Gillis Coingnet y el retablo de la Epifanía
o Adoración de los Magos,
de la Concatedral de Santa María de La Redonda de Logroño

Elisa Bermejo Martínez
Centro de Estudios Históricos, C.S.I.C.

  

El retablo lo componen seis tablas verticales, de iguales dimensiones (131 x 88 cm.), dispuestas en dos cuerpos, divididos a su vez en tres calles más un banco o predella que consta de tres tablas apaisadas y estrechas.
Las tres pinturas del cuerpo superior representan, de izquierda a derecha: San Pedro, Resurrección de Cristo y San juan Bautista. Las del cuerpo inferior: Asunción de la Virgen, Coronación, Adoración de los Magos o Epifanía y Anunciación.
Las tablas del banco relatan historias y leyendas de la vida de San Francisco de Asís. Todas las pinturas están realizadas al óleo sobre fina tabla de roble. Al borde inferior de la Anunciación figura la firma del autor y la fecha de su ejecución: "IN ANTWERPIA / G. COINGNET FECIT ET INUE /1584".
La última procedencia conocida se sitúa, al parecer, en el pueblo de Somalo (La Rioja) donde, hasta la Desamortización, el Monasterio de Santa María la Real de la orden benedictina poseía una granja. Se supone, sin embargo, que su existencia en aquella iglesia del pueblecito riojano correspondería a fecha más tardía, puesto que las tablas actualmente en el retablo fueron aportación de la familia Ruiz de Azcárraga.
La disposición de las pinturas en el retablo, tal y como hoy aparecen, hacen suponer que originalmente pudo ser distinta, aunque ignoramos su primitiva ordenación. Las cuatro tablas que contienen escenas evangélicas siguen un confuso criterio iconográfico, tanto si se pretende reproducir historias de la vida de la Virgen como relatos de la vida de Cristo. La sucesión de los distintos episodios resulta poco clara ateniéndose a su normal desarrollo iconográfico. No es difícil imaginar que, al ser todas las tablas, a excepción de las tres del banco, de iguales dimensiones, en alguno de los montajes del retablo se variase el orden de colocación de las del cuerpo bajo. De seguir la sucesión en el tiempo de los hechos que narran estas tres pinturas, sería más lógico haber colocado la Anunciación al lado izquierdo de la Epifanía y la Asunción-Coronación a la derecha, aunque también es posible que las pinturas hoy conservadas formaran parte de un conjunto más amplio.
La situación de las tablas del cuerpo superior, con las espléndidas figuras que representan a San Pedro y San juan Bautista a un lado y otro de la Resurrección de Cristo, tienen más fácil comprensión, porque puede responder a un deseo devocional hacia los dos grandes Apóstoles por parte de la institución o la persona que encargó el retablo.
Precisamente, conviene dedicar una atencion especial a las pinturas que muestran a San Pedro ya San Juan Bautista porque, en nuestra opinión, representan las que expresan la faceta más personal y de mayor calidad de las que componen el retablo.
San Pedro se ha concebido con fuerte empuje en su movimiento de avance hacia el primer plano, lo que le confiere gran sentido monumental. Esto, unido a la habilidad en el reparto de las tonalidades rojizas de las telas que cubren su cuerpo, llega a producir un impresionante aspecto.
La expresión del rostro y el ímpetu con el que sujeta en sus manos la llave y el libro, sus distintivos iconográficos, junto a sus espectaculares proporciones respecto al fondo, lo convierten en un vigoroso personaje de robusta anatomía, que se aprecia a través de los pliegues de las vestiduras que la subrayan. La caída de la parte superior de la .túnica sobre el cinturón que la ciñe, le presta un efecto de coraza. A su majestuosa presencia contribuyen, por contraste, las escenas de los laterales del fondo que, por haberse realizado a escala más menuda, resaltan aún más la importancia de su figura.


En estas pequeñas historias se narran:a la izquierda la Vocación de San Pedro y San Andrés al ser llamados por Cristo a orillas del lago de Genesaret según los evangelios de Mateo, Marcos y Juan, y el Martirio de San Pedro, crucificado con la cabeza hacia abajo, ante el emperador Nerón, a la derecha.
Es preciso señalar los bellos matices cromáticos del fondo que, en ésta como en otras tablas del retablo, presentan una gran variedad de tonos en verde; grises y rosas asalmonados de magnífico efecto que, probablemente, pudieran atribuirse a Cornelis Molenaer, si se acepta la sugerencia de Karel van Mander de la colaboración del pintor en los paisajes de Coingnet.
La tabla de San juan Bautista se ajusta .a una composición similar a la de San Pedro. El santo ocupa casi todo el espacio del primer plano y con parecido fondo de paisaje en el que, tammbién, aparecen a pequeña escala dos escenas relacionadas con la vida del Precursor: a la izquierda, la Predicación ante un grupo de gentes; a la derecha, el Bautismo de Cristo en el río Jordán, precedido de una cascada con hábiles toques de luz y color. En la figura se sigue la misma preocupación del pintor por destacar el volumen.
Muestra torso y piernas desnudos y el resto lo cubren las tradicionales pieles de camello y manto rojo ceñidos, en este caso, por correa de piel oscura anudada a la cintura. En la mano izquierda, porta larga cruz de caña con filacteria flotante y la inscripción "ECCE AGNUS DEI", en tanto que, a la derecha, señala al cordero místico tendido a sus pies y alusivo a Cristo. En la cabeza, el torso, las manos y las telas, se aprecia una más cuidada ejecución, mientras que en el resto es muy probable la intervención del taller y la posible de Molenaer en el paisaje.


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