y en las nacientes lenguas romances junto con lenguas prerromanas, diferentes en cada región. El latín se va fraccionando por la distancia y por la falta de comunicación entre unas regiones y otras y por la independencia de Roma.

 

Los primeros textos que se conservan escritos en castellano son las glosas que datan del siglo X y XI. Se trata sólo de palabras, anotaciones hechas por los monjes de Silos y San Millán que traducen al margen textos latinos. Estas anotaciones se realizaron sobre el códice 60 y el códice 46. Estas primeras palabras están escritas en el naciente dialecto navarro-aragonés, en la lengua vasca ya existente y en lengua romance. Sin embargo, el primer texto de una cierta extensión escrito en romance es un manuscrito de San Millán de la Cogolla que es un sermón de San Agustín y un monje tradujo íntegramente las tres últimas líneas.

 

 

En el siglo XI se produce un cambio político en la Península tras la muerte de Almanzor y la fragmentación del califato de Córdoba, que supone el fin de la supremacía militar árabe. Los reyes de taifas luchan entre sí y establecen alianzas con los reyes cristianos. Éstos empiezan a conquistar territorios: Toledo, Huesca y Zaragoza principalmente. Destaca en esta época la hegemonía navarro-castellana que sucede a la astur-leonesa.

 

 

El siglo XII

 

Alfonso VI (1072-1109) vuelve a unir los reinos de Castilla, León y Galicia, que había separado su padre Fernando I. Pero Alfonso VII (1126-1157) volvió a dividir Castilla y León entre sus dos hijos, Sancho III y Fernando II.

 

Al mismo tiempo, en Aragón, Alfonso I El Batallador (1104-1134) da un gran impulso a la Reconquista. Por otro lado, el Condado de Barcelona ocupa también un extenso territorio con parte de la actual Francia (Toulouse, Carcasona, Narbona, Foix...). Destaca Ramón Berenguer IV (1137-1162), casado con la reina Petronila de Aragón, que participó en la Reconquista. El hijo de ambos, Alfonso II (1162-1196) hereda Aragón y Barcelona, recibiendo ambos estados unidos el nombre de reino de Aragón.

 

Durante el siglo XII se produce una importante influencia de los clérigos franceses que ocuparon puestos eclesiásticos importantes en España y por su prestigio se adoptaron cambios en el castellano como la pérdida de la -e final en muchas palabras, aunque más adelante, en el siglo XIII, se volvió a recuperar esta -e por acción de Alfonso X. De todas formas, entre los siglos XII y XIV, la -e final se va perdiendo en castellano cuando va situada detrás de r, l, n, s, z y d (mese > mes; pane > pan), lo que, según Menéndez Pidal, es una influencia del árabe donde abundan las terminaciones consonánticas. Otras influencias en esta época entran a través del Camino de Santiago, ya que a partir del siglo XII el Papa concede el jubileo cada vez que la festividad de Santiago coincide en domingo. Además, es la época de las reformas de Cluny y el Císter y la llegada de las Órdenes Militares. Todos estos hechos influyen en las lenguas de la Península con la entrada de galicismos y provenzalismos.

 

La evolución de latín vulgar a las lenguas románicas es diferente de una zona a otra, pero puede considerarse a Burgos como el «primer centro unificador sobre las hablas locales de la Castilla originaria».[7] Además, con la incorporación de Toledo al reino de Alfonso VI aparece un nuevo foco de importancia lingüística, ya que en la primera mitad del siglo XII se funda la célebre escuela de traductores que puso a Occidente en contacto con las culturas y ciencias árabes y griegas. En esta escuela participaban traductores judíos, árabes y cristianos que se comunicaban entre sí en castellano. Las traducciones se van limitando al castellano, abandonando poco a poco el latín.

 

En el terreno artístico, se desarrolla el estilo románico, nacido el siglo anterior y que se irá extendiendo a lo largo del Camino. En este siglo da comienzo el desarrollo de la literatura en lenguas vulgares, destacando el poema de Mío Cid. Los juglares juegan un importante papel en la transmisión de la literatura oral: recitan poemas y cantares de gesta en los que se narra en verso hazañas de héroes. Esta escuela literaria recibe el nombre de Mester de Juglaría y a ella pertenecen, aparte del Cantar de Mío Cid, Los Siete Infantes de Lara y Sancho II de Castilla. Del siglo XI data La Chanson de Roland y del siglo XIII Roncesvalles. El desarrollo del teatro es más tardío aunque de esta época se conserva el Auto o Representación de los Reyes Magos.

 

 

El siglo XIII

 

Se trata de una época importante para la Reconquista. Alfonso VIII (1158-1214) vence a los almohades en la batalla de las Navas de Tolosa. Fernando III (1217-1252) unifica Castilla y León y Jaime I de Aragón (1213-1276) realiza grandes avances. Pedro III de Aragón (1276-1285) inicia la expansión por el Mediterráneo con la conquista de Sicilia. A Fernando III le sucede Alfonso X el Sabio (1252-1284), que influirá decisivamente en la lengua castellana. Este monarca deja de lado la Reconquista pero su labor cultural es fundamental por las traducciones al castellano, a la lengua vulgar, de obras griegas y latinas que habían quedado en el olvido tras la caída del Imperio Romano. De esta forma, se va unificando la grafía castellana, el léxico y la sintaxis. Traduce obras históricas, jurídicas, científicas y de entretenimiento, entre las que podemos nombrar el Lapidario, Siete Partidas, Crónica General de España, Grande e General Estoria. Alfonso X, además, escribe las Cantigas que son 402 poesías de alabanza a la Virgen en lengua gallega. La poesía galaico-portuguesa destaca asimismo con las cantigas de amigo (una mujer que se dirige al amado o amigo), las cantigas de amor (un hombre se dirige a su amada) y las cantigas de escarnio (satíricas). Conocemos nombres de sus autores: el rey Don Dionís de Portugal y Martín Codex entre otros.

 

Siguen los cantares de gesta desarrollados por los poetas del Mester de Juglaría. Nace el Mester de Clerecía, donde destaca Gonzalo de Berceo que es el primer poeta no anónimo que vivió en los monasterios de San Millán de la Cogolla (La Rioja) y Santo Domingo de Silos (Burgos). Entre sus obras podemos destacar Los Milagros de Nuestra Señora.

 

 

 

En cuanto al arte, sigue el románico y comienza la penetración del gótico. Nacen las primeras universidades (Palencia, Salamanca, Valladolid, Sevilla, Alcalá y Lérida). La Universidad de Salamanca, por nombrar una de ellas, fue fundada por Alfonso IX en 1218 y alcanzó gran prestigio con Alfonso X el Sabio. Actualmente, sigue siendo impulsora de la lengua castellana acogiendo a una importante comunidad de estudiantes extranjeros, además de elaborar los exámenes del DELE (Diploma de Español como Lengua Extranjera), que se realizan en las sedes del Instituto Cervantes en todo el mundo.

 

 

El siglo XIV

 

El contexto histórico que encontramos es el siguiente: se trata de una época de guerras civiles entre Pedro I el Cruel (1350-1369) y sus hermanos bastardos. Enrique III (1390­1406) comienza la conquista de las islas Canarias. Alfonso XI de Castilla vence a los moros en la batalla de El Salado (1340) y conquista Algeciras. Roger de Flor, al mando de las tropas catalano-aragonesas, lucha junto al Emperador Andrónico contra los turcos e instaura el ducado de Atenas. Alfonso IV de Aragón (1327-1336) conquista Cerdeña y Pedro IV el Ceremonioso de Aragón (1336-1387) conquista Sicilia.

 

Mientras, en Europa comienza la Guerra de los Cien Años (1328-1453) y se produce el Cisma de Occidente (1378-1418) con dos Papas: Urbano VI y Clemente VII. Termina con el Concilio de Constanza y un único Papa: Martín V. En esta época, destacan poetas como Dante Alighieri, Petrarca, Boccaccio y Chaucer.

 

En la literatura española destacan Juan Ruiz y el Canciller Ayala, poetas del Mester de Clerecía, y en prosa Don Juan Manuel.

 

 

El siglo XV

 

En Europa prosigue la Guerra de los Cien Años y el Cisma de Occidente.

 

En España se producen guerras civiles en Castilla y Aragón que terminan con el matrimonio de Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón, los Reyes Católicos (1479­1516). Se da por finalizada la Reconquista con la toma de Granada (1492), año en que Colón llega a América, año en que se produce la expulsión de judíos y moriscos y año en que el humanista Elio Antonio de Nebrija (1441-1522) publica la Gramática Castellana, primera gramática europea de una lengua vulgar. En 1478 nace la Inquisición con el propósito de defender la fe cristiana. Se produce la invención de la imprenta y el primer libro impreso en España data de 1474 y está escrito en valenciano.

 

Los judíos expulsados mantienen la lengua castellana con la pronunciación toledana con las siguientes características:

-         Conservación de la f- inicial o sustituyéndola por h- aspirada.

-         V labiodental

-         X palatal sorda (se pronuncia como el catalán actual)

-         Ceceos y seseos

-         Hebraísmos

 

En literatura destacan, en Castilla, Beatriz Galindo, el Marqués de Santillana, Juan de Mena y Jorge Manrique. En Aragón, Ausias March que escribe en catalán. Además, hay que nombrar La Celestina de Fernando de Rojas y el Romancero viejo, poesía popular castellana anónima.

 

 

 

SIGLOS XVI-XVII: LOS SIGLOS DE ORO. EVOLUCIÓN DEL CASTELLANO

 

El contexto histórico que encontramos en esta época es de hegemonía política y militar de España en el mundo con Carlos V y su hijo Felipe II. Es la época del Concilio de Trento y la Contrarreforma. En Europa, y por tanto en España, se produce una crisis de la visión medieval del mundo que tiene como consecuencia el nacimiento del Renacimiento [habría que matizar el elemento de ruptura del Renacimiento, y asociar la gran ruptura a otros factores: el desarrollo del Estado, el Descubrimiento y la crisis religiosa]. A partir de ahora, habrá una separación entre lo divino y lo humano. En literatura destacan, por un lado, San Juan de la Cruz, Santa Teresa y Fray Luis de Granada, entre otros. En una literatura ya más humana y mundana podemos nombrar a Garcilaso de la Vega o Cervantes y como géneros destacan el picaresco (El Lazarillo de Tormes), pastoril y morisco.

La lengua escrita que emplean los humanistas es sencilla y natural. La frase de Juan Valdés: «escribo como hablo» es claro resumen del espíritu del siglo XVI. Sin embargo, por otro lado, hay autores como Fernando de Herrera que seguirán el Manierismo, corriente presente en toda Europa y precedente del Barroco. Se trata de un lenguaje retórico y recargado en el que abundan los latinismos.

 

El siglo XVII es el segundo Siglo de Oro, o la segunda parte del Siglo de Oro. Sin embargo, ya es una época en la que la hegemonía política y militar de España entra en decadencia. Es el momento del Barroco en que lo humano y sobrenatural vuelven a unirse. Son muchos los autores notables: Lope de Vega, Góngora, Quevedo, Calderón, Cervantes (a caballo entre los siglos XVI y XVII), etc. Es el siglo de la publicación de El Quijote (1605 y 1615).

 

En el lenguaje literario aparecen dos movimientos opuestos: culteranismo y conceptismo. El primero se caracteriza por un estilo suntuoso y rico en metáforas, cuyo máximo exponente será Góngora. El segundo, en cambio, se basa en decir mucho con pocas palabras y su principal representante será Quevedo.

 

 

Evolución de la lengua castellana en la Edad Media y fijación fonética en los siglos XVI y XVII

 

Existían fonemas que no se han conservado. La selección fonética que se mantiene hasta la actualidad se fue realizando durante los siglos XVI y XVII principalmente. La aparición de la imprenta ayuda a la fijación de una norma ortográfica.

-         Existía una s sorda que se escribía ss cuando era intervocálica y también una s sonora que es la que se pierde.

-         Ç sorda (se pronunciaba como ts) y z sonora (se pronunciaba como ds). Por ejemplo: plaça > platsa, hazer > hadser. A lo largo del siglo XVI se irá perdiendo la z sonora transformándose en g sorda y ya en los siglos XVII y XVIII se hará interdental.

-         X sorda (se pronunciaba más o menos como la actual ch francesa) y g/j sonoras (se pronunciaban más o menos como la g y j francesas actuales). En el siglo XVII estos tres sonidos se resumirán en uno solo: g o j sorda, es decir, los sonidos actuales.

-         Se produce una distinción en la pronunciación de las letras b y v. La b era bilabial oclusiva sonora (procedente de la p latina) y la v era bilabial fricativa sonora (procedente de la b y v latinas). A partir del siglo XVI se pronunciarán ambas como b fricativa, que es el sonido que pervive en la actualidad.

-        H aspirada a principio de palabra (procedente de la f inicial latina: farina > harina, ferro > hierro) que se irá perdiendo a lo largo del siglo XVI.

-        Además, el castellano elimina diptongos latinos (auru > oro).

-        Se crean nuevos diptongos (septe > siete; ferro > hierro).

-        Las consonantes sordas intervocálicas se transforman en sonoras (cupa > cuba).

-        Los grupos consonánticos pl-, cl-, fl- se transforman en ll- (flamma > llama; plenu > lleno; clamare > llamar). En cambio, el gallego y leonés lo transforman en ch-(chama, cheno, chamare), mientras que el aragonés y el catalán lo mantienen (flama, pleno, ple, clamar).

-        Las consonantes dobles van desapareciendo, excepto ll, rr, nn.

-        En la literatura medieval encontramos localismos en el léxico castellano que se irán uniformando a medida que nos acercamos al siglo XVI.

-        En el siglo XV, el lenguaje literario experimenta una gran influencia del humanismo, ya que hay escritores que utilizan voces latinas. Sin embargo, fueron pocas las que pasaron al uso cotidiano.

 

Hemos visto anteriormente que existían dos focos importantes del castellano: Burgos y Toledo. El primero era más innovador y durante el siglo XVI continuaron las diferencias. Rafael Lapesa[8] da un ejemplo clarificador, refiriéndose al testimonio de fray Juan de Córdoba en su libro Arte en lengua zapoteca (México, 1578): «Los de Castilla la Vieja dizen hacer y en Toledo hazer, y dizen xugar, y en Toledo jugar, y dizen yerro, y en Toledo hierro, y dizen alagar, y en Toledo halagar».

