Uno de los temas que suscitan mayor interés en torno a los orígenes del español, es el referente a las primeras expresiones de nuestra lengua y al contexto de circunstancias en que ellas aparecen. La clave para la solución de éstos y otros interrogantes históricos viene dada de la investigación lingüística por las Glosas Emilianenses y Silenses .

 

Lengua de España en el período romano (206-409)

La lengua hablada por los legionarios que llevaron las águilas romanas a la península ibérica y por los colonos que posteriormente se establecieron en esa provincia del Imperio no era el latín clásico, literario o artístico (sermo nobilis), que César, Cicerón, Catulo, Virgilio, Horacio, Livio y Ovidio inmortalizaron en sus obras, comprendido sólo por selectos círculos de intelectuales, formados en las enseñanzas de los famosos retóricos de Roma. Tampoco lo fue el latín urbano (sermo urbanus), utilizado en las ciudades por patricios y ciudadanos que se preciaban de cultos, aun cuando empleaban la forma clásica en sus discursos senatoriales, forenses, en los documentos oficiales y también, a veces, en sus cartas.

El lenguaje de los soldados -el sermo vulgaris, -era el latín vulgar en que se expresaban las clases plebeya y campesina. Esa fue la forma lingüística transplantada a España por las legiones romanas. Debe advertirse, sin embargo, que las milicias imperiales no hablaban exactamente la lengua vulgarizada en Roma. No siendo los soldados oriundos de la Urbe, sino en su mayoría de pagos y campos, empleaban lenguajes regionales, cuyos elementos agregados a los asimilados de otras lenguas o dialectos en sus campañas militares, se fueron incorporando a la expresión del vulgo romano. Por tal razón, esta sufriría continuas modificaciones lexicológicas, morfológicas, fonológicas y semánticas.

Por lo que se refiere particularmente a España en la época en que se inició el proceso de formación de los romances peninsulares, también en ella coexistieron diversas variantes de la lengua del Lacio: un latín mas o menos culto, de estructura sintáctica menos compleja -solo escrito-, dominado exclusivamente por clérigos y letrados, única lengua en que se escribía en aquel período de casi  universal analfabetismo, y el "rusticus sermo ", derivación del latín vulgar, que gradualmente evoluciona, convirtiéndose, al paso de los siglos, en el idioma romance. Fue esta forma de la lengua latina la que influyó más en la formación del español. Pero, según la autorizada opinión de Menéndez Pidal,

"si el latín vulgar explica la parte más grande y castiza de la lengua española, no puede explicarle toda. Gran porción de nuestro idioma como de todos los romances, procede del latín literario." (1)

No obstante el anterior cuadro lingüístico, España se destaca en la literatura latina con exponentes de tanto relieve como los Sénecas, Quintiliano, Marcial, Luciano, Floro, Mela, Columela, el filosofo y emperador Marco Aurelio, Silio Itálico, Prudencio, Juvenco, el Pontífice San Dámaso,San Isidoro de Sevilla y ótros.

La lengua imprecisa, tímida y vergonzante, que todos hablaban y nadie -por la inestabilidad de su morfología y sintaxis y por su casi imposibilidad ortográfica - se arriesgaba a escribir, era el español original, imperfecto y embrionario, pero de gran vitalidad y acelerado ritmo evolutivo.

Una de las mayores dificultades que ha afrontado la investigación radica en el particular ya apuntado, de que el romance primitivo era una lengua casi exclusivamente oral. Para rastrear sus formas primigénicas, es preciso recurrir al latín contemporáneo de las clases cultas. Un acucioso análisis de este instrumento de expresión, posibilita detectar e identificar en sus incorrecciones la impronta del idioma primordial, así como sus preferencias y propensiones lingüísticas. De esta manera se logran atisbos de lo que pudo ser el español en el momento de su nacimiento, si es que tal punto puede singularizarse en la evolución histórica de una lengua. 

¿Qué vías recorrió el latín vulgar, llevado, según se ha visto, a la península ibérica por legionarios y colonizadores romanos, a partir de 218 antes de Cristo? ¿Qué transformaciones se operaron en él, en los siglos de la decadencia del Imperio, en la época visigótica y durante la primera etapa de la Reconquista? ¿Qué cambios aportaron los iberos, vascos, cántabros, galaicos, astures, lusitanos, y celtíberos? Las respuestas a estas interrogaciones se ocultan en las sombras de los tiempos. Quizás ante ellas tengamos que pronunciar el terminante "ignoramus et ignorabimus".

