La imagen la hemos tomado de http://leivariotiron.blogs.com/photos/leiva/peregrinacamino.html

       Virgen Peregrina de Leiva 

    La imagen de la Virgen Peregrina,  es del siglo XVIII, y de  procedencia francesa. Es una bella talla de unos 50 centímetros de alta, acompañada por el Niño, y vestidos ambos con el atuendo típico de los peregrinos de Santiago de Compostela: el traje, las conchas de vieíra y la calabaza, empleada a modo de cantimplora.
 

Leiva

    La  antiguedad de Leiva se remonta  a los Berones. El actual nombre de Leiva parece proceder, tras diversas modificaciones, de la antigua ciudad de Oliva, habitada por los berones. Los romanos ocuparon la zona denominando la villa con el nombre de Libia.  En la época mozárabe, el nombre ya era muy similar al actual, Leyba.

 

Imagen del retablo de la iglesia de la Asunción de Sajazarra 

   

    Leiva está ubicada  junto a la calzada romana vía Augusta  que fue paso del Camino de Santiago hasta el siglo XII. La ruta desde Nájera se adentraba por los campos de Valpierre entre Hormilla y Hormilleja  hacía Villalobar, Herramélluri y Leiva para entrar a Burgos por Cerezo de Río Tirón.

 

Iglesia Parroquial de Tirgo de planta románica

Ermita de la Virgen de la Peña en Dosantos, Burgos, en pleno Camino de Santiago 

 

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Apuntes sobre
el Camino de Santiago
 

 

 

El camino de Santigo por tierras de La Rioja

      LEIVA

 

 

Romance de la Virgen Peregrina

 

Entre viñas y trigales
Bajo el cielo de Rioja Alta
Una mujer con su niño
De la mano caminaba
Decía el niño a su madre:
¿Está lejos la posada?
Y la mujer respondía
Ya estamos cerca, hijo, anda.
Atardecía y las nubes
Oro y fuego, allá lejanas
Eran espléndida corte
De la tarde arrebolada
Era la villa de Leiva
Junto a su vieja calzada
Un castillo milenario
Contaba guerras y hazañas
Con su rostro algo tostado
Hecha anhelo la mirada
Con las conchas y sombrero
Zurrón y una calabaza
Iban la madre y el hijo
Por la calzada romana
En su torno iba cantando
El polvo de sus sandalias
De pronto, el peregrinito
Saltando sobre su vara
Interrumpió alegre: ¡ya!
Mira, madre, la posada.
Sobre la hermosa campiña
Como un azul de esperanza
Reposo de peregrinos
Se divisaba la casa
Era un cruce de caminos;
Una tejera quemaba
Su roja tierra y en frente
Envuelto en dulce nostalgia
Un coro de peregrinos
Contaba tiernas plegarias
Un crucero piedra viva
Sobre el suelo allí se alzaba
Y en sus brazos el afán
Del peregrino quedaba.
Abajo Leiva vivía
Su blanca paz mientras amplia
Sobre el viejo campanario
La cigüeña crepitaba.
La paz sea con vosotros
Dijo al llegar nuestra dama.
Y con vos y vuestro niño
Peregrina afortunada.
Pase usted, buena señora
Aunque llega en hora mala.
Suplicó la posadera
Llorando con gruesas lágrimas.
Dígame, buena mujer,
¿Qué le ocurre?. - La desgracia
con sus negras alas hoy
ha penetrado en mi casa.
Yo tenía un hijo hermoso
Como ese vuestro; y acaba
De morírseme, señora,
¡Hijito de mis entrañas!
El niño de la señora
Miró a su madre, y la gracia
De sus mejillas en flor
Se inundó también de lágrimas.
Pase y verá su cadáver
Dijo el ama infortunada
Allá sobre su camita
Entre blanquísimas sábanas
Con la sonrisa en los labios
Su carne de cera estaba.
¡Pobre niño!. Murmuró

 

 

 

 

La peregrina ante el ansia
De la madre que, en sollozos,
Sus anhelos desgranaba.
Hijo mío, qué tristeza,
Tu madre desconsolada,
Sin ti quedó en este mundo
Sin luz y sin esperanza.
A la Reina de los cielos
Te consagré una mañana
Y Ella aceptó el sacrificio
Hijito de mis entrañas.
En efecto, una mesita
Había junto a la cama;
Y en el centro un cuadro hermoso
De María Inmaculada
Unas flores y una luz
A la Virgen adornaban.
Dijo el niño peregrino
Al ama de la posada:
Y vos, ¿Amáis a la Virgen?
Mucho, y más quisiera amarla.
Entonces pedidle ahora
Que un milagro aquí os haga.
Niño gracioso, mirad
Estas flores y esta lámpara
Que no cesan de pedirlo
Y son símbolo de mi alma.
Pedid y recibiréis;
Llamad para que se os abra.
La posadera exclamó
Del niño ante las palabras:
¡Oh, qué hijo os dieron los cielos
Peregrina afortunada!.
Y la peregrina dijo:
Oh, sí; y con él la gracia
Hoy ha venido a inundarte
En las mieles de su calma.
Regocijaos, señora;
Vuestra caridad magnánima
Os ha traído el milagro.
Cuando a la Virgen rezabas,
O al cansado peregrino
Recogía vuestra casa
Ella presentaba a Dios
Vuestras obras y plegarias.
Siempre habéis sido piadosa
Caritativa y cristiana.
Ahora, bajo estos disfraces
De peregrina, la paga
Os traemos desde el cielo.
Buena señora, tomadla.
Decid a todos mis hijos
De Leiva, que en la calzada
Vestidos de peregrinos
La Virgen y el Niño estaban;
Que entre ellos quiero vivir
Siendo guión y esperanza
Sobre su vida, que corre
Como el peregrino pasa.
Buena mujer, recibid
De vuestro paso la gracia.
Vuestro hijo, resucitado,
Mirad, que os ríe y os llama.
Y el niño muerto, gritó:
Madre, madre, en la calzada
Una Virgen con su Niño
Pidiendo posada estaba.
La posadera lloró:
Hijito de mis entrañas.
Afuera los peregrinos
Pacíficos dialogaban,
Mientras el sol, entre nubes,
Se ocultaba en lontananza.

Leiva está situada al noroeste de La Rioja a once kilómetros de Santo Domingo de la Calzada, a veinte kms. de Haro y a cincuenta y ocho kms. de Logroño.