 

El traslado de la corte de Felipe II a Madrid en 1561 tuvo gran influencia en el terreno fonológico, ya que al ser la capital empieza a recibir mucha población de la zona norte (Burgos) cuyo castellano será el que se imponga al hablado en Toledo, ciudad que al perder la capitalidad perderá importancia gradualmente (el sefardita actual procede del castellano de Toledo del siglo XV).

 

 

 

DEL SIGLO XVIII AL SIGLO XX. EL CASTELLANO CONTEMPORÁNEO

 

El siglo XVIII

 

Es el siglo de la Ilustración que se caracteriza por el predominio de la razón. El principal hecho histórico europeo es la Revolución Francesa (1789). Se produce un desfase entre España y Europa, ya que a pesar de que el siglo XVII fue muy rico a nivel artístico, a nivel científico había quedado rezagada y aislada de Europa. Ahora España se vuelve a abrir a Europa y el retraso científico se hace evidente.

 

Llega a España una nueva dinastía: los Borbones con Felipe V (1700) tras la Guerra de Sucesión. Felipe V es nieto del Rey Sol, Luis XIV, y su corte es completamente afrancesada.

 

El espíritu de la Ilustración se refleja en España en la creación de varias academias y fundaciones de carácter cultural, entre otras:

-        Biblioteca Nacional (1712): Fundada por Felipe V.

-        Real Academia Española (1713): fundada por un grupo de intelectuales presididos por el duque de Villena con el objetivo de mantener la pureza del idioma. Su lema: «limpia, fija y da esplendor». Publica seis volúmenes del Diccionario de Autoridades (entre 1726 y 1739) en los que cada palabra aparece con su significado y una autorización hecha por algún autor. Publica asimismo una Ortografía (1741) y una Gramática (1771).

-         Real Academia de la Historia (1735)

-         Museo del Prado (1785)

 

La literatura de este siglo se caracteriza por la lucha contra el estilo barroco, pero no es un período importante en cuanto a producción literaria. Podemos, sin embargo, nombrar a Ignacio Luzón (Poética), Fray Benito Feijoo (Cartas eruditas), Moratín (El sí de las niñas), Melchor de Jovellanos (El delincuente honrado) y Nicasio Álvarez Cienfuegos.

 

En cuanto a la lengua castellana, hemos visto que la Real Academia Española se crea para defender la pureza del idioma. Se producirán una serie de enfrentamientos entre puristas e innovadores a causa, principalmente del abuso de galicismos. Ya vimos que durante la época medieval se habían introducido muchos vocablos franceses, pero en el siglo XVIII, a causa de la influencia de la Ilustración francesa, se estaba produciendo una invasión de vocablos innecesarios. Algunos serán suprimidos, pero otros se han mantenido en el lenguaje actual (bayoneta, gabinete, espectador, etc.). Además, la RAE lucha contra el barroquismo en el idioma y aboga por un lenguaje sencillo.

 

En la universidad, el latín sigue considerándose como el idioma culto que hay que emplear en las aulas, pero muchos escritores de la época luchan por la reafirmación del castellano como lengua culta. Sin embargo, hasta principios del siglo XIX fue obligatorio el uso del latín en las universidades. De hecho, quedaba por decidir si ciertos grupos consonánticos debían mantenerse con la pronunciación latina o si se podían simplificar. Así, la RAE decide mantener algunas formas latinas (excelente, concepto, efecto, etc.), aunque simplifica otras (fruto, respeto, luto, pronto, etc.)

 

 

El siglo XIX

 

Es un siglo muy agitado para la política española. Comienza con el reinado absolutista de Fernando VII (1814-1833), a quien seguirá Isabel II (1833-1868) y las guerras carlistas. Llegará después la Primera República (1873-1874) y la Restauración con Alfonso XII (1875-1885) y la Regencia de María Cristina hasta 1902 en que sube al trono su hijo Alfonso XIII. Este siglo queda especialmente marcado por la Guerra de la Independencia de los territorios americanos que finalizará con la guerra de 1898 y la pérdida de Cuba y Filipinas. Esta situación dejará un malestar e la sociedad española que se reflejará en las letras.

A pesar de los esfuerzos por industrializar el país (alumbrado eléctrico, red de ferrocarril, sellos de correos, telégrafo...), España sigue retrasada respecto a Europa y el nivel cultural de los españoles es bajísimo: en 1877, tres de cada cuatro españoles eran analfabetos.

 

Es el siglo del Romanticismo, del Realismo y el Naturalismo. El primero se desarrolla principalmente en la primera mitad del siglo XIX: frente a la pura razón se defiende el derecho a la fantasía, a lo misterioso, a la imaginación, la libertad y los sentimientos en todos los aspectos de la vida. En política se refleja en el liberalismo. En literatura destacan Mariano José de Larra con sus artículos periodísticos, José de Espronceda con su obra poética como La Canción del Pirata, Gustavo Adolfo Bécquer con Rimas y Leyendas y Rosalía de Castro que escribe Cantares gallegos en lengua gallega.

 

El Realismo y Naturalismo se desarrollan en la segunda mitad del siglo. Cabe nombrar a Juan Valera con Pepita Jiménez, Benito Pérez Galdós con sus Episodios Nacionales y Miau o Leopoldo Alas Clarín con La Regenta. El realismo no es exactamente la antítesis del Romanticismo; más bien puede decirse que parte de éste y va eliminado alguno de sus aspectos. Rechaza lo fantástico, se controlan los sentimientos e imaginación exacerbados y aparece un propósito social o moral en la literatura. En cambio, el Naturalismo se caracteriza por el materialismo, el determinismo y se reflejará en política en las ideas socialistas.

 

 

 

El siglo XX

 

En la primera mitad se produce una crisis del liberalismo y se desarrolla el socialismo, el comunismo y el fascismo. Es la época de las dos Guerras Mundiales.

 

En España se suceden el reinado de Alfonso XIII (1902-1923), la Dictadura de Primo de Rivera (1923-1930), la Segunda República (1931-1936), la Guerra Civil (1936-1939), el gobierno del General Franco y el regreso de la monarquía y la democracia.

 

Los aspectos históricos se reflejan en la literatura. La Generación del 98 es el claro resultado de la situación política e histórica que vive un país. En 1895 Cuba y Puerto Rico, y más tarde Filipinas, se levantan contra España y luchan por su independencia con la ayuda de Estados Unidos. Tras el Tratado de París (diciembre 1898), España pierde sus últimas colonias americanas. Este desastre y malestar de la sociedad se refleja en la literatura de la época que da autores magistrales como Azorín, Baroja, Ramiro de Maeztu, Unamuno, Valle-Inclán, Antonio Machado y Ramón Menéndez Pidal (algunos de estos autores pertenecen a la Generación del 98 en sus inicios, aunque luego evolucionan hacia otros movimientos literarios). Los del 98 sitúan a Castilla como centro de la historia española y admiran la literatura castellana medieval. En suma, destaca su gran amor a España que, en ocasiones, identifican con Castilla. Emplean un lenguaje cuidado y buscan palabras tradicionales empleadas por el pueblo en el habla cotidiana.

 

Son varias las corrientes y movimientos literarias del siglo XX, aparte de la Generación del 98. A caballo entre finales del XIX y principios de siglo, destaca el Modernismo que se caracteriza por la renovación del lenguaje poético (efectos plásticos y musicalidad) y el empleo de términos cultos, imágenes y símbolos. Destacan, entre otros, Villaespesa y Marquina, y autores hispanoamericanos como José Martí y Rubén Darío. También se pueden considerar modernistas en su primera época a Valle-Inclán, Antonio Machado y Juan Ramón Jiménez.

 

Tras el Modernismo y la Generación del 98, llega la Generación del 27 (Lorca, Alberti, Guillén, Salinas), la literatura de posguerra (Rosales, Panero, Dámaso Alonso), el realismo social (Otero, Celaya, Buero Vallejo), los «Novísimos», etc. hasta llegar a la actualidad con muchos e interesantes autores. La lista sería interminable. Basten, por tanto, algunos ejemplos. En la prosa desde la posguerra hasta la actualidad podemos destacar las siguientes obras y autores, sabiendo que omitimos muchos:

-         Mariona Rebull (1944) y Guerra Civil (1972) de Ignacio Agustí

-         Nada (1945) de Carmen Laforet

-         La Colmena (1951) y Madera de boj (1999) de Camilo José Cela

-         Juegos de manos (1954) de Juan Goytisolo

-         El Jarama (premio Nadal 1955) de R. Sánchez Ferlosio

-         Los gozos y las sombras (trilogía desde 1957 hasta 1962) de G. Torrente Ballester

-         Dos días de septiembre (1962) de Caballero Bonald

-         Tiempo de silencio (1962) de Martín Santos

-         Los cipreses creen en Dios (1953), Un millón de muertos (1961) y Ha estallado la Paz (1966) de José María Gironella

-         La torre vigía (1971) de Ana María Matute

-         Retahílas (1974) de Carmen Martín Gaite

-         La verdad sobre el caso Savolta (1975) y La ciudad de los prodigios (1986) de Eduardo Mendoza

-         Jaque a la dama (1982, premio Planeta) de J. Fernández Santos

-         El maestro de esgrima (1988) de Arturo Pérez Reverte, recientemente nombrado miembro de la RAE

-         Las máscaras del héroe (1996) de Juan Manuel de Prada

-         El hereje (1998) de Miguel Delibes

-         Soldados de Salamina (2001) de Javier Cercas y

-         La sombra del viento (2002) de Carlos Ruiz Zafón, como ejemplos de algunos de los últimos éxitos editoriales

 

Siguiendo con la literatura posterior a la guerra civil, en el teatro podemos nombrar:

-         Eloísa está debajo de un almendro (1940) de Eduardo Jardiel Poncela

-         Hoy es fiesta (1955) de Antonio Buero Vallejo

-         Los tres etcéteras de don Simón (1958) de José María Pemán

-         Las que tienen que servir (1962) de Alfonso Paso

-         Cinco horas con Mario (1966) de Miguel Delibes

-         Anillos para una dama (1973) de Antonio Gala, dentro de la corriente del teatro realista

 

Por último, en la poesía de posguerra podemos destacar a Blas de Otero (Pido la paz y la palabra, 1955, como ejemplo de poesía social), a Gabriel Celaya (Cantos iberos, 1955 y Campos semánticos 1971, esta última obra enmarcada dentro de la poesía experimental), a José Haro (Cuanto sé de mí, 1959), a Pere Gimferrer (Arde el mar, 1966) o a Jaime Gil de Biedma (Las personas del verbo, 1975) entre otros.

 

En el siglo XX se incorporan numerosos neologismos al castellano para referirse a innovaciones técnicas y descubrimientos científicos. La lengua sigue evolucionando y así ciertas formas del subjuntivo se irán utilizando cada vez menos, al igual que muchos relativos, de forma que en el lenguaje hablado su uso se limita, prácticamente, a las formas que y quien.

 

 

 

 

LAS OTRAS LENGUAS ESPAÑOLAS

 

Con la formación de los primeros reinos cristianos en el norte peninsular y su respectivo aislamiento, el latín se va fraccionando. Ya hemos visto cómo nació el castellano. De igual manera, este latín vulgarizado da lugar a otras lenguas: el gallego-portugués, leonés, aragonés y catalán. Las cuatro, junto con el castellano, son dialectos del latín. A su vez, algunas de ellas llegan a ser lenguas propiamente dichas (como es el caso del gallego, portugués y catalán), aunque como hemos dicho anteriormente, dependiendo de los criterios utilizados, algunos lingüistas consideran que el leonés y el aragonés son dialectos, lo que, recordemos, no encierra tintes peyorativos. Así, Vicente Tusón y Lázaro Carreter las consideran dialectos porque no llegan a crear una producción literaria importante. En cualquier caso, lenguas o dialectos, no vamos aquí a analizar esta cuestión, son tan dignas y ricas cualquiera de ellas como el castellano, el inglés o el swahili.

 

Leonés

Es un dialecto del latín que surgió en la zona de Asturias, parte de Cantabria, León, Zamora, Salamanca y parte de Cáceres. Desgraciadamente, en la actualidad está extinguiéndose, aunque en Asturias se sigue hablando el bable (variante del leonés).

 

Aragonés

También en extinción, se conserva en los valles de Ansó, Hecho, Lanuza, Biescas, Sobrarbe y Ribagorza. Se pierde por el empuje del catalán por el este y el castellano por el sur y el oeste, ya desde el siglo XIV. Sin embargo, la principal causa de la pérdida del aragonés es una baja demografía, aparte de su similitud con el catalán, por lo que los caballeros de la corte aragonesa adoptaban el catalán con facilidad para dirigirse a la corte catalana.

 

Gallego y portugués

Son el resultado de la evolución del latín en el noroeste de la Península. Ambas lenguas proceden de la misma lengua romance: el gallego-portugués, y tuvo una época de gran esplendor durante la Edad Media en la que se escribieron las cantigas de los cancioneros galaico-portugueses. Asimismo es la lengua que empleó Alfonso X para sus Cantigas a la Virgen. A partir del siglo XV comienza una diferenciación entre ambas lenguas por motivos políticos principalmente. Con la independencia política de Portugal en 1640, la separación entre ambas lenguas fue cada vez mayor. El portugués alcanzó gran importancia literaria y fue implantado en Brasil por los conquistadores portugueses. En cambio, el gallego sufrió una época de decadencia hasta el siglo XIX en el que se desarrolla el Rexurdimento que comienza en 1828 con Nicomedes Pastor Díaz (A Alborada). De esta época hay que destacar, muy especialmente, a Rosalía de Castro (Cantares, 1837-1885, Follas Novas, 1889), Manuel Curros Enríquez y Eduardo Pondal.

 

La Real Academia Gallega fue fundada en 1905. En el siglo XX hay importantes autores modernistas. En poesía podemos nombrar a Antonio Noriega Varela y Ramón Cabanillas; en prosa destacan Ramón Otero Pedrayo (Os camiños da vida) y Alfonso Rodríguez Castelao (Memorias dun esquelete, 1920). Dentro de la poesía vanguardista se encuadran Manuel Antonio (De catro a catro) y Luis Amado Carballo (O galo).

En esta época, Ramón Otero Pedrayo y Vicente Risco fundan la revista Nos, órgano del galleguismo intelectual y político. Aparece un grupo de intelectuales en torno a 1930 que reivindica el uso del gallego, pues se había impuesto un cierto sentimiento de inferioridad, ya que las clases altas lo consideraban la lengua de las clases bajas.

