Anochece en la Sonsierra riojana. Plaza fortificada de San Vicente de la Sonsierra, puerta de entrada de los navarros en La Rioja.Vista desde el castillo de San Asensio; y separándolos el río Ebro.

  

 La Rioja en Al-andalus (siglos VIII-XII) 

 María Jesús Viguera Molins 

 

 

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De"La Rioja, tierra abierta", magna exposición celebrada en Calahorra en el año 2000 

 

"La Rioja aparece como una tierra abierta, lo que explica probablemente lo precoz de la amenaza que pesaba sobre ella. El Ebro al oeste, y los valles  de los ríos Ega y Arga al norte, constituían largos corredores difíciles de defender y por estas vías naturales se encaminaron los asturianos y pamploneses desde el inicio del siglo X para combatir contra los musulmanes de la región"   (Sénac)

 

RESUMEN

        Poca documentación sobre el tema e interpretaciones legendarias. Historia marcada por el cáracter fronterizo de estas tierras y diversidad de la historia en sus diversas partes por el paulatino avance de la frontera. Los nombres árabes de lugar en La Rioja, su entidad y la organización territorial. Ciudades, castillos y alquerías. La población y las relaciones entre sus diversos grupos. Historia desde la conquista árabe hasta el avance cristiano que contribuye a la diversificación histórica y cultural entre la Rioja Alta y la Baja.

 

PLANTEAMIENTO

     Accedemos en parte a este tema a través de fuentes textuales árabes, más algunos textos y documentos latinos y romances. Las primeras, que son en este caso sobre todo crónicas y descripciones geográficas, atienden poco las situaciones periféricas, entre otros condicionamientos sabidos que influyen en la fragmentación y escasez relativa de noticias. Contamos también, y cada vez más, con las informaciones provenientes de las fuentes arqueológicas, que cierto es constituyen la gran 'reserva' a explotar, la llave aún por abrir en todo lo posible respecto a varios aspectos aún desconocidos, o casi, sobre el poblamiento andalusí de estas tierras y sobre su cultura material, que aún encierran pistas esenciales respecto a nuestro conocimiento del medievo.
     Todos coindimos en estas apreciaciones. Cuanto podrá dar de sí el análisis extensivo del paisaje histórico y sus vestigios ha sido sintomáticamente desbrozado en el reciente estudio de A. González Blanco y Mª. del P. Pascual Mayoral, "Viguera en la alta Edad Media. Arqueología contextual para la ermita de San Esteban"(1.- Los datos bibliográficos completos de ésta y de las siguientes citas pueden hallarse en la bibliografía final.) , que reclama una lectura inteligible sobre este tiempo y lugar históricos, especialmente complejos por las peculiaridades de sus transiciones, desde lo visigodo a lo andalusí y de éste a lo cristiano.
     Nuestro tema abarca desde el siglo VIII, con la conquista musulmana del Valle del Ebro, hasta los primeros años del siglo XII, cuando culmina aquí la conquista cristiana, una conquista de ritmo no acelerado. Y nuestro tema se sitúa territorialmente en el confín occidental de un área dilatada, también diversa, del 'valle del Ebro', que fue la Marca Superior (al-Tagr al-a`là) de al-Andalus, con su relativa homogeneidad, sobre todo procedente de su compartida condición de más duradera área fronteriza septentrional de al-Andalus, vehiculada por el eje del Ebro, y constituida por varios espacios, cuya distinción es determinante, aunque entre los siglos IX y X quedó con cierta estabilidad constituido por los distritos de Tudela, Calatayud, Zaragoza, Huesca, Barbitania, Lérida y Tortosa. En aquellos confines occidentales de esta "Marca" se sitúan las hoy tierras riojanas, allí incluidas en el distrito de Tudela y en la general capitalidad de la metrópolis, Zaragoza. 

     La Rioja cuenta con una de las tradiciones más señeras de la Reconquista: la aparición del Apóstol Santiago en la Batalla de Clavijo, mediado el siglo IX, frente a los musulmanes. Hoy día reconocemos con claridad lo que fueron las formidables construcciones ideológicas alrededor de la expansión cristiana peninsular frente al Islam, y con el máximo respeto y cuidado por la memoria colectiva las separamos de nuestra perspectiva historiadora. Obsérvese que, como apunta Cantera Ortiz de Urbina (2.-  J. Cantera Ortiz de Urbina, introducción a: J. Cantera Orive, La Batalla de Clavijo, p. II.) "nuevas reflexiones críticas suscitadas por las corrientes racionalistas desarrolladas en ambientes principalmente eclesiásticos en torno a los años 60.... [llevaron a suprimir] la conmemoración litúrgica de la aparición del Apostol Santiago el 23 de mayo" [en Clavijo]. La Historia, como uso del presente, no puede lastrarse con recursos pasados. 

 

TIERRAS DE FRONTERA

     El carácter fronterizo y de relación próxima entre Cristiandad e Islam de estas tierras marcó profundamente su etapa altomedieval. Dentro de esta situación, extensamente compartida por otros territorios andalusíes, e incluso con su simultánea cronología, se perciben características propias relacionadas con su condición de espacio no secular ni globalmente separado por cadenas montañosas de los núcleos cristianos septentrionales, característica bien captada por Sénac (3.-"El dominio musulmán: primeras investigaciones", espec. p. 33. ) : "la Rioja aparece como una tierra abierta, lo que explica probablemente lo precoz de la amenaza que pesaba sobre ella. El Ebro al oeste, y los valles de los ríos Ega y Arga al norte, constituían largos corredores difíciles de defender y por estas vías naturales se encaminaron los asturianos y pamploneses desde el inicio del siglo X para combatir contra los musulmanes de la región". 

     El paulatino avance de la frontera por estas tierras determinó en ellas áreas diferentes, desde las situadas más al noroeste, con menos tiempo de pertenencia a al-Andalus, hasta el valle del Río Alhama, en que ocurrió un proceso de islamización más extenso y por tanto más completo. Estas variaciones han de relacionarse con el desarrollo cronológico de la conquista cristiana, al que se aludirá más adelante. Ya el erudito Cantera Orive (4.- La Batalla de Clavijo, p. 89.) señalaba, a su manera que: "para determinar con exactitud la influencia árabe en las distintas partes de la Rioja, conviene distinguir entre la Rioja Baja, la Rioja Alta y los Cameros. La primera por su proximidad a Zaragoza y Tudela hubo de sentir más el peso de la dominación musulmana, aligerado un tanto en la segunda por su cercanía al reino astur-leonés, y casi nulo en los Cameros y sierras de la Demanda, aunque hallamos a Viguera.... en manos moras más de dos siglos, hasta 923". 