 

 

Muestra del romance en formación

Una muestra del romance en formación, en el que se aprecian esporádicas voces españolizadas, es el privilegio otorgado por Alfonso el Católico a la Iglesia de Santa María de Covadonga, al que pertenece el siguiente párrafo:

 Edificámus Eclésiam Sáncte María de Covadeonga et transtúlimus in ípsam imáginem Beátae Maríae de Monte Sacro; damus dúas campanas de ferro ... tres casúllas de sirgo ... Donámus vóbis, etc.

En este documento del año 740 es ya notoria la influencia del habla popular que fuerza a los letrados cancilleres y escribanos -a emplear formas popularmente inteligibles, a pesar de su voluntad de expresarse en latín culto.

En el fragmento transcrito es patente el uso de la preposición de con su significación actual -en sustitución de varias preposiciones del latín clásico, a, ab, apud, e, ex... Los términos ¡casulla y sirgo, derivados de las matrices latinas cásulas y sérico, aparecen ya castellanizadas.

El momento histórico en que se escriben las Glosas, calificadas por Menéndez Pidal de "verdaderos trabajos de romanceamiento", (2) constituye la transición entre el latín y el romance. En él se nota, como tendencia generalizada, la supresión de la declinación desinencial, la eliminación de algunos accidentes verbales y el uso de la perífrasis preposicional.

 

 

El español en el siglo XII

Por mucho tiempo se consideró que los primeros documentos de la prosa castellana no artística fueron el Fuero de Oviedo y el Fuero Avilés, ambos del siglo XII. Ramón Menéndez Pidal, en su monumental obra " Orígenes del Español", menciona algunos documentos notariales escritos en castellano, cinco de los cuales, procedentes de Lérida, datan del año 1171. El mismo investigador publicó en 1919 cuarenta y tres otros documentos del siglo XII y uno de la mitad del siglo XI, todos provenientes de Castilla. En consecuencia, Menéndez Pidal afirma que la tendencia a escribir en castellano despunta plenamente en el siglo XII.

Examinando los archivos eclesiásticos de León, el insigne estudioso comprobó la existencia de dos corrientes de romanismo -una muy antigua, cuyos inicios de desconocen y que desaparece casi repentinamente en la segunda mitad del siglo XI, y ótra que comienza en el siglo XII y triunfa con la adopción del lenguaje vulgar en el siglo XIII. La detención de la primera corriente se explica por la reforma cluniacense, cuyo influjo latinizante impidió el uso del romance. La segunda se debió a la secularización de la cultura europea, que reservó el uso del latín para los actos y documentos oficiales y religiosos, adoptando para los restantes el empleo del vernáculo.

 

 

Crepúsculo histórico

Anteriores a estos comienzos -oscuros y nebulosos son los dos manuscritos castellanos de mayor antigüedad, las Glosas Emilianenses y las Glosas  Sílenses, procedentes de los monasterios benedictinos más importantes de Castilla en esa época: San Millán de la Cogolla o de Suso -en la Rioja -y Santo Domingo de Silos, próximo a Covarrubias, en la actual provincia de Burgos. Ambos escritos constituyen el crepúsculo histórico del español, porque en ellos se contienen no sólo impropiedades o deformaciones, que, por influencia del romance generalizado, emplea inadvertidamente alguien que escribía en latín, sino verdaderas traducciones de éste a la lengua de uso vulgar. 

 

 

Glosas Emilianenses

Glosa significa ampliación, explicación o comentario de un texto. Cierto monje del monasterio de San Millán de la Cogolla, lee un códice latino que reúne ejemplos de ascetas, derivados, según Menéndez Pidal, de las Vitae Patrum, la interrogatio de novissimo -signos que precederán el juicio final -, la pasión de los mártires Cosme y Damián y algunas homillas de San Agustin. El monje lector halla dificultad en leer el texto latino del códice, lengua ya marcadamente diversa de aquélla que le era propia. Recurre entonces al socorrido medio de anotar en el margen o sobre las palabras y expresiones que no entiende, la traducción de las mismas a la lengua corriente. Menéndez Pidal observa:

"Además de las glosas, el monje anotador marcó con una + el comienzo de cada oración gramatical, señaló con las letras a, b, c, d, etc. el orden lógico de las palabras, para deshacer el hipérbaton y declaró, por medio de relativos o sustantivos latinos, el sujeto de los verbos que no llevaban expreso, el oficio de los complementos verbales y el sustantivo que los pronombres representan." (3)

Es de interés señalar que, por ser navarro el glosador, le resulta más fácil en dos pasajes traducir al vascuence. De manera que estas expresiones en romance español contienen, a la vez, las primeras de esa lengua. Respecto a la fecha de origen del códice 60 Emilianense, comenta Menéndez Pidal:

"El parecer de estos eruditos (Eguren, Ewald, Loewe, Pérez Pastor, Férotin, Gómez Moreno, García Villada) provistos de una gran base de comparación, nos aclara la impresión que... nos produce el códice 60 Emilianense: texto de entre los siglos X y XI, acaso algo anteriores a las glosas Silenses ..." (4)

De esta observación se deduce que el anotador de las Glosas Emilianenses escribió sus comentarios marginales e interlineados hacia el 950. El manuscrito 60 del monasterio de San Millán, situado al Oeste de la provincia de Logroño, pertenece hoy a la Real Academia de la Historia.