 

Como representantes de la literatura de posguerra hay que nombrar a los poetas Manuel María, Pura Vázquez y Celso Emilio Geneiro (Longa noite de pedra, 1962). En prosa destacan Alvaro Cunqueiro (Merlín e Familia), Eduardo Blanco (A smorga) y Xosé Neira (Memorias dun neno labrego). En teatro, Castelao con la obra Os vellos non deben namorarse (1941).

 

En la actualidad la lengua gallega es hablada por unos dos millones de personas. Hay que añadir, que la emigración gallega hacia tierras americanas en el siglo XIX fue muy grande. Era sobre todo población rural hablante de gallego (por lo que Galicia pierde a una importante parte de sus parlantes). También hay un importante flujo de emigración gallega hacia Cuba. Muchos emigrantes mantuvieron el gallego como lengua familiar pero para comunicarse con el exterior empleaban el castellano, por lo que era frecuente que en pocas generaciones los descendientes de los emigrantes fueran perdiendo la lengua gallega.

 

Catalán

Es el resultado de la evolución del latín en el nordeste de la Península Ibérica. Cuenta en la actualidad con más de siete millones de hablantes repartidos por Cataluña, Andorra, la franja aragonesa, Valencia, Baleares, Alguer (Cerdeña) y Pirineos Orientales (actualmente territorio francés).

 

Al igual que el gallego, es una lengua de gran esplendor durante la época medieval, con autores de la talla de Ramón Llull, Muntaner, Bernat Metge, Jordi de Sant Jordi, Johanot Martorell (Tirant Lo Blanch), Ausias March, etc., pero a partir de los siglos XV y XVI experimenta una época de decadencia literaria, aunque la lengua se sigue hablando. La mayoría de los escritores catalanes de esta época utilizarán el castellano por una serie de causas históricas y políticas:

 

         El traslado de la corte de Barcelona a Valladolid, al unirse Castilla y Aragón. A pesar de que la unión de ambos reinos no fue tal, sino que se trataba de un matrimonio entre Fernando de Aragón e Isabel de Castilla, el rey Fernando apenas está en Aragón, por lo que los nobles se van trasladando a la corte castellana. Además, Fernando no hablaba catalán porque era hijo de Juan II, de la dinastía Trastámara castellana y su madre era Juana Enríquez, hija del almirante de Castilla. Al no hablar catalán, su corte aragonesa se ve obligada a hablar en castellano con el rey. Por otra parte, los nobles son los mecenas, por lo que Cataluña y Aragón se quedan sin éstos, situación que obliga a los autores y artistas a emigrar a la corte castellana en busca del mecenazgo. Tal es el caso de Juan Boscán, catalán nacido en Barcelona, que fue nombrado tutor del mayorazgo del duque de Alba (castellano), por lo que, necesariamente, tenía que hablar con él en castellano. En consecuencia, su producción literaria, al desarrollarse en Castilla, será en castellano. Hay que destacar el hecho de que todos los Austrias, excepto Carlos V, son absolutamente monolingües. La lengua del poder, por tanto, es la castellana. Cataluña se convierte en país de campesinos, ya que la clase culta, la que escribe, se va a Castilla.

         Causas demográficas: hay un gran descenso demográfico a causa de las pestes y las guerras. En 1640 Cataluña (y Portugal) se subleva contra el Conde-duque de Olivares y Felipe IV por el trato vejatorio, entre otros motivos, de las tropas castellanas en Cataluña. Por ejemplo, el Conde-duque había mandado quemar los bosques de Cataluña. Castilla pide entonces ayuda a Francia para luchar contra el ejército catalán, al que logran vencer, puesto que Cataluña queda atrapada por el norte y por el sur. Por el Tratado de los Pirineos (1659) entre Castilla y Francia, sin consultar como era preceptivo a las Cortes Catalanas, Castilla cede a Francia territorio catalán (Rosellón, Cerdaña, Vallespir, Capcir y Conflent). De esta forma, Cataluña pierde casi la mitad de su territorio y con ella a un buen número de sus catalanoparlantes, porque además la política francesa es de aniquilación total de toda cultura que no sea la centralista proveniente de la lengua d'oil. Aún así, la lengua catalana ha pervivido por la férrea voluntad del pueblo de la llamada Cataluña Nord (cuya capital es Perpiñán). Todavía hoy, se considera el Canigó como la montaña sagrada de los catalanes, a pesar de encontrarse en territorio francés.

         Decreto de Nueva Planta (1715) de Felipe V para todos los reinos de la antigua Corona de Aragón, prohibiendo lengua, fueros y costumbres como castigo por haber ayudado al Archiduque Carlos de Austria en la Guerra de Sucesión. Se prohíbe el catalán en los tribunales y una disposición posterior, con Carlos III, hace obligatorio el castellano en la escuela. Por otra parte, con la supresión de aduanas entre Castilla y Aragón, catalanes y mallorquines pudieron acceder a América, que hasta entonces había estado reservada a Castilla.

 

 

Al igual que el gallego, el catalán vive una Renaixenca en el siglo XIX, como consecuencia del movimiento romántico, presente en toda Europa, que promovía el interés por los nacionalismos. Comienza en 1832 con Aribau (Oda a la patria). Destacan, sobre todo, Mosén Jacinto Verdaguer (La Atlántida, Canigó) y Maragall. Éste en su Oda a Espanya, a raíz del desastre del 98, escribe duros versos contra una España que sólo escucha a Castilla:

 

No entens aquesta llengua

que et parla entre perills?

Has desaprés d'entendre

amb els teus fills?

Adeu, Espanya!

 

Se despide con dolor de una madre que no escucha a los hijos que no hablan castellano, a una madre que excluye a Cataluña. A la creación de este sentimiento contribuye el poder centralista del siglo XX, (el centralismo es un invento liberal del XIX), que ha desembocado en la actual situación que se vive en Cataluña respecto al castellano.

En el siglo XX la literatura catalana ha experimentado una producción importante de gran calidad. Representantes del Modernisme son los poetas Alcover y Costa i Llovera. En prosa, Pous i Pagés (Jordi Freginal, 1912) y Víctor Catalá (Solitud, 1905). En teatro, Santiago Rusinyol (L'alegria que passa) y Adriá Gual (Misteri de dolor, 1904).

 

En la época del Noucentisme y los vanguardismos, destacan los poetas Josep Carner (L'inútil ofrena, 1924) y Carles Riba (Estances, 1919-1930). En prosa, Eugeni D'Ors (La ben plantada, 1911) y en teatro, Sagarra con Matrimoni secret.

 

En la literatura de posguerra hay que nombrar la producción poética y teatral de Salvador Espriu (La pell de brau, de 1960 y Antígona, 1939) y Joan Brossa. En prosa, Llorenc Villalonga (Béarn, 1961) y Mercé Rodoreda (La plaga del diamant, 1962).

 

Un estilo propio es el que desarrolla Josep Plá que cultiva varios géneros. Destaca su libro de memorias, El quadern gris.

 

En los últimos años hay que destacar autores como Narcís Comadira y Pere Gimferrer en poesía, Terenci Moix, Baltasar Porcel, Carme Riera, etc. en prosa y el teatro innovador de los grupos de teatro independientes como Els Joglars.

 

 

Vasco

En la actualidad lo hablan en torno al millón de personas en el país Vasco, norte de Navarra y el departamento francés de los Pirineos Atlánticos. Existen varias teorías acerca de sus orígenes. Se sabe que no es una lengua indoeuropea y tampoco era la lengua que se hablaba en toda la Península antes de la llegada de los romanos, pues ya hemos visto que no existía unidad lingüística. La teoría más aceptada actualmente es que se trata de la antigua lengua de los iberos no romanizados, aunque ha habido otras teorías, hoy desechadas, que la relacionaban con lenguas del Asia Central, lenguas africanas o lenguas caucásicas. Ésta última teoría tuvo muchos defensores y sostenía que en una época remota se hablaban alrededor del Mediterráneo varias lenguas emparentadas que desaparecieron, quedando sólo como supervivientes algunas de estas lenguas, en algunos puntos de este territorio: el vasco y las lenguas caucásicas. Sin embargo, parece claro y lógico, que el vasco provenga de una lengua hablada por un pueblo ibero no romanizado, ya que la geografía montañosa de esta zona evitó el contacto y propició el aislamiento. De hecho, en los Pirineos catalanes y aragoneses, que también son lugares de difícil acceso, se conservan topónimos claramente relacionados con esta lengua (Isabarre, Durro, Benabarre, etc.). Esta teoría es, por tanto, la más aceptada, además de parecer la más coherente y sencilla. Se trata, por consiguiente, de la única lengua prerromana que se ha mantenido hasta el presente. Parece ser que muchas de las palabras acabadas en -rro son de origen vasco (perro, carro, pizarra, barro, etc.). Hay que señalar, que el castellano, en sus orígenes, recibe influencias del vasco, ya que nace en una zona próxima a los dominios vascos.

 

Hasta hace unos años, se consideraba una lengua que podía ser empleada sólo en el ámbito familiar y rural y, además, hasta fechas recientes la producción literaria ha sido escasa, aunque la tradición oral ha tenido siempre mucha importancia. Los bertsolaris eran cantautores que iban de pueblo en pueblo recogiendo y narrando la tradición oral vasca. El primer libro que se conserva en lengua vasca data de 1545: son poesías de Bernardo Dechepere.

 

 

En el siglo XIX destaca José María Iparraguirre y su Gernikako arbola, canto al árbol de Guernica, símbolo del pueblo vasco.

 

A partir de 1919 con la fundación de la Academia de la Lengua Vasca, ha experimentado un notable empuje y ha adquirido una consideración que se le había negado hasta entonces. La Academia se creó para unificar la lengua vasca escrita, ya que existen muchas variedades dialectales. A principios del XX destacan autores como Domingo Aguirre (1864-1920) con Garoa y Xavier de Lizardi (1896-1933). A partir de los años 50 la producción literaria va adquiriendo más importancia. En poesía hay que destacar a autores como José María Aguirre, Esteban Urquiaga, Nicolás de Ormaechea y Gabriel Aresti. En la prosa de principios del siglo XX destaca Domingo Aguirre y en la literatura de posguerra, José Luis Álvarez Emparanza (Leturiaren egunkari ezkutua, 1957), Gabriel Aresti, Jon Mirande (Haur besoetakoa, 1970), Ángel Lertxundi, etc.

La aportación vasca a la producción literaria en castellano es enorme: Pío Baroja, Unamuno, Ramiro de Maeztu, etc. También la lengua vasca, como el catalán y el gallego, sufre una etapa de represión durante el siglo XX, con la consecuencia de la actual reacción contra el castellano.

Además de estas lenguas, existen otras como el aranés, hablado en el Valle de Arán y en vías de extinción y una serie de variedades del castellano como el andaluz, canario, murciano y extremeño, con características propias, tales como el yeísmo, ceceo, seseo, confusión entre las consonantes r y l, relajación de la s a final de palabra, pérdida de la d intervocálica, aspiración de la h, etc.

 

 

POR QUÉ EL CASTELLANO: MOTIVOS DE LA EXPANSIÓN FRENTE A LAS OTRAS LENGUAS ESPAÑOLAS

 

Son varios los factores que inciden a lo largo de la historia para que sea el castellano la lengua oficial de España y la que se extienda más allá de las fronteras peninsulares. Políticamente, va adquiriendo importancia durante la Reconquista, de modo que va extendiéndose desde el norte, en forma de abanico invertido. Podemos enumerar algunos de los factores que intervienen en su expansión:

-         Demografía: Castilla contaba con más población que otras regiones, por tanto, tiene un mayor número de hablantes. Al encontrarse en el centro de la Península, estaba más protegida de las pestes que llegaban con los barcos, por lo que la zona del Levante español era mucho más propensa a ser afectada por las plagas que diezmaban a la población. Tal es el caso de la terrible peste negra que llegó a Barcelona en 1340 dejando a su paso alrededor de 50.000 muertos. En Sevilla, la peste negra mató a unas 15.000 personas. Otra peste negra ataca a Barcelona en el año 1348, que penetró en el Reino de Aragón a través de una nave procedente de Mallorca. La zona mediterránea española sufre otra importante pérdida demográfica entre los años 1529 y 1652: la zona catalanoparlante pierde en estos años un tercio de su población, pérdida que no sufrió Castilla gracias a su situación geográfica, donde la peste llegaba ya mucho más debilitada.

-         Condiciones geográficas: la situación geográfica de Castilla es de ventaja, ya que no queda encajonada entre montañas, como el País Vasco, o en los extremos limitada por el mar, como Galicia y Cataluña. Castilla está en el centro, por lo que puede extenderse hacia el sur, hacia el este y el oeste.

-         Política: los Reyes Católicos reparten los territorios comerciales, de modo que a Castilla le corresponde América y a Aragón el Mediterráneo. Esta zona estaba ya habitada por una demografía densa y compacta desde hacía siglos, por lo que estamos hablando de reinos fuertes política y culturalmente que mantienen sus lenguas y costumbres. Aragón no impuso su lengua en Italia o en el ducado de Atenas, aunque en la ciudad de Alguer, en Cerdeña, queda el catalán como testigo de esta época y en el dialecto napolitano se conservan palabras catalanas. Sin embargo, Castilla puede extender su lengua por los territorios americanos.

-         La corte estaba en ciudades castellanas, por lo que aumentaba su demografía. Un caso concreto es el de Madrid, ciudad que contaba con 9.000 habitantes y sólo nueve años después de convertirse en capital con Felipe II, la población pasó a ser de 34.000 habitantes.

-         Al ser la lengua más hablada de España, cada vez hay más comercio y comunicación entre regiones, por lo que los habitantes de otras regiones con lenguas propias aprenderán el castellano por motivos económicos y prácticos, convirtiéndose con el tiempo en zonas bilingües.

 

 

 

EL CASTELLANO DE AMÉRICA

 

Primeros encuentros. Los intérpretes. Políticas lingüísticas.

 

Cuando Colón comienza su aventura, ya sabe que va a encontrar pueblos con lenguas extrañas, por lo que le acompañan dos intérpretes: Rodrigo de Jerez, que había estado en Guinea, y Luis de Torres, un judío converso que hablaba hebreo, caldeo y árabe. Pero al llegar a América, esta previsión de nada le sirvió, ya que las lenguas que hablaban las gentes que encontraron eran totalmente incomprensibles para ellos y no se asemejaban a ninguna lengua conocida. Así que el primer lenguaje que tuvieron que emplear Colón y sus hombres fue el de los signos. Se plantean entonces varias posibilidades para poder llegar a una comprensión mutua. En dos ocasiones, el Almirante lleva indígenas a España para que aprendan el castellano, pero esto sirvió de poco porque algunos murieron durante el viaje, otros escaparon nada más regresar a tierras americanas y los que podían actuar como intérpretes, su campo de acción era muy reducido, pues eran muchas y muy diferentes las lenguas que se iban encontrando los españoles. Así lo refleja el cronista Fernández de Oviedo: «Cosa es maravillosa que en espacio de una jornada de cinco o seis leguas de camino y próximas y vecinas unas gentes con otras, no se entienden los unos a los otros indios». Aun así, estos primeros traductores o «lenguas», indios y españoles, cumplen un papel importante. También se sabe que un español llamado Cristóbal Rodríguez aprendió una lengua indígena tras varios años de convivencia.