     Observemos que, respecto a estas distinciones entre menos y más permanencia en al-Andalus de las tierras de la Rioja, no hay del todo una coincidencia con lo que modernamente aquí representan las de 'Alta' o 'Baja', pues, en la Alta Edad Media, el espacio intermedio comprendido entre los ríos Najerilla e Iregua fue la principal separación entre esa más o menos duradera pertenencia a al-Andalus, y que en este espacio intermedio tanto Nájera como Viguera, hasta entonces importantes enclaves fronterizos de la Marca musulmana, pasaron al poder cristiano, en 923, entre otros lugares de su entorno. 

     Es decir: que hay una Rioja constituida frente a al-Andalus antes del primer cuarto del siglo X, otra -la central- ampliada durante el resto de esa centuria, y por fín otra que acabará culminando en el primer cuarto del siglo XII. Y todas estas gradaciones tuvieron su trascendencia en la caracterización relativa de cada una de ellas, y tanto a posteriori como a priori, en la medida que sea, pues los avances cristianos y los retrocesos musulmanes también reflejan diversas condiciones preexistentes y objetivos o decisiones, cuyo análisis "nos dan la clave sobre los protagonistas del escenario riojano...", como ha comprobado García de Cortázar (5.-  "La Rioja Alta en el siglo X", véase su planteamiento, espec. p. 310.)

     La toponimia árabe, en uso o sólo documentalmente conservada, es abundante en todo el Valle del Ebro, y ello contiene alguna pista más sobre el desarrollo del poblamiento andalusí, aunque su valor documental no sea absoluto. Puede trazarse una 'línea' sobre la cual es rarísima la existencia de toponimia árabe; por debajo sí la hay, empezando desde Tarragona, a la altura de topónimos árabes como Almusara y arabizados como Almoster; siguiendo por Lérida (a la altura de Alcoletge, Alguaire) por Huesca (Abizanda, Alquézar), para descender algo, precisamente en la Rioja, por Alcanadre y Alfaro, y alcanzar hasta Logroño, con Albelda. 

     Los nombres de lugar riojanos que Asín Palacios (6.- M. Asín Palacios, Contribución a la toponimia árabe de España, 2ª ed., Madrid-Granada, 1944; reprod. por Cantera Orive, pp. 90-91. Todo este tema habrá de ser revisado con la base de datos que es GONZÁLEZ BLANCO, A. Diccionario de Toponimia actual de La Rioja, Murcia 1987. ) interpretó como de origen árabe fueron once, con los siguientes étimos, que enseguida comentaremos: ALBELDA (de al-balda = "la villa"; o de al-bayâ' = "la blanca"), ALBERITE (de al-barîd = "la posta"), ALCANADRE (de al-qanatir = "los puentes"), ALFARO (de al-faro = "el faro"), ALHAMA (de al-hamma = "fuente termal"), ALMARZA (de al-marya = "el prado"), AZA-RRULLA (de al-za`rûra = "el acerolo"), AZOFRA (de al-sujra = "el tributo"), GIMILEO (de Yâmi`at al-`uyûn = "la aljama de las fuentes"), MAHAVE (de Muhabbab = "rico en granos"), y NAJERA (de nasara = "águila"), además de señalar otros dos como probablemente arábigos aunque sin proponer etimología: ALJAMIL y ALMUNARTIA. 

     Pero ni ALBERITE ni NAJERA ni AZARRULLA parecen venir del árabe, y algún otro como AZOFRA podría representar la aplicación cristiana de un arabismo. ALBERITE procede (7.- Esta identificación y la de Mahabe procede de fichas inéditas de Jaime Oliver Asín, cuya hija, la arabista Dolores Oliver, ha tenido la amabilidad de prestarme y autorizarme a usar.) "de albar aplicado a nombres de árbol... más el sufijo [de abundancia] -etu", y en este caso indicaría la abundancia de chopos y/o de álamos blancos; AZARRULLA "tendría el sentido de 'ferrería'" (8.- J. B. Merino, El vascuence en la Rioja, p. 31: citado por Oliver Asín, en las fichas inéditas mencionadas en la nota anterior.) ; MAHABE sería más bien Muabb = "Amado", nombre de persona. Oliver Asín añade algunos otros topónimos árabes, como ZAHALE (de Sail = "ribera")(9.- "Villa de Zahale" citada, en referencia al año 955, en el Cartulario de Albelda, ed. Ubieto, p. 59. ) ; AZAGRA, cerca de Calahorra, de al-ajra = "la peña". De todos modos, aún no se ha analizado suficientemente la toponimia menor riojana en relación con sus posibles etimologías árabes o beréberes, y asímismo reclama análisis la -ni mucho menos escasa- antroponimia de origen andalusí incluida en la documentación medieval latina y romance. En la mayoría de los casos, estos nombres corresponden a cristianos arabizados o mozárabes, pero también han sido relacionados con alguna posible población residual (10.-Cantera Orive, p. 92 y nota 5: "Barrau-Dihigo supone que los nombres árabes o de carácter oriental son de mozárabes emigrados de territorio musulmán al cristiano (...1921, p. 253). Dozy ("Recherches...3", I, p. 123) opina que son de árabes que se quedaron....". Incluye además una relación de tales nombres árabes.) . Ha sido destacado por García de Cortázar (11.- "La Rioja Alta en el siglo X", p. 329.) que a través de la antroponimia, en la Rioja Alta hacia el año 1000 "se trasluce una capa de raigambre castellana, otra vasca o vascongada y, finalmente, otra árabe.... [ésta], supervivencia de los antiguos dominadores de la Rioja, exclusivamente en el valle del Iregua y en un área de muy corto radio en torno a Nájera". 

     Todo esto debe quizás prevenirnos sobre la complejidad e imbricaciones del poblamiento, siendo otro de sus puntos discutidos la presencia de la pálabra árabe Banû = "hijos de" / Ben "hijo de" en topónimos como BENEDERRA, en el Valle del Oja, señalando Oliver Asín, en sus mencionados apuntes inéditos, que "ante la presencia de BENE-, J. B. Merino (El vascuence en la Rioja, p. 56) escribe en cierto modo alarmado: 'el ben inicial no tiene nada de árabe según Menéndez Pidal que en la obra citada [Toponimia prerromana] comenta este topónimo con la variante BENEGUERRA, y porque además es anterior a los árabes que tampoco estuvieron en este valle'. Ahora bien, no creo -añade Oliver Asín- se pueda asegurar tanto, pues en el valle del Oja se encuentran [los siguientes topónimos árabes/mozárabes]: CALATIGORRIA, ZORRAQUIN, ALCORZA, ALDAIA, AZUYA". 