 

 

La Glosa Emilianense 89

Sin duda, una de las glosas más importantes del códice Emilianense es la número 89. La mayor parte de las anotaciones del comentarista de San Millán están constituidas por palabras aisladas o, cuando más, por pares de palabras. La glosa 89 es diversa. En un momento el anotador traduce una frase entera. No sólo la versión motiva un impulso espontáneo y creador: Llevado tal vez por la proclividad de alguna idea familiar y recurrente, o quizás atraído por el espacio en blanco del margen derecho de la página que lee, continúa por iniciativa personal con una proposición suya, sin correspondencia en el texto latino. Este brote expresivo constituye, por así decirlo, el clímax del glosario hispánico, ya que contiene la cláusula original más antigua que hasta ahora conocemos en lengua española. La referida glosa, que consta de cuarenta y cuatro palabras, se presenta a continuación con el texto latino que la misma traduce:

"ADJUVANTE DOMINO NOSTRO JESU CHRISTO CUI EST NOHNOR ET IMPERIUM CUM PATRE ET SPIRITU SANCTO IN SAECULA SAECULORUM. AMEN."

"Cono ayutorio de nuestro dueño Christo, dueño Salvatore, cual dueño yet ena honore e qual dueño tiene ela mandacione cono Patre, cono Spiritu Sancto, enos siéculos de los siéculos. Fácanos Deus omnipotes tal serbitjo fere ke denante ela sua face gaudioso seyamus. Amen."

Vertida al español actual, la glosa significa:

"Con la ayuda de nuestro dueño, señor Cristo, señor Salvador, el cual señor es en el honor, el cual señor tiene el mando (o imperio), con el Padre, con el Espíritu Santo, en los siglos de los siglos. Háganos Dios omnipotente tal servicio: hacer que delante de su faz gozosos seamos, (o estemos). Amen."

La cláusula no vertida, sino original del glosador, es: Facanos Deus omnipotes tal serbitjo fere ke denante ela sua face gaudioso seyamus.(Háganos Dios omnipotente tal servicio: hacer que delante de su faz gozosos seamos). Esta es la oración gramatical más antigua que, hasta el presente, se conoce en españo 

 

 

Glosas Silenses

El manuscrito de las Glosas Silenses se encuentra actualmente en el British Museum, bajo la clasificación numérica El texto latino y las glosas son contemporáneos y con toda probabilidad de la misma mano. El trazo presenta gran semejanza con el de un monje de Verlangas, del que se han identificado escritos del año 945. Sobre la fecha de escritura de las Glosas Silenses, Menéndez Pidal precisa:

3 ... podemos fijar la fecha de las Glosas Silenses en la segunda mitad del siglo X; son, por lo tanto, un poco posteriores a las Emilianenses." (5

El códice Silense contiene homilías, sermones, epístolas, un árbol genealógico y un penitencial. Fue publicado por P. Berganza en 1721, quien refiriéndose a la existencia de las glosas marginales, observó: "...un curioso ... traduxo a la margen algunos vocablos, propiamente latinos, a los términos del idioma vulgar. 

Como ejemplos, transcribo las glosas 33, 36 y 39 del código Silense:

33.\i tenere - consigo quisiere tener.

….proibeátur (betatu lo ájat) (vedado lo haya)

 

 

36 . .... ita precípitur (asi mandat).

........ viba occidántur (viba las decolaren)

(vivas las degollaren).

 

 

39 . ... cadábera (elos cuerpos).

........ rite (studiosamientre) (estudiosamente)

Quit…. consénserit (qui quisiéret) (quien quisiere) .\I

 

 

En virtud de tales investigaciones o hallazgos, Menéndez Pidal retrotrae las noticias históricas del español escrito, ampliando así en doscientos años la historia de nuestra lengua. Debe notarse que las Glosas no tienen intencionalidad artística, siendo escritos de contenido principalmente doctrinal.