 

Carlos V sabe mejor que nadie de la importancia de los intérpretes, ya que él mismo experimentó un problema de comunicación cuando llegó a España, puesto que no sabía hablar el castellano. A pesar de que él disponía de intérpretes, comprendió que era importante aprender la lengua de sus súbditos (o al menos, de una gran parte de sus súbditos). Por eso, a través de las Leyes de Burgos (1512) ordena que los hijos de los caciques de San Juan de Puerto Rico menores de trece años se eduquen durante cuatro años con los frailes franciscanos para ser devueltos después a sus familias para que a su vez les enseñaran el castellano. Sin embargo, en un principio, los misioneros españoles prefirieron no imponer su lengua y fueron ellos quienes aprendieron las lenguas indígenas para así poder llegar con más facilidad a los pobladores americanos y poder cumplir con su misión evangelizadora. Hay que destacar los catecismos pictográficos, especialmente el de fray Pedro de Gante, que aprendió la lengua nahuatl para poder comunicarse en México. Dibuja pictogramas y glifos siguiendo la tradición de la escritura mesoamericana. Destacan también sus cartas al Emperador en defensa de los indios. Es autor de la Doctrina cristiana en la lengua mexicana (1534) que se empleó para evangelizar a los indios. Llegó, incluso, a escribir poesía en lengua náhuatl. Otro fraile, fray Pedro de Olmos, predicaba en diez lenguas y escribió gramáticas del totonaco, del huasteco y del náhuatl.

 

La Corona recomendaba normalmente la enseñanza del castellano pero los misioneros veían que esto era muy difícil, ya que argumentaban que si a un hombre culto le costaba aprender una lengua indígena, más le costaría a un indígena iletrado aprender otra lengua. Además, eran muy pocos los que estaban capacitados para enseñar el castellano. Por este motivo, son los misioneros los que aprenderán las lenguas indígenas mayoritarias, como el náhuatl en México y el quechua en Perú, y las enseñarán a los indios, de modo que, curiosamente, estas lenguas experimentaron su mayor expansión en esta época.

Las políticas lingüísticas de la Corona son variables. Ya hemos mencionado que Carlos V no impone la enseñanza del castellano y Felipe II se niega a firmar una cédula en la que se proponía la obligatoriedad del castellano y la prohibición de las lenguas indígenas. En la Real Cédula del 15 de julio de 1573 expone: «No parece conveniente apremiarlos a que dejen su lengua natural, mas se podrán poner maestros para los que voluntariamente quisieran aprender la castellana». Sin embargo, en 1770 Carlos III sí ordena la prohibición de las lenguas indígenas para que todo el territorio de la Corona española adoptara el castellano como lengua única. En esta época, ya habían sido expulsados los jesuitas, grandes defensores de los indios. De todas formas, esta empresa era materialmente imposible porque no había españoles suficientes en América.

 

A pesar de todo esto el castellano se fue extendiendo poco a poco por los territorios ocupados por los españoles. El castellano era la lengua administrativa. De todas formas, siempre se acaba imponiendo la lengua oficial que es la lengua del país vencedor (aunque hay excepciones, ya que este hecho depende en gran medida de la política llevada a cabo. Sirvan como por ejemplo los bárbaros que invadieron la Península Ibérica y adoptaron el latín). Sí hubo indígenas que aprendieron el castellano, así como muchos mestizos. Tal es el caso del Inca Garcilaso de la Vega (1539-1616), hijo del conquistador García Lasso de la Vega y la princesa Isabel, sobrina de Atahualpa, que es el primer escritor que dio América en lengua castellana (Conquista de la Florida). O Diego de Alvarado, nieto de Moctezuma, que escribió en castellano su Crónica mexicana. Es decir, el proceso de hispanización fue posible, principalmente, gracias al mestizaje, ya que tanto españoles como portugueses carecían de marcados prejuicios raciales y llegaron a América sin mujeres. El reconocimiento de los hijos naturales se convierte en una práctica común. Este proceso es completamente distinto en la América del Norte, ya que los colonos anglosajones no tenían ninguna intención de integrar a los indios en su sociedad, aparte del hecho de que iban con sus propias mujeres.

 

Contribuyó también a la expansión del castellano la llegada de la imprenta. A México llegó en 1535 y a Perú en 1584, mientras que a Brasil no llegaría hasta 1808. Las universidades jugaron asimismo un importante papel divulgador. En varias ciudades americanas se fundaron universidades: Santo Domingo (1535), México (1551), Lima (1551), Bogotá (1580), Quito (1586), etc. La América española contaba con más de veinte universidades.

 

En el siglo XIX todavía era escasa la población americana que hablaba castellano. De hecho, parece ser que sólo uno de cada tres americanos lo hablaba. A pesar de que ya a principios de siglo, en torno a 1810, comienzan las luchas por la independencia, el castellano no se pierde en América. Todo lo contrario, es precisamente a raíz de la independencia, que el castellano se va extendiendo a toda la población, no sólo a la élite, y se convierte en la lengua común de la mayoría de los americanos. En la actualidad, la población indígena de América se ve en la obligación de aprender castellano para progresar socialmente y laboralmente (ya que todavía existe un número importante que no lo habla. Por poner un ejemplo, Manuel Alvar[9] cita al investigador Alberto Escobar que dice que en torno a un 50% de la población peruana no conoce el español y a Ángel Rosenblat que mencionaba que en los años sesenta en México había más de un millón de indios que no hablaban español). Afortunadamente, son muchas las lenguas indígenas que han pervivido hasta la actualidad como el aimara, quechua, guaraní, náhuatl, lenguas mayas, etc. Y hay países en los que son oficiales junto con el castellano como el guaraní en Paraguay.

 

En América, en general, hablar castellano se considera signo de prestigio y se desprecia al «indio» que se expresa en su propia lengua, que en realidad es tan digna e importante como cualquier otra, pues la expansión de una lengua no se debe a que ésta sea más fácil, más hermosa, o sea capaz de expresar más cosas, sino a motivos puramente políticos y económicos. Afortunadamente, hoy en día estamos asistiendo a una reivindicación de las lenguas y culturas minoritarias en número de hablantes, y al renacimiento del orgullo por hablar una lengua propia, distinta del castellano o del inglés o de cualquier otra lengua hablada por muchos millones de personas, lo que no va en detrimento de que se siga hablando la lengua mayoritaria. Lo ideal es llegar a la convivencia entre varias lenguas en un mismo país, siendo todos los hablantes respetuosos con las formas de expresarse de los otros.

 

 

Rasgos morfológicos y léxicos del castellano de América

 

Es patente el origen andaluz de los primeros españoles que llegan a América. El castellano de América se caracteriza por el seseo, el yeísmo, la aspiración de la h inicial y la aspiración o pérdida de la s final, la pérdida de la d intervocálica y a final de palabra, características también de la variante andaluza del castellano.

 

Durante la Reconquista, el castellano se fue extendiendo por los territorios conquistados a los moros y por zonas de dominio lingüístico leonés y navarro-aragonés. Rasgos fonéticos leoneses llegan a Andalucía a través de Extremadura. Además, el castellano de Andalucía recibe influencias de hebraísmos y arabismos. Todo esto va dando lugar a la paulatina formación del andaluz. Además, en 1248 el rey Fernando III conquista Sevilla, una de las ciudades más ricas de la época. Los pobladores que deja el monarca son en su mayoría leoneses y toledanos, pero también llegan gentes procedentes de Cataluña, Génova y el sur de Francia. Debido a las dificultades geográficas de comunicación entre Andalucía y Castilla, aquélla quedará aislada por lo que la lengua castellana de la zona irá adquiriendo rasgos propios como el ceceo, el seseo, la confusión entre r y l, etc. Con el comercio de Indias, Sevilla se convirtió en la ciudad más importante de las Españas. El castellano de Andalucía pasó a Canarias, conquistada en el siglo XVI, y a América.

 

Grupos de inmigrantes de todo el territorio nacional se congregaban en Sevilla, desde donde partían hacia tierras americanas. A veces debían permanecer en la ciudad durante una temporada larga antes de partir, por lo que es muy posible que adquirieran léxico y características propias del castellano andaluz. Es por eso, que Sevilla se convierte en la capital lingüística del castellano americano.

 

Algunas de las variantes morfológicas y léxicas respecto al castellano de España son:

-         Adverbialización del adjetivo (ejm: me miró feo)

-         Voseo: este fenómeno se caracteriza por el uso de vos en vez de tú. Conlleva cambio de formas verbales (vos sos por tú eres; vos tenés por tú tienes). Se da en Argentina, Uruguay y Paraguay, principalmente. Se trata de una forma arcaica que en España se utilizó hasta el siglo XVI.

-         Seseo: está totalmente extendido, de forma que prácticamente casi todos los castellanoparlantes pronuncian la s en lugar de c o z. Pero en la grafía se mantienen la c y la z.

-         Particularidades léxicas: algunas palabras provienen de vocablos castellanos que en España han caído en desuso (pollera); otros son anglicismos innecesarios (checar, rentar, empacar). Pero la mayoría de estas palabras son perfectamente comprensibles para todos los castellanoparlantes.

-         El uso de la forma ustedes en vez de vosotros.

-         Diferencias en la entonación y ritmos.

 

De todas formas, también en España encontramos muchas diferencias entre el castellano de unas regiones y otras.

 

La literatura hispanoamericana

 

En el siglo XVI destaca el ya mencionado Inca Garcilaso y otros autores como Pedro de Oña (Lima, 1596) con Arauco dominado y en México, Juan de Cárdenas, un médico andaluz allí instalado, con su libro Problemas y secretos maravillosos de las Indias

(1591).

 

En el siglo XVII hay que destacar la prosa y obra poética de Sor Juana Inés de la Cruz (México, 1651-1695) con obras como el auto sacramental El divino Narciso y la obra teatral de Juan Ruiz de Alarcón (México, 1581-1639), autor de la talla de Lope de Vega. Entre su producción podemos nombrar La verdad sospechosa.

 

En el siglo XIX destacan Fernández de Lizardi con Periquillo Sarmiento (México, 1816); Andrés Bello con su Gramática (Chile, 1847), importante lingüista, defensor del purismo del castellano en Hispanoamérica; Rafael María Baralt con el Diccionario de galicismos (Venezuela, 1855), otro autor purista. Dentro del Romanticismo hay que nombrar a Esteban Echevarría, autor de Rimas (Buenos Aires, 1837); Faustino Sarmiento, antipurista, con Memoria sobre ortografía americana (1843). Existe una corriente romántica que defiende la independencia de la lengua de América respecto a la de España, que se enfrentó al purismo de Andrés Bello, a través de artículos en la prensa chilena. Para comprender esta polémica hemos de retroceder en el tiempo.

 

Hemos visto que entre la segunda mitad del XVI y principios del XVIII, queda fijada la transformación fonológica del castellano, pero no existían reglas ortográficas, a pesar de los intentos de Nebrija. Con la creación de la Real Academia Española (1713) se pone solución a esta situación. Las reformas que se fueron introduciendo hasta principios del XIX son las que perduran hasta hoy. Había algunos intelectuales hispanoamericanos que no estaban de acuerdo con las reglas ortográficas dictadas por la RAE, como el argentino Domingo Faustino Sarmiento o el venezolano Andrés Bello, quienes hacen una serie de propuestas de cambios ortográficos, pero en general no son bien acogidas. Bello publica una serie de artículos en la prensa chilena. Finalmente, se da por cerrada la polémica cuando el gobierno de Chile impone en 1927 que la única ortografía aceptada sea la promulgada por la RAE. Sin embargo, Andrés Bello es considerado un purista porque es defensor de la unidad lingüística del castellano, así como el colombiano Rufino José Cuervo (Apuntaciones críticas sobre el lenguaje bogotano), que temía que el castellano acabara fragmentándose en lenguas nuevas, como había sucedido con el latín.

 

 

La lengua y la literatura hispanoamericanas han seguido la corriente moderada y conciliadora de Andrés Bello y Rufino José Cuervo, aunque fue Argentina quien más resistencia opuso. En esta época es también importante la influencia francesa, lo que es patente en la novela realista, por ejemplo, Alberto Blest Glana con Martín Rivas (Chile, 1862).

 

José Martí es considerado como precursor del Modernismo y destaca, entre otras, su obra poética Ismaelillo (1882). El Modernismo se reconcilia con el uso del castellano como algo propio y de España, como algo común que une ambos mundos, aunque políticamente hablemos de países independientes. Ya no se considera el uso del castellano como una dependencia de la metrópoli, por lo que no es necesario cambiar de lengua. El principal representante de esta corriente es Rubén Darío (Nicaragua, 1867­1916). Entre sus obras destaca Azul (1888) y Prosas profanas y otros poemas (1896).

 

A principios del siglo XX se desarrolla en Cuba y Puerto Rico una poesía negra pero escrita por autores blancos como Emilio Ballagas y Nicolás Guillén. La producción literaria hispanoamericana en este siglo es enorme. La superación del Modernismo está personificada por Gabriela Mistral, escritora chilena, y destacan sus obras Desolación (1922) y Lagar (1954). En 1945 se le concedió el premio Nobel.

 

La prosa realista tiene sus principales representantes en el venezolano Rómulo Gallegos con Doña Bárbara (1929) y en el colombiano José Eustasio Rivera con La Vorágine (1924).

 

Dentro del Vanguardismo cabe nombrar al peruano César Vallejo con sus Poemas humanos (1939); al chileno Pablo Neruda con Veinte poemas de amor y una canción desesperada (1924) y a Vicente Huidobro.

 

En la novela social destacan Miguel Ángel Asturias con El Señor Presidente (Guatemala, 1946), premio Nobel en 1967, y Jorge Icaza con Huasipungo (Ecuador, 1934). En cuanto a la prosa desarrollada en la década de los 40 podemos nombrar a Jorge Luis Borges (Ficciones, 1944).