 

ORGANIZACIÓN TERRITORIAL

     Tenemos, pues, que Tudela aparece mencionada en las fuentes árabes como cabeza de todo este enorme distrito fronterizo del Valle del Ebro, Marca Superior de al-Andalus, dentro del cual, un historiador cordobés del siglo X, Ahmad al-Râzî (12.- Crónica del moro Rasis, p. 297. ) incluye los enclaves riojanos: "E Tudela ha muchas villas e castillos e son muy fuertes, de los quales es uno Armenta [Arnedo], ca fue escudo contra los christianos. E Armenta es muy antigua villa. E a otra villa que ha nombre Calahorra; e otra que ha nombre Naxara [Nájera]; e otra que llaman Bocayra [Viguera], que es castillo fuerte e yaze sobre un rio entre dos sierras que la cubren. E de Tudela a Zaragoza ha cinquenta millares; e de Tudela a Calahorra ha doze migeros, e de Tudela a Bocayra ha treinta e tres migeros; e de Armenta a Zaragoza ha ochenta millas". 

     Con esta base y además otros datos, los investigadores han procurado analizar la jerarquización de este espacio, con Tudela como principal centro administrativo y estratégico, según expone Scales, que en su artículo sobre "La red militar en el Tagr al-a`là" dedica una decena de páginas a explicar "el esquema defensivo radial centrado en Tudela", con resultados aún demasiado teóricos. Parece claro que estas tierras luego riojanas -y desde luego dentro de su no porlongada extensión cronológica- estaban incluidas dentro de la Marca Superior, con capital en Zaragoza, y que pertenecían a la cora o jurisdicción de Tudela, que, desde principios del siglo IX, parece haber sustituido a Tarazona en la capitalidad de este espacio occidental de la Marca. 

     Las coras en al-Andalus, que en el Valle del Ebro eran de extensión mediana, se organizaban en comarcas (iqlîm), aparte otras subdivisiones. Los cuatro enclaves o "villas" mencionados y así destacados por al-Râzî: Nájera, Viguera, Calahorra y Arnedo, quizás también Alfaro en algún tiempo, constituirían cabezas de otros tantos distritos en que seguramente se organizaron estas tierras, como otras andalusíes, distribuídas en "comarcas" (iqlîm)(13.-Véase el análisis de un iqlîm de la Marca Superior en: J. M. Ortega Ortega, "Sociedad y administración del territorio en el tagr al-a c là: el ejemplo del iqlim de Qutanda", Arqueología y territorio medieval, 5 (1998), 31-54 ) , que eran unidades administrativas del territorio, sobre todo a efectos fiscales, reuniendo al conjunto de alquerías y otras entidades rurales que debían tributar a una ciudad (madîna) o a una fortaleza (in). Por su coherencia geográfica, los iqlîm conllevan además un carácter de comarcas naturales. 

     En la capital de cada cora era tenía su sede un gobernador (wal in / c amil), nombrado por el Poder central, mientras otros gobernadores, seguramente de él dependientes, se repartían por las ciudades menores de esa cora, o por sus castillos. Ese gobernador tenía a nivel local el conjunto de competencias administrativas, económicas y militares, bajo el control general del Estado andalusí. Conocemos los nombres y algunas circunstancias relativas a los gobernadores de Tudela en época omeya, desde 187 Hégira (30.XII.802-19.XII.803) hasta principios del siglo XI (14.-Souto, "El noroeste de la Frontera Superior", XXXII (1996), pp. 273-277) . Meouak (15.- Mohamed Meouak, Pouvoir souverain, administration centrale et élites politiques dans l'Espagne umay-yade (II e - IV e / VIII e - X e siècles), Tuusula y Helsinki, 1999.) ha estudiado de la mejor forma la actividad de tales gobernadores locales (wula t / c ummal) del siglo VIII al X, y a este estudio general hay que remitir, incluyendo las particularidades y oscilaciones de cada territorio, que podía alzarse contra la obediencia al Poder Central, como en ocasiones ocurrió en la Marca Superior, pero la distinción de sus coras, la integración en la de Tudela de los territorios del Ebro más occidentales, y su estructuración en comarcas dependientes de alguna fortaleza o ciudad de importancia permite asomarnos a la situación andalusí de las tierras luego riojanas. 