 

 

Español - no castellano

El español de las Glosas, aun proviniendo de la Rioja, no es castellano, sino navarro-aragonés. Esto se explica atendiendo al cuadro de circunstancias históricas en que esos comentarios se anotan. Tras la devastadora invasión musulmana, los restos dispersos del poderío visigótico se ocultan y afianzan en núcleos independientes entre sí, en los valles de las cordilleras cantábricas y pirenaicas. En aquel período de tragedia nacional, Covadonga es signo de lucha redentora: simboliza la salvación de España . Mientras la Reconquista avanza lentamente, los reinos cristianos, aislados y sin fácil acceso, llevan a cabo sus propias campañas guerreras. En ellos el romance sigue una línea de desarrollo individual y autónomo, con el solo nexo del común origen: el latín vulgar hablado al final de la era visigótica.

La región de la Rioja, que en los siglos XI y XII entraría definitivamente a formar parte del reino de Castilla, no era aún castellana en el momento en que los monjes glosadores, cuyo vernáculo es el navarro, anotan sus comentarios marginales e interlineales que tendrían relieve histórico y lingüístico tan destacado.

 

 

Inicios de tres literaturas

Un siglo antes que las Glosas, Francia registra su primer escrito en romance, los Juramentos de Estrasburgo, documento de carácter político. En él, Luis el Germánico, sucesor de Carlomagno, compromete su palabra de establecer y mantener alianza con Carlos el Calvo, rey de Francia.

Casi simultáneamente a las glosas hispánicas, Italia exhibe su primer exponente romance, que data del año 960.En litigio legal por la posesión de determinados fundos, el abad de Montecasino invoca testigos para la reivindicación de dicha propiedad. Estos hacen la declaración en el vernáculo regional. Aún cuando el escrito es motivado por asuntos conventuales, las actas son de evidente índole jurídica.

A diferencia de los inicios lingüísticos de Francia e Italia, "el primer vagido de la lengua española -observa Dámaso Alonso-es una oración". Y comenta magistralmente:

"Tres primeros murmullos de tres grandes lenguas, cuya literatura llenará el mundo, y miro, y pienso si habrá sido casualidad. ¿0 no es, más bien, que tenía que ser así, porque de lo que está lleno el corazón habla la boca? España, Francia, Italia... ¡Oh, no!: no ha sido casualidad que las primeras frases francesas que conservamos sean militares y políticas (genio de Richeliu, glorias de Austerlitz). Ni que las primeras italianas miren a los bienes materiales (recuérdense las burlas contra los banqueros genoveses, en nuestras letras clásicas, pero no se olvide tampoco cuánto oro de Venecia hay en los cuadros de Tiziano). Y no puede ser azar, no. 0, si acaso lo es, dejadme esta emoción que me llena, al pensar que las primeras palabras enhebradas en sentido, que puedo leer en mi lengua española, sean una oración temblorosa y humilde. El César bien dijo que el español era lengua para hablar con Dios. El primer vagido del español es extraordinario entre sus hermanas. No se dirige a la tierra: con Dios habla, y no con los hombres".(6)

 

 

 

 

Notas

 

1  Ramón Menéndez Pidal. El idioma español. Madrid. Espasa-Calpe, 1942

2  Ramón Menéndez Pidal. Orígenes del español. Madrid. Espasa-Calpe, 1972

3  Idem, p. 3

4  Idem, p. 2

5  Idem, p. 9

6  Peréz, Ramon D. Historia de la literatura española, Barcelona: Editorial Ramón Sopena, S.A.,1970 p. 132

 

 

Bibliografía

Cejador, Julio. Historia de la Lengua y Literatura Castellana. Madríd.Editorial Laredos. 1972.

Del Río, Angel. Historia de Literatura Española. Tomo I N.Y. Holt Rinehart and Winston. 1963.

Diez-Echarri, E. Historia General de la Literatura Española e Hispanoamericana. Madrid. Aguilar. 1966.

Gutiérrez, E. Literatura Española. Buenos Aires. Editorial Kapelusz. 1965.

Menéndez Pidal, Ramón. El Idioma Español en sus Primeros Tiempos. Madrid: Espasa-Calpe, 1942.

Menéndez Pidal, Ramón. Manual de Gramática Histórica. Madrid: Librería Victoriano Suárez, 1934.

Ragucci, Rodolfo. Letras Castellanas. Buenos Aires: Sociedad Editorial Internacional, 1944.

Valbuena Prat, Angel. Historia de la Literatura Española. Barcelona: Editorial Gustavo Gili, S.A. . 1964.

 

 

 


 

LAS GLOSAS EMILIANENSES Y SILENSES

CARLOS M. TARACIDO RUBIO 

Doctor en Filosofía y Letras, Lengua y Literatura Española

Última actividad docente, Profesor de Literatura y Lengua

Española en Miami-Dade College hasta el 2015.