 

En la última mitad del siglo XX existe un gran auge de la literatura hispanoamericana. La lista sería interminable. Como ejemplo, podemos citar el «realismo mágico» del mexicano Juan Rulfo, el argentino Julio Cortázar o el colombiano Gabriel García Márquez. Además, en Uruguay destaca Juan Carlos Onetti; en Argentina, Ernesto Sábato; en México, Carlos Fuentes; en Cuba, Guillermo Cabrera Infante, Alejo Carpentier y José Lezama Lima; en Perú, Mario Vargas Llosa; y un larguísimo etcétera.

 

Las obras de estos autores se traducen a varios idiomas y son conocidas en todo el mundo. La literatura hispanoamericana ya no depende de la española. Es más, en la actualidad, probablemente la ha superado. García Márquez dice: «No hablemos por separado de literatura latinoamericana y de literatura española, sino simplemente de literatura en lengua castellana».[10]

 

En cuanto a la producción teatral podemos nombrar a autores como el uruguayo Florencio Sánchez (Barranca abajo,1905); el cubano José Antonio Ramos dentro del Realismo (Tembladera, 1917); y a partir de 1940 el mexicano Rodolfo Usigli (La familia cena en casa, 1942) y el argentino Conrado Nalé Oxlo (El pacto de Cristina, 1945). Dentro de las últimas tendencias cabe destacar al también argentino Osvaldo Dragún con su obra Túpac Amaru.

 

 

EL CASTELLANO EN FILIPINAS

 

Filipinas pasa a formar parte del imperio español, bajo el reinado de Felipe II, de quien toma su nombre. El castellano fue lengua oficial de Filipinas desde 1571 hasta 1987, fecha en que se promulgó la Constitución de la presidenta Corazón Aquino y abolió el español como lengua oficial. Con la llegada de los españoles, se convirtió en el idioma judicial, legal y oficial, pero además existe una tradición literaria, escrita por autores filipinos, desde 1593, año en que se introdujo la imprenta en Filipinas. Es cierto que el castellano se extendió poco entre la población nativa porque apenas hubo mestizaje, ya que fueron pocos los europeos que allí se instalaron, motivo por el que quedó limitado en parte a la élite blanca, pero se enseñaba en el colegio y en las universidades fundadas por los españoles. Otro motivo por el que el castellano se extendió poco fue porque los misioneros españoles aprendieron las lenguas nativas para evangelizar y no se obligó a la población a abandonar sus lenguas maternas. Además, cuando llegaron los españoles, ya existían las Leyes de Indias, por lo que se respetó más a la población nativa de lo que se había respetado en América.

 

A raíz de la Independencia, a partir de 1898, el gobierno estadounidense hizo lo posible por introducir el inglés y borrar el español. De hecho, enviaron a 2.000 maestros para que extendieran el inglés por Filipinas. Parece claro que sin la actuación de los Estados Unidos, hoy en día se hablaría mucho más el español en Filipinas de lo que se habla, aunque no habría llegado a ser la primera lengua. En la actualidad no está claro el número de hablantes que existe, ni que ha existido, puesto que parece ser que el gobierno de los Estados Unidos maquilló las estadísticas en detrimento del número de hispanoahablantes. La verdad es que la historia y situación del castellano en este país es bastante confusa y faltan datos totalmente fiables. Parece ser que hoy en día lo hablan entre un millón y millón y medio de personas, aunque los nombres, apellidos y topónimos perviven y existe una academia Filipina de la Lengua Española desde 1924.

 

Actualmente, existe una corriente de intercambio de opiniones entre periodistas, escritores e intelectuales filipinos acerca de la vigencia del castellano y de su importancia y extensión. Las estadísticas no son claras: algunas hablan de medio millón de hablantes y otras de más de dos millones. Hay autores que defienden el castellano como parte de las señas de identidad de los filipinos, mientras que otros no lo consideran significativo. Esta polémica está viva también en los foros de Internet, lo que demuestra que se trata de una cuestión actual y en plena vigencia que preocupa, al menos, a ciertos sectores de la sociedad filipina.

 

Así, hay autores que defienden el hecho de que el castellano se encontraba mucho más extendido entre la población filipina de lo que algunos se empeñan en no reconocer, a base de ocultar y manipular datos. En los censos que el gobierno estadounidense realizó entre los años 1903 y 1905, aparece que el 10% de la población lo hablaba. En aquel entonces, la población era de nueve millones, por tanto, 900.000 filipinos tenían el castellano como lengua materna. Pero es preciso tener en cuenta que este dato, a pesar de provenir de un censo oficial, podría ser poco fiable porque los Estados Unidos querían extender el uso del inglés y acabar con el castellano. Durante la invasión de Filipinas por los Estados Unidos, se produjo una masacre que algunos autores y estudiosos filipinos no dudan en calificar de genocidio (como Guillermo Gómez Rivera de la Academia Filipina), ya que murieron un millón y medio de filipinos de una población de nueve millones. Gran parte de esta población masacrada era hispanohablante, ya que el ataque se concentró sobre las clases dirigentes y el grupo que probablemente mejor comprendía el concepto de libertad. Lo que es cierto, es que a pesar de la introducción del inglés, el español ha subsistido hasta nuestros días.

 

Un segundo genocidio se produjo entre la población en 1945, durante la Segunda Guerra Mundial: un bombardeo en la zona católica y española de Manila por parte de EEUU que luchaba contra las fuerzas japonesas, con lo que, de nuevo, el castellano vuelve a perder a muchos de sus hablantes.

 

En los artículos que el académico Guillermo Gómez Rivera publica en prensa y en Internet, pide que se ayude a destruir la leyenda negra que contra el español existe en Filipinas y que se enseñe la verdadera historia de Filipinas. Parece ser cierto que existe poco apoyo al español en estas tierras desde España pero, al menos, existe una Real Academia de la Lengua Española y un Instituto Cervantes, así como una serie de asociaciones culturales a favor de la preservación y difusión de la lengua. Sin embargo, parece que sí existe un sentimiento de oposición a lo español. Prueba de ello es que la presidenta Corazón Aquino decretara su abolición como idioma oficial y que retirara el español como asignatura obligatoria en los colegios. Las medidas a favor del español son, principalmente, de carácter privado, como la fundación del Premio Zobel en 1922 por don Enrique Zobel de Ayala.

 

Para resumir podríamos decir que:

-         El español sí se implantó en Filipinas, aunque no fue nunca la lengua de las masas, sino administrativa, pública y de las clases altas y cultas.

-         Se han introducido hispanismos en las lenguas nativas.

-         El chabacano es el único dialecto hispanoasiático existente en el mundo.

-         Existe una literatura y una prensa local en castellano.

-         A principios del siglo XX lo hablaba, al menos, un 10% de la población (probablemente más).

-         El descenso de castellanohablantes se debe a la actuación estadounidense, que fue quien creó el resentimiento hacia lo español, y al súbito descenso demográfico entre este sector de la población especialmente (primero a finales del siglo XIX durante la guerra contra EEUU que siguió a la guerra de Independencia a principios del XX, y luego durante la Segunda Guerra Mundial. Ambas masacres, o genocidios, fueron ocasionadas por EEUU).

-         La mayoría de los nombres y apellidos de la población filipina actual son españoles. El motivo es que en 1810, el gobernador Narciso de Clavería y Zaldúa, decretó que todos los apellidos tenían que «españolizarse» y esto se ha mantenido vigente hasta la actualidad. Incluso, los apellidos que no son de origen español se deletrean adaptándolos a la fonética española.

 

 

 

EL CASTELLANO EN ÁFRICA: GUINEA, EL SÁHARA, SIDI-IFNI Y MARRUECOS

 

La presencia española en África se remonta al siglo XV. Para conseguir la hegemonía en el Mediterráneo y proseguir la lucha contra los musulmanes y así evitar una nueva conquista, la corona española ocupa plazas en el norte de África: Melilla pasa a manos de los Reyes Católicos en 1497, poco después de la caída de Granada; le siguen Orán (1509), Argel y Trípoli (1510). Ceuta fue conquistada por los portugueses en 1415, pero en 1581 pasa a España, junto con todos los territorios portugueses, ya que Felipe II recibe la herencia de su madre, Isabel de Portugal. A pesar del levantamiento de Portugal en 1640, la ciudad seguirá perteneciendo a la corona española.

 

Guinea

Guinea Ecuatorial fue colonizada por Portugal en el siglo XV, ya que tras el Tratado de Tordesillas (1493) queda repartido entre España y Portugal el mundo por explorar. En el siglo XVIII, tras el Tratado de San Ildefonso (1778) entre ambas potencias, Portugal cede a España parte de Guinea a cambio de territorios españoles en el sur de Brasil que le interesaban más. Parte entonces de Montevideo una expedición española al mando del comandante Argelejo, pero después de varias penalidades, el comandante muere y la expedición regresa bajo el mando del que había su segundo, Primo de Rivera, y los territorios africanos quedan por el momento prácticamente olvidados, exceptuando viajes de algunos comerciantes y negreros y las expediciones del profesor Moros y Morellón.

 

Mientras, ingleses y franceses se van adueñando de los territorios, hasta que entre 1843 y 1858 España los reconquista militarmente. El gobernador Carlos Chacón lleva a Guinea colonos españoles en 1858, motivo por el que se propaga el castellano en este país. La presencia española en África se consolida después del desastre del 98, ya que se vuelve hacia las únicas colonias que permanecen bajo su posesión.

 

A partir de 1964 la colonia vivió en régimen de autonomía. Tras fuertes presiones internacionales, España reconoce la independencia de Guinea el 12 de octubre de 1968, actualmente día de la fiesta nacional.

 

En la actualidad, la lengua predominante sigue siendo el español, que es además la lengua oficial del estado. También se habla el fang (en Río Muni) y el bubi, ibo e inglés en las islas. Según el censo de 1986, la población era de 324.000 habitantes.

 

 

El Sáhara Occidental y Sidi-Ifni

En la actualidad, este territorio se halla ocupado por Marruecos. Se calcula que la población es de más de un millón de habitantes (censo de 1994, aunque el tema de los censos en el Sáhara es muy poco fiable, por la actuación de Marruecos, como veremos a continuación), más los alrededor de 160.000 saharauis que se encuentran en campos de refugiados en Argelia. Las lenguas habladas en esta zona son el español y el árabe.

 

Castilla llega a la costa sahariana en el siglo XV con el objetivo de conseguir un punto estratégico continental cercano a las islas canarias. Sin embargo, España volcada en los territorios americanos, no comenzó una colonización real hasta 1886, a partir de la

Conferencia de Berlín. Eran varias las potencias europeas que querían hacerse con territorios en África. España y Francia llegan a un acuerdo en 1904, estableciéndose las fronteras del Sáhara español. La presencia española se irá consolidando y cabe destacar la actuación del Gobernador militar Francisco Bens, que fue colonizando territorios desérticos. En 1932 se funda la ciudad de Al-Aaiún, la actual capital sahariana. En los años cuarenta se realizan una serie de prospecciones que llevan al hallazgo de fosfatos, cuya posterior explotación contribuyó al desarrollo del Sáhara, además de otras actividades económicas: minería, petróleo y pesca. Al-Aaiún pasa de tener 6.000 habitantes en 1959 a 28.000 en 1974 y desciende el porcentaje de población nómada.

 

En el año 1956 Francia otorga la independencia a Marruecos.

 

La administración colonial respetó la división tribal y dio reconocimiento a los jefes de los clanes. En el DNI se especificaba a qué tribu pertenecía su poseedor. En 1958 la administración española se divide en dos provincias: Ifni y Sáhara. Comienzan a organizarse partidos independentistas entre los que destaca el Frente Polisario. Debido a los enfrentamientos armados y a la presión internacional el gobierno franquista reconoce el derecho de autodeterminación, pero no pudo celebrarse el referéndum previsto porque Marruecos en 1975 organiza la llamada «marcha verde» sobre el Sáhara, hecho que adelantó la retirada española y propició el consiguiente reparto del territorio entre Marruecos y Mauritania. A pesar de que varios países reconocieron la nueva nación, ambos países no salieron del Sáhara, por lo que comienza una guerra, en la que Estados Unidos y Francia apoyan a Marruecos, contra el pueblo saharaui. En 1980 la ONU pidió la retirada de Marruecos del Sáhara y exigió, con el apoyo de varios países, la celebración del referéndum para que la población optara entre la independencia o la anexión a Marruecos. Sin embargo, surgió la dificultad de establecer quiénes serían los votantes, por lo que comienza a realizarse un censo y el referéndum queda fijado para enero de 1992. Pero Marruecos comenzó a instalar a miles de ciudadanos marroquíes en territorio saharaui para que pudieran votar y, siguiendo con su dinámica de represión, prohibió el ingreso de observadores internacionales. En la actualidad, Marruecos sigue obstaculizando la realización del referéndum y violando los derechos de los saharauis.

 

Evidentemente, a la vista de la difícil situación que vive el antiguo Sáhara español, el castellano está condenado a desaparecer en esta zona por la represión marroquí, que impone su lengua, el árabe, la lengua del vencedor.

 

 

 

 

LA ENSEÑANZA DEL CASTELLANO COMO SEGUNDA LENGUA: EL INSTITUTO CERVANTES

 

El número elevado de personas que estudia una lengua es uno de los claros síntomas de que esa lengua se encuentra en un momento de auge y de vitalidad. Y eso es lo que ha sucedido con el castellano. En los últimos años, la demanda de cursos de español ha aumentado enormemente, sobre todo en Estados Unidos y Brasil. En Europa los países en los que hay una mayor demanda son Francia y el Reino Unido.