     Claro está que aún falta mucho por esclarecer sobre la entidad y articulación del poblamiento andalusí en su conjunto, y también sobre el del Valle del Ebro en concreto. A partir de las fuentes textuales geográficas e históricas árabes, Souto ha establecido la relación de asentamientos documentados en "el Noroeste de la Frontera Superior de al-Andalus en época omeya", y en este trabajo minucioso se encuentran los siguientes lugares hoy riojanos, con sus correspondientes denominaciones y características:
- Albelda de Iregua (al-Baydâ' = "la blanca"); las fuentes árabes no especifican su entidad como lugar, ni su fundación por Mûsà de los Banû Qasi, en la segunda mitad del siglo IX. Conquistada por los cristianos en 923.
- Alfaro ([al-]Fâro / Faro = "el faro"); ciudad (madîna), quizás derruída en 915 por Yûsuf de los Banû QasÎ (16.-Souto, "La ciudad de Alfaro", 249-261.)
- Alhama (al-âmma = "los baños termales"); valle y afluente del Ebro, al que llega cerca de Alfaro.
- Arnedo (Arnît = "colmenares"), citado como 'ciudad' (madina), y "villa" (al-Râzî), y como fortaleza (hisn / qal`a); lo cual confirmará al-Himyarî, diciendo que es una de las más grandes fortalezas de al-Andalus, y de antigua fundación. En 842, Mûsà de los Banû Qasî se instala en Arnedo, alzado contra el emir `Abd al-Rahmân II, que al año siguiente le nombra valí de Arnedo, que permanece en poder de esta familia hasta principios del siglo X. En 915 fue destruido por Yûsuf de los Banû Qasî. Los cristianos la tenían en 920. Antes de 933-934, los Tuyîbíes de Zaragoza la habían recuperado, aunque se pierde para al-Andalus a mediados del siglo X.
- Barea / Verea (?) (Bariya) (?)(17.- Souto, nº 3.10 no propone identificación, pero véanse sus referencias textuales.)
- Calahorra (Qalagurris > Qalahurra), citada como 'ciudad' (madina), y "villa" (al-Râzî), y como fortaleza (hisn), etc.; mencionada desde 781, al referir Ibn al-Atîr la campaña de `Abd al-Rahmân I, que llegó a Calahorra, y tomó Viguera. En 796, las tropas cordobesas la tomaron de nuevo; durante el siglo IX se la disputan los Banû Qasî. En el siglo X, pasa varias veces de un dominio al otro: en 914, en 920 y en 924 la recuperan los musulmanes, pero en este último año el califa cordobés ordena desmantelarla junto con otros castillos vecinos, pero en 934 el califa acampa en Calahorra; en 963, el general del califa al-Hakam, Gâlib, ocupa y repuebla Calahorra; en 968, el ejército cordobés allí acampa de nuevo, y "[re]construyen su cinturón (hizâm) y añaden la octava torre en lo más alto de la cima, guarneciendo el castillo (in) con soldados". Fue tomada definitivamente por los cristianos en 1045.
- Grañón (Garanûn); castillo (in), asediado por Alfonso III en 904; en 934: "la primera parada del ejército [cordobés] en el país de Alava fue en la fortaleza de al-Manâr (el Faro), conocido por Grañón", según el Muqtabis-V.
- Gutur (?) (Gwytur / Gutûr ?); castillo (in) construido por Muhammad de los Banû Qasî, hacia 884, junto a Nájera y Viguera.
- Nájera (Nâyira)(18.- J. Andrio Gonzálo, "Nájera; su antigüedad y su nombre", Cuadernos de Investigación, IX (1983), 29-37; y de la misma, "Cerámicas de superficie de Nájera", Actas I Congreso de Arqueología Medieval Española, Zaragoza, 1986, I, 405-413; F. J. García Turza, "Morfología de la ciudad de Nájera en la Edad Media", III Semana de Estudios Medievales, Logroño, 1993, 63-88.) ; ciudad (madîna) y "villa" (al-Râzî). Muhammad de los Banû Qasî la reconstruyó, junto con Gutur y Viguera. Sitiada por los cristianos, en 918; en 922, la ocupaba Muhammad de los Banû Qasî. En 923 fue conquistada por los cristianos. La atacó Almanzor en su 36ª campaña, en 991-992.
- Viguera (Biqîra / Baqîra); ciudad (madîna) o fortaleza (hisn / qal`a), 'villa' o 'castillo muy fuerte', según al-Râzî, de la cual se apoderó `Abd al-Rahmân I en 781, en su campaña para someter la Marca. En 852 es citada en relación con la batalla de Albelda. En 870 fue reconstruida por Lubb de los Banû Qasî, que al poco hizo matar allá, en el desde entonces llamado "Prado de los árabes", a árabes de Zaragoza. Él mismo fue enterrado en Viguera, en 875. Muhammad de los Banû Qasî la reconstruye, en 884, y hace de ella un refugio para musulmanes evadidos del cautiverio cristiano. Hacia 919-920, estaba en poder de Muhammad de los Banû Qasî, junto con Nájera. La hostigaba en 920 Sancho I de Navarra, pero el califa cordobés la defiende y aprovisiona, reforzando otras fortalezas próximas. En 922, la tomaron los cristianos, y al poco ocurrió la batalla de Viguera, lugar donde estaba Muhammad de los Banû Qasî, apresado y matado entonces por los cristianos, lo cual provocó la campaña del califa `Abd al-Rahmân III, en 924, durante la cual atacó Pamplona. 

 

CIUDADES, CASTILLOS Y ALQUERÍAS

     Así pues, tenemos que las fuentes cronísticas y geográficas árabes mencionan al menos los ocho enclaves riojano-andalusíes antes indicados (Albelda de Iregua, Alfaro, Arnedo, Calahorra, Grañón, Gutur (?), Nájera y Viguera), los cuales, dejando aparte algún otro no identificado y el problemático Barea / Verea (?), fueron sobre todo aludidos por el geógrafo almeriense al-`Udrî (segunda mitad del siglo XI), que se apoya en unos más antiguos "Anales de la Marca", resultando así su texto fundamental. Poco más aportan el resto de fuentes textuales árabes sobre la entidad de estos enclaves, y "la única particularidad del Mu`yam al-Buldân del geógrafo Yâqût (1175-1225) es atribuir la condición de ciudad (madîna) a cada uno de los lugares situados bajo la dependencia (min `amal) de Tudela"(19.-Sénac, "El dominio musulmán", p. 23.) 

     Los enclaves riojano-andalusíes que en las fuentes textuales árabes aparecen calificados por su condición, son:
ALFARO: ciudad (madîna)
ARNEDO: ciudad (madîna), "villa", castillo (hisn/qal`a)
CALAHORRA: ciudad (madîna), "villa", castillo (hisn)
GRAÑON: castillo (hisn)
GUTUR: castillo (hisn)
NAJERA: ciudad (madîna), "villa"
VIGUERA: ciudad (madîna), "villa", castillo (hisn/qal`a) 

     Esta relación atestigua, por una parte, que en estas tierras -como no podía ser de otro modo- aparecen expresamente evocadas algunas de las principales unidades del poblamiento islámico en al-Andalus, la ciudad y el castillo. Es interesante que en dos casos (Alfaro y Nájera) la única denominación árabe existente sea la de madîna (ciudad), mientras que en tres casos (Arnedo, Calahorra y Viguera) oscile el apelativo ciudad/castillo. Las diversas situaciones por las que un enclave podía ser denominado madîna han sido perfectamente establecidas por Mazzoli-Guintard (20.- Villes d'al-Andalus, espec. pp. 27-28. ) , a quien resumo a continuación, limitandome a entresacar las razones -alternativas o acumulables- que mejor podemos aplicar a la explicación de la denominación como madîna de Alfaro, Nájera, Arnedo, Calahorra y Viguera: por ser capital de distrito, lugar de residencia de un gobernador, la ciudad romana o visigoda aunque hubiera decaído en el momento de ser así llamada, una parte de la ciudad (parte central o antigua, su alcazaba), un lugar que también es denominado "castillo" (hisn). 

     La madîna (ciudad) ejerce más o menos funciones políticas, religiosas, culturales, sociales y económicas características, algunas de las cuales eran cumplidas también por algunos castillos, que a veces coincidían con la ciudad en algunos de sus elementos urbanísticos. Y de este modo destacaban estas cinco poblaciones (Alfaro, Nájera, Arnedo, Calahorra y Viguera), que en efecto, como bien señala Sénac (21.-"El dominio musulmán", pp. 24-25.) : "se trata de núcleos antiguos, que llevan nombres premusulmanes, y alrededor de los cuales gravitan hábitats rurales de menor importancia.... Estos husun materializan la presencia de una autoridad central o regional y parecen ser un adecuado refugio para las comunidades rurales. Ocupan puntos en los que la topografía ofrece defensas naturales.... En todos los casos estudiados, está claro que estos núcleos asociaban una fortificación y un poblamiento rural de importancia variable que se extendía a lo largo de las pendientes". 

