Luis Alegre Galilea CONSEJERO DE EDUCACIÓN, CULTURA, JUVENTUD y DEPORTES DEL GOBIERNO DE LA RlOJA
Realmente es una gran satisfacción contar con un
patrimonio tan rico y variado que nos llena de orgullo y de recuerdos al
contemplarlo como testimonio de nuestra historia. Pero a veces abruma la
responsabilidad de conservar y restaurar tan amplio patrimonio.
Por eso nos
tenemos que felicitar cuando generosamente presta su ayuda desinteresada alguna
institución o particular que pone los medios necesarios para ayudarnos en
nuestra tarea. En este caso estamos doblemente agradecidos a la Fundación
Argentaria no sólo porque ha financiado la restauración de un retablo de La
Redonda de Logroño, sino porque la elección del mismo ha puesto en valor la obra
de un pintor flamenco del que se tenían pocas noticias y se desconocía aún su
trabajo.
Porque la restauración que ahora estamos celebrando, desde luego ha
recuperado una obra de arte singular, pero al mismo tiempo ha servido para
conocer mejor el abundante comercio que manteníamos con Flandes y que en el
siglo XVI había sido eclipsado en gran medida por la moda y la fuerte influencia
italiana. y es que este retablo que hoy se guarda en La Redonda tiene el
inapreciable valor de estar fechado y firmado en Amberes por Gillis Coingnet en
1584, pintor flamenco de formación italiana, como es habitual en la época, que
trabajó en Amberes y Amsterdam y murió en 1599 en Hamburgo. Esta obra, adquirida
en París a mediados del siglo XIX por el propietario de la iglesia de San
Nicolás de Bari de Somalo - que ocupaba la crujía sur de un palacio
tardoclasicista que hasta la desamortización eclesiástica perteneció al
monasterio benedictino de Santa María la Real de Nájera -, fue finalmente donada
a Nuestra Señora de La Redonda por la familia Ruiz de Azcárraga.
Su
restauración ha servido por tanto para apreciarla como pieza individual en todo
su justo valor, pero por encima de él para situarla en su contexto y conocer
mejor al autor y su época, y las fructíferas relaciones comerciales que llenaron
de pequeñas obras de arte las iglesias y las casas hidalgas de este siglo y del
siguiente. Los más diversos sectores de la sociedad que contemplen este retablo
restaurado por especialistas, apreciarán su original esplendor y todo ello
gracias al interés de la Fundación Argentaria, sin cuyo patrocinio no hubiera
sido posible acometerlo de forma tan inmediata.