 

De todas formas, todavía nos queda mucho camino por recorrer y explotar en el campo de la enseñanza del español. Según datos recogidos por Turespaña, en 1997 el Reino Unido recibió 750.000 estudiantes de inglés, mientras que España recibió 130.000. Aún así, el crecimiento de año en año ronda el 8%. El origen de los estudiantes de español es variado. Según los datos de la Asociación para el Progreso del Español como Recurso Económico publicados en el suplemento de Economía del diario ABC (12 de mayo de 2002), la distribución es como sigue:

 

Alemania

21%

EEUU

17%

Francia

14%

Japón

8%

Gran Bretaña

7%

Escandinavia

6%

Holanda

5%

Italia

5%

Suiza

5%

Resto Europa

5%

Asia

2%

Resto mundo

4%

 

Son varios los motivos que llevan a la expansión de una lengua, aunque en nuestros días podría decirse que el factor económico es fundamental. De hecho, tras la firma de varios tratados comerciales en América (Mercosur, el Pacto Andino, el Tratado de Libre Comercio entre Canadá, Estados Unidos y México) el interés por aprender el castellano ha aumentado. Y así aparece en los planes de estudio de secundaria de la mayoría de los países europeos, de Estados Unidos y de Brasil, además de su presencia en universidades de todo el mundo. Pero existen organismos específicamente creados para la enseñanza y difusión del español como el Instituto Cervantes que fue creado en 1991. Son vocales del Patronato del Instituto el Director General de la RAE y el Secretario General de la comisión permanente de la Asociación de Academias de la Lengua. El plan de estudios está establecido de tal forma que una persona que comience primero en el Cervantes de Manila pueda continuar segundo en el Cervantes de Milán, por ejemplo. Además, es sede del DELE (Diploma de Español como Lengua Extranjera), examen confeccionado por la Universidad de Salamanca. El número de personas que se presentan al examen va aumentando año tras año. En 1994 casi 9.000 personas realizaron el DELE. Evidentemente, si lo comparamos con el número de personas que se presentan a los exámenes del British Council, todavía sigue siendo bajo, pero hay que tener en cuenta que el Instituto Cervantes tiene tan sólo once años de vida, mientras que el British cuenta con medio siglo de antigüedad.

 

El Instituto Cervantes tiene sedes en los siguientes países, y en algunos de ellos cuenta con más de una: Alemania, Argelia, Austria, Bélgica, Brasil, Egipto, Estados Unidos, Filipinas, Francia, Grecia, Irlanda, Israel, Italia, Jordania, Líbano, Marruecos, Países Bajos, Polonia, Portugal, Reino Unido, Rumanía, Rusia, Siria y Túnez.

 

Actualmente, el Instituto Cervantes y el Instituto de México están a punto de firmar un acuerdo para promocionar de forma conjunta el español en todo el mundo. Se trataría de la creación de un organismo que, gestionado a partes iguales por ambos países, tendrá como objetivo la promoción y enseñanza del castellano. El Instituto de México posee más de 50 sedes en todo el mundo y depende de las embajadas de México.

 

El número de matriculados en los Institutos Cervantes ha ido aumentando de forma progresiva[11]:

 

 

Durante el curso 2002-2003, la matriculación en el Instituto Cervantes se incrementó en un 13% respecto al curso anterior, alcanzando un total de 73.676 alumnos, incluyendo 6.800 profesores.

 

Respecto a la enseñanza de las otras lenguas oficiales españolas, en los últimos seis años se han impartido 14 cursos de lengua gallega con 184 estudiantes y 52 cursos de catalán con 240 alumnos. Además, el Instituto Cervantes va a firmar un acuerdo con el Instituto Ramón Llull para la difusión de la lengua catalana en los centros del Cervantes, según ha informado Jon Juaristi, director actual del Instituto Cervantes, en la última reunión anual del Patronato (15 octubre 2002).

En cuanto a la situación del castellano como segunda lengua en Europa, según el Eurobarómetro de diciembre de 2000, un 53% de los europeos afirmaban que conocía una segunda lengua europea, aparte de su lengua materna. La mayoría, un 41%, habla inglés, un 19% habla francés, un 10% habla alemán, un 7% habla español y un 3% habla italiano.

 

La enseñanza del español en Brasil

Brasil es el país donde más ha aumentado la enseñanza del español en los últimos años, ya que se ha introducido la obligatoriedad del español en la enseñanza primaria y secundaria. El incremento ha sido tal que existe una gran demanda de profesores y las plazas no quedan cubiertas.

Los motivos de este incremento son varios:

-   Creación de Mercosur, el Mercado común del sur de América, que ha hecho aumentar la demanda de profesionales con conocimientos de castellano.

-    Instalación de empresas españolas en Brasil: Telefónica, Iberdrola, bancos españoles, etc.

-    Aumento del prestigio del español y de la cultura hispana: música, literatura, deporte...

 

Otro país donde también está aumentando la demanda del español es Japón, donde se enseña en más de 100 universidades. El número de alumnos era de 1.500 en el año 1985 y en 1992 había subido hasta los 3.000 alumnos.

 

El aprendizaje de una lengua extranjera es una fuente de enorme riqueza que los países hispanos todavía no hemos aprendido a desarrollar del todo.

 

 

 

EL CASTELLANO EN INTERNET Y NUEVAS TECNOLOGÍAS

 

Las lenguas más usadas en Internet son el inglés (60%), japonés, alemán, chino y castellano (5%). Evidentemente, a pesar de ser una de las lenguas más empleadas en Internet, la diferencia con el inglés es abismal. Algunas estadísticas dicen que el castellano va aumentando su presencia en la red, pero no es menos cierto que muchos artículos de intelectuales y científicos castellanoparlantes, son publicados en inglés en Internet, por ser el vehículo que favorece un mayor entendimiento. O foros de opinión en los que hablantes de castellano se expresan en inglés por el mismo motivo. Otras estadísticas, sin embargo, afirman que el castellano ha descendido en Internet. En el Primer Congreso Internacional de la Lengua Española que se celebró en Zacatecas (México), se dijo que la presencia del castellano en Internet era de un 2,5%, pero en el Anuario del Instituto Cervantes del año 2000 este porcentaje baja hasta un 1,5%. La diferencia de estas cifras se debe a que hay que tener en cuenta que estamos hablando de porcentajes generales, por lo que se han ido añadiendo nuevas lenguas a la red que van creciendo, por lo que estas estadísticas no implican un descenso de la presencia total del castellano. Hay que añadir que la mayoría de los dominios son mexicanos y españoles. Según José Antonio Millán[12], los métodos que se emplean para cuantificar la presencia del español no son fiables, ya que básicamente todos los buscadores están orientados al inglés y, por tanto, no son capaces de reconocer e indicar todos los sitios y contenidos en castellano. Ni siquiera parece ser posible hacer un cálculo exacto del tamaño total de la red, por lo que habría que desarrollar una nueva metodología para poder medir la presencia de cada lengua, en términos cuantitativos, y considerar que también habría que tener en cuenta criterios de carácter cualitativo.

Sin embargo, no porque una lengua tenga más páginas quiere decir que sea mejor o que esto sea un factor positivo en sí mismo. Otro aspecto importante es la cantidad de usuarios en cada lengua. Las estadísticas son también variables, ya que algunas tienen en cuenta no sólo sitios en español sino también sitios en otras lenguas sobre cultura hispana y hay estadísticas que incluyen los «chats» y otras no.

 

En cuanto al problema de la ortografía en Internet, el problema es que la mayoría de los teclados no ofrecen la posibilidad de transcribir algunos rasgos característicos como la ñ, consonante que se ha convertido en el símbolo del Instituto Cervantes, o algunos acentos. En efecto, hay usuarios que prescinden (voluntaria o involuntariamente) de algunos de estos rasgos y, por ejemplo, la ñ la sustituyen por un sonido equivalente en otras lengua (ny en catalán, gn en francés, nh en protugués, ni por similitud, etc.) pero esto, sin entrar en incorrecciones ortográficas, puede provocar confusiones y falta de comprensión en un mensaje. Sin embargo, hoy en día no debería existir ningún problema para poder teclear todos los símbolos de nuestro alfabeto, gracias al estándar MIME (Multi-Purpose Internet Mail Extensions)[13]. Pero este sistema no siempre está a nuestro alcance o se sabe utilizar. El caso es que es bueno saber que este problema se irá subsanando.

 

A través de Internet entra una avalancha de anglicismos. Algunos se han podido traducir fácilmente al castellano por tratarse de términos derivados del latín (sitio, dominio...). Otros directamente no se traducen (Internet, hardware, web...). Esto ha hecho que selevante la voz de alarma desde varios foros. En la mayoría de los casos está en manos del propio hablante utilizar la palabra correcta: correo electrónico, charlar (no «chatear»), etc.

 

Otro problema es que no existe un órgano regulador de nuevos términos, o sea, una especie de Academia de la Lengua que se dedicara a crear y traducir con propiedad nuevos términos y que tuviera el reconocimiento y aceptación social, ya que muchas veces son las propias multinacionales informáticas las que acuñan el término, sin tener en cuenta muchos factores, ya que no son lingüistas. Se trataría de un organismo formado por conocedores de la lengua y de la informática, que podría estar asesorado por la RAE. En otras lenguas sí existen este tipo de instituciones. Tal es el caso del TermCat en Cataluña. De todas formas, tal y como dice José Antonio Millán, es cierto que a veces «la lengua se adapta por sí sola»[14].

 

El fenómeno de los mensajes cortos tiene su origen en la aparición de los telegramas. Se trata de mensajes que utilizan menos palabras de las que usaríamos habitualmente por motivos económicos o de comodidad. Ahora con los teléfonos móviles, encontramos mensajes de este tipo: «Qedamos (o kedamos) 8 t espero». Pero este tipo de transcripción se debe fundamentalmente para ganar tiempo o por comodidad, ya que el sistema de escritura resulta bastante incómodo para el usuario. Ante los puristas que levantan la voz contra este tipo de lenguaje, personalmente creo que no representa ningún peligro para la pureza del idioma, ya que este tipo de comunicación se limita a un contexto muy concreto o, al menos, eso espero. Sin embargo, podemos observar cómo estos mensajes se han trasladado a los apuntes de los alumnos y, finalmente, a los exámenes.

 

Actualmente, en España siete millones de personas navegan por Internet. Pero la situación de España es baja respecto a la media europea. Por ejemplo, según el Anuario Estadístico de UIT, en España hay 14 ordenadores cada 100 habitantes, mientras que la media europea es de 23 y en EEUU la cifra sube hasta 46 ordenadores. En cuanto al acceso a Internet desde casa, somos el penúltimo país de la Unión Europea. De todas formas, estas cifras van aumentando, ya que nos hemos incorporado a las nuevas tecnologías con un cierto retraso. Incluso, la mayoría de las páginas en español y sus contenidos están realizadas por empresas extranjeras.

 

Siguiendo con cifras, en Hispanoamérica, que tiene en torno a 450 millones de habitantes, sólo seis millones estaban conectados a Internet en 1999, aunque esta cifra va en aumento. Se trata, por tanto, de una zona de alto potencial en un futuro.

 

También Internet es un vehículo para promover la enseñanza del español y así el Instituto Cervantes ha creado el Centro Virtual Cervantes, lo que es una buena idea pero presenta problemas de carácter técnico como el coste del equipamiento y la saturación de la red Ibernet[15], pero en conjunto es un proyecto factible y positivo.

 

Vamos a ver dos estadísticas recientes con resultados diferentes, en cuanto a la distribución de idiomas en Internet.

 

Si tomamos los datos que proporciona la fuente Globalstats, el resultado es el siguiente:

 

En cambio, si tomamos los datos de la Asociación de Usuarios de Internet, cuyos datos aparecieron en el diario ABC, en el suplemento Economía, con fecha 12 de mayo de 2002, el resultado es el siguiente:

 

Esta misma fuente completa la información con los siguientes datos, en cuanto a la distribución de idiomas en la red:

 

Japonés

9,2%

Ruso   1,8%

Coreano

4,4%

Chino 9,2%

Holandés

2,2%

Lenguas escandinavas   2,2%

Alemán

6,7%

Otras 7,5%

 

 

 

EL CASTELLANO HOY EN DÍA: NUEVA EXPANSIÓN

 

Las lenguas, además de ser una seña de identidad indiscutible, poseen un valor económico. El castellano es la lengua de alrededor de 400 millones de personas y es la segunda lengua más hablada en Estados Unidos y la que más sigue creciendo. Los cursos de español generan unos 255 millones de euros al año en España. La música latina produce unas ganancias de más de 600 millones de dólares al año y la publicidad en castellano en Estados Unidos recauda 2.400 millones de dólares.

 

Hemos visto que el castellano es una lengua viva, que goza de buena salud y que está experimentando un enorme crecimiento, tanto a nivel de enseñanza como lengua extranjera (sobre todo en Estados Unidos y Brasil) como a nivel de lengua materna de hablantes hispanos en EEUU, donde ya es la minoría mayoritaria y la que más rápidamente crece, pues todavía los niveles de natalidad de este sector son elevados. Su importancia es evidente para los políticos y en la última campaña electoral se pudo oír, tanto al candidato republicano como al demócrata, pedir el voto hispano en español. Sin embargo, existe mucho analfabetismo en los países hispanos, por lo que sería preciso desarrollar políticas educativas eficientes.

 

El avance del español se debe hoy en día, pues, a motivos principalmente económicos: hay mucha población hispanoamericana que emigra a EEUU, huyendo de la pobreza y buscando una vida mejor. Además, estamos asistiendo al auge de la música latina (cantantes como Luis Miguel, Julio Iglesias, Enrique Iglesias, Ricky Martin, Jennifer López, Gloria Stefan o Jon Secada son números unos en listas de ventas en países anglosajones y europeos); ritmos latinos suenan en cualquier discoteca del mundo y tanto en Japón como en Finlandia hay escuelas donde aprender a bailar salsa y merengue; la literatura hispana goza de gran prestigio y recibe premios internacionales (en la actualidad la lista de escritores hispanoamericanos de calidad es larguísima. Ya hemos mencionado a algunos en un capítulo anterior); actores latinos (Antonio Banderas, Andy García; Benicio del Toro o Martin Sheen) son reclamados por famosos directores no hispanos; arquitectos españoles adquieren reconocimiento internacional (Moneo, Calatrava); diseñadores de moda presentan sus colecciones en desfiles internacionales (Carolina Herrera, Óscar de la Renta). Podríamos decir que lo hispano está de moda.

 

Sin embargo, es deficiente la presencia del castellano en los medios científicos, pues es común que un investigador hispanohablante transcriba sus escritos en inglés, el idioma en el que generalmente se comunica la comunidad científica e intelectual. Influye en esta situación el hecho de que no se ha llevado a cabo una normalización de los términos científicos y técnicos. Asimismo, gran parte del mundo de las editoriales que trabajan en lengua española está en manos alemanas, francesas, británicas y estadounidenses que tienen como objetivo la América hispana. Este hecho incidirá negativamente en la expansión del castellano como vehículo de comunicación entre la comunidad científica a nivel internacional.

 

El caso del castellano en Estados Unidos

 

La lengua castellana llegó por primera vez a las tierras del norte de América a través de la Florida en 1513 con Ponce de León y a partir de ahí los conquistadores españoles se fueron extendiendo por Florida, Luisiana y el sudoeste de Texas y Nuevo México hacia 1536. Arizona fue ocupado a principios del siglo XVIII y la primera misión de California fue fundada en San Diego en 1769. Colorado no fue ocupado hasta mediados

del siglo XIX.