     Por otra parte es destacable que no localicemos expresamente citada, en las fuentes textuales árabe, ninguna otra unidad poblacional fuera de ciudad y castillo, silenciándose pues, con una intensidad mayor que en otras zonas, los hábitats rurales, entre los cuales en al-Andalus fue constituyéndose como más característica y numerosa la "alquería" (qarya), a través de un proceso temporal, que seguramente apenas abarcó la extensión cronológica alcanzada por los territorios riojano-andalusíes, de modo que los asentamientos rurales de este espacio, antes del predominio característico de la "alquería", estuvieran repartidos entre otras unidades, como day`a ("finca"; no del todo coincidente con "aldea"), "almunia", "cortijo" (maysar), "granja" (disar) y "predio" (huss). La Rioja en Al-andalus (siglos VIII-XII)

     Indudablemente, la deficiente descripción del territorio expuesto por las fuentes textuales árabes podrá ser completado a través de la arqueología. También es considerable el cuadro que surge a través de la documentación cristiana inmediatamente posterior a al-Andalus. Por ejemplo: sobre la "Rioja Alta", García de Cortázar (22.-"La Rioja Alta en el siglo X", espec. pp. 317-327.) sistematizó referencias a 73 enclaves riojanos, documentados entre 903 y 1035, cuyas categorías pueden ser relativamente orientativas sobre la situación andalusí, inmediatamente anterior; resulta que 3 son mencionadas como civitas (Tricio, Nájera, Viguera); 5 como castellum (Viguera, Clavijo, Nájera, el próximo a Anguiano, y Grañón); 2 como loco; 3 como villula; 3 como vicum; 30 como villa; y 27 sin especificar. Esto se refiere sólo al espacio de la Rioja Alta, respecto a la cual exactamente el cotejo con las mucho menores referencias conocidas sobre el período andalusí ofrece panoramas interesantes, como el caso de MAHABE (Mahave), seguramente topónimo árabe, donde en 947, según documento del Cartulario de Albelda (nº 16), había 14 eras, 7 viñas y 2 molinos (23.-García de Cortázar, "La Rioja Alta en el siglo X", p. 329 y nota 51.)

     En esta esfera documental cristiana altomedieval queda incomparablemente mejor reflejado el poblamiento rural, y también la sin duda importante explotación agrícola de estas tierras riojano-andalusíes, apenas entrevista a través de las fuentes textuales árabes, que alaban la fertilidad de las tierras de Tudela, entrando en pocas explicaciones pero indicando al menos, como hizo al-Râzî que allí se producen cereales en abundancia, ricos frutos, y posee excelente tierras de pastoreo, como destaca Sénac (24.-"El dominio musulmán", pp. 24-26. ) , quien también exprime la documentación latina para caracterizar la producción "esencialmente cerealista, vinícola y hortícola y que, muchas veces, los campesinos cristianos prolongaron la actividad económica que encontraron a su llegada", reuniendo a continuación una expresiva muestra de referencias, subrayando también "la trascendencia de los cultivos irrigados"(25.-A modo comparativo: J. A. Sesma Muñoz, C. Laliena Corbera y J. F. Utrilla Utrilla, "Regadíos andalusíes en el Valle medio del Ebro: el ejemplo del río Aguasvivas", en Agricultura y regadío en al-Andalus. Síntesis y problemas. Actas del Coloquio, Almería, 1995; C. Orcástegui, "El régimen de utilización de las aguas en el Teruel medieval: jurisprudencia, tradición y continuidad", Aragón en la Edad Media, VIII (1989), 499-510, y Esteban Sarasa, "La memoria del agua: la economía hidráulica en el Valle Medio del Ebro, ¿un ejemplo de supervivencia o de nueva implantación tras la conquista cristiana en el siglo XII?", Ibidem, 633-646; Thomas F. Glick, "Historia del regadío y las técnicas hidráulicas en la España medieval y moderna. Bibliografía comentada, III (Addenda)", Chronica Nova, 20 (1992), 209-232.) , y concluyendo entre otras notables apreciaciones que, al avanzar en sus conquistas, "los cristianos no hallaron los campos vacíos de hombres y los terrazgos incultos: el período de dominación islámica fue el de una expansión agrícola, sin duda limitada a los fondos de valles y a las riberas del Ebro". La relación entre poblamiento y cursos fluviales resulta en estas tierras evidente. 

     El espacio agrícola se omplementaba por pastizales y bosques, acerca de los cuales al-`Udrî (26.-La Marca Superior en la obra de al-`Udrî, trad. F. de la Granja, p. 28.) nos ha dejado la visión fugaz de uno próximo a Viguera: "Cierto día que Lubb b. Mûsà [de los Banû Qasî] salió a cazar ciervos, saltó uno delante de él, en un espeso bosque. Aguijó a su caballo, que se metió entre un arbolado muy denso. A Lubb se le enganchó entre las ramas un brazo, que se le descuajó por el hombro, y cayó muerto [en abril 875]". 

 

LOS ELEMENTOS DE LA POBLACIÓN.

      La población de estas tierras dentro de al-Andalus tuvo diversas procedencias; la distinción entre la gran mayoría de autóctonos y la minoría de foráneos, tan notable en el siglo VIII, fue disminuyendo, pues los segundos generalizaron su estructura y su supraestructura en al-Andalus, lo cual, como hecho progresivo, fue alcanzando a las tierras riojanas dentro de al-Andalus en la medida correspondiente. Los autóctonos eran, de partida, hispanorromano-visigodos, cristianos y judíos, de cultura latina y con una estructura social feudalizante. Los foráneos eran árabes y beréberes, musulmanes, de cultura árabe y con una estructura tribal, pero, sobre ellos, la estructura estatal islámica. 

     La estructura estatal islámica acabó generalizandose en al-Andalus, a través de dos grandes procesos: islamización y arabización, impulsados por este Estado. La islamización, según cálculos de Bulliet, alcanzaría en al-Andalus al 50% de la población durante el siglo X, por lo que -como mera generalización-podríamos creer que también en la Rioja andalusí este ritmo de conversión mantuvo aquí un cristianismo autóctono mayoritario durante dos siglos y medio al menos, siendo tan notable la presencia de los "mozárabes" o andalusíes arabizados pero no convertidos al Islam, cuya pujanza en este territorio parece reflejar, por ejemplo, el hecho de que construyeran el monasterio de Arnedillo "hacia el 869, cuando era impensable que los reyes cristianos pudiesen ocupar estas tierras"(27.- Sénac, "El dominio musulmán", p. 26 y nota 65, donde remite a A. Ubieto Arteta, "Sobre la reconquista de la Rioja por pamploneses", Homenaje Lacarra. Príncipe de Viana, 1986, 755-763. )

     Esa generalización de la estructura estatal islámica, bien notable desde el X, redujo diferencias entre los elementos de la población, hasta resultar mayoritariamente cohesionados en una entidad 'andalusí', araboislámica, fuera de la cual la divergencia quedó, en progresiva disminución, representada por algún vestigio clánico árabe y beréber, y por los cristianos y judíos de al-Andalus, cada vez en menor proporción, aún no convertidos al Islam. La integración social andalusí en torno a la estructura estatal islámica y la islamización y arabización fueron hechos progresivos. Es significativo que uno de los elementos que interfieren el proceso, por su recolocación incompleta (pues son autóctonos conversos musulmanes pero a la vez mantienen rasgos 'occidentales'), los muladíes, desaparecen, como tales, de la escena política y social durante el siglo X, para funcionar plenamente como andalusíes. 