México se independiza de España en 1821 y Texas se declara independiente quince años después. A continuación se declaró la guerra entre México y EEUU (1846-1848) que terminó con el Tratado de Guadalupe Hidalgo. California pasará a pertenecer a EEUU en 1850, Colorado en 1876 y Arizona y Nuevo México en 1912. Se impone entonces por parte de las autoridades el inglés como idioma único. Tengamos en cuenta que no estamos hablando de hace tantos años y que nos estamos refiriendo a estados que pertenecieron a España y luego a México durante muchas décadas e incluso siglos, lo cual, evidentemente, ha influido en el uso del castellano en toda la zona sur de los Estados Unidos. El castellano ha influido en el inglés con una serie de préstamo léxicos. Palabras como sombrero, siesta, patio, rancho, etc. son utilizadas por los estadounidenses de habla inglesa. Son numerosos los topónimos que se han mantenido (San Francisco, Los Ángeles, Santa Fe, El Paso, San Diego, etc.).

 

Podemos decir que con la actual inmigración, EEUU se ha «hispanizado» (al menos podemos aplicar este término a toda la zona sur que fue española) y el castellano se está extendiendo por todos los estados. Se podría haber perdido por la gran cantidad de angloparlantes, pero se ha conservado por la constante emigración de mexicanos hacia el norte y más tarde por el flujo de cubanos, puertorriqueños y dominicanos que se van asentando, sobre todo, en California, Nueva York y Florida. Actualmente, el porcentaje de hispanohablantes en Nuevo México es del 40% y hay unas 30 grandes ciudades que cuentan con más de 100.000 hispanos (Los Ángeles, Nueva York, Miami, Chicago...). Hoy es la segunda lengua de EEUU y se extiende principalmente por motivos económicos, ya que el hispano va ganando lugares importantes en medios económicos y políticos. Aunque también hay grupos de hispanos que después de tres generaciones pierden el castellano y se expresan sólo en inglés. Algunas hipótesis anuncian que en el 2030 uno de cada tres estadounidenses hablará español.

 

La población hispana de los EEUU pasó de dos millones en 1940 a más de 22 millones en 1990. Actualmente, lo hablan unos 25 millones de personas, lo que convierte a EEUU en el quinto país del mundo por número de hispanohablantes. Se trata, sin embargo, de un castellano que muchas veces no se ajusta exactamente al ideal de norma culta, ya que asistimos al fenómeno del llamado espanglish. Se trata de un castellano poco cohesionado, normalmente hablado por emigrantes poco cultos que consideran el inglés imprescindible para poder progresar, por lo que es frecuente que a partir de la tercera generación sólo hablen inglés y no conozcan, o poco, el castellano. Es cierto que saber inglés es un punto importante para acceder al mercado laboral. Pero si nos encontramos ante un hablante culto será capaz de aprender una segunda lengua, sin contaminar su lengua materna. Sí es verdad que actualmente en EEUU hay mucho interés por el español, hay numerosos estudiantes de esta lengua y cada vez es más valorada.

El motivo principal de que se hable español es la inmigración masiva desde México y el centro y sur de América, que ha aumentado notablemente en los últimos veinte años. En la última década la mayoría de los hispanos emigrados a EEUU proceden de México, Cuba, República Dominicana y El Salvador. El primero es México, país al que sigue Filipinas. Los hispanos tienden a situarse donde ya habitan otros hispanos, de manera que continúan hablando español y así encontramos que en muchas zonas de EEUU hay prensa, radio y televisión en esta lengua (y en espanglish). Los estados donde hay más hispanos son los del sur. Cuando EEUU se anexionó los estados del sur (California, Arizona, Texas y Nuevo México) el inglés se convirtió en lengua oficial y se prohibió el español, por lo que éste se perdió en gran parte. Sin embargo, estos estados antiguamente españoles han vuelto a recuperar el castellano. Más de un millón de cubanos se han asentado en EEUU por motivos políticos principalmente y la mayoría de ellos vive en Miami, que es una de las ciudades que concentra el mayor número de hispanos.

 

Según el censo de 1990, la población hispana suponía un 8,9% (en torno a 22 millones). Hoy esta cifra se aproxima a los 30 millones. Sin embargo, no todos usan el castellano y un porcentaje de la población lo va perdiendo a favor del inglés, lengua que ofrece mayores oportunidades en el terreno laboral.

 

Se calcula que la población hispana supondrá entre el 13 y 14% de la población total de EEUU en el año 2010, teniendo en cuenta su ritmo actual de crecimiento por la tasa de natalidad y de inmigración. Este hecho no tiene porqué implicar un aumento paralelo del número de hablantes, pero aún así la presencia del español es evidentemente importante. Según los censos, hoy en día, un 82,5% de la población hispana emplea habitualmente el español. Se trata de la lengua más hablada en EEUU después del inglés. El bilingüismo está bastante extendido entre la población hispana (74% según el censo de 1990, del U.S. Bureau of the Census).

 

En cuanto a la enseñanza del español, es la lengua extranjera más enseñada en la escuela, aunque de este porcentaje no se sabe cuántos son hispanos que estudian porque desean escribir bien la lengua de sus antepasados. Parece ser que el español va ganando en prestigio y ya no es sólo la lengua de los emigrantes hispanos pobres. Así, el hispano joven tendrá menos motivos para dejar de hablar español y podrá ser un bilingüe perfecto. El factor del prestigio es fundamental. Está claro que si existe una presión política y social externa, el hablante puede llegar a avergonzarse de su lengua materna y no transmitirla a sus hijos. Ésta es la causa principal de que, desgraciadamente, muchas lenguas mueran. Aunque también es normal que a medida que avanzan las generaciones se vaya perdiendo la lengua de los antepasados porque ya hablamos de hispanos nacidos en EEUU, que van a una escuela estadounidense, de forma que todo su ambiente, excepto el familiar, es el mismo que el de cualquier habitante de los EEUU.

 

Por otra parte, los medios de comunicación favorecen el mantenimiento del español: cadenas de televisión, emisoras de radio, prensa diaria, etc. Además, el mundo hispano supone un mercado importante y prueba de ello son los anuncios y publicidad dirigidos a este sector.

 

Estos gráficos muestran algunos valores de lo dicho en este capítulo.

 

 

 

DEBERES DE LOS USUARIOS DEL CASTELLANO

 

El deber de cuidar la lengua está en manos de los gobiernos, de los académicos, de los profesores y de los organismos creados con este objetivo, pero también está en manos de cada uno de los castellanoparlantes. Es decir, en nuestra mano está usar el anglicismo «mail», por poner un ejemplo, o correo electrónico (o sólo correo si se considera muy largo o, incluso, el término «emilio» creado por el ingenio popular). Cierto que este ejemplo no es de los más sangrantes. Los hay muchos peores: acostumbrémonos a decir aparcamiento y no «parking»; carpeta y no «folder»; presupuesto y no «budget». ¿Por qué decir «new economy» cuando podemos perfectamente traducirlo por nueva economía? De todas formas, y no para que sirva de consuelo, existen otras lenguas mucho más contaminadas de anglicismos que la nuestra. Por poner un ejemplo, en italiano no se traduce ninguno de estos términos: mouse (ratón), computer (ordenador), reception (recepción de un hotel), detectiv (detective), yacht (yate), compilation (recopilación), UFO (OVNI), AIDS (SIDA), NATO (OTAn), etc. Nuestros vecinos franceses también suelen traducir a su idioma, como nosotros, varios términos extranjeros: ordinateur, souris, etc.

 

Especial cuidado deben tener los hablantes americanos con los extranjerismos innecesarios, ya que por la proximidad con EEUU, sobre todo México, es fácil la contaminación del idioma que lo aleja de la norma culta. Y así podemos escuchar términos como «checar» (por comprobar), «rentar» (por alquilar) o «empacar» (por hacer la maleta).

Es preciso que el hablante esté atento al aluvión de anglicismos que entran de la mano de las nuevas tecnologías, especialmente los términos relacionados con la informática y la economía. No se trata de caer en un purismo exagerado, pero sí hay que cuidar la introducción de nuevos términos que, no sólo hay que traducir literalmente, sino adaptarlos al «espíritu de nuestra lengua para que los resultados sean concordes con nuestra idiosincrasia».[17]

 

El hablante culto (el que es capaz de cambiar de registro) debe cuidar su forma de hablar. Basta esforzarse mínimamente para evitar vulgarismos del tipo « he comprao» o «he quedao», en los que es muy fácil caer, pero también es muy fácil evitar. O esforzarse, quizás un poco más, en pronunciar correctamente la letra ll y diferenciarla de la y. O en zonas laístas y leístas, basta también un poco de atención para evitar el uso incorrecto de los pronombres, que tan mal efecto hacen al oído. Intentemos evitar las cacofonías tipo «tiene siete o ocho años», «Pedro o Óscar» y sustituyamos correctamente la conjunción disyuntiva por la forma u.

 

De igual modo es preciso prestar atención a una ortografía correcta. Muchas veces, no escribimos la tilde, lo que puede dar lugar a confusiones: no es lo mismo esta (adjetivo demostrativo) que está (tercera persona del presente del verbo estar); o cantara (pretérito imperfecto de subjuntivo del verbo cantar) que cantará (futuro del mismo verbo).

 

Cambios y desusos

 

Las lenguas evolucionan y por eso surgen innovaciones y, por el contrario, hay también vocablos que quedan en desuso. Así, el pretérito anterior de indicativo cada vez se utiliza menos: «Cuando hubo llegado, se sirvió la cena». Hoy es uso habitual sustituir este tiempo por un pretérito indefinido: «Cuando llegó, se sirvió la cena». La diferencia entre ambos tiempos verbales es que estamos hablando de dos pasados en el tiempo: un pasado (que se expresaría con el pretérito anterior) es anterior al otro, es, por así decirlo, más pasado. Es decir, el hecho de llegar es anterior al de servir la cena. Cuando queda claro por el contexto cuál de los pasados es el anterior al otro, se considera correcto el uso del pretérito indefinido como en el ejemplo.

Sin embargo, hay otros tiempos verbales que actualmente han quedado en completo desuso. Es el caso de la forma pretérita subjuntiva acabada en -re y su forma compuesta (actualmente su uso estaría restringido a fórmulas antiguas muy concretas, por ejemplo de carácter legal: «quien infringiere la ley...»).

 

Ángel Rosenblat[18] expresaba su preocupación porque pudiera haber preferencia en el empleo del pretérito indefinido sobre el pretérito perfecto de indicativo, pero en la actualidad lo correcto sigue siendo:

-         Pretérito indefinido: acción acabada en un período de tiempo acabado: «Ayer comí».

-         Pretérito perfecto: acción acabada en un período de tiempo no acabado: «Hoy he comido».

 

Es cierto que existen zonas de América y del norte de España donde siempre se usa el pretérito indefinido, pero en mi opinión no supone ningún peligro para el uso correcto (y espontáneo) que hacen la mayoría de los hablantes. En el caso del abuso del pretérito indefinido, se trata de un localismo, de una característica regional o local del castellano en Galicia y Asturias, por ejemplo. Este uso «incorrecto» no afecta al resto de los hispanohablantes y la diferencia entre ambos tiempos verbales sigue estando vigente, aunque lo más seguro es que la mayoría de los hablantes no sepa exactamente porqué dice «hoy he comido» y «ayer comí», pero de forma espontánea lo usa correctamente.

 

Otra preocupación de A. Rosenblat es la pérdida de los futuros ante el empuje de formas como el presente con valor de futuro: «Mañana tengo una entrevista» o como una perífrasis: «Mañana voy a tener una entrevista». En mi opinión, estos dos usos no ponen en peligro la forma: «Mañana tendré una entrevista». En general, se elige el presente o una perífrasis cuando estamos hablando de un futuro muy próximo. Cuando el futuro es más lejano, se tiende al uso de las formas futuras: «El año que viene tendré una entrevista». Los tres modos son considerados igualmente correctos por la RAE. Y el futuro sigue utilizándose de forma habitual en nuestros días.

 

Sí es cierto que se va perdiendo la pronunciación correcta de la letra ll a favor del yeísmo. En España prácticamente sólo se pronuncia correctamente en las zonas donde el castellano convive con el catalán y en algunas zonas de Castilla e Hispanoamérica.

 

Hoy en España se tiende al tuteo. Hasta hace unos años predominaba la forma «usted», en cambio actualmente predomina el «tú».

 

En un pasado, la tendencia era incorporar galicismos. Hoy se incorporan anglicismos.

El caso es que una lengua está en constante evolución por varios motivos:

-         Contacto con otras lenguas: así una lengua va asimilando palabras de otras lenguas próximas, o con las que convive. Por ejemplo, el castellano de América adopta vocablos indígenas (chocolate, cacao, tomate, canoa...) y existen palabras castellanas que provienen del catalán como capicua o allioli.

-         Al extenderse geográficamente, hay cambios fonéticos y léxicos. Una lengua es algo vivo. Cuando ya no cambia es que es una lengua muerta o a punto de desaparecer.

-         Tecnicismos: ante los avances científicos y tecnológicos nos vemos obligados a inventar palabras nuevas para conceptos nuevos o asimilarlas de otras lenguas.

 

 

 

LA UNIDAD DEL CASTELLANO

 

«La anarquía en el lenguaje es la menos de temer... Derrámase hoy la lengua castellana por muy dilatadas tierras... Natural es que en tales circunstancias se diversifique el habla. ¿Y por qué ha de pretender una de esas tierras ser la que dé norma y tono al lenguaje de todas ellas? ¿Con qué derecho se ha de arrogar Castilla o España al cacicato lingüístico? El rápido entrecambio que a la vida moderna distingue impedirá la partición del castellano en diversas lenguas, pues habrán de influirse mutuamente las distintas maneras nacionales, yendo la integración al paso mismo a que la diferenciación dialectal vaya». [19]

 

Ha habido muchos autores, americanos y españoles, especialmente en el siglo pasado, que han temido por la unidad del idioma, comparando la situación con el latín, que quedó fraccionado en lenguas muy distintas entre sí. La posibilidad de la fragmentación del castellano comienza a discutirse con Rufino José Cuervo y Juan Valera en el siglo XIX. Esta posibilidad se plantea a la vista de varios hechos como las variantes que experimenta la lengua de una región a otra y la enorme extensión geográfica. Sin embargo, no parece que este peligro sea real por una serie de factores que analizaremos.

 

En la segunda mitad del siglo XX, autores como Ángel Rosenblat, Manuel Alvar o Eugenio Coseriu hablan de que la unidad del castellano en el mundo no peligra, ya que el ideal de lengua, la norma culta, es común a todos los hablantes. Existen, sí, variedades pero no es síntoma de fragmentación en absoluto. Hay más diferencias entre el castellano de España hablado en sus diferentes regiones que entre el castellano de España y América. Es decir, en Extremadura, Andalucía, Murcia, Canarias y las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla se da el seseo, rasgo que no se da en el resto de España. El yeísmo se da en casi toda España, mientras que en muchas zonas de América todavía se sigue haciendo la distinción correcta en la pronunciación. La confusión entre r y l también se da en puntos diversos de la geografía española. Es decir, no existe, en absoluto, un castellano mejor hablado en España que en América, o en Valladolid que en Huelva. El mejor castellano lo hablan los hablantes que más se acercan a la norma culta, sean de Bogotá, de Teruel, de un pueblo de los Andes o del Pirineo. Esta norma se aplica principalmente a la escritura, ya que ahí sí que no se reflejan las características fonéticas propias de cada zona (sólo léxicas).

 

Manuel Alvar, que fue miembro de la RAE, dice: «(...) he trabajado con las gentes más pobres de Méjico, de Guatemala, de El Salvador, de Cuba, (...) y nunca me tuvieron por extraño, ni esas criaturas tan diversas lo fueron para mí. Lo que nos hacía unos era la comunidad lingüística. (...). La universalidad es pertenecer a una cultura expresada por la lengua y nacida por una visión del mundo».[20]

 

Hay que tener en cuenta que además de los dialectos, en las lenguas existen variedades por motivos sociales y culturales. Pero todas estas variedades tienen un modelo ideal de lengua que seguir; las palabras y las reglas gramaticales del «buen castellano», en este caso. No importa que haya pronunciaciones y palabras diferentes de una región a otra, o de un país a otro. Esto es lógico ya sólo por el hecho de la enorme extensión geográfica y los normales regionalismos que influyen en la aparición de una serie de características particulares al castellano de cada zona. Pero todos los hispanohablantes tienen un mismo modelo de lengua en el que fijarse y todos pueden entenderse perfectamente, a pesar de las diferencias. La unidad de la lengua castellana está asegurada porque todos los hablantes tienen un mismo ideal de lengua.

 

Las variedades sociales de una lengua se deben a varios motivos: nivel de educación, razones económicas de acceso a la cultura e instrucción, las jergas (profesionales, lenguaje de ciertos grupos jóvenes, etc.), la lengua familiar (utilizamos palabras y giros sólo en determinados contextos), etc. Una persona culta es aquélla que es capaz de cambiar de registro idiomático.

 

En cuanto a los vulgarismos, hay que decir que la persona no culta no puede evitarlos. Pero a veces, una persona culta también utiliza vulgarismos: por ejemplo, pérdida de la d intervocálica (te has pasao, me han contao...), -d final (Madrí, Madriz), metátesis (cocreta por croqueta), distorsiones morfológicas(haiga por haya, contra más por cuanto más), laísmo, leísmo. El seseo no es vulgarismo, ya que la mayoría de los hispanohablantes incurren en él. Sólo es considerado vulgarismo en las zonas donde no está incorporado a la legua habitual (más o menos, sería solamente la zona central y norte de España). El yeísmo no es un vulgarismo, pero el hablante ha de esforzarse e intentar pronunciar correctamente la ll.

 

Cuando un idioma está muy extendido geográficamente es lógico que haya muchas variantes. Pero también dentro de un mismo país existen variantes: el castellano que se habla en Andalucía o en Asturias no es idéntico al que se habla en Valencia o en Ceuta. Y lo mismo pasa dentro de una misma ciudad: en Madrid no se habla igual en el barrio de Salamanca que en Parla. Además, es preciso tener en cuenta las variedades socioculturales entre unos y otros hablantes. Pero todos nos entendemos. Es evidente sobre todo la diversidad léxica, pero normalmente dentro de un contexto se puede comprender con facilidad. Gracias a los medios de comunicación estas variedades se dan a conocer a hispanohablantes de diferentes países (intercambio de literatura, llegada a España de los «culebrones», intercambio de cine y música, etc.).

 

Como ya hemos visto, existe un rasgo fonético común al castellano de América: el seseo, procedente de España como prácticamente todos los rasgos característicos del castellano de América, con la excepción de voces indígenas propias de cada región.

 

Un factor fundamental que contribuye a la unidad del castellano en el mundo es la creación de las Academias de la Lengua y éstas son las que existen en la actualidad:

 

 

Real Academia Española (1713)

Academia Colombiana de la Lengua (1871)

Academia Ecuatoriana de la Lengua (1874)

Academia Mexicana (1875)

Academia Salvadoreña de la Lengua (1876)

Academia Venezolana de la Lengua (1883)

Academia Chilena de la Lengua (1885)

Academia Peruana de la Lengua (1887)

Academia Guatemalteca de la Lengua (1887)

Academia Costarricense de la Lengua (1923)

Academia Filipina de la Lengua Española (1924)

Academia Panameña de la Lengua (1926)

Academia Cubana de la Lengua (1926)

Academia Paraguaya de la Lengua Española (1927)

Academia Boliviana de la Lengua (1927)

Academia Dominicana de la Lengua (1927)

Academia Nicaragüense de la Lengua (1928)

Academia Argentina de Letras (1931)

Academia Nacional de Letras del Uruguay (1943)

Academia Hondureña de la Lengua (1948)

Academia Puertorriqueña de la Lengua Española (1955)

Academia Norteamericana de la Lengua Española (1973)

 

 

En 1952 se creó la Asociación de Academias de la Lengua Española, que realiza congresos cada cuatro años con el propósito de mantener la unidad lingüística. En el Congreso de 1956, Dámaso Alonso expresa una visión negativa acerca de la unidad: «La misión académica es evitar que dentro de pocas generaciones los hispanohablantes no se puedan entender los unos a los otros, impedir que nuestra lengua se nos haga pedazos».

 

Afortunadamente esta previsión parece lejos de cumplirse, gracias a que existe un ideal de lengua común a todos los hispanohablantes. Es cierto que podemos encontrar algunos problemas de comprensión en un pueblo perdido de Andalucía o de Perú, por poner un ejemplo, pero en este caso estaríamos hablando de un problema de cultura que afecta siempre a una parte de la población en cualquier país del mundo. Una lengua siempre recibe influencias de localismos, de las lenguas que se hablaron antes en esa zona, etc. Tanto más en una lengua tan extendida físicamente como el castellano. O lógicamente, la masiva emigración italiana a Argentina tuvo que influir en la lengua. En cuanto a diferencias léxicas y fonéticas entre unos países y otros no son tan grandes que impidan la comprensión y en poco tiempo se van aprendiendo y asimilando los vocablos diferentes. Además, gracias al intercambio de la literatura hispanoamericana y programas de televisión entre Hispanoamérica y España, podemos saber que en Argentina llaman pollera a la falda española o que el ruletero mexicano es el taxista español y viceversa. Por otra parte, existen las Academias de la Lengua que velan por mantener la unidad. Ejemplo de ello es la edición de un nuevo Diccionario de la Lengua Española de la RAE (2001), en el que se incluyen dialectalismos españoles y voces de América y Filipinas. Se han añadido 11.425 nuevas entradas y han sido suprimidas muchas palabras que han quedado en desuso y que pasan a formar parte del Diccionario Histórico o del Nuevo tesoro lexicográfico.

 

En general en nuestros días no existe preocupación en cuanto a la unidad del castellano, ya que hay medios para evitar su fragmentación:

-         La actuación de las Academias de la Lengua y la existencia de otros organismos como el Instituto Cervantes o la Comisión Permanente de académicos hispanoamericanos que tiene su sede en Madrid.

-         La formación de los castellanohablantes, de modo que cada uno se sienta con la obligación de salvaguardar la lengua mediante su uso correcto y no se deje llevar por modas y extranjerismos innecesarios.

-         La unidad se refuerza con el intercambio cultural entre países, lo que en la actualidad es más fácil a través de los medios de comunicación: cine, televisión, Internet, música, prensa, etc.

-         Auge de la literatura hispanoamericana.

-         España no es la propietaria de la lengua, como tan acertadamente expresaba el genial Unamuno en las palabras recogidas al principio de este capítulo. Tan correcta es la lengua que se emplea en un país como en otro, cada uno con sus variantes.

-         Existencia de una norma culta, común a todos los hispanohablantes que es nuestro punto de referencia para hablar y escribir correctamente, siempre respetando las variedades.

-         En cuanto a la fonética, la norma es más flexible, puesto que el seseo, por ejemplo, es utilizado por la mayoría de los hablantes. Es decir, el seseo es correcto en las zonas donde su uso es habitual.

 

Existen, por tanto, unos instrumentos de acercamiento que antes no existían y podían conducir al aislamiento. El castellano que se habla en los diferentes países está cerca e intercambia continuamente información, por lo que el peligro de la fragmentación, que hubiera podido existir en otra época, parece que no sea un problema real.

 

Cuando a Gabriel García Márquez le concedieron el Premio Nobel, un periodista le preguntó quién era el más grande novelista de Colombia, a lo que él respondió sin dudar: «Cervantes». Creo que esta anécdota refleja claramente la unidad del castellano.

 

 

BIBLIOGRAFÍA

 

         MANUEL ALVAR: Español en dos mundos. Ediciones Temas de Hoy, Madrid, 2002

         R.M.W. DIXON: The rise and fall of languages. Cambridge University Press, 1997

         ANTONIO FONTÁN: El español, lengua universal. Antonio Fontán, Madrid,1996

         RAFAEL LAPESA MELGAR: Crisis históricas y crisis de la lengua española. (Discurso leído el día 14 de abril de 1996 en la recepción pública            de D. Rafael Lapesa Melgar y contestación por el Excmo. Sr. D. Pedro Laín Entralgo). Madrid, 1996

         FERNANDO LÁZARO CARRETER Y VICENTE TUSÓN: Literatura española. Ediciones Anaya, Madrid, 1981

         FERNANDO LÁZARO CARRETER Y VICENTE TUSÓN: Curso de lengua española. Ediciones Anaya, Madrid, 1984

         JUAN RAMÓN LODARES: Gente de Cervantes. Historia Humana del idioma español. Editorial Taurus, Madrid, 2001

         RAMÓN MENÉNDEZ PIDAL: Orígenes del español. Estado lingüístico de la Península Ibérica hasta el siglo XI. Espasa Calpe, Madrid, 1950

         JOSÉ ANTONIO MILLÁN: Internet y el español. Biblioteca Fundación Retevisión, Madrid, 2001

        JUAN CARLOS MORENO CABRERA: La dignidad e igualdad de las lenguas. Crítica de la discriminación lingüística. Alianza Editorial, Madrid,           2000

         PLAZA Y JANÉS EDITORES: El español en el mundo. Anuario del Instituto Cervantes 2000. Barcelona, 2000

         ÁNGEL ROSENBLAT: Nuestra lengua en ambos mundos. Salvat Editores, Estella, 1971

 

 

 

 

      PÁGINAS DE INTERNET:

 

www.los-indios-bravos.com (información sobre el castellano en Filipinas)

www.ucm.es (página de la Universidad Complutense)

www.eurosur.org/guia del mundo (información general sobre países)

www.iberolenguas.com (página sobre lenguas españolas)

www.caminodelalengua.com (información sobre el castellano)

www.el-castellano.com


NOTAS

[1]AMADO ALONSO, Castellano, español, idioma nacional (1942) recogido en Español en dos mundos, MANUEL ALVAR, Ediciones Temas de Hoy, Madrid, 2002.

[2]Declaración Universal de Derechos Lingüísticos, artículo 7, Barcelona, 6/VI/1996

[3] R.M.W. DIXON, The Rise and Fall of Languages, Cambridge University Press, 1997 (p.144)

[4] FERNANDO LÁZARO CARRETER Y VICENTE TUSÓN, Lengua española, Editorial Anaya, Madrid, 1981

[5] F.LÁZARO CARRETER Y V. TUSÓN, Lengua española, ob. cit. (p.34)

[6] JUAN CARLOS MORENO CABRERA, La dignidad e igualdad de las lenguas. Crítica de la discriminación lingüística. Alianza Editorial, Madrid, 2000.

[7] RAFAEL LAPESA MELGAR, Crisis históricas y crisis de la lengua española. (Discurso leído el día 14 de abril de 1996 en la recepción pública de D. Rafael  Lapesa Melgar). Madrid, 1996

[8]RAFAEL LAPESA MELGAR, Crisis históricas..., ob. cit. (pág. 56)

[9] MANUEL ALVAR, Español en dos mundos, ob. cit.

[10] Recogido en ÁNGEL ROSENBLAT, Nuestra lengua en ambos mundos, Salvat Editores, Estella, 1971. (p.145)

[11] El español en el mundo. Anuario del Instituto Cervantes 2000. Plaza y Janés Editores, Barcelona, 2000

[12] JOSÉ ANTONIO MILLÁN, Internet y el español. Biblioteca Fundación Retevisión, Madrid, 2001

[13] JOSÉ ANTONIO MILLÁN, Internet y el español, ob. cit. (pp. 53-54)

[14] JOSÉ ANTONIO MILLÁN, ob. cit. (p. 176)

[15] Francisco A. Marcos Marín, La lengua española en internet en El español en el mundo. Anuario del Instituto Cervantes 2000. Plaza y Janés editores, Barcelona, 2000

[16] CARMEN SILVA-CORVALÁN, «La situación del español en Estados Unidos» en El español en el mundo... ob.cit.

[17] MANUEL ALVAR, Español en dos mundos, ob. cit. (p.101)

[18] Ángel Rosenblat, Nuestra lengua en ambos mundos, ob. cit.

[19] Palabras de M. DE UNAMUNO, recogidas en A. ROSENBLAT, Nuestra lengua en ambos mundos, ob. cit. (p.173)

[20] MANUEL ALVAR, Español en dos mundos, ob. cit. (p.90)

 

(Nota del editor web: las ilustraciones  no pertenecen al estudio original)

 

 

 

 

 

LA PRESENCIA DE LA LENGUA ESPAÑOLA EN EL MUNDO
(El castellano desde sus orígenes hasta la actualidad)
 

Septiembre, 2003.

 

 

 

Belén Navajas Josa

Licenciada en Antropología de América