     No tenemos referencias concretas sobre la presencia de árabes ni de beréberes instalados en estas tierras riojano-andalusíes, donde pronto se impusieron los muladíes, y sobre todo los Banû Qasî, dominantes desde finales del siglo VIII y hasta principios del siglo X, en largo conflicto contra los árabes -preponderantes desde la conquista- según a veces reflejan los textos, como la crónica de al-`Udrî (28.-Trad. de la Granja, p. 28.) , que refiere cómo el muladí Lubb de los Banû Qasî, en 873-874: "hizo una matanza con los árabes de Zaragoza, de distintas tribus. Les hizo salir hacia Viguera y los mató allí, en un prado que se conoce con el nombre de Prado de los Arabes". 

     Frente al número relativamente reducido de árabes y beréberes llegados con la conquista, los muladíes (muwallad) formaron mayoritariamente la población musulmana de estas tierras, y representan el triunfo de la islamización, aunque se resistieran a ceder sus estructuras 'feudalizantes'. El linaje muladí de los Banû Qasî (descendientes del conde Casio) dominaron la escena política de la Marca Superior, y sobre todo de sus partes occidental y central, entre finales del VIII y principios del X, siendo al principio alentados por los emires omeyas de Córdoba, que en ellos encontraron la mejor baza frente a las reticencias de otras sumisiones en el mismo interior de la Marca musulmana, y desde luego en su exterior. Puede plantearse si ese dominio político lo realizaron los muladíes, y también los Banû Qasî, manteniendo unas estructuras feudalizantes, lo cual, aunque no resulta explícito en las fuentes, daría explicación a ciertas referencias, y al mismo proceso de la historia muladí en su confrontación con la estructura estatal islámica. 

     No se significaron otros linajes muladíes en estas tierras riojano-andalusíes, pero la pujanza aquí indiscutible del elemento muladí quedaría a posteriori reflejada en la familia de los Mardanîs (29.-Viguera, "Sobre el nombre de Ibn Mardanîs". ) , nombre seguramente conectado con el del curso fluvial Merdanix, afluente artificial del Najerilla, mencionado por el fuero de Nájera, a su paso por este enclave, en primera línea fronteriza entre el Islam y la Cristiandad, durante  el siglo X. Los Mardanîs, según las fuentes árabes, procedían de la Marca Superior, notándose además su traslado hacia el tierras más orientales de la Marca Superior, ante el avance cristiano, y luego su marcha a Levante, donde uno de ellos, Muhammad b. Sa`d, llegó a ser famoso emir de Murcia en pleno siglo XII. 

 

LA CONQUISTA Y DOMINIO MUSULMANES. 

     La expansión islámica alcanzó el sur de la Península Ibérica en 711, y dominó Toledo aquel invierno. Imprecisiones, lagunas y reinterpretaciones afectan también al relato del dominio musulmán del Valle del Ebro, posiblemente alcanzado por las vanguardias árabes y beréberes en 714, que saltaron a continuación los Pirineos, entre 715 y 720, y en varias direcciones, sobre todo una oriental, y otra más occidental, progresando desde Pamplona por el Béarn y la región bordelesa. 

     Suele atribuirse al general árabe Mûsà b. Nuayr la conquista de Zaragoza, y del Valle del Ebro hasta el Mediterráneo, lo cual tendría que haber ocurrido antes de su marcha a Oriente, en el verano de 714. La mayor parte del dominio musulmán se extendió aquí por medio de pactos y capitulaciones, como la de Pamplona entre 716 y 719. Hacia Ejea y Tarazona, un personaje local, llamado Casio (Qasî), se hizo musulmán antes de 715, y pactó conservar su territorio en el Estado andalusí, destacando hasta el siglo X sus descendientes, los muladíes Banû Qasî. Los musulmanes se extenderían entonces también por tierras riojanas. No ocuparían los enclaves más septentrionales, en las estribaciones pirenaicas, aunque más o menos los controlaran militarmente a distancia, hasta que desde allí se inició la resistencia y pronto expansión cristiana, que alcanzó Pamplona a finales del siglo VIII, mientras por su parte progresará el avance cristiano desde finales del siglo IX por el confín N.O., instalándose incluso algunos enclaves cristianos por la cuenca riojana del río Tirón antes del 920. 

     En la Marca Superior se perfilan como predominantes políticamente, durante el siglo VIII, varios personajes árabes, sobre todo en torno a Zaragoza, pero nada empezamos a saber sobre los territorios más occidentales hasta finales de aquella centuria. En 756 se proclamó en Córdoba al primer emir omeya, Abd al-Ramân I, ocurriendo desde entonces un incesante enfrentamiento entre la dinastía omeya y los poderes locales, remisos al sometimiento tributario, del Valle del Ebro, que durante el resto del siglo VIII pare-cen ser predominantemente árabes, hasta que llega la hora del poder muladí. Los principales actos de control de `Abd al-Rahmân I sobre el Valle del Ebro fueron: designar a su fiel Tammâm al-Lajmí, en 764, como gobernador de Tarazona, Huesca y Tortosa, procurando controlar a los allí poderosos árabes, contra quienes el emir subió incluso en persona a Zaragoza, en 781-782, hasta doblegar la ciudad, capital de la Marca; a continuación el emir recorrió Calahorra, Viguera y Pamplona, llegó a los dominios de Jimeno "el Calvo", luego a la "Cerretania", reduciendo a todos a la obediencia, hasta que se alzaron de nuevo, debiendo volver el emir, en 783-784, conquistando por fuerza de sus armas esta vez la plaza. 

     Pero seguían los alzamientos de árabes contra los Omeyas en el Valle del Ebro, donde además comienza la presión carolingia. Al-Hakam I, en 796, envió una aceifa contra Calahorra, donde los propios ocupantes musulmanes se resistirían a obedecer a Córdoba, y contra tierras de vascones. En 799, Pamplona fue dominada por los cristianos. Para contrarrestar todo esto, el tercer emir cordobés empezó a apoyarse en linajes muladíes locales, como los Banû Qasî, y ordenó edificar o reconstruir la ciudad de Tudela, con los atributos de ciudad islámica (madîna), hacia 802, gran base islámica frente a la expansión cristiana al norte del Ebro. 

 

EL PODER DE LOS MULADÍES BANÛ QASÎ

     Los muladíes, autóctonos convertidos en musulmanes, empezaron destacando como colaboradores de los emires omeyas, utilizados desde Córdoba para contrarrestar, por su arraigo local precisamente, algunas oposiciones de árabes, que desde sus conquistas dominaban en el Valle del Ebro. 

     Los servicios de los muladíes a la dinastía omeya comienzan casi en la última decena del siglo VIII: un Banû Qasî, Mûsà, nieto de aquel Casio (Qasî) convertido al Islam a comienzos del siglo VIII, dió muerte en Zaragoza a un rebelde contra el emir de Córdoba, en 789. En 799, otro Banû Qasî, Mutarrif b. Mûsà, fue muerto en Pamplona por la causa omeya. En 802, sin embargo, otro de ellos, Mûsà b. Fortûn se sublevó en Zaragoza contra el emir al-akam I, donde fue muerto en 802: esto ocurrió por empezar a chocar estos Banû Qasî con el muladí `Amrûs, que, enviado con plenos poderes por el emir cordobés al Valle del Ebro, les quitó Tudela. Estas pugnas contra el Poder central omeya duraron hasta la primera decena del siglo IX, aliándose los Banû Qasî con los Iñigo de Pamplona. Tras morir `Amrûs los Banû Qasî recuperaron el poder en Tudela. 

     Destacó en este linaje Mûsà (nacido hacia el 800-m. en 862), seguramente bisnieto del otro Musà que murió, en 789, por la causa del emir de Córdoba. Fue hermano de madre de Iñigo Arista, señor de Pamplona desde aproximadamente el año 816. En 841-842 Mûsà se enfadó con el emir de Córdoba, y protagonizó nuevos alzamientos contra Córdoba, en 844, en 845, en 850... ayudado por Iñigo Arista, aun-que cuando éste muere, a finales de 851 o comienzos de 852, Pamplona se inclina hacia una integración mayor en la esfera cristiana. Así acaba, a mitad del siglo IX, la política de tercera vía (ni Córdoba ni la esfera carolingio-asturiana) que habían mantenido juntos los Banû Qasî y los Iñigo de Pamplona. 

     Muammad I reconoció a Mûsà como señor de Tudela, y en octubre de 852 también como gobernador de Zaragoza. Aquella década fue su apogeo, para declinar hacia el 860: entonces o algo antes fue derrotado por Ordoño I, en Monte Laturce, cerca de Clavijo; se enfadó con Córdoba, y el emir envió a un gobernador a la Marca. Mûsà murió en Tudela, en 862. Tras su muerte, cesan las noticias sobre los Banû Qasî durante ocho años, hasta que aparecen en escena sus cuatro hijos: Lubb, Ismâ`îl, Mutarrif y Fortûn, el cual sucedió a su padre al frente de sus tierras, y se mantuvo obediente al emir hasta que los cuatro deciden alzarse contra los omeyas, en 871: Lubb en Arnedo; Fortûn tomó Tudela, el 19 de enero de 872 (y la mantuvo hasta su muerte en 874, sucedido por dos hijos, durante unos diez años); Ismâ`îl en Zaragoza, y Mutarrif en Huesca. 

     Ante los vuelos de la situación, el emir Muammad I recurrió a la familia árabe de los Tuyîbíes, que poco a poco irán desplazando a los Banû Qasî, cuyas discordias internas les debilitaban, pues buscaban alianzas enfrentadas: Ismâ`îl desde Zaragoza se alió con Pamplona y León, Muhammad desde Tudela se alió con Córdoba. En 882 murió Ismâ`îl, y todos sus dominios los ocupó su sobrino Muhammad b. Lubb, hostigado por los Tuyîbíes y por Córdoba, a uno de cuyos generales "vendió" Zaragoza, en 884, a cambio de 15.000 dinares y del reconocimiento sobre su dominio de Arnedo, Tarazona y Yaris. Los Banu Qasi tenían que hacer frente además a ataques de Alfonso III y del rey pamplonés Sancho Garcés I (905-925), y el poder de esta familia muladí declinaba, y `Abd al-Rahmân III intervino, librando contra Ordoño II y Sancho Garcés la batalla de Muez, en 920. `Abd al-Rahmân III atacó Pamplona, en 924; los Tuyîbíes también reforzaron el ejército cordobés, y recibieron el dominio de Tudela. Los últimos Banû Qasî fueron entonces lle-vados a Córdoba. 

 

SIGLOS X A XII: EL AVANCE CRISTIANO.

      Los Tuyîbíes siguieron su ascensión en el Valle del Ebro, controlando también los enclaves riojanos que aún pertenecían a al-Andalus, y en sus dominios siguieron cuando se proclamaron "en taifas", inaugurándose la dinastía tuyîbí, con capital en Zaragoza, desde el año 1013, hasta 1038 o 1039, en que otra nueva dinastía, los Banû Hûd, rigieron la taifa hasta 1010, conquistada entonces por los Almorávides. Desde 1117 se dedicó el rey aragonés a preparar la conquista de Zaragoza. El 11 de diciembre, agotados los alimentos, Zaragoza pactó su rendición, y el rey aragonés tomó posesión de la ciudad el 18 de diciembre. Tras Zaragoza, Alfonso I siguió contra los enclaves musulmanes del Oeste, por ejemplo Tudela, que consiguió someter en 1119, y desde allí ocupó Tarazona y la región del Moncayo. En 1120 repobló Soria, culminándose así la toma de la Rioja.  

     Entonces, en aquella segunda decena del siglo XII, culminó la ocupación cristiana de todo el territorio riojano, donde dos centurias y algunos años atrás, desde el paso del siglo IX al X, había empezado a consolidarse el avance cristiano. Antes, las alianzas, incluso matrimoniales, cruzadas entre los muladíes Banû Qasî y los Iñigo de Pamplona, entre otros, habían sin duda resguardado estas tierras occidentales de la Marca. Desde mediado el siglo IX, se había alterado la relación entre muladíes del Ebro y Pamplona, desde donde se empezó a coincidir con los afanes expansivos por la Rioja del rey asturiano Ordoño I, que atacó a Mûsà de los Banû Qasî en su fortaleza de Albelda, dándose la célebre "batalla de Clavijo" en el monte Laturce, en fecha muy discutida (un improbable 844, un 855, y seguramente en 859 o incluso en 860) (30.-J. Cantera Orive, La Batalla de Clavijo, espec. pp. 104-105.). 

     A principios del siglo X, la nueva dinastía pamplonesa, con Sancho Garcés I (905-925)(31.-J. Mª. Lacarra, "La reconquista del Valle del Ebro", en La Reconquista española y la repoblación del país, Zaragoza, 1951, espec. p. 41.), cierra alianzas con los reyes leoneses, y simultáneamente declina el poder de los Banû Qasî, mientras se enredan en luchas intestinas, que les debilitan y exponen sus tierras. Alfonso III, en 899, ataca con tropas de Alava, Castilla y Pamplona, el confín oriental de la Rioja, siendo derrotado por Lubb de los Banû Qasî, cuya aplastante victoria no impidió el retorno del monarca asturiano, en 904, para asediar Grañón. Los cristianos, en 914, algarearon el valle del Alhama, trabándose batalla cerca de Arnedo. Es posible que entonces ocuparan Calahorra, recuperada por los Banû Qasî en julio de ese mismo año. Siguen las acometidas de leoneses y navarros, contra Tudela, en 915, y contra Nájera, en 918. La grave situación determina la venida de `Abd al-Rahmân III, "por primera vez contra país infiel", según las crónicas árabes (32.- Viguera, Aragón musulmán, p. 119.) , en la Campaña llamada de Muez o de Valdejunquera, llegando hasta Calahorra, abandonada por sus defensores musulmanes, por lo cual el emir cordobés ordena demolerla, aunque, tras su éxito en el combate contra Ordoño II y Sancho Garcés I, recorrió los castillos de la zona y los dejó guarnecidos. 

     Pero esto no detuvo el avance cristiano: el monarca navarro ocupa Viguera (en 922)(33.- Sénac, "El dominio musulmán", p. 28 y nota 80.) , Nájera (en 923) y Calahorra, entre otros lugares, llegando a saquear hasta las proximidades de Tudela. La reacción del emir cordobés `Abd al-Rahmân III logró contener estos avances, sobre todo por su famosa "Campaña de Pamplona", en 924, tras la cual se llevó a Córdoba a los Banû Qasî que aún quedaban por estas tierras, en momento oportuno, pues Ordoño II moría entre junio-julio de 924, y su sucesor, Fruela II, estaba casado con una Banû Qasî, alianzas que las crónicas árabes captan como peligrosas para al-Andalus (34.-Viguera, Aragón musulmán, p. 122.) . Tras esta famosa Campaña (35. Ibn Ha
ân, Muqtabis V, trad. M.J. Viguera y F. Corriente, crónica del califa `Abdalrahmân III, pp. 146-148.)
, la frontera andalusí se consolidó hasta Arnedo (perdido por al-Andalus a mediados del siglo X) y Calahorra (que pasará varias veces de musulmanes a cristianos, hasta ser definitiva-mente perdida por al-Andalus en 1045)(36.- Véanse un acertado análisis de los avances cristianos en: García de Cortázar, "La Rioja Alta en el siglo X", espec. p. 316 )

     Mediado el siglo X, "la 'frontera' entre los territorios cristianos y musulmanes coincidía aproximadamente con el espacio comprendido entre la Sierra de Hez y la de Verga y.... no parece que los musulmanes consiguieran recuperar nunca esta región. Por el contrario, más al norte, en los alrededores de Calahorra, donde el relieve era menos condicionante, la 'frontera' fue siempre inestable"( 37.- Sénac, op. cit., p. 29) . Los andalusíes recuperaron la iniciativa atacante en época de Almanzor, siete de cuyas numerosas campañas se dirigieron contra Pamplona, en la 36ª de ellas atacó Nájera, Buns y Alcocero, en 992, y también contra tierras riojanas iba dirigida su última algara (gazât Qanâlis), en la primavera del 1002, alcanzando Canales, 50 kms. al sur de Nájera; don Jaime Oliver Asín, en sus ya citados apuntes inéditos (38.-Véase antes nota 7) señala cómo en esta campaña llegó a un monasterio (dayr) "que Dozy supone fue el de San Millán. Almanzor, enfermo, emprendió el regreso, llegando a Medinaceli donde murió (39.- Todo ello según Ibn al-Jatîb, Ihâta, apud Dozy, Recherches, I, 193 y Lévi-Provençal, Histoire de l'Espagne musulmane, II, 255) . Los santuarios más famosos de la España cristiana suelen ser para Almanzor los objetivos más frecuentes de sus expediciones militares. Su presencia en Canales creo que es significativa en este sentido. A 40 kms. está Valbanera, y es posible que a este monasterio de benedictinos, el santuario mariano más popular de la Rioja, se dirigiera en esa expedición. También pudo serlo, claro es, San Millán, mucho más existiendo como existe la tradición de haberlo incendiado Almanzor. Pero San Millán está bastante más lejos de Canales que Valvanera. Los dos sin embargo están dentro del territorio de Nájera, objetivo fundamental desde el punto de vista puramente militar". 

     La crisis andalusí de las taifas trajo la pérdida notoria de Calahorra, en 1045, quedando sólo dentro de al-Andalus -mejor dicho: de la taifa de Zaragoza- el valle del Rio Alhama, donde quedará la última frontera entre la Rioja y al-Andalus, hasta que Alfonso I el Batallador (1104-1134)( 40.- Stalls, Possessing the Land. Aragon's Expansion into Islam's Ebro Frontier under Alfonso the Battler) , tras tomar Tudela y Tarazona, en 1119, reduzca también estos territorios, aunque en circunstancias que desconocemos. Hay referencias documentales que indican la permanencia de musulmanes en las tierras riojanas tras la con-quista cristiana, aunque sobre ellos existan diferencias cronológicas y territoriales apenas matizables desde la documentación conservada, aunque se aprecia que "la actitud de los musulmanes frente a la reconquista fue variable según las regiones, en función -sin duda- de su importancia numérica: algunos emigraron, otros se convirtieron, el resto permaneció fiel a sus tierras y a sus tradiciones"(41. Excelente repaso en Sénac, op. cit., pp. 31-33)

 

FUENTES PRINCIPALES

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 María Jesús Viguera Molins 
Catedrátiva de Estudios Árabes de la Universidad Complutense 
 

  De"La Rioja, tierra abierta", magna exposición celebrada en Calahorra en el año 2000 

(NB. las notas las hemos intencalado en el texto en su alojamiento original, en color rojo y letra cursiva, destacando su numeración.)

 

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